(Puerto Vallarta – México)
El malecón de Puerto Vallarta es en verdad icónica y especial. Este se extendía a lo largo de la bahía de Banderas, y es una perfecta combinación entre tradición y modernidad. Las calles adoquinadas se entrelazan con la arquitectura ecléctica y, como siempre, el mar era el rey.
Los Canarias habían pasado las tardes de su infancia recorriendo ese lugar. Corriendo de punta a punta o andando en bicicleta. Sabina, en cambio, a pesar de haber pasado poco tiempo ahí, lo recordaba con cariño. Sus abuelos solían traerla por las tardes, comprarle un helado y Tristán le explicaba ¿cómo era el mar?, ya que Sabina siempre había querido saberlo.
Casi en frente del famoso muelle de los muertos, se encontraba el restaurante de Don Canarias, el favorito de su abuelo y de su mejor amigo. Sabina, no había tenido el placer como sus primos de venir cada fin de semana aquí, porque cuando ella era pequeña el restaurante no existía. Sin embargo, en las vacaciones, este era uno de los tantos lugares de reunión de la familia, por lo que lo recordaba con mucho cariño, sobre todo por el peso sentimental que tenía.
Desde que llegaron al lugar, fueron recibidos con alegría por el nuevo diseño, que justo era hijo del antiguo dueño del lugar y con el que David Canarias había hecho el trato. El restaurante seguía igual, lleno de vida y vibrante. La fachada colorida de inmediato les dio la bienvenida contagíandoles el ambiente festivo que reinaba en el lugar. El sonido de la música, se mezclaba con las conversaciones de las personas que paseaban por el malecón, y con las olas del mar que se escuchaban claramente al fondo.
En la pared de afuera, cerca de una mesa de madera resistente pero bastante gastada, se podía leer la placa conmemorativa que David Canarias le había puesto a su padre y a su amigo.
“Si el mar no separó a estos amigos, no los separará la muerte. En este lugar, David Canarias y Tristán Ruiz de Con encontraron un rincón de eternidad, donde el horizonte se funde con el infinito y sus risas siguen resonando en cada ola. Que esta placa sea un recordatorio de su amistad inquebrantable y de los lazos que trascienden el tiempo y el espacio. Que sus risas se sigan escuchando más allá del mar”.
Todos leyeron la placa y sonrieron. Era tan bonito saber que sus abuelos seguían presentes en la esencia de sus vidas, y que podían seguir recordándolos a pesar de que se habían ido hace tiempo atrás; sobre todo David Canarias que fue quien partió primero.
⎯¿Qué les parece si nos sentamos justo aquí?.⎯ Sugirió Sabina, después de leer la placa conmemorativa.
El mesero de inmediato les junto meses para que pudiesen caber todos, y cuando el lugar estuvo acondicionado para que ellos cupiesen se sentaron. Por fortuna, solo iban ellos y no sus padres, porque si hubiese sido así, tal vez y hasta ocupaban medio restaurante.
Cho y Sabina quedaron en medio, con la vista hacia el malecón y el mar, mientras que los demás se distribuyeron alrededor de las mesas, y se acomodaron donde se les pegó la gana. Incluso hasta los hijos de Xóchitl estaban ahí, solo faltaban los dos pequeños hijos de Jaz, pero él les dijo que irían más tarde, por lo que solo estaba Pilar con ellos.
Pidieron una botella de tequila, cervezas (muchas), y un menú especial para poder compartir entre todos. Cuando tuvieron las bebidas servidas, Moríns, levantó su vaso y propuso un brindis por Sabina, Cho, y su próxima boda; todos brindaron con alegría y tomaron de un sorbo el shot de tequila.
⎯Espero que su boda deje dinero en el conglomerado para la mía y la de Sila.⎯ Finalizó su discurso.
⎯Y para las nuestras ⎯ agregó Lila ⎯. Que recuerden que faltan más miembros por casarse.
⎯Yo no me casaré ⎯ habló Alegra⎯. Así que si gustas te puedo dar mi parte para que tengas tu boda soñada, con un vestido largo, y muchas flores, en una iglesia bonita y amplia.
