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Salgo corriendo tras Luz, ni siquiera lo pienso dos veces. Según el portero se fue hacia el metro y confiando en lo que él me dice, me dirijo hacia allá solo para percatarme que el siguiente llega en 15 segundos, por lo que salto la barrera y entro al vagón justo antes de que cierre la puerta.
Camino entre la gente y por puro milagro la encuentro sentada en uno de los asientos. Veo como Luz se limpia las lágrimas de los ojos. La herí, ahora estoy seguro de que lo hice y me siento terrible. Me acerco lentamente y menciono su nombre en un hilo de voz. Luz sube su mirada por un instante y después toma su móvil para comenzar a ignorarme por completo.
⎯ Olvidaste tus zapatos ⎯ me comenta, y por primera vez me percato que salí corriendo desde mi piso hasta acá, descalzo.
⎯Luz, no es lo que parece ⎯ es lo primero que sale de mi boca.
⎯ No comprendo por qué vienes a disculparte, David. Vienes desde lejos y descalzo, por algo que no tiene importancia.
⎯Para mí si ⎯contesto firme ⎯ y mucha.
La mirada de Luz y la mía se encuentran, y con voz neutral, me dice ⎯ David, tú tienes una vida y yo la mía. Hemos coincidido, y está bien pero, toda la vida lo hemos hecho, en fiestas, reuniones, cosas de la empresa… lo que no entiendo es, porque ahora te has encaprichado conmigo cuando antes te daba igual si estaba o no.
⎯No me daba igual ⎯ respondo ⎯ y no es capricho.
⎯Ayer me hiciste sentir mal con tu discurso de “descubrir” quién eres y caí. Pensé: ¡venga!, vamos a darle una oportunidad y vine a perderte perdón. ¿Sabes lo que encontré?, lo mismo de siempre. Mira no estoy molesta, estoy decepcionada, no me gusta la gente que miente y tú lo hiciste.
⎯Es que no te mentí ⎯ insisto, y lo hago de frente viéndola a los ojos.
⎯Las pruebas dicen todo lo contrario, no hay marcha atrás ⎯ contesta firme.
¡En el problema que me metiste Alexandra!, o mas bien, yo, por no haber cambiado la cerradura, pienso, bastante molesto.
⎯Luz, te juro que hay una explicación.
⎯¿Qué me vas a decir?, ¿que ella apreció por arte de magia en tu cama mientras tomabas una ducha? ⎯ pregunta sarcástica y no puedo evitar sonreír porque así fue justo como sucedió.
⎯Eso fue lo que pasó ⎯ contesto honesto.
Ambos sentimos como el metro para, y Luz, sin previo aviso se pone de pie y sale del vagón. Las puertas de éste casi se cierran antes de que pueda pasar pero, lo logro, así que camino detrás de ella.
⎯Luz ⎯ vuelvo a pronunciar su nombre, pero ella me ignora olímpicamente. Así que acelero el paso, y arriesgadme a que me ponga de nuevo una paliza, la tomo de la mano y la jalo hacia uno de los rincones de la estación y la recargo sobre la pared.
⎯David ⎯ murmura, sin verme a los ojos.
⎯Eso fue lo que pasó, Luz ⎯ hablo, viéndola a los ojos ⎯ Alexandra llegó mientras yo tomaba una ducha, olvidé cambiar la cerradura. Yo no sabía nada, nadie me avisó ⎯ trato de justificar.
⎯Pues necesitas mejorar la seguridad de tu piso ⎯ me contesta tratando de no caer en mis excusas.
⎯Luz ⎯ vuelvo a pronunciar su nombre en un murmuro ⎯ todo lo que te dije es verdad. Me gustas, me gustas mucho y nunca en mi vida había sentido algo como lo que siento contigo. Solo necesito una oportunidad para demostrarlo y si no me importaras, no hubiese recorrido ocho estaciones del metro descalzo para aclarar todo, ¿comprendes? ⎯ le explico.
