Al final del viaje

-Huánuco, Perú – 

¿Qué hago en Huánuco, Perú?, ni yo lo sé. Simplemente vine para acá porque Zimmer y Alegría me trajeron. Se supone que mi campaña terminaba hace unas semanas atrás pero, ellos, pensaron que sería divertido que los cuatro viajáramos al último destino que tenían, Huánuco. 

Aquí, no hay médicos Sin Fronteras, pero si hay una asociación que se encarga de traer doctores especialistas para ayudar a las personas. No es que mi consulta sea de especialista pero, la de Zimmer sí. Al parecer el hace algo que ningún doctor puede, por lo que siempre está viajando por todas partes. 

Así que ahora me encuentro aquí ayudando solo por amor al arte, apoyando a los pediatras de la comunidad y aprendiendo cada vez más. Eso si, las diferencias han sido abismales. Ya no duermo en un catre que casi toca el piso, ni seco mi ropa colgándola en un hilo en le baño. Esta vez me atreví a ir a una posada y rentar una habitación para estar más cómodo. Hice lo mismo con Alegría y Zimmer, que me agradecieron bastante aunque no dejan de preguntarme cuánto me deben 

⎯No es nada⎯ les contesto, por no sé que vez en este viaje. 

Y en verdad no es nada, porque todo estuvo cargado, con permiso de mi padre, a la cuenta del Conglomerado. 

⎯¿Seguro?, porque ya nos vamos y no queremos quedarnos con una deuda⎯ me pregunta Zimmer, mientras arregla las últimas cosas en la clínica. Ya que ayer hubo campaña de vacunación y tiene que asegurarse de que todo quede perfecto. 

⎯No, no te enviaré ninguna cuenta. Y eso que todavía te vas cuando me prometiste que nos regresaríamos juntos a España. Quería que conocieras a mi madre y a mi hermana⎯ le recuerdo. 

Zimmer, me había prometido que haríamos un proyecto juntos, que incluso iría a Madrid conmigo para visitarla y sobre todo hablar al respecto. Yo, renunciaría a mi sueño de ser jefe de pediatría en el hospital pero, la familia para él es primero. La embajada, hace días, les dijo que tenían que regresar a Lima antes de lo indicado, ya que los papeles nuevos de Jacinto llegarían en dos días. 

⎯Lo siento,⎯ se disculpa⎯ pero ahora tengo un hijo, y él es primero. 

⎯¿Al menos me invitarás a tu boda con Alegría? ⎯ insisto. 

⎯Esa mujer y yo estamos bien así, sin bodas… créeme. 

⎯¿Seguro?, porque creo que es lo más obvio que pase. Además ustedes siempre están hablando del amor, y del destino ⎯ los imito y Zimmer sonríe. 

⎯Creemos en el amor, y en el destino, pero no en el matrimonio… así que eso nos hace amarnos mas, o qué, ¿tú si crees en el matrimonio? ⎯ me pregunta, dejándome en jaque. 

⎯¿Creés en el matrimonio? ⎯ escucho la voz de Alegría detrás de mí. 

⎯¡Joder Alegría!, me asustaste⎯ le reclamo. Alegría ama salir de la nada y tomarme desprevenido. 

⎯Hummm pues así tendrás la conciencia, negra. Decime hombre, ¿creés en el matrimonio?, eso si no me lo has dicho 

⎯¿No tienes una maleta que hacer? ⎯ trato de esquivar la pregunta. 

Alegra voltea a ver a Zimmer y luego sonríe viéndome a mí ⎯si que sos un man muy raro, mi Canarias. Decís que tu destino es andar por ahí solo y pensas que el amor es puro cuento, pero creés en el matrimonio, vos sos muy raro definitivamente.

Sonrío ⎯Yo jamás dije que creía en el matrimonio y ya te dije que no cariño. Ya sabés que yo nací para andar por ahí de casquillero. Si eso fue lo que más te gustó de mi ¿o no?⎯ digo imitándola. Después de tanto tiempo a su lado, puedo hacerlo a la perfección. 

Zimmer se ríe y Alegría simplemente me da un golpe sobre el hombro⎯ ¡Ah!, ¿se te hace muy charro?,por más que te esforcés a ti no te sale el acentico⎯ me reclama⎯¡Tan grosero! 

La abrazo fuerte ⎯ ¡Venga para acá Alegría!, ¡que no sabe cuánto me hará falta! ⎯ trato de imitar su acento. 

⎯Pues pa’ que veas que no puedo decir lo mismo de vos⎯ contesta, tratando de enojarse. 

⎯Ya hombre, Canarias, deja de molestar a mi mujer que tengo horas de viaje en bus por delante ⎯ me pide Zimmer. 

⎯Oíste vos tampoco te hagás el charrito que nada más te juntás con éste y te volvés mero payaso ⎯ le regaña Alegría. 

Ambos nos seguimos riendo de los regaños de Alegría. Si soy honesto, la voy a extrañar mucho, porque no solo fue una buena compañera y colega, si no una excelente amiga que me aconsejó y me ayudó mucho. Si un Canarias diferente regresa, es por ella. Así, finalmente, cuando Zimmer deja la pluma sobre la carpeta, ambos nos miramos y él sonríe. 

⎯Llegó el momento doctor Canarias. Queda a cargo por unos días hasta que usted le toque regresar, ¿cree que pueda hacerlo?⎯ me pregunta, con una sonrisa en su rostro. 

Tomo la carpeta⎯ claro que puedo, soy David Canarias. 

⎯Vea este tan creído⎯ responde Alegría. 

⎯Casquillero, creído, y así me amas, cariño⎯ comento, para hacerla reír. 