⎯Mejor dámelos a mí.⎯ Interrumpió David Tristán⎯. Mi boda tendrá que ser un actontecimiento familiar, así que necesitaré todo el presupuesto posible.
⎯Pues si quieres te paso el mío.⎯ Le sugirió Daniel, su primo⎯. Yo no puedo casarme por la iglesia y al paso que voy no creo casarme también. Y si también le incluimos que yo literal vivo en el pecado, menos.
⎯Perfecto, Lila. Entonces quédate con la parte de Alegra y yo me quedo con la de Daniel, y así hacemos nuestras bodas épicas, ¿qué te parece? ⎯ le preguntó y su hermana sonrió en señal de que estaba de acuerdo.
⎯Tus actos unirán dos imperios.⎯ Escuchó una voz detrás de él. David volteó y vio a una señora de avanzada edad, con el pelo cano y largo amarrado en una trenza. Sus ropas estaban en capas y la protegían de los rayos de sol. Sobre su cuello, observó varios cristales y collares con símbolos de protección.
⎯¿Cómo?, ¿qué dijo? ⎯ preguntó el joven, que ahora tenía puesta en ella toda suatención.
⎯Veo en tu futuro que unirás dos imperios al tuyo ⎯ comentó.
⎯¿Tengo un imperio? ⎯ bromeó David, haciendo reír a todos.
⎯¡Tú! ⎯ interrumpió las risas, señalando a Lila. Los ojos de la adivina se abrieron, y penetraron a los de la chica.
⎯¿Yo qué? ⎯ preguntó.
⎯Tendrás dos amores que te ayudarán a hacer dos sueños realidad, unos muy importantes para ti. Sin embargo, después perderás uno de ellos… elige bien ⎯ habló la mujer en un aire de misterio.
Todos se quedaron en silencio, porque al parecer esta “profecía” era un poco más precisa y concreta que la que le había dicho a David. Lila se puso de pie de inmediato, dio la vuelta y se acercó a ella.
⎯¿Perderé un sueño o perderé un amor? ⎯ inquirió, bastante sorprendida.
⎯Eso lo decidirás tú… ⎯ contestó.
Lila se quedó en verdad fría al escuchar las palabras de la que después llamarían “la gitana”. Nadie dijo nada, pero, a la vez, tenían curiosidad de saber si ella tenía también predicciones para los otros miembros que se encontraban en la mesa. La gitana se acercó a Daniel, quién la miraba incrédulo desde lejos.
⎯Tú, no tengas miedo a decir que sí. Todo estará bien.
⎯¿A decir que sí?, ¿a quién?, ¿a qué? ⎯ preguntó, pero la mujer ya había pasado la mirada sobre su hermano Héctor, quién yacía sentado al lado de Pablo Estevés.
⎯ Si no escuchas tu corazón a tiempo, te perderás de más oportunidades de las que tú crees.⎯ Finalizó.
Héctor vio a Cho, quién trataba de aguantar la risa porque simplemente él no creía en nada del destino, o esas cosas de leer manos y las cartas. Incluso, pensó, que los Ruiz de Con, conocidos por sus épicas despedidas de solteros, habían contratado a esta mujer para dar un espectáculo o hacerle una novatada en la que no iba a caer.
⎯Uno de ustedes será famoso ⎯ habló la mujer, viendo a Jon y Jo.
⎯Eso es fácil… será Jo ⎯ contestó el chico, que al igual que Cho no creía absolutamente nada.
⎯Tú, vivirás muchas vidas ⎯ señaló a Jon. La gitana vio a Jo.⎯ El amor de tu vida ya camina sobre esta tierra…
La joven iba a decir algo, pero, su prima la interrumpió. ⎯¡Yo!, ¡Yo quiero! ⎯ se ofreció Alegra, emocionada.
La Gitana subió la ceja, pero luego tomó su mano.⎯ Hmmm… ⎯ Hizo.
