Théa

24 de diciembre 

Nunca he celebrado Navidad, por lo que estas fechas no significan nada para mí. Los Karagiannis si las celebran, pero lo hacen fuera de la casa familiar, en un hotel lujoso y lejos de mí. Yo siempre me quedé sola, por lo que estoy acostumbrada a quedarme en casa, leyendo y tomando té. 

Sin embargo, este año me ha entrado la curiosidad por festejarla o, al menos, salir de la casa y ver qué es lo que la gente hace en esto días, ver las decoraciones, posiblemente entrar a un lugar y cenar algo. No sé, simplemente salir de aquí. 

Para mi mala suerte, Cairo no está disponible. Él ha tenido suerte y lo han invitado a cenar a casa de Pilar, así que lo único que queda es pedir a otro chofer que me lleve. Quisiera aprender a manejar, como lo hace Antonio, y así poder tomar uno de los autos e irme sola de aquí, ser más independiente sin tener que recurrir a otros.

Por otro lado, para mi buena fortuna, Dehlia esta enferma, así que está encerrada en su habitación, sin estar al pendiente de mí; así que tengo toda la libertad del mundo para irme de la casa y regresar cuando lo desee. O al menos, hasta que sienta que debo hacerlo. 

Así, me pongo un abrigo grueso, debajo de este, un suéter abrigador. Me calzo unas botas cómodas y acolcolchonadas y me pongo un gorro de tela, para luego salir hacia la camioneta y subirme. 

⎯Al centro de la ciudad ⎯le indico al chofer. 

⎯Muy bien, señora ⎯contesta, un poco de mala gana porque supongo que no se le hace buena idea salir con este frío. Sin embargo lo ignoro, y decido enfocar mi mirada en la ventana del auto, y ver como cambia el paisaje de mi casa a la ciudad.

Voy en silencio, jugando con los guantes de piel, nerviosa y expectante de lo que pasará. Reviso dos veces mi cartera, asegurándome de que traigo la tarjeta que Antonio me dio para mis gastos, una que no está controlada por lo Karagiannis y que me permite hacer compras sin que me rastreen los gatos. 

Puede que Antonio y yo no seamos una pareja normal de casados, pero él me tiene más consideraciones que ellos, y me ha dado cosas que me independizan un poco. Aun así, sigo encerrada, en una jaula, de oro, pero encerrada. 

Conforme vamos entrando a la ciudad, noto las calles iluminadas, al igual que los edificios. Los árboles de Navidad en las plazas centrales brillan con esferas y guirnaldas, proyectando destellos de colores cálidos en la oscura noche.

Las tiendas de las avenidas desliegan sus mejores decoraciones anvideñas, y la Gran vía, con sus majestuosos edificios, son un espactáculo de luces que nunca había visto. 

Veo a las personas pasar, envueltos en sus abrigos y bufandas, pasean por las aceras, disfrutando de la atmósfera festiva que me contagia y me hace querer bajar del automóvil de inmediato. Sin embargo, me espero a llegar cerca de la Plaza Mayor, que en este momento se encuentra decorada con luces, adornos y se pueden escuchar los bullicios de los visitantes. 

Tan solo el auto me deje aquí, iré por un chocolate caliente y unos churros, pienso, mientras estoy a un alto de bajarme, y perderme entre la gente para disfrutar de este momento a solas. 

⎯¿Aquí está bien? ⎯me dice el chofer, en un tono que me hace saber su descontento. 

⎯Sí, gracias ⎯contesto. Y yo sola abro la puerta para bajarme. 

⎯¿Dónde la espero? 

⎯No, no me esperes. Ya puedes irte. ⎯Y como una forma de protesta, azoto la puerta del auto. 

⎯Pero señora, Théa. No creo que a su marido le… 

⎯Disculpa pero, la señora Théa soy yo. Así que es una orden. Vete, yo veo como regreso a la casa, ¿vale? ⎯insisto. 

Sin esperar a que me responda, me doy la vuelta y me alejo de ahí. Pensé que por ser Navidad, las calles estarían desiertas y sería más fácil caminar por ellas, sin embargo, es todo lo contrario. Hay tanta gente que apenas puedo moverme. 

Escucho los villancicos, las conversaciones de las personas. Veo a algunos haciendo compras de último momento, y me río con los niños que solo qiueren llegar a la casa y descansar, después de pasar todo el día comprando. 

