Cometí muchos errores con la señora Hertz, muchos, unos de los que me di cuenta tiempo después de que pasó el suceso. Así que, por protección mía, de las futuras mujeres y porque aún tenía el recuerdo de esa tarde en Ibiza -las cicatrices frescas de los raspones y el pie sensible- decidí que lo mejor sería parar por un rato. 

Esa tarde con la señora Hertz no solo rompí varias reglas sino que casi me mato al escaparme por el balcón. Lo peor de todo, es que el señor Hertz, pudo haberme descubierto y decir a mi madre. De ahí, me pude meter en varios problemas y, si no supiera que la señora Hertz no puede tener hijos, creo que estaría muy preocupado por eso. No puedo creer que me dejé llevar por una situación así. 

Así que, al llegar directo de Ibiza, fui al hospital a hacerme los análisis correspondientes y me dediqué completamente a la rutina de trabajo a casa y viceversa hasta que sintiera que era momento de regresar. La verdad, es que, aunque salieron mis análisis negativos, y lo agradezco infinitamente, lo hice mal, muy mal y lo más sensato es ya no hacerlo por un rato. 

¿Piensan que me moriré o algo así?, claro que no. Me gusta el sexo, pero tampoco soy un adicto, puedo vivir sin él por bastante tiempo e incluso he llegado a pensar que podría hasta eliminarlo de mi vida si quiero, y eso es lo que haré, cuando me vaya lejos de aquí, porque ese sigue siendo el plan y pienso cambiar; aunque muchos no me crean. Como mi amigo Ulises que piensa que todo lo que digo es una vil tontería. 

⎯¿Sin sexo?, déjame ver si te entendí, vas a pasar todo este tiempo sin sexo solo porque trataste de escapar como Indina Jones y te jodiste el tobillo ⎯ me dice, y vuelve a lanzar una carcajada que se escucha por toda la cafetería. 

La verdad, me arrepiento de haberle contado lo que pasó con la señora Hertz, me hubiese quedado callado. 

⎯Yo digo que está bien ⎯ me dice Lula, acercándose a la mesa y sentándose con nosotros ⎯ es bueno poner altos, Canarias, y si te soy honesta, no pensé que cayeras tan bajo. 

⎯Literal ⎯ agrega Ulises, para luego soltarse a reír. 

Me quedo en silencio por unos segundos, observando la escena, ¿cómo es que pasé del Dios del sexo, a fugitivo a payaso de la corte?, si que necesito un cambio. 

⎯Bueno, bueno ya… he tomado la decisión, y lo voy a cumplir… al menos por un tiempo. 

⎯¿Cuánto?, ¿tres noches?, ¿cuatro años? ⎯ me dice Lula. 

⎯El tiempo que sea necesario Lulita, no te preocupes. Además, si me presentaras a tu hija, tal vez mi época de casanova ya hubiese terminado 

Lula me da una manotazo sobre la espalda ⎯ basta, por más que te adoro Canarias, no eres material para desposar a mi hija. Así que no insistas. 

⎯¿Así qué me adoras? ⎯ le pregunto, para luego darle un abrazo cariñoso. 

⎯¡Ay ya!, no seas encimoso ⎯ me reclama, y me pongo a reír. 

⎯Tus análisis ⎯ escucho la voz de Alexandra detrás de mí y veo como un sobre con mi nombre aparece frente a mí. 

Lo abro un poco rápido y al ver el resultado, sonrío ⎯ negativo por tercera vez… libre. 

⎯¡Dios!, no puedo creer que hayas tenido que hacer eso. Tanto estudio, tanto doctorado y así, y se les olvida lo indispensable. Debería de darles vergüenza ⎯ regaña Lula. 

La abrazo ⎯ ya no te enojes Lulita, te prometo que no vuelve a pasar. Te juro que nada más salgo de mi turno, me voy directo a mi piso, sin escalas. 

⎯¿Sin escalas? ⎯ Se asegura Lula. 

⎯Sí, porque mañana tengo una entrevista con Médicos sin fronteras, pasé a la ronda final y ahí deciden a dónde me iré, África o Latinoamérica.  

