-Al día siguiente – 

Karl 

Después de la noche que pasé en el consultorio de Rico, al regresar a casa con los primeros rayos de sol, me dispuse a tomar una ducha, desayunar algo rápido y prepararme otro café cargado para despertar y afrontar la jornada. Sin embargo, después de lo que descubrí y viví, dudo que pueda conciliar el sueño.

No tengo idea de lo que estaba pensando Rico, pero lo que está haciendo es peligroso y podría afectar a la fundación, así que necesito informar inmediatamente a Moríns antes de que ocurra algo irreversible.

Mientras me coloco el abrigo, marco el móvil de Moríns, pero, tras varios timbrazos, no obtengo respuesta. Al revisar la fecha en el protector de pantalla y leer “24 de diciembre”, comprendo por qué no contesta; Moríns seguramente está disfrutando la tranquilidad con su familia, y yo estoy a punto de arruinarle la Navidad.

La fotografía de Alegra embarazada, de esa última sesión “Black & White” en una de las habitaciones de la casa, se muestra frente a mí y me hace sonreír. Desearía estar en Madrid, abrazándola, acariciando su vientre, en lugar de estar aquí, enfrentando el frío y las decepciones. Supongo que las advertencias de Alegra no eran en vano.

Después de dejarle comida y agua a Arqui, salgo de nuevo a la calle para dirigirme a la clínica. Las calles están completamente desiertas; se percibe el aroma a chocolate caliente y pan en algunas cafeterías, y la nieve ha comenzado a caer.

Me muevo con dificultad. Mi cuerpo está agotado tras pasar toda la noche de pie; mis piernas se sienten rígidas y no me permiten moverme rápido, y mis manos están cansadas. No está de más decir que ayer, Rico y yo atendimos a más de treinta pacientes que llegaron a lo largo de la noche, algunos con heridas que tuvimos que curar y cuidar.

Las historias que nos contaron hicieron que la noche pasara rápido, olvidándome por un momento de que estaba en un consultorio clandestino. Aunque las personas no tenían dinero para pagarnos, nos regalaban algo significativo como agradecimiento por nuestros servicios. Me recordó a las historias de San Gabriel, donde pagaban con maíz, frijoles y gallinas.

Debo admitir que escuchar tantas tragedias le dio sentido a lo que estábamos haciendo y comprendí las razones de Rico. Sin embargo, no las justifico y siento la necesidad de detenerlo antes de que vaya más lejos.

Antes de entrar a la clínica, vuelvo a intentar llamar a Moríns. El móvil suena, pero nadie contesta, y entiendo que es momento de dejar de insistir. Tal vez él se dé cuenta de mis llamadas y me devuelva la llamada cuando esté disponible. Mientras tanto, debo pensar en lo que le diré y en las palabras que utilizaré para abordar toda esta situación, recordando que ahora también estoy involucrado.

—¡Karl! —Escucho la voz de Rico, quién parece ha estado haciendo guardia en la entrada esperando a que llegue. 

—Rico. 

—¿Podemos hablar? —Me pide. 

Volteo a ambos lados y en voz baja le digo: 

—Creo que ya hemos convivido demasiado, ¿no crees?

—Bueno, mientras tómabamos el café, no me pareció que no quisieses pasar más tiempo conmigo —bromea. 

Suspiro. Él nota mi descontento y antes de que pueda darme la vuelta, me toma del brazo y me mete a uno de los cubículos que hay en el lugar. 

—Necesito que me escuches. 

—Creo que ya escuché y vi lo suficiente, Rico —sentencio. 

—Somos buen equipo, Karl. Ayer atendimos a más de treinta pacientes juntos. Nos comunicamos bien. 

—¿Qué?, ¿es tu invitación a que me una permanentemente a tus consultas clandestinas? —pregunto, con un tono lleno de sarcasmo. 

—Sí —dice con una seguridad que me asombra—. Eres buen médico, y las personas lo apreciarían. 