Me acerco a algunos escaparates. Con emoción veo la ropa, los accesorios y entre otras cosas que me llaman la atención y recuerdo cuando fui de compras con Antonio para los regalos de los Canarias. Ese día, que lo veía tan emocionado comprándole regalos a Lila y a Mena, desee que uno fuera para mí. Sin embargo, en este instante, para Antonio, no existo o, más bien, soy una compañera de casa, con la que comparte espacios. Lo entiendo, si yo también tuviese una oportunidad más con la persona que amo, no me importaría nada y lucharía hasta el final. 

Sigo caminando por la acera, observando las vitrinas, las luces, añorando tener un lugar dónde festejar este día. Voy buscando un lugar para entrar y cenar pero, al parecer, hoy los locales cierran temprano y no hay manera de que eso suceda. 

Camino hacia una churrería para comprar lo que deseo cenar. Si no hay restaurantes, al menos caminaré con mi chocolate en mano, recorreré el centro y después tomaré un taxi para regresar a casa. 

Pregunto donde es la mejor churrería del rumbo y una familia me indica una dirección con la mano. Yo agradezco, y continuo mi camino, hasta que veo un local, adornado de manera sencilla, y donde el aroma a chocolate se hace más intenso. 

No dudo en ir. Acelero el paso y entro, al notar que están recogiendo ya las sillas para cerrar. Me arrepiento de no haber salido antes, de haber esperado a que Antonio se fuese para hacerlo. Quiero pensar que si me hubiese ido, él ni siquiera lo notaría. Sin embargo, es extraño, porque siento que le debo mi lealtad por haberme salvado de un futuro peor, y por eso, debo estar ahí cuando él está. 

Pido el paquete tres. Un chocolate grande de leche y seis churros. Parece mucho pero, sé que me los comeré todos, porque no es muy común que yo lo haga.

⎯Al parecer, nevará ⎯me dicen, y volteo a ver al exterior del local. 

⎯Será bonito ⎯contesto, esperando a que me den el cambio. 

⎯Feliz Navidad ⎯habla la joven que, al parecer, es hija del señor que atiende el lugar. 

⎯Feliz Navidad ⎯respondo, sintiéndome muy rara al decirlo. 

Así, salgo del local, y siento como la puerta se cierra atrás de mí. La joven le pone llave, y me deja afuera con lo que compre, en las manos. 

Guardo la bolsa con los churros en mi bolsa donde cargo mis cosas, y dando sorbos, comienzo a caminar hacia el Palacio, ya que me dijeron que la decoración ahí es muy linda. Sin embargo, justo en el momento en que atravieso la calle, alguien se pega a mi espalda y tomándome de la cintura me obliga a caminar más rápido. 

⎯Si gritas, o tratas de escapar, te juro que será peor. ⎯Escucho la voz de Chez en mi oído, helándome la sangre. 

Del miedo, el vaso lleno de chocolate caliente, se me resbala de las manos, desparramándose el líquido por todo el paso del zebra. Tan solo llegamos a la acera, él me jala entre la gente, y me lleva a una calle que está solitaria y casi a obscuras. 

⎯Bonita Théa, ¿qué haces aquí solita, eh?, ¿Antonio ya no te cuida? 

⎯¡Suéltame! ⎯expreso, tratando de zafarme.

⎯No, no, bonita. Esta vez no te escaparas como en el metro. Ahora si, vamos a jugar un poquito. 

Siento el aliento de Chez, se nota que ha estado bebiendo. Él me jala con fuerza, todavía más adentro y me pega contra la pared. Con una mano me cubre la boca, y, con la otra, comienza a tocar mis piernas. 

⎯Hmmmm, hmmmm. ⎯Trato de gritar por ayuda, pero la voz se me ha ido y él me aprieta con tanta fuerza que apenas y puedo respirar. 

⎯¿Por qué siempre andas solita, eh?, ¿qué Antonio no cuida de ti? Si te hubieses casado conmigo, no te dejaría sola ni a sol, ni a sombra, y te haría mía cada vez que pudiese. 

Sus manos van desatando mi abrigo y yo siento como el terror se apodera de mí. No puede pasar de nuevo, no en Navidad, se supone que este día solo da espacio para la felicidad. 

