Lila 

El tiempo había volado desde mi regreso de Madrid a México, y con él, llegaron muchos cambios, entre ellos, la llegada de Antonio al piso de abajo. Desde que se mudó, lo ha convertido en su propio espacio, dotándolo de una decoración que refleja su personalidad y estilo. Aunque no pasamos todo el tiempo juntos, es una presencia constante en mi vida diaria. 

Cada mañana, Antonio se encarga de acompañarme al trabajo, mostrando una atención y cuidado que me reconfortan. Su presencia se ha convertido en un pilar fundamental en mi rutina diaria. Además, su ayuda no se limita solo a los traslados; también se involucra en las tareas del hogar, desde las compras hasta la limpieza, donde demuestra unas habilidades sorprendentes.

Pero su apoyo no se detiene ahí. En los momentos más importantes, como las visitas al médico, él está a mi lado, brindándome su apoyo incondicional. Además, se asegura de que cumpla con mi rutina de cuidados, recordándome tomar mis vitaminas y cuidando de mi bienestar de manera constante.

Sin embargo, su ayuda va más allá de lo esperado. Juntos hemos planificado la habitación de Menita, nuestro pequeño proyecto en común que ya está a punto de concluir. Cada detalle ha sido cuidadosamente pensado y organizado por Antonio, demostrando su dedicación y compromiso hacia nuestra hija, que está a semanas de llegar.

Debo admitir, que Antonio ha trabajado duro para estar a la altura de la situación, y que se ha convertido en un compañero indispensable en mi rutina, y que sé que su presencia no solo me brinda seguridad de que tendré su apoyo siempre, sino de que será el mejor padre para nuestra hija; no en vano ha leído tantos libros. 

Toda su ayuda ha sido increíble para mí en estos días, especialmente ahora que estoy ocupada con los últimos detalles de los primeros pasos para lanzar la marca “Rosa y Lila”. Decidí tomarme dos meses después del parto para cuidar a mi hija y olvidarme del trabajo. Por supuesto, dejaré un reemplazo que apoye a Rosi en el taller.

He estado trabajando en los bocetos finales de los vestidos y faldas, y debo seleccionar las telas y materiales para cada diseño. Debo considerar su durabilidad, textura, color y precio. Además, debo crear la paleta de colores. Todo eso debe estar listo antes de que nazca la bebé, ya que después regresaré para comenzar las pruebas y la fabricación. Así que he estado muy ocupada.

Además, me he desvelado un poco debido a las llamadas con Pablo, quien sigue en Madrid. Estoy un poco más cansada de lo normal. Él me llama todos los días para preguntarme cómo estoy y qué he hecho. También platicamos sobre las situaciones que está viviendo con los bares de Cho. Se siente un poco culpable de no estar aquí conmigo, pero me promete que cuando llegue a México, no se separará de mí ni de la niña, especialmente en los días después del parto.

Con respecto a ese tema, he hablado con Pablo y le dije que Antonio estaría conmigo en la sala de parto. Él estuvo de acuerdo, aunque me comentó que esa decisión era enteramente mía. Tiene razón, pero quería comunicárselo.

Confieso que a veces es muy estresante para mí tener que navegar entre Antonio y Pablo constantemente. Siempre debo considerarlos a ambos, tratando de seleccionar los momentos importantes en los que deben compartir y los momentos en los que deben estar solos. Me estresa no poder continuar con mi relación con Pablo y, al mismo tiempo, me encanta tener a Antonio a mi lado en este momento.

Quiero que Pablo esté conmigo e involucrarlo, pero al ser Mena la hija de Antonio, él es quien debe estar cien por ciento involucrado. Sin embargo, también quiero que Pablo conviva con mi hija porque es mi pareja. No sé qué hacer. No sé si alguien más podría manejar este lío. Supongo que solo tendré que seguir tomando las decisiones de la misma manera que lo he hecho, porque, al parecer, ambos están de acuerdo.

Una persona que está muy emocionada con todo esto es Rosa. Cada vez que ve a Antonio, lo saluda con mucha alegría y, de cierta forma, coquetea o bromea con él. Después, cuando se va, voltea a verme y me comenta lo guapo que es, y si ya me decidí por el güerito o el morenito, porque quiere que le deje al otro. Al parecer, Rosa, no puede concebir que esté casado. 