—Sé que soy buen médico, no debes decírmelo. Y apuntando a mi ego no vas a conseguir nada —contesto. 

Los murmurllos salen del cubículo, haciendo que se escuche  un siseo por todo el lugar. Rico, quién es un poco más bajo que yo, se planta con firmeza frente a mí y me mira a los ojos. 

—¿De qué sirve que esto sea parte de una fundación si no pueda dar consultas a los más necesitados?, ¿de qué sirve todo este equipo que nos mandan, si al final no los pueden usar todos? 

—No lo sé, ¿para robártelos? 

—Los estoy tomando prestados. 

—No seas cínico. 

—Es verdad. Por eso necesito hablar contigo porque todo tiene un plan, todo es parte de un plan. 

 —¿El plan de que termines en la cárcel? —insisto. 

—No. El plan de hacer algo legal para que se puedan atender todos gratuitamente, ¿entiendes? Pero, por ahora, no tengo dinero, no tengo contactos y… 

—¿Y qué? 

— Tengo antencedentes Penales. 

—¿Qué? —expreso, completamente sorprendido. 

—No son graves. Mi pasado no ayudó a mi futuro, ¿entiendes? 

Me acerco a él, nuestros rostros quedan casi de frente. 

—Alegra tenía razón, debí hacerle caso. 

—Sí, la tiene, pero no soy mal hombre y tú sabes. 

—Le robaste dinero… 

—No se lo robé. Se lo pedí prestado para poder hacer un bien mayor y no que terminará en unos zapatos de marca. Además, con el dinero que tiene ella, esos dólares no era nada. 

—¿Estás justificando lo que hiciste? 

—Sí. Porque no lo hice para mal. Todo lo que hago es para ayudar, todo. Mira Karl, se nota que vienes de un ambiente privilegiado y no te culpo, cada quién nace donde debe nacer. Sin embargo, debes entender que más allá de tu mundo, hay personas que sufren, que tienen padecimientos, y que necesitan personas como yo para poder aliviar el dolor. Ayer, escuchaste las historias, la lucha, los padecimientos. Hay personas que mueren de dolor porque no tienen acceso a nada de medicina y yo, si puedo ayudarles, lo haré. 

El discurso de Rico es contundente. Lleno de pasión y demostrando que tiene un gran amor por su profesión. Sin embargo, también demuestra sus creencias no van acorde a lo que la ley dice, y que puede que sus consultas clandestinas sean una forma de protesta para generar un cambio en el sistema de salud. 

—Lo que hiciste ayer, no fue nada malo, Karl, y lo sabes. Tal vez no es la forma correcta pero es lo correcto, ¿entiendes? Si me reportas, dejarás a varias familias que atiendo sin acceso a las medicinas. 

—Que robas —agrego. 

—Si sabes otra manera de conseguirlas, dejaré de hacerlo. 

—¿Y el equipo? 

—Es prestado. Lo regresaré. 

Suspiro. 

—Karl… piensa en las personas. 

—Y tú en mi familia. En este trabajo. En algún momento se pueden dar cuenta en la fundación y meterme en problemas. No sé si recuerdas, pero David Canarias es mi suegro y su hija es mi mujer. 

—Lo recuerdo, todo el tiempo, no te preocupes. Sin embargo, eso no me detendrá y lo sabes. Además, si lo reportas, puedes afectar al funcionamiento de la clínica y a los pacientes que vienen aquí —me dice, con su mirada fija a mis ojos azules. 

Me doy la vuelta y comienzo a caminar lejos. Necesito alejarme de aquí, evitar que Rico me convenza y me meta en algo de lo que me pueda arrepentir. Sin embargo, él tiene razón. Esté yo o no, él lo seguirá haciendo, y si yo reporto esto a la fundación, puede que también afecte al servicio de la clínica.  

—Me arrepentiré de esto… —mumruro. 

Volteo y veo que Rico no se ha movido del lugar dónde hemos discutido. 

—Lo haré, solo porque necesito cuidar que no hagas idioteces, ¿comprendes? 