⎯¿De verdad?, ¡Felicidades! ⎯ me felicita Lula, y vuelve a abrazarme con fuerza ⎯ esa es la mejor noticia que he escuchado. Sabes que me hace feliz, y que sé que harás un trabajo genial, aunque te extrañaré. 

Sonrío ⎯ ¿De verdad?, Lula, ¿a caso has caído bajo mis encantos? 

Lula cambia su rostro a uno más serio ⎯ no lo arruines, ¿quieres Canarias?, y ahora, me voy a trabajar, no lleguen tarde a su turno. 

Ella se pone de pie, toma la charola donde está su comida y se aleja de nosotros para dejarme con Ulises y Alexandra. Él se pone de pie también y me da una palmada sobre la espalda, para después sonreírme. 

⎯¡Cuidado mujeres del mundo!, David Canarias va a la caza ⎯ bromea, y luego se aleja de mí. 

Imito a Ulises, poniéndome de pie y recojo mi charola para regresar los platos e irme a lavar los dientes antes de que empiece la segunda parte del turno. Sin embargo, Alexandra me tomó del brazo y me metió a alguna de las bodegas de limpieza, para después, darme un beso. 

⎯Alex… ⎯ murmuro serrándome de ella. 

⎯¿Es broma lo de no tener sexo?, ¿verdad?⎯ me pregunta divertida. 

Niego con la cabeza⎯ es verdad, ya te dije que después de lo de la señora Hertz, he decido que debo parar un poco así que no tendré nada de sexo, nada. 

Alexandra baja su mano hacia mi pantalón y aprieta mi bulto, provocando que una sensación suba por mi cuerpo. Ella me conoce demasiado bien, sabe cómo echarme andar, y poder tener sexo en este tipo de lugares, ya que al principio estúpidamente lo hicimos. 

⎯ Venga Canarias, dame un poquito, ¿sí?⎯ me comenta, y comienza a desabrochar mis pantalones. 

⎯Alex… ⎯ trato de decirle. 

Ella se pone de rodillas y segundos después siento su boca en mi intimidad. Joder, ¡qué rico se siente esto! 

Doctor Canarias, se le solicita en emergencias, Doctor Canarias, se le solicita en emergencias. 

⎯Me tengo que ir Alexandra⎯ digo a duras penas, mientras mis manos ya han comenzado a posarse sobre su cabello. 

Ella no me responde para nada, solo sigue comiéndome a besos, y jugando conmigo de una manera sensacional. Trato de que los gemidos no salgan de mis labios. ¿Será que Alexandra conseguirá en estos momentos todo lo que quiere?. 

Doctor Canarias, se le solicita en emergencias, Doctor Canarias, se le solicita en emergencias. 

¡Voy!, grito para mis adentros, pero por fuera siento como mi cuerpo se tensa y no puedo evitar gemir. 

⎯Alex, te lo pido…

Es lo último que digo y sin poderlo enviar, libero toda la tensión de mi cuerpo para luego recargar mi mano contra la pared. Me quedo unos momentos tratando de sobrellevar todas las sensaciones, y controlando la respiración. 

Mi localizador suena dentro de mi bata y yo simplemente meto la mano y lo pago. Alexandra después de unos momentos, se pone de pie y me sonríe, es esa sonrisa de travesura. 

⎯Si te vas, ¿podrás vivir sin esto? ⎯ me pregunta. 

Me subo el pantalón y me lo abrocho, para después fajar mi camisa⎯ ¿crees que no puedo?, te dije varias veces que no… 

⎯Pero no te resististe. No importa donde vayas, David, siempre serás el mismo, ¿nos vemos al rato para la revancha? ⎯ me dice. 

Alexandra sale del lugar y después de unos segundos yo salgo para ir a emergencias, donde me han llamado. Juro que voy incómodo, un poco confundido por las palabras que me ha dicho pero, a la vez, tratando de enfocar mi mente en lo que debo hacer. 

Cuando entro al área, el Doctor Saldivar se une a mí y me da una carpeta ⎯ ¿Dónde estabas? 