Aunque todo me da risa, y disfruto de los comentarios y los piropos, trato de no hablar al respecto con Rosa, porque es indispensable que nos enfoquemos en la marca. Estoy decidida a hacer un regreso espectacular, demostrarme a mí misma que puedo repuntar de nuevo, y, aunque no son vestidos de novia, como le prometí a mi abuela, al menos con su otra pasión, la ropa para niños; sobre todo ahora que seré madre de una niña. 

Rosa se está encargado en este momento de revisar los bocetos y escoger la paleta de colores. Yo, estoy decidida a encontrar las telas ideales para los diseños, por lo que ahora, mi piso parece una tienda de “Modatelas”, llena de pruebas y retazos de telas por todos lados. He pasado parte de la tarde haciendo las pruebas y aún no me decido por cuáles escoger. No solo tengo que ver el precio, sino la durabilidad, la textura, el color, entre otras cosas. Sin embargo, aún no logro y me estoy cansando. No sé si logre tener todo antes de mi retiro de maternidad. 

—¿Puedo pasar? —Escucho una voz en la puerta del piso. Antonio ha abierto con la llave que le he dado para emergencias, y con la que entra cada vez que viene a visitarme. 

Volteo a verlo. Ha dejado los trajes atrás y ahora usa ropa un poco más relajada, como unos vaqueros y una camiseta básica de color negro. Se ve guapísimo, incluso, esta nueva actitud le queda muy bien. 

—Sí, claro —le invito. 

Él entra con una bolsa de plástico en la mano. 

—Pedí comida china y para ti, algo más ligero. No quiero que te sientas mal del estómago como la otra vez. 

—Gracias. 

Él deja la bolsa sobre la mesa y se acerca a mí. 

—¿Cómo vas con la elección de telas? —me pregunta, mientras hojea algunos muestrarios de telas.

—La verdad es que estoy un poco abrumada con tantas opciones. Quiero que las telas sean suaves y seguras para la piel delicada de los niños, pero también quiero que sean duraderas y fáciles de lavar. Además de colores atractivos. Pero siento que no puedo encontrar todo en una sola tela. 

—Te entiendo —me comenta, para luego tocar alguna de las muestras— ¿Quieres ayuda? Digo, no sé si recuerdas, pero, mi familia se dedicaba a esto. 

Sonrío. 

—Cierto. No me vino en mente. 

Él pasa las hojas del muestrario, después, se lleva la mano al mentón y con toda seguridad me dice. 

—Bueno, creo que para la ropa de niño lo más importante es la comodidad y la seguridad. Te recomiendo algunas opciones de algodón orgánico. Es un material natural, suave al tacto y libre de productos químicos agresivos. Además, es transpirable, lo que ayuda a mantener al niño fresco todo el día.

Sonrío. 

—Eso suena genial. 

—Lo sé —me dice presumido, regresándome la sonrisa—. Respecto a los colores, me inclinaría por colores suaves y delicados. Los tonos pastel como el rosa claro, el azul cielo y el amarillo suave son siempre una opción popular. También puedes considerar colores neutros como el blanco, el beige o el gris, que son versátiles y fáciles de combinar. Pero, si quieres algo más brillante, podría ser un amarillo canario o un rosa mexicano… todo depende del diseño o de qué tan colorido lo quieres. 

Asiento con la cabeza y regreso a tocar las telas que tengo frente a mí. Estar así me recuerda cuando estaba en la licenciatura, todo el tiempo entre telas y tratando de encontrar las más hermosas. Recuerdo, que mi hermana solía ser mi modelo. Le ponía mis creaciones y ella se tomaba fotos. También recuerdo, las noches infinitas diseñando, escuchando música en mis audífonos o a veces escuchando a Alegra contarme sus aventuras. 

—¿Todo bien? —me pregunta, Antonio.

—Sí. Solo estaba recordando algo y me dio nostalgia. 

—¿Qué recordabas? 

—Otra Lila, otra vida… otros sueños —respondo. 

Doy un gran bostezo grande. De verdad me siento muy cansada y lo único que deseo es ir a dormir. Sin embargo, todavía tengo que hacer miles de cosas y esperar a la llamada de Pablo que será pronto. 

—Estás cansada. Creo que deberías ir a recostarte. 

—No, está bien. Necesito seleccionar las telas y…

—Yo lo hago —me asegura, con una sonrisa. Sus ojos verdes brillan al ver los míos—. Sé de telas y puedo ayudarte en eso. No tienes que llevar tú toda la carga. 

—Pero…

—No acepto un pero por respuesta. Tengo que cuidarlas. Además, falta poco para el parto y después no podremos descansar tanto. 

—Por eso es que no quiero ir a dormir ahora. Además, son las siete de la noche. 

