[Gael]

Como era de esperarse, no he visto a Adela en dos días. Sé que sale de vez en cuando a algún lugar de la casa, pero no sé cuándo. Bajo a la cocina y puedo ver los platos recién lavados. Ayer encontré su perfume cerca del balcón que tenemos arriba, pero físicamente no sé dónde está. No me quiere ver, y es comprensible; piensa que soy un total idiota, y sí, me encargué contundentemente de hacérselo saber. Pero ahora solo la psicóloga sabe que nunca, en todo este tiempo, he estado con nadie más que no sea ella. No puedo; respeto tanto su piel que no he querido tocar otra.

Pensé que los papeles del divorcio eran solo algo que dijo en el momento de calor que hubo en ese consultorio, pero no, sí están esperando a ser enviados en enero. Lo sé porque mi abogado acaba de hablar y darme todas las estrategias que podemos hacer para poder demandarla. Yo no quiero eso, no quiero hacerlo. No quiero divorciarme de ella ahora que sé todo.

Salgo de mi habitación para bajar al estudio y encerrarme un rato ahí, desahogarme y pensar mejor las cosas, cuando escucho que ella abre la puerta de la casa. Me asomo por el barandal y la veo quitándose el abrigo y los guantes. Otra vez, se ha escapado de mi vista y me ha abandonado en este infierno que vivimos juntos.

— Adela — le digo cuando la veo aparecer por las escaleras.

— Ahora no, Gael — me dice como siempre — quiero darme un baño caliente y descansar un rato.

— Escúchame — le pido, y ella se queda de pie y me mira. Los ojos le brillan de tanto llorar y hacen que mi corazón se haga chiquito.

— Dime — dice tranquila; supongo que está siendo asesorada por sus abogados y ahora debe mantener la paz.

Me acerco a ella, y puedo sentir su piel fría cerca de mí. Ella no me rechaza, pero tampoco quiere estar ahí.

— Dela, sé que ya estás en los trámites para que esto termine, pero necesito pedirte un último favor.

Ella cierra los ojos y respira.

— Si hablas del viaje a Málaga, mi respuesta es no, Gael. No puedo seguir fingiendo más esto.

— ¿Fingir? — le pregunto desconsolado — no es cierto, todo este tiempo nunca fingiste que me amabas.

— Pero tú sí, lo que hace esto una farsa ¿no? Así que al final de cuentas eres tan culpable como yo. Así que, si me disculpas, debo ir a ducharme.

Adela camina hacia su cuarto y antes de entrar, la tomo del brazo.

— Adela, yo tampoco fingía que te amaba — digo esa frase, y ella se queda de pie.

— Basta, Gael, basta, ¡basta ya! Sólo déjame ir, ya tienes lo que quieres y ya me lastimaste demasiado.

La jalo hacia mí, y ella queda de frente.

— ¿Ya olvidaste el beso que nos dimos? — Le pregunto en un murmullo — ¿Lo sentiste como yo? ¿Te caló como a mí? Dímelo, porque yo no puedo dejar de pensar en eso.

— Da igual si lo sentí o no, ¿cierto? — contesta fría.

— Me dijiste que me amabas, y me lo dijiste varias veces, y yo, yo también te amo, nunca he dejado de hacerlo y sé que nos lastimamos, pero podemos salvar eso, ¿sabes? Podemos hacerlo. Solo se necesita…

— Gael, se necesita que volvamos a empezar desde cero y no estoy dispuesta a hacerlo. La oportunidad fue dada y lo arruinamos. Ahora debemos retirarnos antes de que nos matemos. Tú puedes regresar con tus amigas y yo puedo regresar a no ser un fantasma.

La tomo de los hombros con ambos brazos, y ella abre los ojos asombrada. De nuevo nos encontramos frente a frente, sin nada que nos pueda separar. Me acerco a ella lentamente, y puedo sentir cómo su cuerpo comienza a temblar, y las lágrimas bajando por sus mejillas.

