Cuando María Julia conoció a Cho, supo de inmediato que su hija se casaría con él. La intuición fue lo que la llevó a hacer una apuesta con su marido Robert: “si Cho le pedía matrimonio a Sabina antes de que cumplan treinta años, le haré tres bodas”. Así que ahora era el momento de que esto se cumpliera.

Tres bodas que llevarían a los Ruiz de con, Carter y Canarias por distintos lugares para celebrar la unión de la primera hija, sobrina y nieta, que había llegado a inaugurar la tercera generación de esta gran familia. Serían tres bodas porque sería: una cultural, una familiar y una simbólica. Y aunque tres, todas tendrían el mismo propósito, festejar el amor. 

La boda simbólica, sería en la playa, en Ibiza. Ahí, Sabina y Cho harían un ritual de purificación y agradecimiento. Después habría una comida familiar en la casa de los abuelos de Sabina, donde ella había crecido. 

La boda familiar, la más grande, sería nada más y nada menos que en El Palacio de la Magdalena, en Santander. Sabina siempre le dijo a su madre que quería casarse en un lugar que pareciera sacado de los cuentos de hadas, y ese era el lugar perfecto. Con vista al mar cantábrico y con hermosos jardines para recorrer y tomar fotografías inolvidables. 

Para esa boda, no solo se invitaría a la familia, sino a los amigos y socios. Por lo que Sabina y Cho esperarían a unos 100 invitados a ver su unión en matrimonio. Finalmente, en la boda cultural, Julie le pidió a Cho que hiciera algo tradicional de su cultura y haría la tradición del Pyebaek, aunque para esa, solo estarían Julie, Robert, Jo y Jon. Y, en representación de los padres de Cho: Jaz y Pilar. 

Entonces  a los Canarias -conocidos como los fiesteros de la familia -, se les ocurrió que si iba a haber tres bodas, debería de haber tres despedidas de soltero, para que todo sucediera en partes iguales. 

⎯¿Tres despedidas de soltero?, ¿estás loco? ⎯ preguntó Cho a David Tristán que, como siempre había expuesto sus ideas en la barra del corazón espinado; esta vez acompañado de su primo Daniel y de Moríns. 

⎯Así es, una simbólica, una cultura y una familiar.⎯Jusitficó, haciendo a todos reír. 

⎯Ya veo porque eres el encargado del área de proyectos de la fundación.⎯ Bromeó Cho. 

⎯Jefe del área de proyectos.⎯Aclaró el joven con simpatía ⎯. Aquí mi cuñado sugirió mi nombramiento y ahora… estoy en la nómina. Basta de servir mesas en un restaurante, de atender gente en el bar y de ser modelo en las redes sociales. Ahora tengo un buen trabajo. Aunque sé que me extrañarán como modelo. 

⎯No te preocupes, creo que nunca dejarás de tomarte fotos con el pecho descubierto ⎯ contestó Moríns. 

⎯Obviamente no, ¿sabes cuánto me cuesta tener este abdomen?⎯ Y así, David, se levantó la camisa y mostró marcado abdomen⎯. ¿Tú que tienes, Moríns? 

⎯También lo tengo… no como el tuyo, o como el de Cho. 

⎯Sí, Cho debería mostrarnos su abdomen.⎯ Interrumpió Daniel. 

Cho sonrío⎯. No, no quiero bajar egos y crear dramas ⎯ respondió⎯. En fin, no habrá tres despedidas de soltero. He escuchado las despedidas de soltero de tu familia y créeme, entiendo por qué Moríns no quiso una. 

⎯¡No sean así!, ¿sabes cuánto tiempo espero esta generación para una despedida?, y ustedes se casan y no la quieren hacer. 

⎯Pues si tanto quieres, cásate tú y nos invitas. Digo, pretendientas tienes, y sobre todo una que la traes de una ala desde los doce años… así que, vas, cásate y hacemos cinco despedidas si quieres.⎯ Aclaró Cho. 

⎯¡Qué aburridos!, pero estoy seguro de que Sabina tomará este caso y tendremos tres despedidas. Es más… estoy seguro de que, al menos, una despedida de grande tendremos. Sabina es una Ruiz de Con de corazón, ella sabe lo que es bueno.⎯Sentenció. 

