Karl
-Febrero / San Valentín –
—Febrero, mes del amor, mes del deseo, de los regalos, de la amistad. También, mes de las infecciones respiratorias, de las alergias, de las infecciones de la piel y de los próximos partos en noviembre —habla Rico, tan solo abro la puerta de la clínica para comenzar a trabajar.
—Da igual —respondo, con una voz grave y una actitud de pocos amigos.
Rico, coloca su mano encima de mi hombro y me detiene. Supongo que mi rostro se ve terrible, porque se hace para atrás, sorprendido.
—O.K, te ves terrible. ¿No estás enfermo, o sí? Porque si no, deberías usar un cubrebocas.
—No, no lo estoy. Estoy muy cansado. No dormí nada bien. Alegra cada día, está más incómoda en la cama, se mueve todo el tiempo, ronca terriblemente debido al vientre y se para al baño cada veinte minutos. Además, ha tenido antojos tan raros como pepinillos con miel, y se los lleva a la cama haciendo que la habitación huela a comida.
—¡Guau!
—No me quejo, la amo, pero necesito dormir. En unas semanas nacerán mis bebés y esa palabra desaparecerá del vocabulario.
Rico se ríe bajito.
—Yo, por eso sigo la filosofía, “si no hay gorrito, no hay fiesta infantil”.
Lo veo con rostro de pocos amigos. La verdad, dudo que Rico tenga tanto sexo como Alegra y yo, y quisiera callarlo con algo ingenioso. Pero, estoy demasiado cansado, así que solo hago una mueca.
—Y, ¿planes para festejar hoy? —me pregunta.
Yo asiento la cabeza.
—No podemos viajar, ni ir muy lejos, así que hemos acordado una cena elegante, y quedarnos en una suite en el hotel.
—¿Qué hotel?
—The Ritz-Carlton.
—¡GUAU!, al parecer, tener a una mujer como Alegra Canarias se necesita un gran mantenimiento. Debe ser bastante caro para ti.
Volteo mi mirada y le sonrío.
—Y es por eso que tú jamás podrás tener una mujer como ella —resuelvo.
Camino hacia el cambiador donde están los casilleros. Abro la puerta para encontrar el lugar vacío. Después, me dirijo a mi casillero para dejar mis cosas.
—Oye, y, ¿la le dijiste de nuestra pequeña asociación secreta? —pregunta, en un murmullo.
No, no le he dicho nada a Alegra. Le he tratado de decir millones de veces, pero por una cosa u otra no he podido. Además, ha estado un poco estresada, porque nos dijeron que los niños podrían adelantarse debido a la restricción del crecimiento uterino. Esto sucede cuando el útero no puede acomodar a los bebés durante todo el periodo de gestación, lo que lleva a un parto prematuro. En pocas palabras, los bebés vienen grandes y Alegra se está quedando sin espacio.
—Se lo diré.
—O, mejor ya no se lo digas. —Me anima—. Tal vez, es el destino.
—¿El destino?
—Sí. No se lo digas, Karl. No la preocupes de más. Todo está saliendo bien. Además, en cuánto nazcan los bebés tendrás el tiempo que me pediste para descansar y no volverás a mi departamento en un buen tiempo.
Suspiro. Rico tiene un punto, pero, no tiene razón. Sin embargo, entre lo que pasó con mi mamá y la situación de los bebés, no sé si sea propicio decirle.
—No, encontraré el momento de decírselo.
—Bien, como desees…
Rico saca algo de su casillero y me lo entrega.
—Ten.
—¿Qué es esto?
—El perfil de la enfermera que te dije, podría cubrirnos por las mañanas y ayudarme cuando no estés.
Tomo el sobre y al abrir, veo la foto de una mujer rubia, muy guapa, de ojos verdes, de rostro serio pero bonito. Al sacar los documentos, algunas fotos de ella caen al suelo.
—No solo es muy buena en su trabajo, es sensual —me indica Rico, mostrándome una foto de cuerpo completo, donde el uniforme acentúa sus curvas.
