Nunca me han gustado las despedidas, nunca, porque en realidad no sé cómo despedirme, nunca he encontrado la forma, así que cuando toca una despedida importante, no sé qué decir o cómo reaccionar. Simplemente, me quedo callado tratando de encontrar las palabras para poder hacerlo; aún me cuesta mucho. 

Creo que es por eso que me gusta irme de los lugares pasando desapercibido, pensando que nadie notará mi ausencia y simplemente me dejarán ir, pero, esta vez no lo puedo hacer así, debo despedirme de mi familia, ya que por un tiempo no los veré, por un largo tiempo. 

Latinoamérica, Perú para ser preciso, es el destino de esta nueva aventura a la que me enfrento la que por un año he buscado y que por fin ha llegado, la que he ansiado con el alma y que ahora toca mi puerta; estoy verdaderamente feliz, muy feliz. 

Después de mi entrevista me dijeron me destino antes de irme, que tenía un mes para arreglar mis cosas, dejar todo en forma y después subirme al avión que me llevaría hacia América en un viaje tan largo que no entiendo como es que hay vuelos así – deben entenderme una vida completa viajando en avión privado te deja secuelas. 

Mi primer destino sería Colombia para pasar unos meses ahí, después me iría a Perú y ahí me establecería por el resto del tiempo. Viajaré a distintas partes del país, principalmente en los lugares más alejados de las ciudades grandes y atendería a los niños principalmente. El vuelo, saldré de Madrid dentro de dos días, haré una escala de 3 horas en México, y finalmente aterrizaré en Colombia, ¿qué buen viaje no creen? 

Sin embargo, no a muchos les gustó qué me fuera o más bien, algunos no lo tomaron de la mejor manera. Alexandra prácticamente me dijo que no aguantaría tanto tiempo y como ya saben Saldivar no estuvo de acuerdo, sobre todo porque se quejó que todo el trabajo recaía sobre él – supongo que Ulises no es de mucha ayuda. 

La única persona que hasta lloró fue mi Lula, mi enfermera favorita, me pepe grillo y la que ha estado ahí desde el principio. Ella fue la que me dio la bienvenida a la tierna edad de los veintidós años cuando empecé a ser practicante y ya no me soltó. Ella y yo tenemos una relación muy especial, porque dice que le recuerdo mucho a su hijo Samuel, ese que perdió en un accidente de auto cuando tenía dieciocho años. Ella me dice que si él viviera, Sam, ya tendría mi edad y que sería igual que yo – aún no entiendo eso. Por eso, creo que ella y yo nos complementamos, ella perdió a su hijo, yo a mi madre y ambos de manera trágica; así como el amor une el dolor también. 

Lula mi despedida de ella muy fácil, solo me dijo “sé el hombre que eres Canarias y olvídate de lo que digan los demás. Nos vemos el próximo año”, para luego abrazarme y decirme que me extrañaría. Sin embargo, tocaba que yo me despidiera de mi familia y eso, sería más difícil. 

Viajé a Ibiza hace dos días para poder dejar unas cosas y convivir con ellos. Para mi buena y mala suerte mi padre aún no ha llegado, por lo que tengo que esperarlo hasta mañana para poder despedirme de él, pero, he convivido con mi hermana y mi madre desde entonces. Mi hermana, Ainhoa, está feliz por mi, por lo que solo he recibido buenos deseos y muchas peticiones como, toma fotos, llamarla al menos una vez a la semana y enviarle postales, lo que me hizo muy feliz. 

En cambio, los días pasan y no he hablado nada con mi madre, supongo que de ella es a la que más me cuesta dejar y que por eso estoy buscando las palabras precisas para dejarle un bonito recuerdo. Estoy consciente de que solo es un viaje de casi un año lejos de aquí pero, para mí es importante, porque siento que es el viaje que cambiará mi vida. Así que, sin postergarlo más, tengo que hacerlo, debo hablar con ella. 

Después de buscarle por toda la casa, salgo por fin de ella para caminar hacia la playa más cercana que hay, esa a la que siempre nos llevaba de pequeños y que es parte de todos mis recuerdos de la infancia. Tan solo camino unos pasos la encuentro sentada sobre una manta blanca, viendo al mar, al parecer platicando al aire o hablando para sí misma. 

Tan solo me acerco y ella ve mi figura a lo lejos, quita la libreta, el libro que está leyendo y me invita a sentarme, lo hace con una sonrisa y dando pequeñas palmadas al lado para que lo haga justo a su lado. Tan solo me siento suspira. 

⎯Siempre te tomas tu tiempo, ¿no es así? ⎯ me pregunta, para luego sonreír. 

⎯Tú más que nadie sabe que soy pésimo con las despedidas, mamá ⎯ le respondo viendo hacia el mar. 

De inmediato, mis ojos se posan en aquella parte donde antes solíamos vivir y de la cuál nos mudamos tan solo regresamos de Madrid, hace años atrás – pero esa es una historia que no me toca relatar. Mi madre suspira. 

⎯Las despedidas son engañosas, ¿sabes? ⎯ me dice con esa voz tranquila. 

⎯¿Por qué? 

⎯Uno se despida con la esperanza de que pronto volverá a ver a la persona y luego pasa algo y ésta se desaparece por meses, años o incluso para siempre. Yo me despedí tantas veces cuando era joven que siento que ya no me afectan pero, es mentira. Me afecta más, sobre todo cuando se trata de las personas que amo. 

