La cena del aniversario luctuoso del abuelo Lafuente, prácticamente es un evento donde todos se juntan y se critican unos con otros, hasta que uno se cansa y se retira; desde que tengo independencia completa, suelo ser el primero. 

En estas cenas de gala, que prácticamente se hacen en uno de los hoteles de los Lafuente, solemos ir de frac o esmoquin, las mujeres van de vestidos largos, luciendo joyas y perfumes finos, alto tan pero tan Lafuente que no se puede negar que son del todo poderosos. 

Mi madre suele ponerse un vestido hecho a la medida y sumamente elegante, un conjunto de joyas nuevo, y pasar horas en el salón de belleza para un peinado que solo durará unas horas. 

A mí me gusta verla así, ya que prácticamente mi madre es muy sencilla en su arreglo diario, siempre a la moda, pero nada presuntuosa, por lo que en estos eventos se pone más bella de lo que es. 

Mi padre, siempre la acompaña orgulloso, la lleva de la mano como si fuera su más grande tesoro, y no deja de presumirla por todo el lugar. A veces me pregunto si mi padre hacía eso con mi madre biológica, si en algún tiempo estuvo tan orgulloso de ella como para hablar así como habla de Fátima o, simplemente fue una prueba antes de encontrar el amor en una Lafuente. 

A veces, los misterios y la poca información sobre la vida de mi madre me hacen pensar que no valió mucho la pena su paso por esta vida, aunque Fátima todo el tiempo me ha dicho que mi madre fue una mujer amorosa, talentosa y valiente y que yo, heredé eso, su cabello rizado y los ojos brillantes y marrones; toda mi vida me he aferrado a eso. 

⎯¡Por fin llegaste! ⎯ escucho la voz de mi madre, justo en el momento que las puertas del elevador se abren y yo aparezco vestido de gala, perfectamente peinado y rasurado ⎯¿por qué tardaste tanto? 

⎯Lo siento, no encontraba un taxi para venir ⎯ me disculpo, mientras me arregla el moño. 

⎯Mi hijo tan guapo, sé bueno, ¿quieres? ⎯ me pide, y me recuerda mucho a la época cuando era pequeño y me decía lo mismo cuando íbamos a una cena o evento importante. 

⎯Madre, no tengo seis años ya… 

⎯Lo sé, pero, tus primos están aquí, y tus tías no dejan de preguntar por ti…y tu padre… 

⎯No te preocupes, seré buen niño… ⎯ respondo con una sonrisa, para luego tomarla del brazo y caminar hacia donde el resto de la familia se encuentra. 

Tan solo entro al círculo dónde mis tías se encuentran platicando con mi papá, todo el ambiente cambia. Ellas, sobre todo mi tía Sarahí, a pesar de que me conocen desde que era un bebé, siempre han mantenido su límite conmigo, debido a que soy adoptado y no sangre Lafuente como Ainhoa o mi primo Nadir. 

⎯David, pensamos que no vendrías ⎯ habla mi tía Amira en tono amable. 

⎯Lo siento tía, ¿cómo te encuentras? ⎯ saludo, y ella me pone la mejilla para que le dé un beso. 

⎯Tu primo Nadir anda por ahí, quiere platicar contigo sobre tu viaje a Latinoamérica… 

⎯Uno que tu madre no se cansó de presumir mientras no estabas ⎯ habla mi tía Sarahí, en ese tono de amargura que la caracteriza.

⎯No tiene nada de malo. Mi hijo es talentoso, trabajador y disciplinado y se merece eso y mucho más ⎯ presume mi madre ⎯ por no decir guapo. 

Mi tía Sarahí simplemente esboza una ligera sonrisa y toma un poco más de champaña. Ella no tiene hijos, y acaba de divorciase de su primera pareja y no tardará de ir por el siguiente. 

⎯Aún así… presumir es bastante bajo ⎯ reclama mi tía. 

