Era evidente que después de mi declaración no volvería a saber de Luz y, no la culpo, la manera en que lo dije fue de verdad explosiva y me sentí dentro de una de esas comedias que ve la abuela de Marta. No quería ser el galán fracasado que después de un rato se percata que el amor de su vida estuvo siempre frente a sus ojos, aunque en realidad así fue.
Soñé todas las veces que pude haberle dicho a Luz que me gustaba. Desde la más sencilla, hasta la más extraordinaria. Como esa fiesta en la playa donde ella se encontraba sentada sola sobre la arena y yo lo suficientemente envalentonado como el alcohol para acercarme y decirle todo lo que sentía. Soñé en todos nuestros momentos a solas, en la sala de los Ruiz de Con, cuando ambos leíamos en silencio, en esas veces donde conversábamos mientras cuidábamos a nuestros hermanos o cuando me salía al jardín con ella cuando quería tomar fotos.
Todos esos momentos que tenía bloqueados saltaron a mi mente y ahora, no podía dejar de soñar con ella. Lo hago diario, incluso si estoy exhausto mi mente se las arregla para darme un momento con ella. Despierto y la extraño, abrazo la almohada añorando que fuera ella. Creo que me estoy volviendo loco porque no sé cómo puedo extrañar a alguien que nunca he tenido o una mujer que jamás ha estado sobre mi cama; supongo que esto va junto con el amor.
Desgraciadamente, mi tiempo en Ibiza fue corto. Uno de mis colegas se enfermó terriblemente y me llamaron para que regresara a Madrid para cubrirlo. Solo pasé Navidad con mi familia y después, tomé el avión para volar de regreso. Antes de venirme, pude ver a Manuel Ruiz de Con en la casa, pero no tuve el valor de preguntarle nada sobre Luz, supongo que soy algo cobarde con respecto al amor.
Aun así, no me rendí. Sueño tanto a Luz que decidí volver a verle para tratar de abrir de nuevo un canal de comunicación entre los dos. Así que desde que empezó enero he ido al barrio de la Latina a buscarla para ver si puedo provocar un encuentro “afortunado” que me haga cruzar palabras con ella. Sé que suena un poco “acosador” pero, una cosa que he aprendido es que no puedo dejarle todo al destino, hay que provocarlo y yo estoy dispuesto a hacerlo.
El barrio de la Latina es extenso, por lo que caminar y buscar se hace complicado. He venido aquí todos los días después del trabajo, para caminar por aquí con la esperanza de que pronto aparecerá frente a mi ojos y sabré que el destino me ha escuchado. A veces me imagino mi reencuentro con Luz, la veré saliendo de algún lugar, al otro lado de la acera o, un encuentro fortuito como los de las novelas de amor.
Basta, David, te has vuelto muy cursi, pienso, mientras me quedo de pie viendo uno de los tantos edificios, ya que también imagino que ella sale por una de las ventanas con balcón y yo la veo desde abajo. Jamás había tenido sueños tan patéticos; a veces solo quiero desaparecer.
Hoy que es sábado prácticamente salí corriendo del hospital para venir hasta acá, ni siquiera me dio tiempo de quitarme la bata, por lo que las miradas están sobre mí mientras me quedo sentado en uno de los tantos cafés tomando uno. Algún día Luz tiene que aparecer, en algún momento el destino se hartará y me dará lo que pido, de esto estoy seguro.
⏤¿Vas a querer otro café, guapo?⏤ escucho la voz de la mesera que se secretaba momentos atrás con su compañera.
Volteo a verla y le sonrío⏤ no creo, otro más y no necesitaré usar el metro⏤ contesto, para luego tomar el último sorbo.
⏤ Sabía que no eras de aquí⏤ me comenta, para luego sentarse en frente mío ⏤personas como tú no se ven en lugares como este.
⏤Supongo⏤ contesto, mientras trato de zafarme de su mirada para seguir viendo hacia la calle.
⏤Un doctor, eso quiere decir que además de guapo eres inteligente… yo tengo una lista de padecimientos que podrías curarme⏤ me comenta.
En otro momento esto sería para mí la clave para empezar el coqueteo y posiblemente el polvo que deseo desde hace tiempo atrás, ya que prácticamente desde que me fui a Sudamérica no he tenido sexo con nadie. Sin embargo, mi mente está tan concentrada en encontrarla a ella que simplemente niego.
⏤ Soy pediatra, no creo que pueda curarte mucho…
⏤ Puedes cuidar de la niña que hay dentro de mí…está un poco herida⏤ responde.
⏤ Entonces, necesitas un psicólogo, querida, no un pediatra.
La chica cambia su rostro coqueto a uno lleno de indignación y sin que yo me lo espere me da un bofetón que me hace cerrar los ojos.⏤ Qué grosero.
⏤ Yo diría más bien realista…
⏤¿Ya terminaste, no?, ¡ya vete!, que hay más clientes que quieren este lugar.
Me pongo de pie, saco un billete lo suficiente grande para cubrir la cuenta y luego me voy de ahí. No es la primera vez que me rechazan, pero hace mucho que no recibía una bofetada así, aunque después de los golpes de Alegría esto fue nada.