—¿Seguro que es enfermera? —le pregunto. Porque el uniforme se me hace conocido, es el mismo que Alegra se compró para el rol play que teníamos del paciente y la enfermera. Solo de recordarlo, me sonrojo.
—Lo es, es profesional. Si lees su perfil lo podrás notar.
Rico, me da una hoja y puedo ver su curriculum completo.
—No lo sé.
—Léelo, espero tu respuesta mañana. Aunque, para mí es un sí.
—Se supone que es para ayudar, Rico, no para que te la folles.
—Ambas cosas pueden hacerse, ¿no? —responde entre sonrisas.
Cierro el archivo, lo meto en mi maleta y luego, está, la meto en el casillero.
—Se analizará.
—O se contratará.
—Lo pensaré. Ahora, si me permites, iré a hacer mi trabajo —hablo, poniéndome la bata y cerrando el casillero.
—Te dejé su número, por si gustas entrevistarla por teléfono.
—No haré eso —contesto, decidido.
Y salgo hacia la clínica para comenzar a atender a los pacientes.
***
Después de unas largas horas en la clínica, al fin, soy libre y es momento de disfrutar San Valentín con Alegra, un día que hemos llamado nuestra última escapada romántica.
Para esto, dejamos a Arqui con todo lo necesario para sobrevivir un día, y rentamos una suite de lujo en The Ritz-Carlton para poder disfrutar de las instalaciones, tanto de la habitación como del restaurante. Ambos llegaríamos separados. Ella directo del trabajo y yo, de la clínica, por lo que me he traído una maleta con lo que voy a usar. He pedido que lleven mi traje al hotel, así no se arrugará.
Así que, salgo emocionado de mi lugar de trabajo, no solo por el día que pasaré, sino por el mensaje que Alegra me ha enviado.
Esta noche (nos) cenamos.
Y yo, no puedo dejar de pensar en ello. Tal vez mi mujer, ya está un poco grande del vientre, puede que se mueva más lento y haya más obstáculos para tener relaciones, pero eso no impide que seamos creativos y podamos seguir haciéndolo.
Entonces, mientras voy en el metro, no puedo dejar de imaginar la sorpresa. Alegra suele ser muy creativa y me encanta la forma en que deja volar su imaginación. Es como tener muchas “Alegras” en una, y a todas las amo. No sé si aún me faltan algunas por conocer, pero, sé que las amaré a todas.
Ya casi llego, cariño. Estoy a unas estaciones. Le aviso.
Estoy en la habitación…
—¡Uy!, puntos suspensivos —digo en voz baja, y me muerdo los labios. ¿No me esperarás?, le pregunto.
Noto como Alegra escribe para luego ver su mensaje.
I’m warming up, baby.
Me río. Ojalá fuera yo el que la preparara para lo que viene.
El metro se detiene, y yo bajo corriendo del vagón para subir las escaleras. Me siento como un adolescente, emocionado, excitado, y dispuesto a vivir este día. Al entrar al lobby del hotel, me tranquilizo. Voy hacia la recepción y pido la llave extra.
—Suite Panorámica —pronuncio, y la mujer me ve con ojos de no creer que me voy a hospedar aquí.
No la culpo. Estoy seguro de que vengo sudado, el abrigo, a pesar de ser fino, viene cubierto de nieve y mi rostro de cansancio no me favorece. Tal vez, mi próxima paternidad, me ha quitado la guapura.
—Suba —contesta, dándome la tarjeta.
La tomo. Le doy las gracias, y camino hacia el elevador para comenzar a subir.
He llegado, voy subiendo. Le anuncio a Alegra. Ella no me responde, supongo que se esté preparando para la sorpresa.
Tan solo las puertas del elevador se abren, voy hacia la puerta de la suite y paso la tarjeta. En momentos se abre la puerta para mostrarme una elegante suite con una vista increíble.
La suite se despliega ante mis ojos con una majestuosidad que me deja sin aliento. Un amplio salón decorado con muebles lujosos y de diseño moderno. Los tonos cálidos de la decoración crean una atmósfera acogedora y agradable, mientras que grandes ventanales permiten que la luz natural inunde el espacio, ofreciendo una vista panorámica impresionante de la ciudad.
