Después del susto, y de reflexionar por un instante lo que la gitana les había dicho, todos decidieron que necesitaban un poco de fiesta, y la fueron a buscar. Aunque para eso se separaron, ya que las mujeres querían ir a otro lugar, relajarse y reírse a gusto – nunca les dieron donde irían – y los hombres sí quisieron algo un poco más intenso, con luces y música que les hiciera divertirse. Porque era una despedida de soltero, no la iniciación para ir a un convento, fue lo que dijo David Tristán. 

Así que, en cuánto se separaron, Daniel, David, Moríns, Pablo y Cho se fueron a buscar un bar, donde pudiesen divertirse, platicar y hacer algo “leve”, como les había perdido Sabina. La mujer destacó la palabra LEVE, porque ya sabía que si los cinco se juntaban eso podría pasar a otro nivel. 

⎯ Todavía no te casas y ya te están limitando ⎯ comentó David, mientras los cinco paseaban por la zona romántica, cerca del malecón. 

⎯Nadie me limita. Si Sabina los está limitando a ustedes, sobre todo a ti, David. Llevo viviendo junto con Sabina mucho tiempo y hemos tenido diez años de relación, ¿crees que hasta ahora sacará su lado controlador? ⎯ le preguntó Cho..

David encogió los hombros. Él había tenido relaciones, pero no tan largas como las de Cho, o Moríns. Incluso con su última novia había durado dos años y la tuvo que dejar ir porque ella se había ido a estudiar al extranjero y no quería ataduras. La atadura la quería allá, con un italiano de 1.90 metros llamado Giancarlo que la conquisto después de hacerle la mejor pasta de su vida. 

⎯No lo sé. La verdad las mujeres a menudo dan muchas sorpresas, aún te puede dar una que otra ⎯ contestó con amargura. Acordándose de como él había apoyado a su novia y ella se había comido la pasta de Giancarlo. 

⎯Como sea… tratemos de mantenerlo en los límites posibles de la diversión, ¿vale? ⎯ y al decir esto, volteó a ver a Moríns. 

Él levantó la ceja y luego se llevó las manos al pecho, señalándose.⎯ ¿Me dices a mí?. Venga Cho, somos compadres y yo ya soy un hombre responsable de familia. La paternidad me ha cambiado. 

⎯¡Ajá! ⎯ expresó David. 

Daniel y Pablo, solo los escuchaban. En realidad venían atrás hablando de otras cosas que no tenían nada que ver con la temática. También, sobre todo Daniel, venían observando la Zona Romántica, y su ambiente animado. Conforme se iba metiendo el sol, empezaron a notar las luces parpadeantes de los bares y los clubes nocturnos que bordeaban las calles. 

De pronto, se vieron inmersos en esta atmósfera eléctrica y llena de energía, que poco a poco los jalaba hacia la diversión sin que ellos pudiesen resistirse. La música, los sonidos, las invitaciones de las personas que estaban afuera y les ofrecían un menú para que pudiesen ver lo que podían consumir. Todo les estaba gritando que era momento de divertirse y eso harían. 

 ⎯¡Ey, tú! ⎯ expresó un hombre alto, con una calva brillante y arracadas pequeñas en los lóbulos de las orejas. Daniel volteó a verlo y él se acercó⎯. Tú tienes cara de que eres buen cantante. 

⎯¿Cómo? 

⎯En unos momentos empieza nuestro concurso de Karaoke. Quién gane se le regalará toda la noche bebidas del bar ⎯ habló y les mostró un volante donde se leía en letras grandes “CONCURSO DE KARAOKE: Canta para beber”⎯-¿Qué dicen, guapos?, creo que serían un gran espectáculo. 

Los cinco dieron un vistazo rápido al interior del bar y notaron que en verdad estaba lleno.⎯ Tú que sabes de bares, ¿entramos?⎯ le preguntó David a Cho. 

⎯¿En serio si ganamos nos darán bebidas toda nuestra estancia? ⎯ preguntó Pablo. 

⎯Sí, sí. Cerramos hasta las cinco de la mañana, así que mientras estén con nosotros y si ganan, será gratis. La cuota para ingresar al concurso es de 1,500 pesos, ¿qué dicen? 

Mil quinientos pesos era justo lo que costaba la ubicación de la mesa, hasta adelante. Cho se sabía ese truco porque lo hacía en el bar de Ibiza cuando había eventos especiales. Mientras estuvieran consumiendo, la comida sería gratis. 

⎯¿Qué dicen?, ¿nos metemos a cantar? ⎯ preguntó David, bastante animado. 

⎯¿Están seguros de que quieren entrar a este bar? ⎯ inquirió Daniel. 