⎯Yo lo veo más bien como algo bonito, ¿para qué tener hijos si no les aprecias? Mi hija es una talentosa bailarina y mi hijo un excelente pediatra. Amira tiene un hijo que sabemos será muy bueno en los negocios.. ¿cierto hermana? 

⎯Cierto… ⎯ responde. 

Mi tía Sarahí se da la vuelta, para luego alejarse del grupo con cara de pocos amigos y quitando a las personas que están a su paso. Los demás nos quedamos de pie, para que luego el silencio sea interrumpido por mi tía Amira. 

⎯Yo si quiero saber de tu viaje, dime… ¿te divertiste?

⎯Más que divertirme, trabajé mucho… pero, si piensas que me la pase aburrido, no fue así … ⎯ comienzo a relatar, y tanto mi tía como a varias de las personas que se acercaron al círculo, haciéndome sentir alguien bastante importante. 

Mi madre siempre me ha dicho que tengo poder de convocatoria y que no tiene nada que ver que sea guapo, alto y bien parecido, si no más bien que mi voz llega a ser bastante hipnótica; si lo sabré yo, ya que siento que es mi mejor arma a la hora de conocer a alguien. 

Sin embargo, después de un rato de tener a varios interesados por las historias que pasé en Colombia y Perú, era momento de estar un rato solo, tratar de alejarme de tantas voces y tanto ruido pero, sobre todo, del excesivo olor a cigarro que nada más me recordaba que deseaba uno para mí. 

Así que, salí a la terraza del salón, y me acerqué a la piscina que estaba finamente iluminada y decorada con ese tipo de velas flotantes y pétalos de rosa que, si me preguntan, es un completo desperdicio de rosas. 

Me quedo viendo hacia la luna un rato y, por más que no lo deseo mi mente vuelve al paseo que tuve por la mañana con Luz y Sabina. A esa plática tan agradable que me hizo sentir adolescente de nuevo con esos latidos de corazón que no me daban tregua. 

Veo la hora y me pregunto si en estos momentos Luz y Sabina están en su piso de la Latina haciendo algo divertido o, tal vez ya estén dormidas de tanto caminar por los parques. Posiblemente en este instante Luz, este con su cámara fotografiando esta luna o tal vez viéndola por la ventana. 

⎯Eres un idiota, David, debiste pedirle su móvil… nada te costaba⎯ murmuro. 

⎯Aquí estás⎯ escucho la voz de mi padre y, al voltear, veo que se acerca a mí con una copa en la mano y vestido, como siempre, de una forma tan elegante que lo hace ver como todo un galán.⎯Pensé que no vendrías. 

⎯Lo siento, no encontraba un taxi para venir y me tomó tiempo⎯ murmuro. 

Mi padre se acerca a mí y su mirada se cruza con la mía⎯¿Saliste a fumar? 

⎯No, ya lo dejé⎯ respondo decidido.

⎯¿A sí?, ¿desde cuándo?⎯ me pregunta. 

Veo mi reloj ⎯ exactamente  desde hace seis horas y cuarenta y cinco minutos pero, ahora si va en serio⎯ le aseguro. 

Mi papá sonríe y luego ve la piscina ⎯ me hubieras dicho que te mandara el chofer y no tendrías que andar en taxi⎯ me comenta y yo niego con la cabeza.⎯ No entiendo porque jamás quieras algo que yo te pueda ofrecer, cualquier hijo lo tomaría sin problemas pero tú, siempre quieres hacerlo por tu cuenta. 

⎯No fue como me enseñaste papá, desde pequeño siempre me hiciste saber que si quería algo debía conseguirlo por mí mismo, así que me acostumbre a no pedirte nada⎯ respondo tranquilo, y él asiente con la cabeza. 

⎯Bueno, al menos sé que mis enseñanzas sobrepasaron la barrera del tiempo⎯ comenta, para luego tomar un poco más de champán⎯ mientras te crié solo tenía una cosa en mente. 