El mobiliario refleja un estilo refinado y contemporáneo. Un cómodo sofá se encuentra estratégicamente ubicado frente a una elegante chimenea de mármol, creando el escenario perfecto para momentos de intimidad y tranquilidad. Una mesa de café de cristal y acero inoxidable adorna el centro del salón, complementando la estética.
Mis pasos me llevan más adentro de la suite, explorando cada rincón. La habitación principal, con su lujosa cama king-size adornada con suaves almohadas y sábanas de alta calidad, promete noches de descanso, aunque en nuestro caso, algo más. El baño, revestido con exquisitos mármoles y equipado con una bañera de hidromasaje y una ducha de lluvia, invita a que las duchas de Karl se hagan en otro nivel.
Desde el balcón privado, la vista se extiende hacia el horizonte, ofreciendo un espectáculo de luces centelleantes que iluminan la noche con su resplandor. Es un escenario que invita a la contemplación y al asombro, donde el bullicio de la ciudad se desvanece en la distancia, dejando lugar a la serenidad y la paz.
—¿Karl? —llama una voz desde el interior de la suite.
Me giro hacia la puerta y allí está Alegra, envuelta en un hermoso abrigo blanco de piel que la cubre con elegancia. Su abultado vientre se distingue debajo de la suave tela, mientras su cabello rizado está recogido hacia arriba, acentuando la gracia de sus rasgos. Unos aretes largos de color dorado cuelgan con delicadeza de sus orejas.
Me quedo embelesado. Mi mujer se ve hermosa, sexy, radiante y al parecer, lista para lo que pasará.
—Cuando dijiste que te estabas calentando, era literal.
Alegra se ríe bajito. Ella se acerca a mí. Lo hace caminando de forma sensual, dejando que sus tacones de color negro suenen con la melodía sexy que está tarareando. Al llegar a mí, sonríe.
—Estoy en verdad deseosa de que veas lo que te compré.
—A ver… —pronuncio, pasando saliva.
Alegra abre su abrigo, para mostrarme una hermosa lencería de color blanco.
—Dime que es comestible…
—Lo es —pronuncia, para luego acercarse a mis labios y besarme.
Lo hace por unos momentos y después se separa, abruptamente.
—¿Qué pasa? —pregunto, bastante preocupado.
—Amor, sabes que te he comido siempre, pero… apestas.
Levanto el brazo y me percato que sí lo hago. Mi olor es terrible. Ahora sé por qué la joven de la recepción me veía así.
—Lo siento. Estaba deseoso de llegar y desde que estás embarazada mi sudor es más fuerte. Las hormonas me jugaron mal ahí.
—No te preocupes. Date una ducha rápida y luego vienes a comerme. La cena es hasta las nueve, así que tenemos tiempo de sobra.
Hago una mueca.
—¿De sobra?, ¿a caso no has estado conmigo antes? —bromeo.
Alegra se ríe. Vuelve a colocarse el abrigo y camina hacia el balcón para cerrar las puertas.
—No sé cómo se me ocurrió esperarte ahí —me dice.
Ella vuelve a la habitación y enciende la calefacción.
—Hoy el día estuvo pesadísimo. Creo que necesitaré una siesta antes de la cena. Como casi salgo de descanso de maternidad, me han tupido de trabajo, me explica.
—Te comprendo —contesto, mientras voy hacia el baño.
—No sé cómo le haré después de que regrese de la cuarentena. Dos niños y una agenda llena, creo que me volveré loca.
Abro la llave y de inmediato el agua caliente cae. Me desnudo con rapidez, tiro la ropa en un cesto y entro a la ducha para sentir el agua caliente cayendo sobre mi cuerpo. Comienzo a enjabonarme, mientras Alegra está afuera en la habitación. Noto que mi área genital necesita un poco de cuidado, así que, aprovechando este momento, decido dárselo para una mejor experiencia.
—¡Ale! —le grito y ella se asoma a la puerta— ¿Podrías traerme mi rastrillo?, está en mi maleta.
Alegra asiente con la cabeza. Yo me concentro en enjuagar mi cabello, y quitarme el resto del jabón, cuando de pronto siento cómo alguien me pega con mi toalla.