⎯Sí, sí… se ve bueno ⎯ contestó Cho. 

Moríns vio a Daniel, al parecer eran los únicos que veían algo más. Pero al notar que Cho y David estaban muy animados no pudieron decir que no. Pablo, asintió con la cabeza. En realidad a él le daba igual donde entraran. No era un hombre muy fiestero, nadie de su familia lo era. Aunque a comparación de los Canarias, nadie era tan fiestero como ellos. 

⎯¿Seguros? ⎯ Volvió a preguntar Daniel. 

⎯Sí, vamos. 

Entre los cinco pagaron la cuota de mil quinientos pesos, y después el hombre les dejó entrar y los guio a la mesa de los concursantes. Desde que entraron los vítores empezaron. Chiflidos y piropos que a los cinco les dieron risa. 

⎯¡El guapo de cabello rizado!, tengo un espacio en mi mesa… ⎯ se escuchó una voz detrás de ellos. 

Daniel y David voltearon, ambos tenían pelo rizado por su herencia Canarias, sin embargo, se sorprendieron cuando el chico señaló a Moríns y le lanzó un beso. Moríns se río. 

⎯¿Qué?, ¿piensan que son los únicos que pueden tener pegue?. Se equivocan. Cuando yo vivía aquí recibía más propuestas de hombres que de mujeres ⎯ se justificó el hombre. 

⎯Esperen… ⎯ interrumpió Cho. Volteó a ver a todos lados y se percató donde estaban ⎯ ¿Entramos a un bar gay? ⎯ inquirió. 

⎯Por eso les dije que si estaban seguros… ¿Qué no vieron las banderas por todas partes? Nos podemos ir si les incomoda. 

⎯No, ¿cómo nos vamos a ir?, ya llegó la cerveza y ya nos inscribimos al karaoke. A mí no me molesta el ambiente, como si no hubiese ido a un bar gay contigo, Daniel. 

Era verdad. David y Daniel salían juntos a bares LGBT y ambos se la pasaban muy bien. Cho y Pablo dijeron que no tenían problema, y Moríns al encontrarse a su amigo de la preparatoria, Juan, ni siquiera opinó sobre el asunto, ya que se puso a platicar con él cuando fue a visitarlo a la mesa. 

Cuando el bar estuvo lleno, el mismo hombre de la entrada se acercó a ellos y les dio las instrucciones. De todo el menú tenían que escoger tres canciones para participar. Era una canción por ronda, así que tenían que escoger bien. También debían escoger un nombre para su grupo. 

⎯¿Cómo quieren llamarse? ⎯ preguntó David que, como siempre, estaba moviendo el asunto y organizando; estaba decidido a ganar. 

⎯Pues… ⎯ pensó Cho. Y de pronto le llegó un papel a la mesa y al voltear vio a un chico que le hacía una señal. Cho abrió el papel y al leerlo se río. “Se te cayó la envoltura, bomboncito”⎯¿y si nos llamamos los bomboncitos? 

⎯¿Los bomboncitos? ⎯ preguntó Pablo. 

⎯Sí, porque no… ⎯ Y David en seguida escribió el nombre sobre la hoja y luego entre todos escogieron las tres canciones. 

En realidad, los únicos que no tenían experiencia frente al público eran Pablo y Daniel. Porque Cho y Moríns tocaban la guitarra y a David le gustaba hacer el ridículo. Su padre le decía que había nacido sin una pisca de vergüenza, y que por eso era tan extrovertido. Su madre le decía que eso lo había sacado de su abuelo, quién siempre era tan “aventado” para todo. 

Los cinco dieron sus canciones al hombre de la entrada y esperaron a que el concurso empezara. La primera botella de tequila llegó y entre todos comenzaron a festejar. De pronto, las luces se atenuaron, y el mismo hombre subió a una tarima que hacía de escenario y comenzó a hablar. 

⎯¡Bienvenidos al maleconcito!. Ya tenemos completos los lugares para nuestro concurso de Karaoke anual, donde no solo se ganarán lo que consuman esta noche, sino tres pases dobles para un crucero exclusivo aquí en Puerto Vallarta. Para esta ocasión tenemos una gran variedad de participantes. Tenemos a ¡los Vallartitas! ⎯ gritó, y una mesa que estaba alejada de ellos se puso de pie para presentarse, animando a todos. 