⎯Sabía que un día te encontraría solita, de nuevo. Vale la pena esperar por ti. 

Trato de defenderme, de mover las manos, pero, están completamente paralizadas. No puedo defenderme, el pánico me lleva a sentirme bajo el efecto de la droga que me puso y no me permite moverme. 

Cierro los ojos, trato de imaginarme algo mejor para evitar la situación. Cuando de pronto, escucho una voz que hace que mi corazón lata rápido.

⎯¿Todo bien? ⎯pregunta, y al voltear, veo a Pablo de pie, con una bolsa en la mano. Al principio, no me reconoce, pero, noto que abre los ojos al hacerlo⎯ ¿Théa? 

⎯¡Quién eres tú! ⎯ pregunta Chez. 

⎯¿Théa?, ¿estás bien? ⎯pregunta, ignorando a Chez. 

⎯Théa está bien, ¿cierto, Théa? ⎯habla Chez. Y yo, poco a poco voy recuperando la movilidad⎯. Solo estábamos platicando. 

⎯Pero ya terminamos ⎯agrego, y como puedo me zafo de las manos y camino hacia Pablo. 

⎯¿Quién es este, Théa? ⎯pregunta Chez, evidentemetne enojado. 

⎯Este, es un amigo de Théa ⎯habla con firmeza Pablo. Y ahora, si nos disculpas, nos tenemos que ir. 

Así, Pablo me toma de la mano y me pide que lo siga. De reojo, puedo ver a Chez, que no me quita la vista de encima, mientras aprieta el puño con coraje; al parecer, escaparme de Chez no es una opción, él siempre sabrá dónde estoy. Pablo y yo continuamos caminado hasta que llegamos a su auto, y él me abre la puerta. 

⎯Sube ⎯me pide. 

Yo sin dudarlo, lo hago. Me siento en el asiento del pasajero y cierro la puerta. Un intenso olor a comida se siente en el ambiente. Volteo y me percato que Pablo trae un pavo y otros refractarios en la parte de atrás. Momentos atrás, él se sube, cierra la puerta y me ve a los ojos. 

⎯¿Estás bien? ⎯inquiere. 

Su voz melodiosa me hace un nudo en la garganta, pero, no quiero soltarme a llorar ahí; así que simplemente asiento con la cabeza. 

⎯To, to, todo bien ⎯contesto con la mayor calma y propiedad. 

⎯¿Conoces a ese tipo? ⎯me pregunta. 

⎯Sí, desgraciadamente… 

⎯¿Te estaba haciendo algo?  ⎯insiste. 

Me quedo en silencio. De pronto, una gran verguenza se apodera de mí, una que no quiero mostrar frente a Pablo. No quiero que me vea así: una mujer débil, sin saber defenderse, siempre débil, siempre víctima. No es el tipo de mujer que le guste a un hombre como él. 

⎯Théa ⎯insiste. 

⎯Solo fue un malentendido ⎯hablo en un hilo de voz, aunque sé que no lo convenzco. 

⎯¿Segura?, parecía que te estaba acosando… 

En ese instante, sin que yo me pueda contener, abrazo a Pablo con fuerza y él hace lo mismo. Su loción, tan varonil, recubre mis sentidos y hace que el aliento de Chez se esfume. 

⎯Gracias… 

⎯No hay anda que agradecer. 

Me separo de él, y abro la puerta del auto para salir; siento como su mano toca mi brazo y me impide irme. 

⎯¿Dónde vas? 

⎯Bueno, veo que tienes prisa, así que me voy. Tomaré un taxi para irme a casa. 

⎯No, yo te llevo a casa… 

⎯No, no, está bien. Tú debes festejar Navidad, yo no. Puedo irme sola. 

⎯¿No festejarás Navidad? ⎯inquiere, y su hermosa mirada se posa sobre mí. Cada vez que veo a Pablo a los ojos, juro que puedo ver su alma, y es muy hermosa. 

⎯Bueno, es que… no… 

⎯Ven a mi casa, te invito. 

⎯¿Cómo? ⎯inquiero, bastante impactada⎯. Pero, tengo entendido que la Navidad es familiar y… 

⎯Pero también es de amigos… ¿eres mi amiga, no? ⎯me pregunta. 

Yo no sé qué decir. La verdad, se me hace muy bonito que me invite pero, no sé si sea apropiado que lleve a una persona como yo a su casa familiar. 