—Lo sé. Pero, estás cansada. Y deberías descansar. ¡Venga!, te llevaría cargando, pero creo que no aplica. 

Me río bajito, sobre todo porque recuerdo que él solía cargarme todo el tiempo hacia el sofá. 

—OK, vamos. 

—Y si quieres te llevo la cena a la cama. Podemos ver televisión si gustas. 

—No hay televisión. 

—¿Cómo? 

—Mis abuelos no veían televisión en la habitación. Decían que les distraía de lo verdaderamente importante. 

—Estamos hablando de dormir, ¿cierto? 

Me río. 

—Supongo. 

Ambos caminamos hacia la habitación y él me ayuda a subirme a la cama y a acomodar la almohada de embarazo, la cual no puedo vivir sin ella, y cuando estoy acomodada sube mis pies en una almohada. 

—Tus pies en verdad están inflamados, vamos a ponerlos así. 

—Es porque estoy de pie casi todo el día —contesto. 

—Iré a la cocina por la comida. 

—No, solo quédate aquí —hablo y le indico con la mano que se siente a mi lado. 

—¿Segura?, solo es traer la bolsa. 

—Sí, solo quiero descansar unos segundos, después comemos. 

Antonio asiente. Y se sienta sobre la orilla de la cama. No sé si no entendió mi mensaje o él no quiere acostarse a mi lado. Sin embargo, siento como sus manos comienzan a darme un masaje en los pies, que me relaja por completo. 

—¿Mejor, cierto? 

—Definitivamente. 

—Leí en una revista como hacerlos. Creo que era de espectáculos porque también leí el divorcio de una artista. 

Me río, porque sé qué tipo de revista está diciendo. Siento la sensación de sus cálidas manos sobre mis pies, y de verdad siento cómo se relajan. Antonio lo hace con tanto cuidado y cariño que me conmueve. 

—También, leí en el libro del bebé, masajes relajantes que puedes hacerle al bebé para que duerma. Así que me compraré un muñeco para practicarlos. 

—¿Un muñeco? 

—Sí. De esos que parecen bebés. Quiero practicar como cargar y como hacer los masajes, incluso el baño. 

Me río bajito. 

—No te rías. Jamás he cargado un bebé, ni manejado uno. Puede que tú hayas tenido muchas sobrinas y primos, pero, yo no. Todo esto es nuevo para mí. 

Tomo su mano y la acaricio con ternura.

—Lo harás bien. De eso estoy segura, Antonio —hablo, y él sonríe.

La mirada de Antonio ha perdido un poco de brillo. Aún lo hace, pero no como cuando éramos solo nosotros dos. Ahora, está llena de culpa, de tristeza y de incertidumbre. Yo deseo que mi hija tenga su mirada. La he imaginado con el cabello oscuro, ojos verdes, una hermosa combinación de los dos. 

Estiro mi mano y toco su rostro. Acaricio su mejilla con ternura y él toma mi mano para besarla. 

—Quiero ayudarte en tu sueño —Lila—. Quiero recompensarte por todo lo que pasó por mi culpa. Quiero hacerte feliz de todas las maneras posibles, aunque no esté a tu lado. 

—Ya me estás ayudando. Tú eres uno de los principales creadores de mi sueño. Siempre quise ser mamá de una niña y mira… estamos a semanas de que llegue. 

Ambos ponemos la mano sobre el vientre y pareciera que Mena sabe que somos los dos, porque se mueve y nos regala una patada. 

—¡Ves!, te ama… 

—Me ama… —murmura. 

De pronto, nuestras miradas se encuentran, cargadas de emoción y amor. Hemos pasado tanto tiempo separados, lejos el uno del otro y de nuevo, estamos aquí, con una hija en común y sabiendo que estamos unidos para siempre de alguna forma. 

Antonio sube su mano hacia mi rostro y lo acaricia con ternura, yo sonrío en respuesta. El ambiente en la habitación se transforma por completo, y ambos comenzamos a acercarnos. Sin poder evitarlo, nuestros rostros están tan cerca que es imposible evitar lo que sigue. 

Cierro los ojos instintivamente, dejándome llevar por el momento y la sensación reconfortante de tener a Antonio tan cerca nuevamente. Quiero pensar, que una de las razones por las que él está en su piso y yo en el mío, era justo por esto, pero, ya no se puede evitar. Puedo sentir su suave aliento rozando mi piel, mi corazón latiendo de felicidad y sé que el suyo está igual. 

