Ibiza, el lugar donde nací, crecí y comencé mi vida hasta que decidí que me quedaba pequeño y me fui a Madrid. Este precioso lugar, lleno de playas, diversión y sobre todo unos paisajes que te pueden quitar el aliento, para mi no es de mi total agrado gracias a las múltiples situaciones familiares. Sin embargo, tampoco voy a negar que tengo buenos recuerdos, sobre todo cuando los Ruíz de Con llegaron a nuestras vidas. 

  Creo que ya les había dicho que trato, en toda la medida de lo posible, en no venir acá, en presentarme solo en los momentos importantes y necesarios, así como en festejos importantes como el cumpleaños de mi mamá, de Ainhoa – si es que hace algún festejo- o Navidad y Año nuevo. Así que para las fiestas de la empresa, comidas familiares con o sin los Ruiz de Con y todo lo que tenga que ver con otros festejos, saben que no cuentan conmigo, por lo que, encontrarme aquí en este momento debe ser muy importante… y lo es. 

  Hace un tiempo atrás mi hermana Ainhoa tuvo un accidente de auto donde casi pierde la vida y la pierna, y ambas las salvó. Fue uno de los momentos más terroríficos y estresantes de mi vida, donde no me despegué de ella ni una milésima de segundo y, donde hacía relevos con Manuel, su novio desde la infancia, y el único al que podría confiarle sus cuidados. Así que, mi hermana, la de ser bailarina de ballet, y una muy buena por cierto, se ha sometido a varias operaciones estéticas en la pierna para que quede lo más normal posible con la esperanza de que no se le note esa cicatriz que lleva en toda la pierna, y que le ha causado últimamente tanta inseguridad. 

  Yo, como buen hermano, me comprometí a que siempre la cuidaría cuando la necesitara y es la razón, y muy justificable, por la que estoy aquí, a pesar de todos mis reproches y malestares al poner pie en mi casa, que no debería ser así. Se me olvidó decirles que también lo hago por mi madre, que no hace más que pedirme que venga un fin de semana para poder estar con ella, así que espero esta semana le pueda recompensar todas las veces que no he venido. 

  ⏤¡Ouch!, con cuidado David, eso me dolió ⏤ me reclama mi hermana mientras termino de ponerle la venda nueva. 

  ⏤Deja de moverte Ainhoa Canarias Lafuente, eres peor que los niños que trato en el hospital. 

  ⏤Es que me duele ⏤me reclama, y veo que quede la venda lo más cómoda posible. 

  ⏤Te daré las píldoras que te recetaron y te pido que no te muevas de esta posición, mantengas la pierna sobre la almohada y sobre todo, te estes quieta ⏤ le imploro. 

  ⏤¡Dios!, para ser pediatra tienes muy poca paciencia ⏤ me dice ⏤ pobres niños. 

  ⏤Los niños que trato tienen mejor paciencia y disponibilidad que tú ⏤ le comento, para luego ponerme de pie e ir hacia la cajonera donde, encima, he puesto todas las medicinas. Veo la receta del médico y comienzo a sacar las píldoras de los frascos ⏤ sé que estás molesta porque debería ser Manuel quién esté aquí y yo no. 

  Ella suspira ⏤ odio que se haya ido a México, ¿no pudo estudiar en Madrid?, ¡ah no!, tenía que irse al otro lado del mundo. 

  Sonrío, volteo a verla y le doy las pastillas con el vaso con agua ⏤ siempre que te operan te pones de ese humor hermana, no es culpa de Manuel, ni mía… 

  ⏤¿Es en serio que quieres tener esta conversación? ⏤ me pregunta en tono molesto. 

  ⏤No, solo te lo recuerdo. 

  ⏤Algún día David Canarias, te enamorarás de alguien y no querrás que nadie más que ella o él esté a tu lado y te cuide, no tu hermana. 

  ⏤¿Ella o él? ⏤ pregunto entre risas. 

  ⏤ Bueno, es que ya ni sé ⏤ contesta y esboza una ligera sonrisa. 

  Lanzo una carcajada ⏤ duerme, ¿quieres?, descansa y deja de pensar tonterías… regreso en un rato, le diré a Esme que esté al pendiente de ti y me llame si necesitas ir al baño o acomodarte. Te pido, Ainhoa, no te muevas… 

  Ella se acomoda sobre la cama y cierra los ojos ⏤ ya, ya… vete, ¡qué molesto! 