⎯Venga, así podrás preguntarle a mi hermana sobre la canción que quieres que te cante… 

Sonrío, al escuchar que se acordó de eso. 

⎯Y, ¿tus padres? 

⎯No te preocupes. Hay suficiente comida. Mi madre, por sus orígenes, siempre hace y pide mucha comida, y ahora que está mi abuela, peor. Venga, es comida de sobra y me salvarás de comer pavo y bacalao hasta febrero… ⎯Me pide, mientras de forma tierna hace un ademán de que me está rogando. 

⎯Está bien, solo lo haré para salvarte. 

⎯Gracias. Te lo agradeceré. Tu no sabes lo creativa que mi madre se pone con la comida navideña: sandwich de pavo, pavo con huevo frito, pavo con pure de papá, pavo aquí, pavo allá… ⎯comienza a decirme, mientras arranca el auto. 

Me río, y con esta risa, siento como el miedo se va. Él voltea, y me sonríe. 

⎯Así me gusta, que sonrías. Te ves bonita. 

¿Bonita?, pienso, sintiendome rara, pero, de buena manera. Jamás me habían dicho esa palabra. 

⎯Gracias… fue una gran casualidad que tú pasaras por ahí. 

⎯¿Casualidad?, ¿crees en la causalidad? 

⎯Pues sí, ¿tú no lo crees así? 

Pablo sonríe. 

⎯Bueno, es la segunda vez que nos encontramos en una situación así, por lo que he llegado a pensar que tal vez es destino. 

⎯¿Destino?, no, no lo creo ⎯ expreso con firmeza. 

Pablo se detiene en un alto y voltea a verme.

⎯Théa no cree en el destino. 

⎯No, no es que no crea, si no que me han hablado tan mal del destino que he decidido no creer de él. 

⎯¿Hablado mal? ⎯inquiere, con curiosidad. 

⎯Sí. Siempre me han dicho que mi destino no es del todo bonito. No entraré en detalles, pero, al parecer, se está cumpliendo. Así que no me gusta hablar de él. Todo los llamo casualidades. Fue una causalidad que hoy vienera y tú pasaras. 

⎯O destino… 

⎯No existe tal cosa como el destino, y si existe, entonces, conmigo es muy injusto. Yo no lo pedí. 

⎯Es porque tal vez estás viendo el destino de manera equivocada. El destino no es lo que otros te aurugran, es lo que sucede inesperadamente y te guía. Son situaciones predestinadas que se entrelazan con tu vida. Nadie puede saber el destino de otros. Así que lo que te hayan dicho, no lo creas. 

Pablo arranca y comenzamos a movernos. 

⎯Entonces, ¿me estás diciendo que se puede cambiar el destino? ⎯inquiero. 

Él sonríe. 

⎯No cambiar, pero si, influenciar. Puedes tomar decisiones para tomar otros caminos pero, siempre, llegamos el mismo destino. ⎯La voz grave y sensual de Pablo, hace que le crea todo lo que me dice. Sin embargo, estoy tan influenciada por lo que me han dicho mis hermanas que no sé si hacerlo. 

⎯Pues, yo digo que fue casualidad. 

⎯Explícate. 

⎯La casualidad son eventos que suceden por pura suerte, y sé que fue así por la manera en que me viste al reconocerme. Fue una suerte que pasaras por ahí y lo notaras, una casualidad que hubieses estacionado tu auto por ahí y no en otro lado. Todo el evento fue al azar. Simplemente, todo se dio. 

Pablo se queda en silencio un momento, al final, sonríe. 

⎯Tal vez, tengas razón. Pero, si me lo preguntas, mi versión del destino me gusta más, así que me quedaré con ella. 

⎯Si eso es lo que deseas ⎯contesto, al igual con una sonrisa. 

El auto comineza a alejarse del centro y empiezo a ver otras calles de Madrid. Se pueden ver los pisos iluminados en tod edificios, y a las personas entrar a sus casas para reguardese del frío. 

Puedo ver que nosotros no nos detenemos, seguimos por una calle que nos aleja aun más del lugar. Yo, centro mi mirada en la ventana, tratando de ubicarme y de entender dónde me siento. 

⎯Théa, ¿qué hacias sola con ese hombre? ⎯me pregunta Pablo. 