Alegría sonríe y luego me da un abrazo que me sabe a pura melancolía ⎯ Vení que tengo un regalo pa’ vos. 

⎯¿A caso es un mancazo? ⎯ pregunto. 

Ella simplemente se ríe ⎯¿tan traumado quedo de mí o qué?

⎯Bueno, doscientos mancazos después, sí. 

⎯Mimadito…⎯ responde, para luego sacar de su bolso la libreta con forro de cuero que siempre carga⎯ para vos. 

Tomo la libreta y al abrirla, veo que son sus poemas ⎯ no Alegría, no puedo aceptarlos. 

⎯Quedátelos, es que son pa que me recordés. Porque tengo la sensación de que jamás nos vamos a volver a ver. 

⎯No digas eso… 

⎯No hombre no estoy diciendo que me voy a morir, vos si sos exagerado, si no porque hasta aquí nos trajo el destino, y por eso quiero que lo tengás y los guardés bien.

Los acepto con una sonrisa⎯ yo no tengo ningún regalo… ¿gustas un mechón de mi cabello?⎯ le bromeo. 

Alegría se ríe ⎯ No hombre, no necesito nada de vos, sos el hombre más casquillero que he conocido en la vida, así que eso te hace como “un caramelo escaso” o sea, único e irrepetible ⎯ me abraza ⎯ tené una vida feliz, mucha suerte, doctor Canarias.

⎯Tené una vida feliz, Alegría⎯ respondo. 

Zimmer me abraza también⎯ posiblemente luego iremos a África, ¿no quieres venir? ⎯ me comenta. 

⎯ No, no creo. Por el momento regresaré a mi vida en Madrid; después veré si hago otro viaje para acá… ⎯ respondo, ⎯ tal vez aplique de nuevo para Colombia. Hay algunos catres que probar. 

Alegría se ríe ⎯ Mor vamos, que tenemos que ir por el niño y de ahí a coger el bus. 

Alegría y yo nos vemos por última vez ⎯ ¿Un mancazo de despedida? ⎯ pregunto. 

Ella niega, y vuelve a abrazarme ⎯ chaíto mi David, no me olvidés⎯ recita, para luego salir por la puerta.

Zimmer me abraza una vez más ⎯ Adiós amigo, espero algún día nos volvamos a ver. 

⎯ Yo también lo espero ⎯ respondo, y así, después de meses juntos, me quedo solo. 

[…] 

-Al día siguiente: por la tarde- 

Apenas han pasado veinticuatro horas de que Alegría y Zimmer se fueron y yo ya los extraño. Extraño las pláticas con Alegría cuando venía a ve a Zimmer por las tardes, jugar con Jacinto al fútbol y sobre todo compartir turnos con Zimmer, donde ambos hablábamos de todo un poco o aprendíamos de nuestras distintas áreas. 

Sin embargo, mi aventura está a punto de terminar, también. En dos días tomo el autobús a Lima para, de ahí, tomar un vuelo directo a Madrid. Mi madre y mi hermana no caben de la emoción y me han dicho que lo primero que debo hacer al llegar es ir a Ibiza a verlas. 

Al principio, mi madre no entendía porque había extendido mi viaje unos meses más, sin embargo, creo que mi aspecto y mi rostro sonriente le han hecho entender, que todo lo he hecho por ser feliz, tal y como ella me lo pidió. 

Así, en esta tarde tranquila, donde no ha pasado nada. Tomo la libreta de Alegría y la abro justo en el poema que me marcó con un pedazo de hoja y comienzo a leerlo. 

 Destino, cuando te encuentre. 

Creo que ya nos habíamos encontrado.

Destino.

Llegaste pero no te vi.

Destino. 

Supongo que eres así. 

Destino.

Hace días llegaste como un picaflor.

Destino. 

Volaste en el viento, te posaste en mi. 

Destino. 

Me murmuraste..

Destino. 

Y yo, te creí. 

Destino.

Me abandonaste.

Destino. 

Y nos volvemos a encontrar. 

Destino. 

Regresaste en forma de ave. 

Destino.

Y yo te deseaba en su mirar. 

Destino. 

Lento pero nunca tarde. 

Destino. 

Te posaste en mí. 

Destino. 

Y yo sonrío al verte. 

Destino. 

Porque una vez más. 

Destino. 

Has llegado a mí. 

De pronto el ruido de las llantas, interrumpe mi lectura. Subo la mirada y veo a un hombre que se baja de inmediato de una pickup y comienza a correr hacia mí. 

⎯¡Doctor!, ¡Ayuda! ⎯ me dice desesperado. 

Así que me pongo de pie y camino hacia él lo más rápido que puedo⎯¿qué pasa? 

⎯¡La fotógrafa!, ¡Se cayó y se golpeó en la cabeza!, ¡trae sangre en el rostro doctor!⎯ me urge, y salgo corriendo hacia la camioneta junto con él. El hombre se sube a la parte de atrás de la pickup, y con todas sus fuerzas carga a la fotógrafa que viene inconsciente⎯Es ella doctor⎯ me comunica.

Entonces, siento como si todo se volviera en cámara lenta, como si mi mente quisiera que recordara esto con tanto detalle que jamás lo pueda olvidar. En mis brazos, él, pone a la mujer y cuando veo su rostro sonrío al descubrir quién es ella. 

⎯No puede ser⎯murmuro, mientras un golpe de recuerdos y memorias juntos llega a mi mente e, inexplicablemente me despiertan miles de sensaciones y sentimientos que pensé no tenía. 

Destino, hace días me lo dijo un picaflor, y yo te creí, porque una vez más, has llegado a mí… Luz Ruiz de Con. 

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