Cho se rió. Él estaba seguro de que Sabina jamás aceptaría lo de las tres despedidas de solteros. Sin embargo, al regresar a la casa de sus suegros, donde seguían viviendo, le contó lo que David sugería y se llevó la sorpresa de su vida. 

⎯¡Qué buena idea! ⎯ Exclamó, mientras ayudaba a su hermana a guardar los platos de la cocina. 

⎯¡QUÉ!, es broma, ¿cierto? ⎯ volteó a ver a Jo ⎯, tu hermana está bromeando. 

⎯No, no lo está. Sorry Cho, pero se te adelantaron unas canaritas. 

⎯¿Tus primas? 

⎯Alegra principalmente, pero creo que es una buena idea. Podemos ir a México, a Puerto Vallarta. Hace mucho que no va toda la familia. Y allá podríamos hacer la boda simbólica. 

⎯¿Es broma? ⎯Cho, volvió a preguntarle a Jo. La adolescente rubia y de ojos azules simplemente se rió. 

⎯Sí, mira. Hay una playa llamada las Caletas. Es privada, solo se accede por barco, así que estaríamos solo nosotros si la reservamos. Ahí podemos hacer la ceremonia y pasar unos días en la casa de mis abuelos. La mamá de Moríns dice que la casa está disponible, nadie la ha rentado. 

⎯¿Es en serio que quieres tener tres despedidas?. Sabi, ya ni aguantamos una serie completa. La otra vez nos dormimos viendo la tercera temporada de Juego de Tronos. 

⎯Son unos abuelos.⎯ Se escuchó la voz de Jo, y luego su risa. 

⎯Lo sé. Pero en verdad quiero hacer esto. Es más, mi amor, no tienen que ser tres despedidas, puede ser una despedida de varios días que incluya las tres. Ya sabes, como una semana en México, todos juntos. Después tenemos nuestra boda simbólica, regresamos a Santander, nos casamos, y luego hacemos la cultural. 

Sabina puso esa mirada a la que Cho no podía decir que no, así que simplemente suspiró. ⎯ Solo te pido que mi ingle no se vea comprometida en los actos de tus primos. 

Jo lanzó la carcajada. Como siempre, la adolescente de trece años estaba atenta a las conversaciones de su cuñado y su hermana, porque sabía que había información que podría usar en caso de soborno o/y permisos. 

⎯Te lo prometo. Entonces, ¿nos vamos a México? ⎯ preguntó emocionada. 

⎯Nos vamos a México ⎯ respondió Cho, para luego tomar a su Sirena de la cintura y darle un beso.

⎯¡Dios ya quiero que llegue la noche de bodas! ⎯ murmuró Sabina, sobre los labios de su prometido. 

⎯Están en la casa familiar, váyanse al cuarto de lavado ⎯ sugiró la adolescente malhumorada. 

⎯¡Qué buena idea! ⎯ expresó Cho, para luego tomar a Sabina y correr hacia el famoso cuarto de la rata ⎯. Si escuchas algo, estamos cazando ratones. 

⎯¡DIOS! ⎯ contestó Jo, para luego cerrar la puerta e irse de ahí. 

Cho, cargo a Sabina con la facilidad de siempre  y la sentó arriba de la lavadora. Ambos se vieron a los ojos y sonrieron.⎯ No puedo esperar para casarme contigo ⎯ murmuró Cho, para luego besarla hasta que se desgastaran los labios. 

***

La noticia de la despedida en Puerto Vallarta fue un hit en la familia, al grado de que todos comenzaron a hacer planes y a reservar los días de vacaciones para tenerlos libres. Esta era la primera vez en años que Julie y Robert tendrían vacaciones, por lo que decidieron que después de Puerto Vallarta, volarían unos días a Nueva York para que Jo y Jon lo conocieran. 

Los Canarias y los Ruiz de Con, también aprovecharían en tiempo, y volarían a la Ciudad de México para quedarse unos días allá, y recordar viejos tiempos. Aprovecharían para ir a Cuernavaca, visitar las tumbas de los abuelos de Luz y sobre todo, ver la posibilidad de comprar una casa en esa ciudad, ya que a Manuel le traía buenos recuerdos la ciudad donde había nacido y tenía planeado tener una casa ahí. 