Los chicos voltearon a verlos y se rieron al ver como lo hacían.⎯ De este lado, tenemos a los sugars ⎯ Y señaló a una mesa donde la mayoría eran hombres ya pasados los cuarentas⎯. Allá tenemos a los “variados” ⎯ Y una mesa de hombres y mujeres comenzó a animarse⎯. Y finalmente, la mesa más internacional, con más variedad, donde uno puede salir recolonizado o bien patriota… directo desde España con un toque de México…. ¡Los bomboncitos! 

Entonces los cinco se pusieron de pie, llevados por el ánimo del público, que les chiflaba y les aplaudía, y comenzaron a saludar. ⎯¡Aléjense del sol, bombones, que se van a derretir! ⎯ gritó una mujer, para luego reírse con sus amigas. 

Después de las presentaciones, y de explicar las reglas. El concurso empezó y el primer grupo pasó. Dieron el mejor espectáculo que pudieron, y así lo hizo el segundo y el tercero, hasta que llegó el turno de los bomboncitos de subir al escenario. Entre piropos y gritos de ánimos, llegaron a sus puestos. 

⎯¡Por el ridículo! ⎯ brindó David, para luego tomarse los cinco un shot de tequila. Minutos después subieron al escenario, donde su canción estaba lista. Se vieron entre ellos, y Cho le guiñó el ojo a Daniel. 

⎯¿Listos?, ¿están seguros que quieren esta canción? ⎯ preguntó Moríns. 

⎯La queremos… es nuestra pieza fuerte para pasar a la siguiente ronda. Te lo digo por experiencia ⎯ contestó Cho. 

⎯Bueno… no soy muy fan, pero me la sé. 

⎯¡Bien!, ¡échale Dj! ⎯ dijo David por el micrófono. 

Entonces, las luces se centraron en el escenario y la música comenzó a sonar. Era una mezcla de guitarra flamenca, de un pop latino y bailable, y cuando la introducción de “Bulería” de David Bisbal terminó de resonar en el aire, las potentes voces de Daniel, David y Cho saltaron al micrófono, encendiendo al público de inmediato.

Moríns les siguió el juego, estaba impactado por la precisión con la cual cantaban, y lo afinado. Pablo no lo estaba, los había escuchado cantar muchas veces. De pronto, Daniel, con una seguridad, tomó el micrófono y comenzó a cantar con una voz poderosa y llena de emoción que encendió el lugar. 

Tenía una voz perfecta, que podía dar esos toques flamencos que necesitaba la canción y con el tono preciso para no sonar desafinado. Pronto los demás comenzaron a tomar confianza y empezaron moverse por el escenario, sobre todo Daniel quién era la voz principal. 

Lo dieron todo. A medida que la canción avanzaba, el escenario cobraba más vida con su presencia y movimientos. Se la tomaron en serio, comenzaron a hacer gestos apasionados, a invitar al público a que cantara con ellos. Y, cuándo el momento cumbre de la canción llegó, Daniel alzó su voz de una forma maravillosa que causó escalofríos a todos. 

Cuando la canción terminó, el público estalló de emoción y comenzó la ovación.⎯¡Bom-bon-citos!, ¡bom,bon, citos! ⎯ gritaban todos, mientras descendían del escenario. 

⎯¡ADEMÁS DE GUAPO… TALENTOSO! ⎯ le gritaban a Daniel, quién comenzó a recibir decenas de papeles sobre la mesa. Los demás no se quedarón atrás. 

⎯¡RECONQUISTADA QUEDÉ! ⎯ les gritó la mujer detrás de la barra. 

⎯¿Cómo demonios cantas así? ⎯ le preguntó Moríns, quién de todos era el más impactado. 

⎯Viste, cuñado, el talento corre por nuestras venas ⎯ bromeó David. 

⎯No, ya dime. No sabía que cantabas así. 

⎯Daniel entró a clases de canto de pequeño.⎯ Comenzó a relatar Cho, mientras anunciaban a los que pasarían a la segunda ronda⎯. Su madre le hizo escoger un instrumento. 

⎯Mi hermano toca el piano, mi padre quería una educación en las artes, ya que mi madre es bailarina y él es escritor. No soy muy bueno con los instrumentos, pero, tengo buena voz ⎯ siguió Daniel. 

⎯Mi abuelo David era fanático de las bulerías. Era fanático de la Niña Pastorí y la escuchaba todo el tiempo: en el auto, en la casa, en todas partes. Él fue quién descrubió la voz de Daniel y le sugirió que cantara ⎯ agregó David. 

⎯No se callaba nunca, todo el día cantaba la misma canción.⎯ Bromea ⎯. ¡Qué pena, que se acabara, qué pena por la manera! ⎯ Lo imita cantar. 

