-Cusco, Perú-
Hace días salimos de Colombia Zimmer, Alegría, Jacinto y yo. Los cuatro nos dirigimos a nuestro próximo destino en Perú donde nos uniremos con nuevas personas, haremos otras amistades y sobre todo brindaremos ayuda a las personas que los necesiten.
Jamás me había costado tanto despedirme de un lugar, juro que si no fuera por mi orgullo Canarias hubiese llorado como niño mientras me alejaba de Murindó. Ahí, había pasado los meses más increíbles de mi vida y ahora, me iba de ahí con la misma mochila con la que que había llegado pero llena de cartas de agradecimiento, fotografías y sobre todo muchas, pero muchas enseñanzas.
Ahora, el viaje continuaba, a un lugar diferente pero con dos personas que se habían convertido en mis mejores amigos. Sin embargo, antes de volverme a meter de lleno en el trabajo, decidí que sería bonito visitar uno de los lugares emblemáticos de Perú, la legendaria Machu Picchu.
Tan solo subir caminando por sus veredas puedes sentir la altura que sofoca, las piernas te pesan y como el cuerpo te pide que pares un momento para poder estabilizarte. Sin embargo, cuando llegas todo ese camino vale la pena, al ver el precioso paisaje de la ciudad escondida entre los cerros dándote la bienvenida.
⎯¡Vamos Canarias!⎯ escucho la voz de Zimmer a unos pasos de mí, mientras trae a Jacinto cargando entre sus hombros⎯ ya casi llega.
⎯¡Dios!, esto sí que es pesado⎯ me quejo, mientras Alegría se ríe.
Mi cuerpo viene exhausto, desde que inicie este viaje no he podido descansar del todo bien pero, no me importa, siento que he dormido más que si estuviera en Madrid en mis días libres.
Por fin, después de unas horas llego y al ver la hermosa ciudad sonrío⎯ ¡Guau!⎯ murmuro.
⎯¿Bello no?, estos paisajes no se ven en nuestro continente⎯ me dice Zimmer con una sonrisa ⎯ yo le he dicho a Alegría que mi retiro será acá, en Latinoamérica.
Alegría solo se ríe⎯ vamos, pásame a Jacinto, lo llevaré a explorar.
Jacinto en seguida estira los brazos cuando Alegría estira los suyos. Ella lo carga para luego bajarlo y ambos caminar hacia otro lugar. Yo me siento en esa enorme roca con una preciosa vista a las montañas y saco mi cámara para tomar una foto.
⎯Ojalá pudiera tomar fotos que le hicieran justicia a todo esto⎯ le comento a Zimmer⎯ le hubiera hecho caso a mi madre y tomar el taller de fotografía del Colegio.
⎯¿Colegio?⎯ pregunta Zimmer tomando pequeños sorbos de agua.
⎯Sí, colegio…
Zimmer sonríe ⎯al parecer el Doctor Canarias tiene un poco de dinero… ⎯ dice entre risas.
Millones, para ser más preciso, pienso.
⎯Un puño de billetes que no es nada⎯ contesto evadiendo la pregunta.
Zimmer vuelve a reírse para luego sentarse a mi lado ⎯ cuando me uní a esto, jamás pensé que conocería lugares así o personas como mi bella Alegría ⎯ me dice.
⎯¿Cómo la conociste?⎯ pregunto.
Zimmer solo de acordarse sonríe ⎯ desde que la vi me gustó. Yo, sabía poco español y ella estaba dispuesta a enseñarme. Entre el vos y el tú nos enamoramos y ahora se irá conmigo, quién iba a pensar que encontraría el amor tan lejos de donde vengo.
⎯¡Qué suerte!⎯ expreso con una sonrisa.
⎯Alegría me dice que tú ya estás enamorado… pero que te ganó andar de chicanero…
⎯No sé de donde saca esas cosas Alegría, pero ya le dije que no, nunca he estado enamorado y no sé si algún día lo estaré. No entiendo porque todos insisten ten esto… no se supone que tú y yo deberíamos hablar de medicina.
Zimmer se ríe tan alto que su risa hace eco en todo el lugar⎯ ¡Ay David!, nosotros hablamos del amor cuándo podemos porque de eso está hecha nuestra profesión. Eso nos mueve, el amor por salvar a personas, por curar… estamos rodeados constantemente de tanta desgracia, tanta muerte, que el amor es lo único de lo que podemos hablar. O qué, ¿piensas que la medicina te trajo hasta este rincón del mundo?, no, fue el amor.