⎯Que fuera un buen hombre…⎯ le respondo y volteo a verlo⎯ eso es algo que siempre me he preguntado. 

⎯¿Qué?

⎯¿Por qué siempre me lo repites? Cuando crecía me lo decías todo el tiempo y cuando me vine a vivir a Madrid esas fueron las últimas palabras antes de dejarme solo. Sigo creciendo, y me lo sigues diciendo. 

⎯Y, ¿qué tiene de malo un sano recordatorio?⎯ comenta. 

⎯Que siempre me he preguntado, ¿mi padre no está seguro de la educación y el ejemplo que me dio?, si tú eres un buen hombre, ¿qué te hace pensar que yo sería uno malo?, ¿a caso hay algo en mí que te haga dudar?⎯ pregunto, viéndole a los ojos⎯¿a caso crees que no lo soy?, sé que no soy un santo pero, tú tampoco… 

⎯No es eso David⎯ contesta⎯ no creo que seas un mal hombre, al contrario, creo que eres…⎯ hace una pausa⎯ creo que excedes mis expectativas⎯ finaliza, y en su tono de voz sé que siente lo que dice pero que le cuesta decirlo. Mi padre jamás ha sido muy expresivo o al menos no conmigo. 

⎯Pues… gracias⎯ respondo, para luego voltear mi mirada hacia la piscina y centrar mi mirada en una vela. 

Nos quedamos un rato en silencio hasta que él vuelve a romper el silencio⎯ antes de que se me olvide, quisiera pedirte que fueras a pasar Navidad y año nuevo a Ibiza con nosotros. A tu madre le gustaría mucho al igual que tu hermana… te extrañan. 

⎯¿Tú no?⎯ pregunto y él alza su copa, es su forma de decir que si⎯lo voy a pensar. 

⎯Sé que es pronto pero, es mejor así para mover tus horarios y turnos…será, bonito tenerte allá. 

Asiento con la cabeza⎯ lo hablaré con mi jefe⎯ contesto.

⎯Bueno, entonces… te dejo⎯ me dice, para darse la vuelta. 

⎯Papá…⎯ le llamo y él se detiene. 

⎯Dime. 

⎯Tú, ¿en algún punto extrañas a mi mamá? ⎯ me atrevo a preguntar. 

⎯¿Cuál era la regla número uno de nuestra familia?⎯ me pregunta, y la respuesta me duele. 

Suspiro⎯ no extrañamos a mamá… ¿por qué como puedo extrañar a alguien que no conozco?⎯ respondo. 

⎯Ahí está tu respuesta⎯ me dice. 

Vuelvo a quedarme en silencio, tratando de sobrellevar la plática con mi padre, una que siempre me deja con un sabor a nostalgia, no importa en que edad hable con él. A veces siento que él tiene muchas personalidades, con mi madre es completamente feliz, con Ainhoa en sumamente paternal pero, conmigo, es el hombre solitario que me crió. 

⎯Iré en diciembre, papá⎯ le prometo,⎯ solo no le digas a mi madre, quiero que sea sorpresa. 

⎯Gracias…⎯ responde⎯por cierto, cada vez que te veo, la extraño… solo no le digas a tu madre⎯ me pide, haciéndome sonreír. 

Él se va, y me percato por primera vez no terminamos discutiendo. Tal vez el truco fue la distancia o tal vez, simplemente nos hemos cansado de discutir. 

⎯Creo que necesito un cigarro⎯ digo, pero de nuevo viene a mi mente lo que mi hermana me dijo sobre Luz y no me importa si es verdadero o falso, creo que dejar de fumar no es mala idea, algún día tenía que dejarlo. 

Tal vez ahora que soy un hombre diferente, Luz me dé una oportunidad, pienso, y de nuevo el corazón me late fuerte. 

⎯Te hubiera pedido el número⎯ vuelvo a arrepentirme, ahora tendré que esperar a diciembre para volverla a ver. 

Ya quiero que sea diciembre… 

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