Cuando mi madre murió, mi padre cambió una y otra vez las versiones de como la conoció, nunca he sabido por qué. Un día me decía que la conoció caminando por la calle y otro que se encontraron y fue amor a primera vista. Quiero pensar que mi padre, sin querer, aún trata de mantener viva a mi madre en esas pequeñas fantasías que se permite tener, en esos instantes donde su encuentro es mágico, antes de que la tragedia duela.
Yo siempre me pregunté como conocería a esa persona especial o si tendría la suerte de conocerla. Como he dicho antes, he visto el amor pero nunca me enamorado, así que siempre me venía a la mente como sería ese momento y si en algún punto se me había pasado por andar jugando al amor.
Quiero pensar que mi momento llegó, porque jamás me había sentido así, jamás había pensando tanto en un mujer todo el tiempo, soñado y deseado volverla a ver. Incluso, puedo confesar, que ahora que Luz se fue ya la extraño, como nunca lo había hecho con una persona, lo que se me hace una tontería porque tan solo hace unas horas nos apartamos.
¿Cómo es que algo tan tortuoso como es pensar en alguien todo el tiempo a la vez es la sensación más maravillosa que se puede tener?, ¿cómo se pueden controlar esos pensamientos?, la respuesta es no se puede, menos si son los que ahora te hacen feliz.
***
Después de que llegué del parque, subí lo más rápido que pude hacia mi piso y toqué la puerta del piso de Marta hasta que salió. Mi vecina, esa maestra de niños de primaria, salió con un rostro de pocos amigos y el cabello completamente hecho un lío, lo que me hizo reír.
⎯¡Ah!, eres tú⎯ pronuncia, mientras un sabor a ajo salía de la cocina.
⎯Sé que es tu día libre y por eso quería aprovechar para decirte que… la vi⎯ hablo emocionado como un niño pequeño.
⎯¿A quién?⎯ inquiere ella, para luego colocar sus manos a la altura de su cintura.
⎯A ella…
⎯¿A quién?⎯ insiste y al parecer lo que desea es que yo pronuncie su nombre.
⎯Pues.. a quien más… ¡A Luz, Marta!, ¡A Luz!⎯ hablo emocionado y la tomo de la cintura para cargarla y darle vueltas.
⎯¡Basta Canarias!, ¿qué es eso de andar cargando gente sin permiso?⎯ me regaña, para luego obligarme a que la baje.
⎯Lo siento, es que soy feliz. De pronto el cansancio se fue, todo lo fastidiado que me sentía del día ya no está y ahora, no solo la vi, si no tengo un nuevo pasatiempo⎯ le presumo y saco de mi mochila el nuevo libro que compré y se lo doy.
⎯¿Origami de principiante a experto?⎯ lee el título en forma de pregunta para luego poner la mano sobre la frente⎯¿estás enfermo?
⎯No, espero que no…
⎯Y origami, ¿para qué?, ¿a caso es japonesa?⎯ inquiere Marta.
⎯No, pero, me dijo que la única manera de ser tío David es aprender origami, comprar helados y dar dulces a su pequeña sobrina, Sabina… ella ya me aceptó.
⎯¿Tío David?⎯ pregunta y me ve a los ojos con una sonrisa⎯¿es verdad eso?
⎯Lo es, lo es Marta… y no puedo esperar a enseñarle mis mejores piezas de origami⎯ le comento.
⎯¿Y eso cuándo?⎯ me pregunta.
⎯¿Cómo que cuándo?⎯ inquiero.
⎯Sí, ¿cuándo?, ¿la vas a llamar para un cita?⎯ insiste, y abro los ojos verdaderamente sorprendido, provocando que ella me dé un golpe leve sobre el pecho⎯¡no le pediste su número!
⎯Bueno…
⎯¡Dios, se me olvidaba!, David Canarias nunca pide números, siempre se los dan… Dios, Dios, en verdad eres un idiota, un idiota.
⎯Lo siento es que… no estoy acostumbrado, no me vino a la mente⎯ me disculpo y me siento como un verdadero Idiota en este momento, ella tiene razón.