Entonces, lo inevitable llega y me besa. El beso es tierno y lleno de cariño, como si cada roce de sus labios fuera un te quiero. Este es el primer beso que nos damos después de una larga separación, y se siente como una sensación tan conocida como desconocida. 

Ambos nos dejamos llevar, llenos de felicidad, de alegría, de saber que una vez más volvemos a sentirnos. Él se inclina más, haciendo más profundo el beso. La emoción nos está ganando y no lo culpo; nos extrañamos. 

Finalmente, nos separamos lentamente, y no podemos evitarlo, ambos estamos felices de haberlo hecho y estoy segura de que esto complicará las cosas. Aun así, no digo nada, sigo disfrutando de la hermosa sensación. 

—Lila —murmura mi nombre, de una forma tan sensual que me hace sonrojar. 

Mi cuerpo está caliente, demasiado para ser verdad, y de pronto, las ganas de volver a besarlo y hacerlo mío regresan. Sin embargo, mi cabeza me repite que no, y simplemente suspiro. 

—Antonio. 

—No digas nada —me pide con dulzura—. Solo, no digas nada. 

Asiento con la cabeza, y vuelvo a acomodarme sobre la almohada. Él se sube a la cama, se sienta a mi lado y toma mi mano con delicadeza. Los dos nos quedamos en silencio, con las manos tomadas y viendo hacia la pared colorida. 

Me siento embargada de emoción, como si hubiese revivido pero, a la vez, una gran culpa. No debí hacer eso, pero, hay veces, que no se puede evitar. Veo el móvil que comienza a vibrar y el nombre de Pablo aparece. Mi culpa crece y soy una cobarde, porque termino la llamada sin contestar. 

—Él también te quiere, ¿sabes? —me dice Antonio, en un murmullo. 

—Y yo lo quiero también —respondo. 

—¿Sientes con él lo que sentiste conmigo? —me cuestiona. 

Me quedo en silencio. Mi abuela siempre decía que el silencio es otra forma de respuesta, pero, puede llegar a ser peligrosa porque se puede malinterpretar. No sé cómo lo interpreta Antonio, pero voltea a verme y sonríe. 

—Yo también lo sentí —confiesa—. Y no voy a negar que me gustó. 

Me recargo sobre su hombro, y aun con nuestras manos tomadas, cierro los ojos. Su calor corporal provoca que el cansancio gane y comience a caer rendida. 

También me gustó, pienso, o no sé si estoy hablando dormida como lo hace Alegra. 

Siento los labios de Antonio sobre mi frente y después un susurro en mi oído. 

—Te amo, Lila. Jamás me separaré de ti. Si te vas al fin del mundo, te seguiría, aunque eso me cueste todo. 

11 Responses

  1. Awwww!! Lila y Antonio, no pueden negar que se siguen amando!
    Pero tienen que sanar y ordenar su vida para que no haya personas inocentes lastimadas

  2. 😱😱😱😱😱😱 me gusta que se vayan acercando. Pero me siento como Lila, por Pablo. Porque bueno Antonio y Thea tienen otro compromiso. Pero Lila si le dio esperanzas a Pablo. Senti su culpabilidad. Que estres jejejejejejejeje. Pero siempre team Antonio. 😅

  3. 😳😳😳 sabía que en punto pasaría, me quedó esa sospecha de que pasaría rápido desde que Lila conversó aquella noche con sus hermanos y luego Pablo le dijo que no regresaría rápido a México. En pocas palabras, ellos estarían solos y las condiciones eran muy propicias 😍

  4. Lila debe aprender a diferenciar amores, hay muchos… pero solo Antonio logra hacerla sentir un todo en uno.
    Su amor por pablo no es profundo pero es estable, porque él siempre está ahí para ella y en cierta forma Lila es egoísta por dar esperanzas donde ella no le puede dar más de lo que siente por él y menos cuando ella aún no había sanado o estabilizado su corazón.
    Creo que es Pablo quien la va liberar a Lila

  5. Y aún tengo ganas de leer algo más explosivo entre Lila y Antonio al momento de entregarse. Aunque las hermanas son diferentes en ese aspecto, Alegra tiene más fuego en su relación sexual con Karl. Antonio es un hombre de 36 años y pues imagino que tendrá sus mañanas y experiencias.

  6. Ojalá sea la puerta a todo lo que merecen vivir. Y que de paso liberen a los otros dos del peso de las relaciones que no son para ellos.

  7. No pueden evitar lo que sienten por mas que Lila diga que es pareja de Pablo y yo creo que ni el mismo Pablo lo siente así.

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