Cuando logro ver qué pasa, veo a Alegra con los documentos que me dio Rico, en la mano.
—¡CÓMO TE ATREVES!, ¡CÓMO TE ATREVES A HACERME ESTO! —grita, furiosa.
—Ale…
—¡No lo puedo creer! Lo pensé de todos menos de ti, ¡DE TI!
—Ale…
—¡NADA DE ALE! —sentencia.
Lo sabía. Sabía que se lo tenía que decir a tiempo y lo haría, pero, ¿por qué ahora?, ¿por qué este día?
—Puedo explicármelo.
—Pues dímelo… porque no comprendo cómo has podido engañarme con esta.
Alegra, entonces, pega la fotografía de la enfermera sobre la mampara del baño y me la muestra. Sabía que esa foto de cuerpo completo me traería problemas. Sin embargo, no sé si me alegro de que haya notado, primero eso, a los otros papeles de la clínica.
—Te lo explicaré, pero, deja el rastrillo ahí.
—¡Soy una mujer muy embarazada, Karl Johansson y pienso usarla!
—Lo sé, pero te explicaré.
—¡Pues más te vale, porque si no Honey Vázquez no tendrá con qué divertirse, porque tomaré la navaja de este rastrillo y te…
—¡NO! —le pido. Solo te voy a explicar.
—¡NO QUIERO SABER NADA! — grita, para luego salir del baño.
—Mierda, Rico… —murmuro, aunque en realidad el de la culpa, soy yo, debí dejar los papeles en el casillero.
La foto de Honey Vázquez termina por empaparse con el agua de la ducha. Yo tomo una toalla, la envuelvo en mi cintura y salgo hacia la habitación.
Alegra se ha encerrado en otra parte de la suite, una habitación más pequeña que queda al otro lado del recibidor. Escucho que llora desconsoladamente, y odio ese sonido. A Alegra jamás la había hecho llorar y nunca es mi intención, solo que hoy, lo logré.
—Ale.
—¿Cómo pudiste hacer esto, Karl?, ¿es por qué ya no soy atractiva?, ¿es por qué parezco una ballena? —pregunta, para soltarse de nuevo al llanto.
—No amor. No eres una ballena, es imposible. Aunque bueno, ambos son mamíferos pero…
—¡Solo guarda silencio! —me grita, para soltar el llanto.
Suspiro. Tengo que controlar la situación antes de que empeore y para eso, tengo que decirle la verdad sobre Rico y la clínica.
—Amor, no es lo que parece…
—Así siempre empiezan los discursos de los infieles. Ahora me dirás que es una amiga y que esas fotografías aparecieron de pronto. No, ya sé, que no sabes cómo llegaron a ahí.
—No Ale, no te soy infiel. Sabes que no puedo serlo. Además, debes creerme, recuerda que no puedo mentir. Lo sabes bien —le ruego.
Ella sigue llorando, y lo único que quiero hacer es tirar la puerta e ir a consolarla.
—Déjame explicarte, te lo pido.
Alegra no dice nada. Pronto el llanto cesa un poco y todo se queda en silencio. Supongo que es mi oportunidad.
—Ale. Ni siquiera sé quién es Honey Velázquez.
—¡Vázquez! — me corrige.
—Ella. Bueno, sí sé quién es, pero no la conozco. Rico, esta mañana, me dio el perfil de esta enfermera porque quiere que la contratemos.
—¿Qué? —pregunta.
—Sí. Quiere que la contratemos para…
—¿Para poder tenerla cerca?, ¿para que puedas tener a tu amante en la clínica y tu muy embarazada esposa no sospeche?
¡Dilo ya hombre!
—Quiere que la contratemos para la clínica clandestina que Rico tiene en su piso y la cual ambos atendemos debido a que tiene mobiliario de la fundación y Rico se roba las medicinas. Así que entré con él para supervisarlo, hasta que él recobre su licencia médica y pueda continuar con esto de manera legal.
Siento la boca seca de lo rápido que hablé, sin embargo, siento un gran alivio en el pecho al confesar todo. Inesperadamente, el llanto sede y, momentos después, Alegra abre la puerta, con el rostro rojo de tanto ll
orar y los papeles en la mano.