Daniel se ríe. ⎯Así que me metí a canto y pues… sé cantar. Sobre todo bulerías. Solía cantarle a mi abuelo. Cuándo él murió, dejé de hacerlo. Hasta que llegó Cho con su guitarra y podía seguir cantando. Hace mucho que no lo hacía. 

⎯Pues hazlo más seguido, hombre.⎯ Le animó, Moríns. 

⎯Y pasan, por supuesto, a la siguiente ronda… ¡LOS BOMBONCITOS! ⎯ gritaron en el micrófono. 

Todos estallaron en gritos y los cinco se levantaron y animados festejaron con ellos. Así, llegó el turno de la siguiente canción. “La Canción romántica o de desamor”, se llamaba la ronda, y los cinco esperaron su turno. 

⎯Yo me las gasto solo para esta ⎯ dijo David. 

Subieron de nuevo al escenario. David les dijo que ellos cantarían el coro y que estaba seguro de que Moríns la conocía porque era una de las favoritas de su madre. 

⎯¡Ay, no me digas que escogiste…! ⎯ trató de decir Moríns, cuando los acordes de Rosa Pastel, comenzaron a sonar. El hombre se rió. 

David, recordando como su madre ponía esa canción para cocinar, mientras cantaba con la cuchara con la que movía la sopa, comenzó a cantar con un sentimiento que contagió a los demás. Esa canción era tan coreable que sabía que les daría el pase a la final. 

⎯¡NO, NO QUIERO SER, ESA MUJER! ⎯ gritaban todos al unísono, mientras David daba todo y se acercaba a la orilla para arrodillarse y tocar las manos de los que se acercaban. 

⎯ Y al finaaaaaaaaal, ni hablar, los dos nos destruimos…. ⎯ cantaban todos, siguiendo la corriente. 

⎯¡QUE, TODO ACABÓ, NO QUEDA MÁS SEREMOS DOS EXTRAÑOS! ⎯ se escucha la gente en el micrófono, porque David, como todo un rockstar les invitaba a cantar. 

⎯¡Te olvidaré, me olvidarás, hasta nunca! ⎯ terminó la canción, y de nuevo los aplausos no se hicieron esperar. 

⎯¡LOS BOMBONCITOS!, ¡LOS BOMBONCITOS! ⎯ se escuchaba por todo el bar. Incluso, gritaban tanto adentro, que varias personas se habían acumulado en la parte de afuera para verlos. El bar estaba a reventar y todo por ellos. 

Los cinco bajaron de nuevo. Ninguno de los dos pensó que empezaría el día con una predicción y terminarían cantando Rosa Pastel en un bar, pero, así era la vida. Las bebidas comenzaron a correr, se tomaron otro sorbo y después escucharon que habían pasado a la final junto con los Sugars. 

⎯¡Entre bombones y azúcar vamos a salir con diabetes! ⎯ gritó una chica.

⎯¡Espero que seas doctor, para que me inyectes tu insulina! ⎯ le gritaron a Cho. 

Cho volteó a ver a la chica y no estaba de mal ver. Le sonrió, fue un acto de coquetería instantánea que no pudo evitar. El ambiente, y el lugar, se daban para eso. 

⎯¡Cuándo quieres te doy la receta! ⎯ gritó dejándose llevar. 

⎯¿Qué demonios están haciendo? ⎯ Se escuchó la voz de Sabina, y Cho, al voltear, vio a su novia detrás de él, junto con Alegra, Lila, Sila y Héctor. 

⎯¡Ay, Sabina! ⎯ expresó Cho, bastante asustado, abriendo los ojos y palideciendo al ver a su próxima esposa ⎯. ¿Qué escuchaste?, todo es mentira, ¿dónde está Pilar? 

⎯ Se encontró a sus papás y se fue con ellos. Al igual que Marimar. Ahora, ¿me pueden decir que hacen? ⎯ inquirió. 

⎯Estamos ganando un concurso ⎯ interrumpió David. 

⎯¿Ustedes son los famosos bomboncitos? ⎯ preguntó Alegra, mientras se reía y tomaba del vaso de su hermano. 

⎯Así es… estás viendo al bombón principal ⎯ presumió su hermano⎯. Acabamos de pasar a la final, y estamos a nada de ganar. 

⎯¿En serio? ⎯ preguntó Sabina. 

⎯Sí, sí… Estamos a una canción y tenemos nuestra arma secreta. 

Las luces se apagaron, y los sugars entraron al escenario. Los chicos se desilusionaron al ver que habían escogido la misma canción que ellos. No sabían si lo habían hecho a propósito o ya estaba premeditada. 

⎯¡NO!, “Living la vida Loca” era mi canción ⎯ reclamó David, desatando la risa de Moríns⎯.¿Qué hacemos? 