⎯Atendiendo algo⎯ me limito a decir⎯¿Qué pasa? 

⎯Niño, sarpullido por el cuerpo, temperatura de 39 y no baja… la madre dice que así llegó de la escuela. 

Ambos nos metemos al cubículo, y concentrándome en lo mío, comienzo a hacer la revisión, las preguntas correctas y después a administrar los medicamentos. Cuando el niño está estable, lo suben a piso para que quede en observación. 

Así, mientras estoy poniendo las indicaciones, y los medicamentos que deben darle las enfermeras, Saldivar se me acerca de nuevo y me da una palmada sobre el hombro, provocando que voltee. 

⎯Me dijeron que te vas por un tiempo del hospital, ¿a África? ⎯ inquiere. 

Nunca pensé que mi noticia se hiciera tan popular. 

⎯Aún no lo sé, puede ser también a Latinoamérica, está por verse. 

⎯ Bien, muy bien, lo único que no entiendo es… ¿por qué te vas? 

⎯¿Perdón?⎯ inquiero. 

⎯Sí, ¿por qué te vas?, digo, aquí tienes todo, ¿cuánto pagó tu padre para que te aceptaran? 

Bajo la pluma y lo veo a los ojos⎯¿es en serio lo que me dices Saldivar?, ¿crees que no me gané esto por méritos propios? 

⎯Vamos, Canarias… que sabemos que puedes conseguir todo lo que quieras. Con una gran donación de tu papá, te haría jefe de pediatría en segundos…

⎯¿Qué insinúas?, digo, ¿creo que me acabas de ver salvarle la vida a ese niño?, ¿crees que lo no lo hice por lo que sé, si no por lo que mi padre pagó? ¿Quién crees que soy?, ¿crees que no sé nada? 

Él se ríe⎯ sabes que es cierto Canarias, sabes que no necesitas irte de aquí a entender a pobres niños de las montañas y los desiertos para pretender que eres un pediatra o, para obtener el puesto que deseas. Tu papi da dinero, como sabemos que lo ha hecho antes, y tienes ese puesto que pronto será dejado por el doctor Santos. 

Cierro el folder y lo pongo sobre el escritorio. Después volteo para ver de frente para ver a Saldivar a los ojos⎯ al igual que tú, qué todos los doctores de aquí, me he quemados las pestañas para llegar a ser un buen pediatra y ganarme mi lugar, mi puesto y mi reputación. Mi padre no pagó nada, ni me dio mi título, todo lo hice yo y… si tienes envidia de mi talento y de que me consideren para es puesto que tu también deseas, dímelo, no vengas con palabrería barata, o tratando de humillarme. Si quieres dinero, te puedo dar el que quieras, al fin y al cabo, sabes que me sobra. 

Saldivar sonríe y niega con la cabeza⎯ ¡Ay Canarias!, diviértete pretendiendo ser alguien que no eres. Un niñito rico, mujeriego y consentido.

⎯Hasta luego, Saldivar. 

Así, me doy la vuelta para salir de la sala de emergencias y dirigirme a los vestidores. Voy enojado, asqueado en cierta forma y decepcionado por lo que acabo de escuchar. Al parecer, mi fama me ha jugado mal, y ahora, todos piensan que el verdadero David es este, el que no puede decir que no, y el que tiene tanto dinero que no ha tenido ningún logro. 

Estoy cansado de esto, muy cansado. Necesito irme de aquí, huir de todo y todos los que conozco, renovarme y regresar como alguien diferente o más bien, regresar como el verdadero David Canarias Lafuente y dejar atrás el Casanova que por mucho tiempo me ha servido de protección. Fuera pretensiones, fuera personajes, fuera máscaras, es momento de ser yo, y solo espero que así pueda liberarme del pasado que me hace tanto daño. 

Entonces me salí de ahí, directo a mi piso solitario, pensando en todo lo que disfrutaría cuando me alejara de Madrid para irme a otro lugar, solo, sin conocer a nadie… Aunque yo no sabía que el amor estaba a una luz de distancia.  

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