  Entre risas, salgo de su habitación para ir hacia la mía que queda a dos puertas de distancia y cambiarme de ropa. Esta vez me pongo unas bermudas color azul, una camiseta blanca, unas gafas de sol y me amarro el cabello para no acalorarme. Cuando estoy listo, bajo hacia la sala y busco a Esme que se encuentra, como siempre, hablando con Juan el jardinero; al verme los dos guardan silencio. 

  ⏤Esme, ¿y mi mamá? 

  ⏤Salió por unas horas, al parecer fue a la asociación ⏤ responde Esme. 

  ⏤Bien, iré a caminar, no tardo, te pido que de favor estés al tanto de mi hermana, si necesita algo, me llamas al móvil, ¿vale? 

  ⏤Sí, joven Canarias. 

  Sin decir más, salgo de la casa y camino por la calle, unos minutos y después entro por una pequeña vereda para llevarme a la playa. Este camino se me hace sumamente conocido ya que, cuando era pequeño solía venir para acá y ver el mar, ya que me gustaba pensar que si le hablo a las olas, mi madre me escucha. 

  Comienzo a caminar por ahí, sin rumbo y sin sentido, observando el paisaje y las elegantes casas que se encuentran cerca de la orilla. Veo las sencillas escaleras que suben hacia las elegantes casas, donde me imaginó tendrá la mejor de las vistas de esta playa solitaria. La casa de los Ruíz de Con es así, con una increíble vista balcones y un increíble jardín; Tristán, el socio de mi padre sí que es bueno para escoger casas. 

  ⏤¡Hola! ⏤ escucho una voz que de inmediato interrumpe mis pensamientos. Al voltear, veo la famosa casa de los balcones de los Hertz, una bastante famosa por su preciosa fachada blanca. Aquí vive Hans Herz, un viejo rico que tiene por esposa trofeo a Almudena Solís, una mujer que se casó con él cuando apenas tenía la tierna edad de los diecisiete años y él rondaba casi en los cuarenta. Ahora, el hombre debe tener unos setenta y algo rondando por los ochenta y Almudena Hertz, debe estar desesperada por que se muera, ya que el señor Hertz, se sabe, tiene una mujer nueva y a su esposa la ignora por completo – no es algo que yo diga, si no se sabe. 

  ⏤Hola ⏤ respondo a la señora Hertz, que se encuentra en el balcón, con un vestido blanco de tirantes, tan pegado que deja ver su escultural cuerpo y ese busto comprado y remodelado por su marido. 

  ⏤¡Pero Dios mío!, ¿eres David Canarias?, ¿el hijo mayor de Fátima? ⏤ pregunta. 

  ⏤Ese soy yo… ⏤ le digo sin más. 

  ⏤¡Pero qué coincidencia!, uno simplemente sale a ver la vista y se encuentra con una mejor ⏤ recita, para luego acomodarse el vestido a la altura del pecho. 

  Se me olvidó contarles que, Almudena Hertz le ha quitado la virginidad a más chicos en Ibiza que nadie en la ciudad. Siempre encuentra pretextos para hacerlos subir a su casa, después a la habitación y de ahí no salen hasta que el acto está hecho. A un amigo mío, Gonzalo Pimentel, le dijo que si le ayudaba a bajar unas maletas para empacar su ropa, y terminó entre sus sábanas- fue la envidia de la secundaria. 

  ⏤David, y, ¿qué haces tan lejos de tu casa?, ¿no se supone que vivías en Madrid? 

  ⏤Pues, estoy de visita ⏤ trato de dar el mínimo de información. 

  Veo como ella me sonríe y luego ve su reloj de pulsera para en seguida decirme ⏤ oye, me da mucha pena decirte esto pero, mi marido se fue por unas horas y hay unas cajas que necesito mover en la cocina, son de vino y, quisiera saber si me podías ayudar… de compensación, te invito un tinto, ¿qué dices? 

  Me quedo en silencio un rato y sé que ese tinto jamás va a llegar y que mucho menos hay cajas que subir sin embargo, mi madre no crío ningún maleducado y supongo que no tengo nada que hacer mejor que ayudar aquella mujer tan necesitada que ha pedido por mi ayuda. 