⎯Pues escogemos otra y ya… ⎯ habló Pablo, que seguía aún impactado por todo lo que sucedía. 

⎯¿Cuál otra?

⎯Si me dejan escogerla, podemos ganar… ¿Qué dices? Una canción que cierre con broche de oro. 

⎯¿Nos ayudará a ganar? ⎯ preguntó Cho. 

⎯Sí. Los tenemos en la palma de las manos. Además, podrán hasta dedicarla ⎯ y volteó a ver a todas, que ya estaban instaladas en la mesa.

⎯No sé… ⎯ dudó Moríns.  

⎯Venga… sé que se la saben, es típica. ¿Qué dicen? 

Los otros aceptaron, ya no les quedaba mucho, así que dejaron que Pablo fuera a cambiar la canción y esperaron que fuera la elección correcta. Living la vida loca, terminó, y los bomboncitos, subieron al escenario mientras todos coreaban sus nombres. 

Los cinco se acercaron a sus micrófonos y la voz sensual de David se escuchó primero.⎯ Esta canción va dedicada a todos en este lugar, sobre todo a la mesa de frente ⎯ y señaló la suya ⎯. Y a la chica de la mesa de por allá… sí, tú, la rubia… Y sí, puedes ser el jabón con el que se baña mi cuerpo ⎯ bromeo, y todos enloquecieron. 

Los primeros acordes de “Bailamos” de Enrique Iglesias empezaron. Los cuatro voltearon a ver a Pablo y él les cerró el ojo. Después, en una voz demás sensual, dijo “esta noche bailamos, te doy toda mi vida”… para después comenzar a cantar en un perfecto inglés. 

⎯¡MORENAZO! ⎯ le gritaron de inmediato.

Las mujeres estaban de todo divertidas, al ver cómo los cinco encendían el escenario. Empezaron a cantar a tono, haciendo sus mejores movimientos, mientras que Pablo ahora liderizaba la canción. Incluso, hasta se atrevieron a bajar de escenario para caminar entre las mesas, mientras cantaban con sus respectivos micrófonos. 

David, como siempre tan desinhibido, fue a la mesa de la rubia, que de inmediato tocó… nunca supieron dónde, pero sí que lo había hecho. Cho pasó al lado de Sabina y la tomó de la cintura para darle un beso apasionado que le supo a tequila con limón. Era evidente que el alcohol ya había pegado, y que todos estaban entonados. Si por ellos fuera, seguían cantando toda la noche. 

Al fin la canción terminó. Era el momento de la votación. Sería por aplausos y gritos, así que los diez se subieron al escenario para que los vieran de nuevo. El bar estaba lleno, había gente hasta en la puerta. Cuando mencionaron el nombre de los sugars el bar gritó con fuerza, habían sido buenos competidores. Después, llegó el turno de votar por ellos. 

⎯¡Y directo desde España tenemos a Los Bomboncitos! 

Y entonces el bar enloqueció. El grito fue tan fuerte que los ensordeció, era una victoria cantada. 

⎯¡LOS BOMBONCITOS!, ¡LOS BOMBONCITOS!, ¡LOS BOMBONCITOS! ⎯ coreaban todos, incluso las chicas, contagiadas por la energía, les gritaban a todo pulmón. 

⎯Y los ganadores son… ¡LOS BOMBONCITOS! 

⎯¡SÍ! ⎯ gritaron los cinco, llenos de energía… y comenzaron a lanzar besos al público haciendo que todos enloquecieran. Sobre todo la mesa donde estaban las chicas acompañando a sus amigos. 

⎯¡Se han ganado mesa gratis toda la noche, y los pases dobles! ⎯ dijeron por el micrófono. 

⎯¡Muchas gracias! ⎯ gritó David ⎯. Contrataciones al siguiente número +349112424589. 

⎯¡Estás dando mi móvil! ⎯ gritó Daniel por el micrófono, haciendo a sus primos reír. 

Los cinco festejaron, se sentían como rockstars. Las servilletas con frases y papeles no se hicieron esperar, y siguieron llegando a lo largo de la noche, una que duró casi hasta las cinco de la mañana, ya que se la pasaron bailando y cantando… terminaron juntándose con la mesa de atrás donde la rubia no perdió el tiempo con David.

Así como sus padres lo habían hecho, esta generación ya tenía su primera anécdota de despedida de soltero, una que le haría competencia a las anteriores. Sin embargo, nunca superada por la de los picaflorcitos. Por cierto, Daniel recibió tantos mensajes que tuvo que apagar su móvil el resto del viaje y, al llegar a Madrid, cambiar de número. 

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