— Adela — le digo en voz baja — te lo pido, ven a Málaga, hagamos este último viaje juntos, déjame probarte que aún soy el Gael del que te enamoraste y si no lo logro, al menos ven para que pueda darle gusto a mi familia que no tiene la culpa de esto, y cuando me pregunten por qué nos divorciamos pueda decirles “al menos lo intentamos” sin sentirme como un verdadero idiota.

Adela se separa de mi pecho y me mira a los ojos.

— No lo sé, Gael, todo lo que dijimos ayer en terapia me ha dejado completamente desaliñada, y no tengo humor para fingir felicidad, ni que tengo un excelente matrimonio contigo y sobre todo que te amo.

Junto mi frente a la suya, y de nuevo los nervios se apoderan de nuestros cuerpos. Comienzo a frotar mi nariz con la suya, jugando con la idea de besarla, y sé que la tentación me provocará que lo haga. Quiero que ella me busque, que empiece esa conquista de nuevo entre los dos. Rozo sus labios sutilmente, y ella respira al volver a sentirme. Poco a poco le voy besando en los labios, pequeños besos para probar los suyos y esperar su reacción. Entonces, ella se prende de los míos sin que yo lo espere y se deja llevar por eso que ambos sentimos que a besos vamos desenterrando y descubriendo.

El beso sube de nivel, pasa de ser totalmente tierno a ser arrasador. Nuestros labios se coordinan, nuestras respiraciones se tranquilizan, y las manos empiezan a acomodarse en los lugares indicados para hacernos sentir aún más. Tomo a Adela de la cadera y la pego contra la pared que está al lado de su puerta para poder sentirla más cerca de mí. Sus labios rojos y aterciopelados me vuelven loco y comienzan a pasarme factura en otras partes de su cuerpo. La deseo, la necesito, y si ella me lo permite, le haría el amor en ese momento, pero sé que sería muy fácil y que ella no me lo permitirá.

Entonces todo lo bueno debe parar, y Adela comienza a alejarse beso a beso hasta que nuestros labios no se pueden juntar. Somos dos bombas a punto de explotar, y de nuevo nos hemos calmado, dejando de testigo nuestras respiraciones agitadas.

— ¿Sentiste eso tanto como lo hice yo? — le susurro, y ella se muerde en señal de que no hay duda de que ambos estamos en la misma frecuencia — solo un viaje Adela, un viaje conmigo y te juro que si no funciona y te quieres divorciar después de esto, yo mismo te lo doy, sin abogados de por medio, sin condiciones y sin reparos. ¿Qué dices? ¿Me das la oportunidad?

Ella aún se queda en silencio y me sigue viendo a los ojos. No sé si aceptará o no, pero espero con todo mi ser que lo haga, que podamos al menos salir de este ambiente tóxico y hablar, lo necesitamos, aún hay muchas cosas por confesar, por recordar, por revivir. Quiero que volvamos a ser los mismos de antes, los que se perdieron en ese hotel cuando se dieron el sí en frente de todos.

— Mañana espérame fuera de la casa listo para partir a las 10:00 am. Si salgo es porque te doy una oportunidad, pero si pasan 10 minutos y no estoy ahí, considérate divorciado y puedes ir a ver a tu familia sin mí. No quiero ir a rehacer lazos que sé pronto voy a tener que perder.

Sus palabras son duras, pero no puedo esperar nada más de ella. No tengo más que aceptar su trato y seguir con lo que resta del día.

— Muy bien, entonces mañana se decidirá todo — le digo tratando de no regresar y besarla cómo hace unos momentos.

— Con permiso, Gael — me dice educada y después cierra la puerta del cuarto.