Volteo a ver a mi madre y la abrazo, pasando mi brazo sobre sus hombros y la junto a mi cuerpo ⎯ solo es poco tiempo madre, y tengo regreso asegurado. Iré a ayudar a muchas personas… ⎯ le consuelo. 

De pronto, escucho sozollos que me hacen voltear y verla al rostro. Los preciosos ojos de mi mamá, brillan, su piel morena, tan tersa y bonita, se siente tan bien cuando con la huella de mi dedo pulgar le limpia las lágrimas saldas. 

⎯¿Qué pasa? ⎯ pregunto con una sonrisa. 

⎯Nada, entre más vieja más lloro ⎯ me dice entre risas, tratando de esconder lo que siente. 

⎯¿Vieja?, pero madre, si eres súper joven ⎯le digo ⎯ dime qué pasa. 

Ella suspira ⎯ que siento que este viaje es porque quien huir de nosotros, de tu familia y, justo estaba pensando si había hecho algo mal para que quisieras salir huyendo tan desesperadamente de aquí. 

Niego con la cabeza ⎯ no madre, no hiciste nada mal, nada ⎯ respondo y, ahora me siento fatal ⎯ no pienses que es un viaje sin retorno, volveré, y no huyo de aquí, solo quiero ver otros lugares, reencontrarme, reconocerme… alejarme un poco de aquí para poder dirigir mi vida ⎯ explico, abrazándola fuerte. De pronto, me siento sumamente mal por todas las ausencias que le hicieron pensar que esto, era una huída más que solo un viaje. 

Mi madre me ve a los ojos y acaricia mi mejilla ⎯ te amo David, te amé desde el primer momento que llegaste a mí… no quiero que te alejes. 

⎯¿Alejarme? ⎯ inquiero ⎯ pero madre si solo es un viaje. 

Ella asiente y pone una mano sobre mi pecho a la altura del corazón ⎯ una cosa es que te vayas y regreses y otra que regreses pero te alejes de aquí ⎯ y da unas palmadas sobre mi pecho ⎯ me da terror que te alejes de aquí. Que perdamos esta conexión que desde siempre hemos tenido, no quiero que al regresar mi hijo esté tan cambiado que ya no haya esto… ⎯ suspira ⎯ sé que la relación con tu padre no es buena David, estoy consciente, pero quiero que sepas que te amamos, lo hacemos, y él está sumamente orgulloso de ti solo que le cuesta decirlo. No pienses que te odia, porque no es así. 

⎯No entiendo cómo lo defiendes, mamá ⎯ refuto. 

⎯No lo defiendo, lo entiendo, así como lo hago contigo ⎯ suspira ⎯ mi papel en esta familia no ha sido fácil pero, creo que lo he logrado, ¿no crees? 

⎯Tu papel es indispensable en esta familia madre y yo también te amo… ⎯ confieso. 

⎯David, una vez leí en un libro, que los cimientos de una vida son el amor, la comprensión, la confianza y la tolerancia; eso es lo que construye todo. Al final, lo que construimos en la vida, no es la vida en sí, son las conexiones que nos llevan por el camino de la misma gracias a esos cuatro cimientos. Si se pierde una conexión, los cimientos tiemblan y se puede perder todo ⎯ recita. 

⎯Eso es muy bonito. 

⎯Lo sé, lo escribió una mujer muy sabia. En fin, lo que te quiero decir con esto es que, lo que tú y yo hemos construido es hermoso, muy hermoso… y no quiero que nuestra conexión se vaya, así que, vete de aquí pero, no te vayas de aquí ⎯ y pone su mano a la altura de su corazón mientras la otra toca el mío por igual ⎯ ve y crea conexiones que te enriquezcan, no las cortes. 

⎯Lo haré ⎯ le prometo. 

⎯Solo quiero que seas feliz David, te mereces ser feliz, te mereces ser feliz ⎯ me repite con tanto ímpetu que hace que las lágrimas caigan por mis mejillas ⎯ has que valga la pena ⎯ finaliza. 

⎯¿Qué valga la pena que? 

Mi madre suspira y puedo ver en sus ojos que lo que me quiere decir no puede ser dicho ⎯ que valga la pena tu vida, no la des por perdida, porque no es así. Porque si no lo haces, al final, no le puedes echar la culpa a tu padre de no haber disfrutado lo que por derecho te pertenecía. Sé feliz. 

Abrazo a mi madre y sonrío ⎯ no entiendo porque me dices esto madre, solo es un viaje ⎯ insisto. 

⎯No solo es un viaje… es EL VIAJE ⎯ me comenta ⎯ tengo la corazonada de que después de esto, otro Canarias regresara de allá. Ve hijo, sé el talentoso pediatra que eres, disfruta y recuerda… te amo, te amo mucho. 

⎯Y yo más…y no te preocupes, esto que tenemos, lo que hemos construido, tiene los cimientos más fuertes que pueden existir.

Mi madre sonríe ⎯ espero que puedas construir más… sería bonito. 

⎯Lo sería ⎯ le respondo con una sonrisa. 

Ambos nos volteamos y vemos al mar, ese que siempre ha sido especial para ambos. Ella me habla ⎯ prométeme que me llamarás al menos una vez David… una. 

⎯Te llamaré una vez por semana como a Ainhoa y te contaré todo… 

Mi madre recarga su cabeza sobre el hombro ⎯mi hijo guapo… estoy orgullosa de ti. Ve a tu viaje y vuelve que tu madre te espera… ⎯ recita. 

⎯Volveré… juro que volveré… 

Y yo también tengo la corazonada de que otro David regresará… 

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