Yo me quedo en silencio. No sé si contarle sobre Chez. No quiero asustarlo o alejarlo. 

⎯Nada, solo fue… 

⎯¿Casualidad? 

No, supongo que eso si fue algo premeditado. 

⎯¿Si te digo algo personal, tú me contarás? ⎯me pregunta. 

⎯¿Personal? 

⎯Sí, algo que quiero sacarme del pecho antes de que se convierta en amargura. 

Asiento con la cabeza. Pablo, en ese instante, se estaciona en un lugar libre, cerca de la acera y voltea hacia mí. Noto como sus ojos brillan y la concentración que tiene. 

⎯Tal vez lo que te diga es raro pero, no tengo a nadie a mi alrededor a quién decírselo sin que me conteste algo que no quiero escuchar. 

⎯Bueno…

Pablo suspira. 

⎯Mi pareja.. 

¡Lo sabía!, un hombre como él no podía estar soltero, pienso. 

⎯Mi pareja y yo nos peleamos unos meses atrás. La conozco desde que somos pequeños, así que fui muy abierto con ella. Sin embargo, no le gustó lo que le dije y me pidió que me fuese de su vida. Yo lo hice. Me sentía herido y mal. Así que aproveché que tenía que viajar fuera de Madrid para alejarme y ordenar mis ideas y mis pensamientos. Lo hice, y llegué a la conclusión de que era momento de alejarme, de quitarme la idea de que podía tener algo con ella. Y continué. Me costó trabajo, porque siempre había estado enamorado de ella, pero lo logré cuando conocí a una chica que me gustó. Era linda, se llamaba Joanna y la invité a salir. Teníamos muchas cosas en común, comenzó a gustarme y en mi estaba la intención de formalizar. 

⎯Y, ¿qué pasó? 

⎯Pues. La invité al piso donde me quedaba. Me estaba preparando para recibirla, cuando, mi pareja actual entró por la puerta, y… 

⎯¿Supiste que era destino? ⎯pregunto, y él asiente. 

⎯Dije, es el destino dándome otra oportunidad con ella. Y esta vez es para demostrarle lo mucho que la puedo amar, que valgo la pena. Ella me pidió que me quedara y yo, lo hice, porque es ella. Mi infancia, mi vida, en todo está ella. La fidelidad y la lealtad son mis virtudes y mi defectos, ¿sabes?, y no lo pensé dos veces. Sin embargo, la razón por la que nos peleamos, ha regresado. 

⎯¿Un hombre? 

⎯Otro hombre ⎯me afirma⎯. Y ella lo ha dejado entrar. Ella dice que me quiere y que desea iniciar algo serio conmigo pero, cada día lo veo más lejos. 

⎯Y, ¿por qué no te vas? ⎯inquiero. 

⎯Porque, no deseo perder esta oportunidad, ¿sabes? La estuve esperando por años y siento que es mi momento. Que este tiempo es para mí y para ella. Sin embargo, a veces pienso en Joanna y me pregunto si por tomar esta oportunidad, perdí otra mucho mejor. Es un pensamiento horrible, lo sé, pero cuando mi pareja menciona el nombre del otro al dormir, no puedo evitarlo. Ella me quiere a su lado y yo… no sé. 

⎯Sientes que le debes lealtad, por alguna razón ⎯complemento. 

⎯¡Exacto! ⎯expresa, y los ojos le brillan, como si estuviese emocionado de que alguien le entendiera⎯. Eso, justamente eso. Siento aquí, en mi corazón, que es lo correcto, que es lo que debo hacer. Pero, a veces la veo y tengo el presentimiento de que la voy a perder. Y la quiero… y quiero estar en su vida, deseo estar con ella. Pero, no sé si ella me quiera ahí o si solo me necesita. 

⎯Te entiendo ⎯contesto⎯. No sabes cuánto. Mi marido, igual, es una persona que me ha dado la libertad que tanto anhelo. Sin embargo, no me ama. Él está enamorado de otra persona y lo único que quiere es estar con ella. 

⎯¿Tú sabías eso cuando te casaste? ⎯inquiere Pablo, preocupado. 