[Adela]

¿Cuántos besos me puede dar Gael para convencerme de que me ama? ¿Cuántos serán suficientes para mí para creerle? Me quedo en la habitación totalmente fuera de mí después de volver a sentir sus labios con los míos. Es una sensación extraña entre odio y amor lo que tengo ahora hacia él. Ayer, al enterarme de lo que había pasado para que me tratara así, estaba dispuesta a abandonarlo. Incluso él no lo sabe, pero mis maletas ya están empacadas y listas para salir conmigo. Pero hoy, después de volver a sentirlo así, tan cerca de mí, de volver a tocar su cuerpo y hacerme sentir deseada otra vez, no sé si pueda hacerlo.

Gael me hizo mucho daño, me engañó muchas veces y no le importó lo que yo sentía, me humilló y me hizo sentir la peor persona del mundo y aún así no soportaría no estar a su lado. Esta relación tóxica que hay entre los dos nos está matando, y ahora él quiere una oportunidad, pero dudo que una persona pueda cambiar así, de la noche a la mañana.

Me paro frente al espejo y me quito la ropa para meterme a la ducha. Me veo en el reflejo mientras admiro mi lencería que día a día me pongo con la esperanza de que él llegue a descubrirla y comienzo a acariciar mis labios que aún tiene su calor, cierro los ojos y bajo mi mano hacia mi cuello, acariciando y sintiendo como mi piel se eriza. 

Bajo hacia mis pechos que, al tocarlos contra la tela del sostén, me provocan todo lo que él hace. Deseo volver a sentir sus manos acariciándome como lo hizo la otra vez sobre mi cama. La mano sigue su camino, recorriendo cada centímetro de mi vientre hasta que llega a mi pantaleta y me detengo de inmediato. Después, acaricio levemente mi intimidad y gimo bajito, solo para mí. 

Gael  me excita, me gusta, me atrae mucho. No ha pasado totalmente desapercibido verle por la casa caminar con esas playeras pegadas, o salir de su habitación con el torso desnudo buscando una playera limpia en el cuarto de lavado. O la vez que me cargó con sus fuertes brazos para no quemarme las plantas de los pies y esas miradas, tan intensas, tan llenas de pasión que me encienden y que me han mantenido despierta varias noches mientras me imagino qué me haría acostada en mi cama. 

 No puedo dejarme llevar por eso. No puedo mezclar la atracción con todo lo que me hizo. Me hizo sentir lo peor durante mucho tiempo, y ahora pide que lo perdone con un viaje a Málaga, que sé no repondrá todo el tiempo perdido, y yo ya no estoy dispuesta a perderlo.

Entro al baño, y mientras el agua de la ducha cae y veo cómo el baño se llena de vapor, cierro los ojos y recuerdo la primera vez que estuvimos juntos. Ese cuarto de hotel en Los Ángeles, donde me hizo el amor como nadie en la vida lo había hecho. La forma en que se movía, me acariciaba con sus manos y me pegaba a su cuerpo para sentirlo cada vez más dentro de mí. Todo eso, por más erótico que suene, estaba protegido por el gran amor que nos teníamos, y eso no se puede esconder, ni en un beso, y el que nos acabamos de dar gritaba “te amo” en cada movimiento de nuestros labios.

Al sentir el agua caliente sobre mi cuerpo, solo puedo pensar en una cosa. Si le doy una oportunidad, le estaré dando alas, y si no logramos levantar vuelo, la decepción será para ambos. Pero si le digo que no y dejo que se vaya, solo me arrepentiría el resto de mi vida, porque no podría saber si esto se podría haber salvado, si después de tanto tiempo el amor puede regresar. No me queda más que consultarlo con la almohada. Mañana será otro día, y por primera vez en meses, tengo algo que perder si no tomo la decisión correcta.

2 Responses

  1. Ay Dios. Que dolor todo el daño q se han hecho. Obvio maa Gael hacia Adela, le ha hecho creer q le es infiel y los ha visto, es que eso ya es mucho. Yo estaria igual que Adela, que puede pesar mas? Que fuerte.

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