⎯Puede que seas el “todas mías” de España pero en cuestión de citas y el amor, apestas… ¿cómo no se te ocurrió pedirle su número?, ¿qué pensaste?, ¿qué ella te lo daría? ¡Ay Dios!, ¡Dios!, ¿cómo se te permite ser tan guapo y tan idiota a la vez?, eso confunde.
⎯No, no… claro que no pensé que me daría su número, solo que… no sé, simplemente se me pasó.
⎯Simplemente se me pasó⎯ me imita, haciéndome reír⎯ No sé que haré contigo Canarias… no lo sé⎯ se queja y yo la abrazo.
⎯¡Ay Marta!, no sé qué haría sin ti⎯ le digo.
⎯¡Qué encimoso eres!⎯ se queja, alejándose de mí⎯ por cierto, alguien te espera en tu piso.
⎯¿En mi piso?⎯ pregunto, para luego suspirar y hacer un rostro de pocos amigos⎯ no me digas que…
⎯No, no es la flaca esa que tan pesada me cae, es tu hermana.
⎯¿Ainhoa?, ¿qué hace aquí? ⎯ pregunto.
⎯No lo sé pero, lleva horas en tu piso, le abrí porque me agrada…
Tomo mi mochila y luego el libro⎯ ¿y por qué no me avisaste antes?
⎯Porque venías enamorado⎯ se burla⎯¡Ay el amor Canarias!, el amor te vuelve idiota.
⎯Me estoy arrepintiendo de haberte contado esto⎯ le advierto.
En ese mismo instante, salgo de su piso y camino unos pasos hacia la puerta del mío. Meto la llave en la cerradura y a los pocos segundos veo a Ainhoa en la ventana viendo hacia la calle. Viene vestida normal, no hay ni una maleta a la vista por lo que creo solo viene de paso.
⎯¿Ainhoa?⎯ pregunto, y ella voltea a verme y me sonríe.
⎯¡Hermano!, por fin llegas… estaba empezando a arrepentirme el no ir con papá y mamá a ese desayuno.
⎯¿Papá y mamá están aquí?⎯ insisto.
⎯Sí, venimos unos días a Madrid, incluso hoy cenaremos juntos así que ponte tus mejores ropas que es una cena de gala… es el aniversario luctuoso del abuelo Lafuente, y quieren hacerlo en grande.
⎯¡Dios!⎯ suspiro, porque en realidad mi plan no es pasarme la noche sentado en la mesa escuchando las jilipolleces de mis tías y primos.
Ainhoa se acerca a mí y me da un abrazo⎯¡me da gusto verte!
⎯A mi también… y eso que te acabo de ver unos meses atrás.
⎯Nunca es suficiente para ver a mi hermano⎯ me confiesa⎯ una ducha no te vendría mal.
⎯Gracias, pero vengo de trabajar doble turno y caminé… ten compasión.
Tomo los cigarros de mi mochila y me acerco a la ventana para encender uno. Ainhoa se sale a las escaleras y se queda viendo hacia la calle. Ambos nos quedamos en silencio, observando como pasan los autos y el movimiento de la calle.
⎯Estaba pensando que pidiésemos de esa comida árabe de la esquina, tengo ganas de pan pita⎯ me comenta.
Sonrío, son pocos los momentos que paso con mi hermana y ella siempre parece venir preparada con un plan para hacer conmigo. Asiento con la cabeza, y continúo fumando. De pronto se me ocurre algo que creo solo ella me puede decir.
⎯Ainhoa, ¿alguna vez Luz ha hablado de mí?⎯ le digo.
⎯¿Luz?, ¿qué Luz?⎯ pregunta interesada.
⎯La única que conocemos tú y yo… esa Luz⎯ hablo, para volver a fumar.
Ainhoa entrecierra los ojos y luego me pregunta⎯¿Ruíz de Con?, ¿mi cuñada?
⎯Sí, sí, ¿quién más?⎯ insisto, aunque ahora me arrepiento rotundamente en haberle preguntado.
Ainhoa suspira⎯ no sé, la verdad es que no habla nada de ti. Creo que nadie habla de ti más que mamá y papá.
⎯Pues muchas gracias⎯ respondo.