—Sí —contesta, con una sonrisa. 

—No robarás más medicina, se puede conseguir de otra manera. Veré que puedo hacer. 

—Excelente. 

—No más robo de equipo. 

—No, lo prometo. 

—Durante estas semanas, que Alegra no está, te ayudaré sin restricciones. Sin embargo, cuando ella llegue, no haré llamados nocturnos, así que tendrás que aprovechar los días que hago turno nocturno en la clínica. 

—Me encargaré de tus horarios —asegura. 

—Y le diré a Alegra. 

—¡QUÉ! —exclama, al no parecerle la idea. 

—No puedo metirle a mi mujer. Está embarazada, está sensible y podría pensar culaquier cosa. Además, no puedo metirle a ella y no quiero. Así que le diré a mi manera y ella estará enterada, ¿comprendes? 

—Si es lo que deseas —responde, y su sonrisa se hace más amplia. 

—Lo haremos mientras arreglas tu estatus, tan solo lo logres, se cerrará todo. Regresarás el equipo y nada de eso habrá pasado. 

—Te juro que no habrá huella del asunto —me asegura. 

—Y cuando nazcan mis niños, no habrá llamados de ningún tipo. No me perderé la niñez de ellos por esto. 

Rico estira la mano. 

—¿Trato? 

Sin poder creer lo que estoy haciendo, estiro mi mano y tomo la de él. 

—Trato.

Ambos nos damos un apretón de manos. Él se siente feliz, yo, aun sigo pensando en los Canarias. 

—¿Estás seguro que Alegra no le dirá a su padre? 

—No, porque ya no harás nada fraudulento con la clínica. Hoy mismo se resuelve lo de las medicinas y lo del equipo, veremos si podemos comprar algo por nuestra cuenta. 

—Ya entrando a esta sociedad con una donación, me gusta. 

—No te hagas el gracioso. Lo hago porque quiero cuidar los intereses de mi familia y porque no lo podré ignorar. Eso si, se me olvidó decirte que yo tomaré las decisiones, no quiero que tu rebeldía te haga hacer tonterías. 

Rico me da una palmada sobre la espalda. 

—Mientras atiendas y diagnostiques como ayer, por mí no hay problema. Ahora, ¿continúamos con nuestro trabajo aquí?, no quisiera que me reportaran por no trabajar. 

Rico se aleja de mí y tan solo llega al área restringida y de solo uso para personal, el móvil vibra. Veo el nombre de Moríns en la pantalla y ahora soy yo quien no contesto. Si me hubiese contestado una hora atrás, toda la conversación con Rico, hubiese sido diferente. Ahora, no hay marcha atrás. 

El móvil vibra de nuevo, y yo lo respondo. Recuerdo la fecha de hoy y eso me ayuda a negar el tema. 

—¡Ese Karlangas!, concuño. —Escucho su alegre voz. 

—Feliz Navidad —le digo. Inciando una llamada que entró muy tarde. 

14 Responses

  1. Ay mi Karl, ese Rico es toda una fichita, en que te metiste. No quiero que Karl quede mal ante la familia. Me preocupa mucho. 😓😓😓😓😓😱😱😱😱😱

  2. Bueno Alegra. Yo veré como orientas a nuestro lindo Karl al saber todo y que los que lo necesitan no se queden sin atención pero sin jugársela con tanto riesgo.

  3. Es una persona de muy buen corazon y entre poner orden y hacer las cosas como se deben, se lo caminan!
    Esperemos que todo sea para bien jjjjj

  4. No Karl, esa no era la decisión que debías tomar… No hay que dejarse influenciar por Rico, no olvidar las palabras de Alegra.
    Ahora, me parece que un especialista debe ejercer su profesión para crecimiento profesional, el que un cardiologo esté brindando servicio general es como rezagar su carrera.

  5. Esto se está complicando y ese Rico tiene tanta labia que lo convención 😩😩 hay Morins porque no contestaste a tiempo 🥺🥺

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