⎯Sí. No estoy viviendo un engaño. Sé perfectamente dónde está y con quién. Sin embargo, ese no fue el acuerdo. Me prometió que estaríamos juntos en esto, casados por alianzas y aliados para poder luchar contra las imposiciones. Pero él se olvidó de mí y me dejó sola. Pero, como tú, le debo lealtad, por alguna razón. Porque sin él, no estuviera aquí, porque lo que él hizo me salvó de una suerte peor y no puedo traisionarlo, no le puedo decir que no. 

Ambos suspiramos, lo hacemos hondo, como si nos liberáramos de un peso, uno muy grande. 

⎯¿Ese hombre, es tu esposo? ⎯me pregunta. 

Y yo niego. 

⎯Mi esposo, justamente está con la mujer que ama pasando las fechas.

⎯Y entonces, ¿ese hombre? 

Quiero evitar la pregunta, pero, sé que Pablo no me dejará en paz hasta que se lo diga. 

⎯Es la suerte de la que mi marido me salvó ⎯resuelvo⎯. Pero, como ves, no me deja en paz.

⎯Entonces, deberíamos hacer algo, ¿no crees? ⎯me pregunta. 

Levanto la ceja. 

⎯¿Hacer algo?, ¿como decirle a mi marido? 

⎯Bueno. Al parecer tu marido no está muy interesado y sospecho que no le has dicho nada. 

⎯Sospechas bien, Pablo. Eres bastante intuitivo. 

⎯Lo sé ⎯habla con seguridad. 

⎯Y, ¿qué vamos a hacer? ⎯pregunto. 

Él suspira. 

⎯Primero, iremos a cenar, que si no mi madre me mata y después, pensaré en algo. Influenciaremos al destino, tú y yo. 

Sonrío. 

⎯Me gusta… influenciar al destino. Aunque insisto, esto, es una casualidad. ⎯Y nos señalo. 

⎯Sé que alguno de los dos tiene razón, pero no es momento de discutirlo. 

Nos reímos. Pablo, después de unos momentos se detiene y con una voz tranquila, me dice: 

⎯Gracias. 

⎯¿Por qué? 

⎯Por escucharme y no juzgarme. Si se lo digo esto a otras personas me hubiesen contestado con lo que no quiero escuchar. 

⎯¿Cómo qué?, ¿que posiblemente te estes equivocando y que ella no es tu destino? 

⎯Eso… ⎯me asegura. 

Suspiro. 

⎯Bueno, tú mismo lo dijiste, nadie puede decirte tu destino. Pero, tal vez, es solo un camino que estás tomando para llegar a tu verdadero destino. No sé. Para mi es una casualidad que ella haya llegado al piso dónde tu estabas… ¿me entiendes? 

⎯Otra vez con la casualidad… 

⎯Y tú, otra vez con el destino… y te lo voy a demostrar. 

Entonces, tomo mis cosas y abro la puerta del auto. Pablo no entiende lo que sucede, así que se baja del auto para seguirme. 

⎯¿Dónde vas?, ¿no quieres ir a comer con mi familia? 

Niego con la cabeza. 

⎯Creo que no es el momento. Además, casualmente por aquí está el lugar donde me quedaré. Muchas gracias por salvarme, Pablo. Ya te debo dos. 

Pablo sonríe, y asiente con la cabeza. 

⎯¿Te puedo pedir un favor, Théa? ⎯me pregunta. 

⎯Sí, claro. 

⎯Te pido que no le cuentes a nadie lo que te dije. Necesito tiempo para reflexionarlo. 

⎯No te preocupes, ¿a quién se lo diré? ⎯le comento. 

Si no tengo amigos. 

Él asiente. 

⎯Buenas noches, Théa. 

⎯Buenas noches… perdón si no te salvo del pavo. 

⎯Ya habrá otra ocasión. 

Me fijo que Chez no esté cerca y un poco más segura, me alejo de Pablo. Él me sigue con la mirada hasta que desaparezco de ahí y luego escucho como arranca el auto y se va. 

Hubiese sido genial pasar Navidad con Pablo y su familia, pero no creo que sea correcto y, no me siento muy bien. El pánico comienza a apoderarse de mí y no quiero arruinar la cena haciendo un espectáculo. 

Así que me metó a un hotel, que vi de reojo mientras pásabamos, tomo una habitación, le pido al de la recepción que no dé ninguna información que trate sobre mí a nadie, y subo a la habitación. 