Luz desvía su mirada un poco, cierra los ojos y luego los abre de golpe para verme de frente. Suspira. ⎯ No lo sé ⎯ dice, ⎯yo no te conozco tan bien como pensaba y cuando por fin pensé en darte una oportunidad, mira lo que pasó. ⎯Ella vuelve a guardar silencio, luego regresa su mirada y la cruza con la mía ⎯ David, no estoy en busca de una pareja en este momento pero, si lo estuviera podría decirte que no eres lo que busco. Necesito a alguien en quien pueda confiar, alguien con la que pueda sentirme segura, que sepa que no me engañará con una y con otra mientras no estoy. Alguien que esté para mí y solo para mí, ¿comprendes? ⎯suspira. ⎯ Ayer cuando me viste, sentí cosas que jamás me habían recorrido por el cuerpo, cuando besaste mi frente todo se revolucionó y hoy pensé: bueno, tal vez soy muy severa, debería darle una oportunidad y ahora… ⎯ guarda silencio.
Lo volví a hacer, te decepcioné, concluyo su frase en mi mente.
⎯Yo… ⎯ pronuncio, pero la decepción en sus ojos es más grande.
⎯No soy diversión de una sola noche, David Canarias, así que deja de buscarme, no voy a caer en tus conocidos juegos ⎯ habla severa para después moverse y salir de la protección de mis brazos ⎯ disfruta el libro ⎯ me comenta, para luego subir las escaleras corriendo dejándome atrás.
⎯¡Mierda! ⎯ murmuro, dando un golpe sobre la pared lo suficientemente fuerte para sentir el dolor pero no tanto como para quebrarme los dedos.
Por primera vez en mi vida odio mi reputación, odio todo lo que se sabe y se dice sobre mí. Antes solía sentirme un poco orgulloso, es más, creía que me daba cierto estatus pero, hoy, justamente hoy, lo odio por completo.
Podría seguirla escaleras arriba, perseguirla por todo Madrid pero, hace un frío del carajo y creo que ya no será conveniente hacerlo. Veo la hora y me percato que ya voy tarde a trabajar. Así que regreso al metro para ir de regreso, la oportunidad de hoy… se ha perdido.
[…]
Entro a mi piso y lo primero que noto es el olor a comida, Alexandra sigue aquí y la rabia consume mi cuerpo. Siento mis pies helando, pero mi sangre está tan caliente que, si fuera un patán, ya hubiese explotado. Sin embargo, mi madre no crió un a un hombre así.
⎯Te dije que te fueras⎯ le hablo lo más tranquilo posible.
Alexandra voltea y deja los platos del desayuno sobre la mesa.⎯ Pensé que era broma.
⎯No, no lo era⎯ respondo, mientras me quito la camiseta para volver a la ducha⎯ te pido Alexandra que ya no llegues sin avisar. Hoy me metiste en problemas y no quiero que vuelva a pasar.
⎯¿Yo?, ¿en problemas?, ¿con la que vino?, ¡ay por Dios David! ⎯ se queja y vuelve a reír.
⎯Sí, en graves problemas, así que te pido por última vez y de la forma más amable posible, que te vayas….⎯ sentencio⎯ cuando salga de la ducha ya no te quiero aquí, ni ahora, ni nunca.
Alexandra quita la sonrisa, y yo azoto la puerta de mi habitación como si quisiera probar un punto. Quiero que se vaya de mi vida, se quede o no Luz, quiero que ella salga.
Me meto a la ducha de nuevo y pongo el agua caliente para volver a coger el calor. De pura suerte no me congelé aunque creo que una buena gripe sí me dará. Mientras siento el agua correr sobre mi cuerpo, recuerdo la mirada de Luz y me duele. ¿Qué manera le hago saber que en realidad me gusta?, ¿que quiero algo más allá que un polvo con ella?
Al mismo tiempo, pienso, que lo mejor sería olvidarme del asunto. Salir de la ducha, tomar a Alexandra y follarla tal como antes lo hacía y seguir con mi vida pero, ya no quiero eso. Quiero regresar con Luz, pedirle una oportunidad, convencerla de que quiero pasar mi vida a su lado, que quiero despertar a su lado y ser el hombre en que ella pueda confiar.
Salgo de la ducha sintiéndome un poco mejor por fuera pero pésimo por dentro. Salgo hacia la habitación para percatarme que Alexandra ya no está pero, ha dejado su venganza. Ahí, deshojado y tirado sobre el suelo, se encuentra el libro de Luz, debajo del sofá, mi foto con Sabi.
⎯ Ahora si estoy muerto para ella, definitivamente, no seré tío David⎯ murmuro, mientras con una mezcla de sentimientos, comienzo a recoger cada hoja del suelo.