Todo estaba listo, todos estaban preparados para viajar y convencidos del viaje, todos menos Jaz, quién era el único invitado de Cho, junto con su familia. El padre biológico de Sabina, se negaba a viajar a México con los Ruiz de Con por dos situaciones. La primera, no tenía el dinero para un viaje a México para cinco personas y la segunda, sentía que los Ruiz de Con no lo aceptarían. 

Así que, Cho, tenía la exhaustiva misión de convencerlos, ya que era sumamente importante para él que estuvieran en sus tres bodas. En la de viaje a Santander estarían, ya habían hecho planes y ahorrado, pero, para la de México, ya eran otros niveles. Unos que Jaz, desgraciadamente, no podía alcanzar. 

Entonces, por más que Cho trató de convencerlos, de decirles que él pagaría los gastos de sus hermanos: Pilar, Eduardo y Santiago. Que ellos literal eran su familia. No se pudo hacer mucho, por lo que tuvo que sacar la artillería pesada: a María Julia Carter. 

Cuando Jaz, la vio entrar junto con Cho al bar, supo que su “no”, tendrían que ser mucho más contundente. A pesar de que su relación fue en la adolescencia y que se habían separado por muchos años, Eduardo Jaz sabía lo buena que era María Julia para convencer y lograr que se cerraran tratos; ahí el porqué de su elección de carrera. Además de que habían sido amigos durante mucho tiempo, y había visto las maravillas que esa mujer podía hacer. 

Julie se acercó a la barra y lo primero que escuchó de Jaz fue un “no”, mientras la veía con sus ojos color caramelo. 

⎯Mínimo un  “buenas tardes”, Eduardo ⎯ contestó Julie. 

⎯Buenas tardes, Julie. Y no.⎯ Enseguida volteó a ver a Cho⎯. Este es un golpe bajo. 

⎯Posiblemente, pero no me iré si no vas.⎯Recalcó el muchacho. 

⎯Es la boda de tu hija, Jaz ⎯ habló Julie. Él volteó a verla con rostro de pocos amigos. Por años Julie le había recalcado que Sabina no era suya, y ahora, ¿ya lo era? 

⎯Venga, Julie. 

⎯Lo es. Es tuya. No puedes negarla aunque quisieras. Ni yo puedo negar que es tuya. Es importante para ella que estés ahí. 

⎯No tengo dinero, Julie. ¿Eso es lo que quieres escuchar?. No tengo dinero para llevar a mis tres hijos a México y a mi esposa. Antes lo tenía, no lo aproveché, pero ahora esto es lo que soy y no puedo hacer más. 

Por la mente de Julie pasaron imágenes de la vida de Jaz cuando eran adolescentes viviendo en Ibiza. La gran mansión que tenían, con una piscina que a Sabina le hubiese gustado mucho. El jardín, las habitaciones y los autos. A su madre orgullosa, a su padre pedante y sus hermanos que se creían paridos por los dioses. 

Era verdad, ver a Jaz de esta manera no le era agradable, no después de haberlo visto con ropas caras, estudiando en escuelas de prestigio y gastando a destajo. Ahora el pobre hombre traía una prótesis donada por la fundación, ropas desgastadas y había envejecido bastante por las preocupaciones económicas. Sin embargo, Jaz seguía conservando su orgullo, esa necedad que lo caracterizaba y que era completamente parte de su hija y su atractivo; seguía siendo muy guapo. 

Julie volteó a ver a Cho.⎯ Déjanos solos.⎯ Pidió. Su yerno se alejó de la barra dejando a sus suegros solos. 

⎯Sigue siendo no ⎯ habló Jaz. 

⎯Yo lo pago.⎯ Se escapó de los labios de María Julia. 

⎯¿Disculpa? ⎯ preguntó Jaz, sorprendido. 

⎯Yo lo pago. Nos iremos en el avión de la compañía. Tu familia y tú viajarán con nosotros. Los gastos irán por mi cuenta, hotel, viáticos, transporte. 

⎯Me ofendes, Julie. Sé que soy un pobre diablo, pero no tanto como para dejar que la madre de mi hija me pague todo. 

Julie tomó la mano de Jaz, sorprendiéndolo.⎯ Por eso lo hago, porque eres el padre de Sabina.⎯ Ella suspiró⎯. Te debo una. 