Tan solo entro, me encierro bajo llave, y después de aguantarme tanto, rompo en llanto, desahogándome por completo. Esta noche me salvé, no sé si otras lo haga. Solo sé que estoy segura en esta habitación, a lo alto, lejos de la calle y que mañana volveré con luz del día a mi casa. No tengo que preocuparme por regresar hoy, nadie me espera ahí. 

Sin embargo, también lloro por otra cosa. Porque sin querer, Pablo me rompió el corazón.

¿Cómo puedes perder a alguien que ni siquiera es tuyo?, no lo sé. Solo sé, que él lo hizo, porque en mis sueños, tenía una oportunidad, pero mi realidad, es muy distinta. Estoy muy lejos de tenerla. 

El esconderme en un hotel, sería algo común que haría durante mucho tiempo, sobre todo cada vez que me quedara sola, cada vez que quisiera esconderme de él. 

17 Responses

  1. Sonreí como una tonta al imaginarlos juntos en esa conversación, platicando sus realidades y sintiendose libres de hablarlo con alguien., me gusta eso, y yo digo que Pablo tiene la razón, es destino 💜 y ellos dos serán felices al final

  2. Sin embargo me da terror la situación de Théa, como es acosada y el miedo con el que vive, espero que Chez nunca le vuelva a hacer daño

  3. Ayyyy 😭😭😭 no quiero que ese Chez vuelva a abusar de ella. Thea no se lo merece. Y wow no sabia eso de Pablo q estaba dispuesto a iniciar con otra persona. Pero bueno ya uniendo lazos Pablo tiene razon y es solo el destino y como le dijo Thea tenia q pasar asi para que el llegue a su propio destino. Ya quiero saber cuando sepan todo en comun que tienen jajajajaja será epico. 😱😱😱😱😱😱

  4. Me duele el alma con Thea, provoca cogerla y abrazarla y no soltarla nunca, es de esas personas que se te meten en el alma y sufres igual que ellas. 💕💕💕💕

  5. Espero con ansias el momento donde se crucen las dos parejas, y dónde Pablo ya se esté enamorando de Thea

  6. Creo que Pablo debería acompañar a Lila pero no como pareja sino como su amigo…. y bueno Thea a pesar de todo es muy fuerte..

  7. Me paete el corazon leer a Thea, y siento que Pablo espera que su destino sea con Lila, porque es lo que su corazon le dice pero el destino tiene otro camino, que en algun momoento se conectará mas con el de Thea.
    Tengo la sensacion de que una de las hermanas Karagiannis, esta en contubernio con Chez para hacerle daño a Thea y Dehlia, se presta para ello informando por donde anda para acosarla, espero que pornto salga de circulación

  8. Pobre Thea 🥺🥺🥺 duele como sufre. Lo bueno es que sus destinos están igual entrelazados y ella ni se lo imagina 🥰

  9. Espero que muy pronto le llegue su final a ese infeliz de Chez. 😡😡
    Tranquila Thea 🫂 muy pronto llegará un mejor destino para ti y ese amor que sueñas con Pablo se volverá realidad ❤️❤️

  10. Amé que Pablo apareciera en el momento justo para salvar a Thea, y que luego tuvieran ese momento de sinceridad sobre sus vidas… Espero que ese destino de Amor para ellos sea pronto, para que Thea pueda sentirse tan amada como lo merece… ❤️❤️❤️

  11. Maldi*to Chez, ojalá tu suerte/destino te alcancen y pagues de la peor manera lo que hiciste con Théa.
    Gracias a Dios apareció Pablo y la rescató de ese horrible ser. Vivir con miedo es lo peor que puede sentir una persona, más aún una mujer 😢.
    Pablo y Théa se comprenden, espero que pronto inicie su historia 🥰.

  12. Que triste que Thea siempre tenga que estar huyendo de ese infeliz, gracias a Dios está vez no le hizo nada, espero que pronto Pablo se decida a cambiar su destino 🥲

  13. Imagino a Théa y a Pablo mirándose uno al otro el día que se vean en el piso colorido jajaja y recordando esta conversación….

  14. No se que sea si destino a casualidad pero gracias por salvar a Thea de ese maldito que no se cansa de acosarla, hay mi Thea en vez de que le llegue luz se le apachura su corazón con lo que Pablo le contó de su pareja =( pero que vea el titubeo que tiene Pablo interno para por ahí ver una luz.

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