[GAEL]
Recordándo
Hace exactamente tres años, en una noche de gala durante los premios Grammy Latinos, mi vida se cruzó con la de Adela Carasusan. Yo, siendo uno de los invitados, no podía prever que ese encuentro marcaría un antes y un después en mi existencia.
Adela, deslumbrante en un vestido corto de lentejuelas negras, con labios rojos y cabello suelto, capturó mi atención desde el primer instante. Su sonrisa irradiaba belleza y alegría, atrayendo las miradas de todos en la alfombra roja, incluyendo la mía.
Después de las fotos y entrevistas, la vi sola en un rincón del recinto, disfrutando de una copa de champagne. Me acerqué, y con un toque de humor, le comenté sobre su consumo de champagne.
— Si sigues tomando champagne así, no llegarás a la cena —bromeé, y ella respondió con una sonrisa.
— Soy buena tomando champagne… —me miró con curiosidad—. ¿Y tú, quién eres?
— Gael Salvatierra —me presenté, y su sonrisa se amplió.
— ¿Gael Salvatierra, el actor de la película de acción con carros y modelos? —preguntó.
— Exactamente.
Adela reveló su identidad como actriz y, entre risas, intercambiamos algunas anécdotas sobre nuestras carreras. Mencioné haber visto sus películas, y ella bromeó sobre su papel persistente como Evangeline Volturi en una película de vampiros.
Un mesero pasó con una bandeja de copas de champagne, Adela tomó otra y me la ofreció.
— Nunca dejes que una mujer beba sola, es de mala suerte —aconsejó, y aunque disculpándome por no beber mucho, brindamos.
La conversación se volvió más personal cuando le pregunté por su presencia en el evento.
— Soy popular, no puedo evitarlo. Mi novio, Benjamín Bornes, está nominado por un dueto con Shakira. Estoy aquí como su novia, ese es mi papel hoy.
— Muy bien actuado, por cierto —comenté, y ella admitió no tener un globo de oro por mala actriz.
La charla continuó, revelando mi situación como presentador sin pareja. Adela, en tono juguetón, sugirió que era gay, a lo que negué rotundamente.
Benjamín Bornes se unió a nosotros, presentándome en perfecto inglés. La interacción se tornó amena, pero mi atención estaba exclusivamente en Adela.
— Gael Salvatierra, este es mi llamado. Me dio gusto conocerte, y espero que podamos volver a encontrarnos.
[En sesión]
— Y así fue como la conocí —relato a la psicóloga, quien escucha atentamente.
— Entonces, desde el principio, Adela te gustó —afirma.
— Llamó mi atención, sí, pero eso ya lo saben todos —respondo. Volteo a ver a Adela, quien se recuesta en el sillón con la mano sobre la frente
—¿Cómo era tu relación con Benjamin Bornes, Adela? —pregunta la psicóloga, provocando una reacción en ella.
— Era buena. Llevábamos mucho tiempo juntos, y aunque no éramos la pareja del año, vivíamos en paz.
— ¿Cuánto tiempo duraste con él? —inquiere la psicóloga.
[Adela]
— Cuando conocí a Gael, llevábamos tres años. Ya vivíamos juntos y había rumores de que pronto me pediría matrimonio —aclaro.
Vuelvo hacia Gael y con dureza, expreso:
— Debo admitir que desde el principio, Gael, me agradó. Pero en ese momento, yo salía con Ben, así que no le presté importancia.
— ¿Y cuándo lo volviste a ver? —pregunta la psicóloga, aumentando la tensión.
— Meses después, coincidimos en un evento de beneficencia.
— ¿Y cuál fue tu primera impresión de Gael? —sigue indagando la psicóloga.
— Que era guapo —respondo sin reservas, notando su incomodidad—. Pero no pude ver más allá. Tal vez, si lo hubiera hecho, no me habría casado con él.
— Lo mismo puedo decir sobre ti, Adela —replica Gael fríamente—. Tal vez tu físico fue lo que me distrajo de lo que verdaderamente eres: un ave de rapiña que solo busca fama y dinero.
— ¿Siempre fueron así de agresivos? —pregunta la psicóloga.
— No —contesto más tranquila—. Años atrás, no sabíamos que era una discusión, y luego pasó.
— ¿Pasó qué? —indaga ella.
— Lo que tuvo que pasar —contesto evadiendo la pregunta—. Creo que ese punto podríamos tocarlo más adelante. En este momento, no tengo humor para recordarlo de nuevo. Sobre todo cuando él se encarga de echármelo en cara todo el tiempo.
Gael se quedó callado, y ambos nos levantamos para acompañar a la psicóloga a la puerta.
— Gracias por aceptar darnos las sesiones en la casa. La verdad es que Gael y yo entrando a un consultorio no es muy buena publicidad —comento.
— De nada, Adela. Nos vemos —dice la psicóloga, saliendo por la puerta.
Camino sin prestarle atención a Gael, subo las escaleras con la intención de encerrarme en la habitación.
— ¿Todo es publicidad para ti, no? —me reclama Gael desde abajo.
Me vuelvo y le miro a los ojos.
—Así es. Debo aprovechar toda esta humillación para algo bueno. ¿Por qué no vas a tu habitación y posteas una foto en Instagram fingiendo que todo está bien?
Él aprieta los labios, y con firmeza, le digo:
— Ya no me hables, Gael. Ya tuve mi dosis de Salvatierra por el día de hoy.
Un portazo finaliza la conversación.
Qué pasooooo!!!
Muero de curiosidad
Ayyyyy que fue lo que pasó???? Si se gustaron al principio. Ya me entró la duda fue culpa de Gael o Adela lo que dicen q pasó? 😱😱😱😱