—¿Entonces, no me engañas? —me pregunta.
—No. Claro que no —le aseguro. Mirándola a los ojos.
—Entonces, ¿solamente estás haciendo una actividad ilegal, en un país donde tienes visa de trabajo, que puedes perder y dando consultas con mobiliario de la fundación con otro médico que no tiene licencia?
—Pues, en resumen —accedo.
Alegra me pone los papeles sobre el pecho, haciendo que me duela, debido a la fuerza que usa.
—Good luck y no quiero a esa enfermera con ustedes. Primero te deporto a migración, chiquito, antes de que esa mujer conviva contigo, ¿me entiendes?
Ella se aleja una vez más de mí. Observo cómo se dirige hacia la mesa, agarra un bote de helado de vainilla, le añade chocolate y comienza a comer.
—¿Estás bien, cariño? —pregunto, sintiendo la preocupación crecer en mi pecho.
Alegra se encoge de hombros, sin mirarme directamente.
—Estoy bien. Solo necesitaba algo de helado —responde con voz apagada.
Sus palabras me dejan perplejo. No entiendo qué está pasando por su mente en este momento. Antes, cuando lloraba porque pensaba que la engañaba, al menos sabía por qué estaba así. Pero ahora, esta actitud distante y reservada me desconcierta por completo.
Me acerco lentamente a ella, tratando de romper esa barrera invisible que parece haber surgido entre nosotros.
—Alegra, ¿puedo sentarme contigo? —pregunto con cuidado.
Ella asiente sin levantar la mirada del helado, y me siento a su lado. Durante un momento, permanecemos en silencio, mientras ella sigue comiendo en silencio.
—¿Puedes decirme qué pasa? —inquiero finalmente, con la esperanza de entender lo que pasa— ¿No vas a regañarme, a decir nada?
Alegra suspira, dejando el helado a un lado, y finalmente me mira a los ojos.
—No.
—¿No? —Presiono.
—Solo, no lo entiendo, Karl. ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Por qué mantenerlo en secreto?
—Fue un error, Alegra, y lo siento profundamente. No quería preocuparte ni causarte más estrés del que ya tienes con el embarazo. Pero ahora veo que no fue lo correcto el no haberte contado desde el principio.
—Me duele, Karl. Me duele que no confiaras en mí lo suficiente como para decirme la verdad. Pero también entiendo que debiste haber tenido tus razones.
—Las tuve, Alegra. Pero eso no justifica mi falta de transparencia contigo. Te prometo que en el futuro seré más honesto contigo, sin importar lo difícil que sea la situación.
—Necesito que comprendas cuánto me afecta esto, Karl. Confianza es la base de nuestra relación, y siento que se ha visto afectada por esto —contesta, mientras come otro poco más de helado.
Suspiro. No sé qué más decirle, así que tomo su mano y la acaricio.
— Lo sé, Alegra, y lo lamento sinceramente. Mi mayor temor es perder tu confianza, y haré todo lo que esté a mi alcance para reconstruirla.
—Necesito tiempo para procesar todo esto, Karl. Pero quiero que sepas que sé que ambos cometemos errores, pero lo importante es cómo los enfrentamos juntos.
Sonrío ante su respuesta.
—Ale.
—Aun así, sabes que no estoy de acuerdo con esto —me interrumpe—, pero, a ti te gusta. Además, te advertí sobre Rico, te dije que clase de persona era y, aceptaste el trabajo. Eres un niño grande.
—Lo hice, solo por el bienestar de la fundación —justifico.
Alegra pone un poco de chocolate sobre el helado.
—Te creo —contesta—. Te creo que lo haces por algo mayor a ti. —Acaricia mi rostro—.Karl, amor, eres un buen médico, uno excelente, y estoy segura de que tus habilidades y conocimientos están siendo aprovechados en esa clínica clandestina que tienes.
—Yo no, Rico.
—Da igual… —habla con firmeza—. No sé de qué estás protegiendo la fundación, pero, espero, que cuando haya un problema, Rico te proteja a ti y tú a nosotros. Solo quiero que no te metas en problemas.