Me alejo caminando del café, aun con la mejilla ardiendo del golpe que me dio, camino con dirección al metro, porque creo que por hoy es suficiente para seguir de vigilante.⏤ Supongo que hoy tampoco quisiste darme una respuestas⏤ hablo, para después acomodarme la bata y seguir caminando.
Camino una cuadra, lo hago ya sin prestar atención a mi alrededor cuando, de pronto, veo a una chica en medio de la acera, hincada y metiendo latas a una mochila. Me quedo observándola y, cuando ella mueve su mando para quitar el cabello de su rostro, me percato que es ella, Luz… ¡Por fin la he encontrado!
La observo desde mi lugar, ya que mi cuerpo se ha quedado completamente paralizado ante su presencia. Ella no lo sabe, pero, hasta hoy, es la única que me ha dejado sin palabras o sin movimientos, es como si un hechizo mágico cayera sobre mí y yo, simplemente no pudiese escapar de él.
Una de las latas rueda hacia mí y toca mi pie saliendo del trance, ella no se ha dado cuenta, así que la tomo y camino hacia ella solo para escuchar una frase tan Luz que no puedo evitar sonreír⏤ Deberías llamarte “necedades de Con”.
¡Vaya!, al menos ella sabe lo necia que es, pienso.
Con cuidado estiro la mano y le muestro la lata, ella la toma sin verme y con un tímido “gracias”, la mete a la mochila.
⏤ De nada, Necedades de Con⏤ respondo, haciendo que voltee de inmediato hacia mí y me observe de la cabeza a los pies.
Una vez más el corazón se acelera, mi cuerpo no reacciona y mis nervios se descontrolan. Odio no tener control sobre mí, lo odio, pero amo todas estas sensaciones a la vez. Luz me hace sentir tanto con una mirada que es inexplicable, no hay ciencia que pueda darme respuestas.
Ella se pone de pie y nuestras miradas se cruzan. Ese momento mágico es el que he buscado por semanas y ahora que ha llegado, no sé como sobrellevarlo. Se sonroja, yo siento como mi corazón se desboca y olvido todo lo demás. Solo somos ella y yo en una pequeña burbuja de felicidad.
⏤¿Es en serio? ⏤ comenta incrédula.
⏤¿Es en serio qué?⏤ pregunto, aun sin separar mis pupilas de las suyas.
⏤¿Me vienes persiguiendo desde Ibiza?⏤ me pregunta.
⏤¿Persiguiendo?, ¿Eh?, no, no… ⏤rompo contacto con sus ojos y de nuevo el barrio de la Latina vuelve a aparecer.⏤ No, yo estoy en Madrid desde finales de diciembre, pero, no te voy a mentir, iba pasando por aquí y vi que se te cayó todo.
¿No voy a mentir?, ¡estás mintiendo!, ¡tú no sabes mentir!, me grito en el interior.
⏤¿Pasando por aquí?⏤ contesta incrédula Luz y sé que no me cree ni tantito.
⏤ No, bueno… ⏤ balbuceo como idiota ⏤ vine a buscarte porque tengo algo que darte.
⏤¿A mí?, ¿algo que darme? ⏤ inquiere, y su mirada coqueta hace que me desconcentre un poco.
⏤ Sí, tengo algo que darte y bueno, mi hermana me dijo que vivías en el barrio de La Latina, algo muy adhoc, por supuesto.
⏤¿Te dijo que vivía en el barrio de la Latina pero, ¿no mi dirección?
Se me olvidaba que Luz Ruíz de Con era la reina de las averiguaciones, no cae en las trampas fácilmente.
⏤ No, porque me dijo que no me daría la dirección exacta, pero, si una pista… ⏤ me zafo.
Luz se puede el labio y luego se acerca un poco más para verme a los ojos. Quiere pistas, quiere saber si le estoy diciendo la verdad y sé que si no la detengo descubría mi mentira.
⏤¿Te puedo ayudar? ⏤pregunto, desviando mi mirada.
Luz duda, pero luego sonríe⏤ vale, vámonos.
Tomo la pesada mochila y sin decir ni una palabra más camino a su lado. Tal vez no nos digamos nada, pero, solo caminar a su lado es electrizante, el oler, ese aroma a lavanda que sale de su cabello me echan a andar más que cualquier momento excitante en mi vida. Verla a los ojos me hace sentir como nunca antes me había sentido, ¡vivo!, estoy vivo… y no quiero que jamás esa sensación se vaya de mí.
Posiblemente, hoy forcé un poco al destino para que me diera una oportunidad. Sin embargo, juro que si esto funciona, haré hasta lo imposible por mantenerlo vivo. Luz es la mujer que he buscado entre sábana y sábana, la que un día desee que me abriera la puerta y me dejara entrar. Quiero compartir mis días con ella, conocerla a fondo, quiero, si me atrevo a decirlo, pasar el resto de mis días sintiéndome así… sobre las nubes.
Me encanta