⎯Alegría y tú se merecen⎯ le comento⎯ los dos son unos románticos.
⎯Tal vez, pero un día estarás igual que yo, enamorado y te acordarás de lo que te dijimos…
Me pongo de pie ⎯ iré a explorar, ¿vienes?
⎯No, me quedaré aquí… ve tú⎯ me indica.
Así, tomo mis cosas y camino por las pequeñas veredas, viendo las hermosísimas ruinas, disfrutando del cielo azul claro pero, sobre todo, de la tranquilidad y de la paz que me da este lugar.
De pronto, un precioso colibrí se acerca a mí, lo veo tan cerca que no lo puedo creer. Sé que los colibríes vuelan tan rápido que es difícil verles pero este, hasta parece que me está hablando y que quiere que le preste atención.
⎯Es un picaflor ⎯ escucho la voz de Alegría detrás de mí.
⎯¿Disculpa? ⎯ pregunto sin moverme, aunque el colibrí parece que no me tiene miedo. Le ofrezco un poco de agua en la tapa de mi botella y éste se acerca haciendo sonreír a Jacinto que lo ve con atención
⎯Te estoy diciendo que ese pajarito es un picaflor y que cuando uno de ellos se te arrima a tu vida te da buena suerte o que te van a dar buenas noticias. También es igual lo mismo si sueñas con él.
⎯Sí sueño con un colibrí es porque tendré buenas noticias…⎯ confirmo, tratando de no reírme.
⎯Así es mi Doctor. Esos pajaritos no se acercan porque sí, éste le está trayendo buena suerte o tal vez es porque algo bueno le va a llegar⎯ repite segura.
⎯Tal vez este pajarito se le acercó a Jacinto⎯ insisto.
Alegría suspira⎯ ¡Ay Doctor!, usted es demasiado terco, no acepta su destino y menos su suerte… si fue clarito que se te acercó a vos… escúchelo. Mírelo, vea no se va.
Volteo a ver al Colibrí y sonrío ⎯¿qué me dirás?⎯ le pregunto.
El colibrí se aleja del agua y me echa un último vistazo ⎯ pero dígale bien, firme. Dígale, aceptó las buenas noticias.
⎯Alegría, es un colibrí…
⎯Que le digás, verás como es verdad lo que te estoy diciendo hombre⎯ me comenta.
Volteo a ver al colibrí ⎯ Picaflor, acepto las buenas noticias⎯ le digo⎯ en eso, el colibrí inesperadamente sale volando haciendo que lo pierda de vista y haciéndome sonreír. Inesperadamente siento un golpe sobre mi brazo y volteo ⎯¡Auch!⎯ le reclamo a Alegría.
⎯Te merecés ese mancazo, parce⎯ me dice.
⎯¿Por qué?, hice lo que me pediste.
⎯Pero casi no le hacés y casi se le escapa la oportunidad de recibir buenas noticias… a ver ¿qué pasa si ve que no las acepta va y se las dice a otro por ahí? ⎯ habla segura.
⎯Pues que bien, ¿no?⎯ le comunico⎯¡Auch!, ya no me des mancazos.
⎯Se los doy por guevón, ¿cómo así que qué bien?, ¿cómo le va a dar sus buenas noticias a otro man por ahí?, no… ahora, la suerte está echada… el Picaflor ya dijo lo que tuvo que decir.
Niego con la cabeza ⎯bueno, y ¿cómo voy a saber esas buenas noticias?⎯ pregunto.
⎯No sé, supongo que vos sabés… eso es algo suyo, tampoco el pajarito picaflor venía con así como con instrucciones. Vos lo vas a sentir y vas a caer en cuenta… vas a ver que te vas a acordar de mí.
⎯¡Ay Alegría!, eres la persona más…
⎯¿Más qué?⎯ me pregunta en ese tono fuerte qué tiene.
⎯Más genial que conozco, nunca cambies⎯ le digo poniéndome de pie y alejándome de ahí.
Así, mientras me alejo la escucho gritar ⎯¡Doctor me lo vas a agradecer toda la vida!, yo se lo digo.
Me río y mejor sigo bajando para ver el resto de las ruinas. Así, mientras veo el resto del paisaje, a lo lejos vuelvo a ver el ave volando ligera y libre por lugar ⎯Picaflor… ¿Dónde he escuchado esa palabra antes? ⎯ me pregunto, tratando de recordar. ⎯ Bueno, si es cierto que traes buenas noticias y suerte, te reto a que me sorprendas⎯, le digo para después disfrutar del resto del paisaje.