⎯Es que es verdad… aunque bueno, si te refieres a cuándo tú y ella se hablaban y se llevaban algo, pues tampoco decía muchas cosas sobre ti. La mayoría de las veces siempre comentaba que le daba igual si estabas o no en el lugar o de cuidarnos…
Esbozo una sonrisa, ya que en ese momento recuerdo cuando ella y yo solíamos cuidar a nuestros hermanos menores y solíamos platicar de todo un poco.
⎯Es raro que ahora me preguntes de ella, después de que se alejaron por completo y que dejaron de convivir, ¿qué fue lo qué pasó ahi?⎯ me pregunta mi hermana y yo me quedo en silencio viendo al cielo, mientras siento el aroma del cigarro.
¿Qué fue lo que pasó?, seguro fue algo que yo hice que ella ya no pudo tolerar.
⎯Supongo que la distancia, la edad… ⎯ justifico.
⎯No fue eso, porque a pesar de la edad se llevaban bien…
⎯Nos tolerábamos⎯ le comento.
⎯No, se llevaban bien… a su manera pero bien. Puede que no fueran los mejores amigos pero, era la primera vez en todo este tiempo que te veía sonriente y feliz a lado de alguien. Parecía que ambos se comprendían… era como si ella sacara lo mejor de ti.
Me río ⎯ basta Ainhoa, estás exagerando. Solo nos tolerábamos y ya… no hay más…⎯ y de nuevo ahí estoy negándolo.
Ella sonríe⎯ a todo esto, ¿para qué me preguntas sobre ella?, ¿hay algo que necesite saber?
⎯No, solo curiosidad…
⎯Entonces un día, tiempo después, te despertaste y pensaste, ¿qué pensará Luz de mí?, ¿así de la nada?⎯ insiste y ahora sé que estoy en problemas.
⎯Así es… la gente lo llama recuerdos, no tiene nada de malo⎯ justifico⎯ nada de malo.
⎯Sí claro, yo creo que hay algo de fondo.
Me acerco a mi hermana y la veo directo a los ojos ⎯ Ainhoa, no toda pregunta lleva a algo de fondo… ⎯ trato de darle la vuelta al asunto⎯ algunas preguntas, son solo preguntas.
⎯Como quieras… ⎯ responde y se pone de pie, pues si quieres saber lo que Luz piensa es que eres un idiota.
⎯¿Idiota?, ¿eso lo piensa Luz o tú?
⎯Ambas…pero más ella, y un día comentó que no le gusta que fumes porque los dedos y el aliento huelen mal… que le daría asco besar a alguien que fuma.
⎯¿Eso también te lo dijo Luz?⎯ pregunto entre risas.
⎯Sí, es todo lo que sé…
⎯¡Vaya!⎯ expresó mientras doy otra bocanada de humo.
⎯Mejor iré a ver televisión, está plática no es nada emocionante… me avisas para ir por el pan pita⎯ me reclama para luego caminar hacia la sala.
Antes de que ella se aleje la tomo del brazo con ternura haciéndola voltear ⎯Ainhoa, ¿es cierto lo del cigarro? ⎯ pregunto.
⎯Si, si, lo dijo justo cuando empezaste a fumar para hacer rabiar a papá. Le dijo a Manuel que no lo hiciera porque besar a un hombre con aliento de cigarro es lo más asqueroso del mundo⎯ finaliza, para luego alejarse a la sala.
Me quedo en silencio viendo hacia el edificio de en frente y al subir el cigarro dirijo mi mirada hacia él. Por unos momentos veo como el humo sale y como poco a poco la ceniza va cayendo en mis dedos, y siento el aliento a cigarro que, según Ainhoa, Luz tanto odia.
⎯Supongo que eres el último⎯ le murmuro, para después darle la última fumada, y apagarlo aplastándolo contra el marco de la ventana.
Después voy hacia la basura de la cocina, tiro la colilla y de pasada la cajetilla nueva de cigarros y cierro el bote. Me quedo de pie, tratando de reflexionar lo que he hecho, y después voy a la habitación para darme una ducha.
Supongo que más vale prevenir que lamentar, ¿no?