⎯¿Qué?, ¿seré famosa?, ¿tendré lo que deseo? ⎯ preguntó.
⎯ La abundancia entrará con el caos, en tu vida.⎯ Luego dejó la mano de la joven, bajándola ante sus ojos.
⎯¿Es todo?, ¿la abundancia entrará con el caos?, ¿qué significa eso?, ¿por qué mi predicción no puede ser igual de transparente que las de ellos? ⎯ reclamó.
Sin embargo, su mirada ya se había clavado en Sabina y Cho, y dejó de prestarle atención. Sabina se puso nerviosa, a ella no le gustaba mucho que le dijeran cosas del futuro. Le daba miedo que pudiesen decirle algo que le causara ansiedad el resto de sus días o en un caso más concreto, que le anunciaran algo que no se realizaría.
Ella como Cho estaban acostumbrados a labrar sus destinos, a hacer sus sueños realidad, con trabajo duro y entrenamiento. Solían tener sus objetivos claros en la mente, visualizarlos y así salir adelante, por lo que no deseaba que alguien nublara su vista o intoxicara su mente.
⎯Dame lo que tienes en tu cartera ⎯ habló la gitana, sorprendiendo a todos.
⎯¿La va a asaltar? ⎯ preguntó David ⎯. Creo que así no es como funciona.
⎯¿Lo que tengo en mi cartera?
⎯Sí, esa estampa que tu madre te regaló.
Todos se quedaron fríos al escuchar el dato tan preciso que la mujer había dado. Cho, esta vez, no aguantó la risa y soltó una carcajada que hizo que todos se asustaran.
⎯Vamos, esta broma ya fue más allá. Díganme quién le pagó a esta mujer para que dijera todo esto. Les juro que no me enojo.
La mujer dejó de ver a Sabina y se enfocó en Cho.⎯ Tu historia pasada ha forjado en ti un escepticismo ante los milagros que pueden desplegarse en la vida. No obstante, desde hace un tiempo, te encuentras inmerso en uno de ellos. Si persistes en la incredulidad respecto a que todo esto es una trama del destino, podrías no estar completamente dispuesto para abrazar lo que está por venir.
⎯¿Qué? ⎯ preguntó Cho.
Los ojos de la gitana se clavaron en él. Su movimiento hacia adelante, hizo que el joven se pusiera tenso, y que se aferrara a la mesa, como si estuviese a punto de caerse. La gitana lo veía a través del alma. Cho sentía que estaba penetrando en sus pensamientos y que podía ver sus recuerdos. Nunca había sentido una sensación así.
Con la mirada fija en él, la mujer habló de nuevo. ⎯ Aún con la sombra del pasado, un futuro grandioso espera. Cree en lo que está por venir, pues estás destinado a algo importante. La abundancia llenará tu vida, disipando tristezas y trayendo serenidad. Solo necesitas creer para liberarte de las cadenas.
El mensaje de la gitana fue contundente. Lo dijo con una voz fría y precisa. Todos se quedaron con la boca abierta ante tal mensaje, uno que sonó más profético que los que había dado a los demás. El mismo Cho que, hace minutos atrás, se había burlado de lo que le había dicho a su familia y amigos, ahora, impactado, grababa cada palabra que la gitana le había dicho, haciéndolo reflexionar.
⎯¿Creer qué? ⎯ preguntó.
⎯Solo debes creer y aceptar lo que ves.
Sabina, en ese instante, abrió su bolsa y sacó su cartera. Minutos después, le dio la estampa que su madre le había regalado hace tiempo y la gitana la tomó y la rompió.
⎯¡No!⎯ expresó la joven, que estaba muy apegada a la imagen.
⎯Ya no la necesitas. Está imagen está cargando muchos karmas que te están haciendo daño. No tienes nada que temer. Todo en tu vida está alineado, estás protegida, eres amada y respetada… así seguirás el resto de tu vida. Tus antepasados velan por ti, sus cuidados se sienten. ⎯ murmuró, mientras acariciaba su mano. Luego volteó a ver a Sila y a Moríns, quienes permanecían en silencio.⎯ A ustedes… también.