  ⏤¿Qué dices, David?, ayudas a esta pobre mujer… ⏤ me dice. 

  Encojo los hombros ⏤ ¿por qué no?, un buen vino de años no le cae mal a nadie ⏤ hablo y ella se ríe. 

  ⏤Coqueto ⏤ responde ⏤ empuja la reja cuando escuches el ruido ⏤ me indica ⏤ te espero adentro. 

  Así, camino hacia las escaleras que me llevarán hacia el jardín, y las subo mientras arreglo mi camiseta. Esta es la tercera vez que Almudena Hertz me insinúa que quiere darme el visto bueno. La primera fue en el cumpleaños de mi padre, donde insinuó que podía venir cuando quisiera a nadar a su piscina con o sin bañador, la segunda en mi casa, cuando en una cena se quitó el zapato para tocar mi bulto con su pie, mientras comía la carne de manera sugerente y, como la tercera es la vencida, creo que ésta puede ser una muy buena ocasión; además, mi padre me dijo que me divirtiera. 

  Tan solo llego a su jardín, Almudena abre la puerta de su cocina y estira los brazos ⏤ ¡Mi héroe! ⏤ expresa, tratado de abrazarme. 

  Me acerco a ella, dejándome abrazar – no me juzguen no soy maleducado- y ella contonea su cuerpo levemente rozando mi intimidad- así o más directa. 

  ⏤¿Dónde se encuentran las cajas, señora Almudena? ⏤ le pregunto sin dejarle saber que sus movimientos han despertado algo. 

  ⏤Pues, por aquí… pero primero, acabo de recordar que hay otra cosa con la que necesito ayuda, arriba, en mi habitación, ¿me ayudas? 

  ¿Por qué tengo el presentimiento de que hay una película para adultos que empieza así?, pienso, mientras me toma de la mano y me sonríe. 

  Sonrío levemente y la veo a los ojos ⏤ señor Almudena, usted es muy guapa pero, es amiga de mi madre y no quisiera que esto me trajera problemas…

  Almudena pone uno de sus dedos sobre mis labios, haciendo que guarde silencio de inmediato ⏤ si tu no dices, yo no digo… será nuestro pequeño secretito ⏤ y así, en seguida, sin dejarme responder nada me da un beso sobre los labios que corta mi respiración. Me quedo por unos segundos sin tocarla pero, ella toma mis manos y las pone sobre mis glúteos. ⏤mi esposo, tardará un ratito, ¿qué dices?, ¿te atreves?, o, ¿te asusta? 

  Las manos de Almudena suben por mi camiseta y tocan por debajo de ella mi abdomen. Sé que acostarme con una de las amigas de mi mamá puede verse mal pero, la invitación está abierta y quién soy yo para decir que no. Ella, al no escuchar negación de mi parte, me toma de la mano y me jala levemente para que la siga escaleras arriba. 

  […] 

  -Una hora después- 

  ⏤¡Mi esposo!, ha llegado mi esposo ⏤ dice alarmada, mientras se cubre con la sábana ⏤¡tienes que irte! 

  Me pongo los bóxers y con desesperación recojo la mi ropa. Almudena Hertz, me empuja haca el balcón de su habitación ⏤ ¿Pero qué hace? 

  ⏤¡Almudena! ⏤ es escucha la voz furiosa del señor Hertz ⏤ ¡quién es!, lo mato, lo mato… 

  ⏤¡Vete!, ¡Vete! ⏤ me pide empujándome hacia la baranda. 

  ⏤Pero señora Hertz…¿cómo me voy a ir?, ¡esto está demasiado alto! ⏤ le digo, mientras abrazo mi ropa y veo hacia la piscina de abajo. 

  ⏤¡Vete!, ¡vete!, si no quieres ser hombre muerto… 

  Mientras escuchamos cómo trata de abrir la puerta, veo hacia abajo y mi cuerpo reacciona por la altura a las cuales temo. No teniendo, ¿cómo es que terminé así?, si hace minutos… 

  Almudena Hertz me arrebata la ropa y la tira hacia el jardín ⏤¡vete!, me pide. 

  Y al escuchar cómo se abre la puerta me subo al balcón y salto sin más…. 

  Esta historia continuará… 

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