Ella, deja de acariciarme y continúa comiendo el helado. Yo aún no sé qué pensar. Me siento demasiado nervioso.
—¿Es todo?, ¿no me dirás más?
Alegra niega. Solo acaricia mi rostro y me ve a los ojos. Brillan tan bonito que me hacen sonreír.
—Confío en ti, Karl, es todo lo que te diré. Sé que todo saldrá bien. Y la verdad, prefiero saber qué haces durante la noche a hacerme ideas de que me engañas.
—Jamás te engañaría, eres mi mujer ideal. El amor de mi vida.
—Lo sé —me responde—. Por eso te pido, mucho cuidado, porque, pronto, serás indispensable para ellos, ¿vale? —y acaricia su vientre.
—Te amo —le murmuro, besando sus labios fríos por el helado y sabor a chocolate.
—Soy tu mujer. Somos un equipo. Si yo no te apoyo, ¿quién lo hará? Además, no hay marcha atrás. Lo único que te pido es que no nos descuides, no te pongas en peligro y, sobre todo, estés cuando te necesite. No más.
—Más que prometido.
—Eso sí, la tal Honey, es un rotundo no, le dices a Rico —agrega.
—Se lo comunicaré.
—Ahora… ¿Qué te parece si vamos a la cama?, tanta acción me ha cansado.
—Vamos… —le contesto, y me levanto junto con ella.
—No se te olvide el helado y la crema batida… tengo planes para ellos —habla coqueta, mientras sonríe.
Al parecer, la reacción de Alegra fue mejor de lo que esperé. Sin embargo, no sé si esto terminó bien o mal. No sé si hubiese preferido que me gritara o me reclamara, o que ahora estuviésemos discutiendo. Solo sé que ella ya lo sabe, que lo tomó a su manera y me sorprende su madurez. Espero que no se esté guardando algo y que su confianza en mí, siga intacta.
9 Responses
A Alegra solo le preocupa que no contrate a Honey jajajajjajaja
Sino lo denuncia a migración 🤣🤣🤣
Yo sólo digo que Karl no se imagina que Rico no tiene ni idea de lo que le corre pierna arriba. “Ese compa ya está muerto, no más no le han avisado” dice Alegra jajaja
Rico es sinónimo de problemas y Honey ni logró ser jaja, pobre rico se le fue el polvo.
Karl debe aprender que el silencio de su mujer no significa que no pasa nada, significa que algo grande pasará. Los Canarias se cuidan y se apoyan, son buenos para darse cuenta cuando alguno está en peligro.
Karl no puede mentir, pero si que guarda secretos jaja el alivio que sintió al poder contarlo.
Rico solo se aprovecha de Karl y quiere un complice para no caer solo.
Me preocupa las palabras de alegra se vuelvan en contra de Karl, que cuando ella y los baby’s lo necesiten y él no esté disponible por esa Clinica clandestina…
Ay pobre Alegra me rei demasiado. Pero quede preocupada, ese Rico es problemas al 1000 y lo q esta haciendo es volverlo complice y cubrirse bajo Karl. Es mañoso y un hdp. no quiero q Karl salga perjudicado. 😱. Espero Alegra le de en las bolas a ese Rico y le deje claro q con ellos no se meta mas.
Este Rico si les va poner el problemas,.no creo que lo defienda a Karl, es más le va querer voltear l a torta
La actitud de Alegra sobre las consultas clandestinas me sorprende muchísimo, dejó a un lado su lado explosivo 🧨
Ese Rico me cael, muy mal es un problema andante.
Ay mi Karl espero y esto nos ea un problema mucho más grande después
Karl, debes arreglar esto cuanto antes, por ti, por tu familia y por que es lo correcto.
Aléjate de Rico.
Por poquito se acaban las ducha de Karl jajaja y todo por culpa de ese Rico que se aprovecha de lo bueno que es Karl y Alegra a mi también me sorprendio la actitud pero como dicen pronto sera madre y eso te cambia mucho, espero Karl salga bien librado de todo esto y se aleje lo mas que pueda de Rico.