Ambos sonrieron. Moríns y Sila ya no querían saber más. Después de todo lo que habían pasado, de que ella había estado al borde de la muerte y casi perdido a su hija, Fátima, no deseaban que alguien viniese a alterar la calma que, al fin, habían conseguido. Sin embargo, ellos sabían que su futuro era prometedor y la gitana lo sabía también.
Sabina sintió un nudo en la garganta cuando escuchó la predicción de la gitana, e incluso tenía muchas ganas de llorar, pero, no lo hizo. No supo por qué razón se aguantó el llanto, pero en verdad estaba agradecida por lo que la gitana le había dicho.
Incluso, nadie lo dijo, pero, todos lo estaban. Cada uno de los Carter, Ruiz de Con y Canarias, estaban en cierta manera agradecidos y alegres de lo que les había dicho, no importando si había sido con simbolismos o con palabras directas.
Para concluir el “espectáculo” que le había dado la mujer. Ella volteó a Pablo, Marimar y Pilar, quiénes no habían recibido destinos.⎯ Sus destinos están atados a los de ellos. Cada uno de forma diferente, pero, nada que deban preocuparse.⎯ Después vio a la mesa entera ⎯. Veo mucho amor y unidad aquí. No habrá Dios que los pueda dividir, ni situación que los pueda alejar. Siempre estarán unidos, aunque algunos de ustedes tomen caminos que los lleven lejos.
Todos voltearon a verse. Los jóvenes compartían el mismo rostro de confusión, al grado que podrían estallar de risa al verse uno al otro. Sin embargo, no lo hicieron. Solo se preguntaban ¿quiénes serían los que se irían lejos?; todavía no pasaba y ya se estaban extrañando.
⎯¿Quién…? ⎯ preguntó Daniel, volteando a ver a la gitana, pero, ella, como llegó, se fue, sin avisar.
Comenzaron a buscarla entre la gente, pero, no estaba, había desaparecido. Todos se empezaron a preguntar si habían tenido algún tipo de alucinación colectiva o había sido real lo que pasó.
⎯ Díganme que ninguno de ustedes le pagó para que nos dijera esas cosas ⎯ habló Cho. Las miradas se dirigieron a Moríns, quién no había obtenido destino como todos los demás.
⎯¿Qué me ven a mí?, yo jamás me atrevería a pagarle a alguien para que les dijera destinos inventados que los alteraran.
⎯ Pero, los datos fueron casi precisos, sobre todo el de Sabina, ¿cómo sabía lo de la estampa? ⎯ preguntó Jo, quién seguía algo impactada.
⎯No lo sé. Hasta hoy me enteré de que Sabina tenía una estampa en su bolsa.⎯ Se defendió el hombre.
⎯Es cierto ⎯ le apoyó Sila, tranquila⎯. Moríns no sabía lo de la estampa. Recuerden que eso sucedió cuando yo era pequeña, y Sabi igual. Moríns no tenía conocimiento de ello.
⎯Entonces, ¿todo lo que nos dijo puede ser verdad? ⎯ preguntó Héctor, aun con el rostro pálido.
Lila, entonces, tomó la botella de tequila y comenzó a servir en los caballitos que estaban sobre la mesa. Incluso le sirvió uno a Héctor y Marimar. Todos se le quedaron viendo.
⎯Pues, pal’ susto, ¿qué no? ⎯ habló, y todos automáticamente tomaron el shot, para después seguir con el resto de la tarde sin mencionar nada.
Como ocurrió con sus padres y tíos, cada uno recibió su propio vistazo al destino, una visión precisa de lo que les esperaba. Aunque los destinos de esta nueva generación eran más intrincados, llevaban consigo los mismos ingredientes: amor, unión y felicidad.
A pesar de que inicialmente decidieron ignorar estas visiones y seguir sus caminos, cada una de las profecías de la adivina se cumpliría. Aparecerían en momentos distintos y en circunstancias necesarias, tejidos en sus vidas de manera misteriosa pero segura.