⎯¿Una?. Venga Julie, ¿recuerdas que te dejé sola en esa playa cuando me dijiste lo de Sabina?, o ¿cuándo te corrí de mi casa?, o ¿cuándo te vi en el centro comercial y embarazada te di una bofetada?, no olvides que traté de estafarte con la paternidad de Sabina… y, ¿dices que me debes una?. Siempre has sido linda, pero, no eres idiota. 

⎯Te debo una. ¿Recuerdas cuando llegue a Ibiza a los seis años?, nadie me quería hablar porque era la nueva y tenía un acento raro. 

Jaz sonrió levemente al recordar eso.⎯ El más raro del lugar. 

⎯Todos los niños me hacían burla. Al grado de que no quería participar en clases porque me daba miedo que, al decir algo, se burlaran de mí. Sin embargo, llegaste tú un día y me dijiste: No dejes que la gente común te quite aquello que te hace única. ¿Te acuerdas? 

⎯ Tenías un acento chistoso, pero, siempre has tenido una voz muy bonita.⎯ Admitió el hombre. 

⎯A partir de ese momento nos hicimos amigos, los mejores. Después crecimos y tomamos decisiones diferentes, pero, siempre has sido una buena persona Jaz y lo sabes. Lo demostraste con Cho, cuando se accidentó, cuando lo corrieron de su casa, cuando te pide ayuda. 

»Tal vez para Sabina y para mí no estuviste, pero para Cho, si lo estás. Y con esos pequeños actos haces feliz a nuestra hija. Ahora, esto es importante para ambos, sobre todo para Cho. Eres su única familia, su único invitado, a la persona que quiere ver cuando esté de pie en el altar esperando por tu hija. Te pido que dejes el orgullo al lado, y aceptes mi oferta. Por los viejos tiempos, por Cho, por Sabina, por ese Jaz de seis años que me dijo la frase que marcó mi vida. Por esa amistad que hubo entre nosotros antes del caos que se apoderó de nuestras vidas. 

Jaz sintió la mano de Julie sobre la suya, y los bonitos recuerdos de su infancia surgieron. Él no supo en qué momento empezaron las malas decisiones, en qué instante perdió el rumbo y se alejó del camino. Era un adolescente pedante y presumido, que perdió a su persona faro y con ella, parte de su vida. 

⎯Me da mucha pena, Julie. Además, ¿qué diría tu padre? 

⎯Mi padre diría que perdonar es cosa de dos. Si yo te perdono por todo lo que me hiciste, tal vez tú puedas perdonarte.⎯Le sonrió⎯. Jaz, pronto compartiremos nietos, fiestas infantiles, bodas, festivales. Creo que podemos llevar la fiesta en paz, ¿no crees? Además, usaré una de tus frases para cerrar este trato. 

⎯Y, ¿cuál sería esa frase? 

⎯Tengo el dinero y puedo pagarlo ⎯ recitó Julie. 

Jaz negó con la cabeza⎯¡Dios!, sí que era presumido. 

⎯Lo eras… pero ahora el verdadero Jaz salió, el que lo hace único, y a mi perspectiva, aunque no tengas todo el dinero de antes o influencia, creo que estás en tu mejor versión. 

Jaz suspiró. Vio a Cho a lo lejos y supo que no le podía hacer eso al muchacho. Sobre todo después de todo lo que le ayuda y la forma en que trata a sus hijos como si fuesen sus hermanos. 

⎯Vale ⎯ dijo en un murmullo⎯. Pero, será cosa de una sola ocasión. No voy a permitir que nos andes pagando todo. 

⎯Lo mismo te iba a decir ⎯ contestó María Julia, con una sonrisa. 

Para la mala suerte de Jaz, esa fue la primera de muchas veces que los Ruiz de Con le pagaron algo a él y su familia. Pero siempre era por Adrián, o por Sabina, o por Roberto, o por Sirena o por Eric. 

Ahora sí, la familia estaba completa y preparada para comenzar los festejos en honor a Sabina y Cho. 

2 Responses

  1. Si Jo tiene 13 años, Sabi tiene 26 años…
    Sabi y Cho iniciaron cuando ella tenía 16-17 años… Me pareció leer que lleveban 15 años juntos…

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