Regresé en las nubes, no cené, no quise ver a nadie y simplemente me tiré a la cama para seguir soñando. Jamás me habían besado así, jamás… todo fue tan puro, tan bonito, tan tierno. Solo de acordarme hace que mi piel se erice y mi corazón lata tan rápido que lo puedo escuchar. 

Todo esto que siento es tan potente que no sé que hacer. Quiero gritar, quiero salir corriendo de aquí pero, lo que más quiero, es besarla de nuevo una y otra vez hasta que mis labios queden satisfechos y ella me robe el aire como lo está haciendo en este instante. 

¿Luz se sentirá igual que yo?, ¿pensará en mí?, ¿querrá volver a verme y besarme de nuevo?, son tantas preguntas las que pienso que, no sé como resolverlas, solo quiero que el día siguiente llegue y yo, pueda tratar de volver a verla solo para volver a besarla de nuevo. 

Sin embargo, doy tantas vueltas sobre la cama que no puedo estar quieto. Las horas de la noche se me pasan tan lento, que lo único que provoca es que la desesperación se apodere de mi. Así que, me pongo de pie, me visto con las ropas más calientes que encuentro y salgo de mi habitación hacia el pasillo alumbrado por la luz de la luna. 

Bajo las escaleras y, después de salir por la puerta quitando la alarma, camino solo hacia la playa como solía hacerlo de más joven cuando necesitaba estar a solas. También en Madrid lo hago, solo que las circunstancias son diferentes. Allá lo hago por algún ataque de pánico y mi necesidad de tomar aire pero, hoy no, hoy lo hago porque estoy feliz. 

Momentos después, mis botas tocan la arena de la playa y, en seguida el ruido del mar entra por mis oídos. Hoy, las olas están tranquilas, taimadas, y la luz de la luna alumbra el agua obscura haciendo que todo se vuelva maravilloso. Camino por un momento, pensando una y otra vez en ese beso que me hizo tan feliz, y entonces, sin querer, siento como un nido en la garganta se me forma y hace que mis lágrimas caigan por mis mejillas. 

⎯Hola mamá⎯ murmuro, mientras veo como las olas van y regresan, dejando suelas de mis zapatos mojadas.⎯ Sé que hace mucho que no vengo a verte, incluso, ya pasaron varios años desde la última vez que vine pero… he estado algo, ocupado⎯ comento, esperando a que el silencio llegue.⎯ Sé que no hay justificación para mi olvido y que por eso me has visitado en sueños muchas veces pero, te juro que no te olvido. 

De chico solía venir muchas veces al mar cuando mi padre se peleaba conmigo, o más bien, cuando mi rebeldía provocaba discusiones entre los dos. Mi madre Fátima siempre trataba de que nos reconciliáramos pero, yo solía salir corriendo a la playa para contarle a mi madre y pedirle que le dijera a mi padre que era un buen hombre… que no era necesario que me tratara así. 

Solí quedarme en silencio, fingiendo que ella me contestaba pero, la verdad, era Fátima la que arreglaba la situación. Todavía no sé porqué sigue con mi padre. 

⎯Bueno madre, esta vez vengo con una buena noticia, no con otra tragedia del señor Canarias⎯ admito, y luego me río bajito.⎯ Esta vez vengo a decirte que… estoy enamorado. 

Al decir eso sonrío, mi corazón late rápido y siento como un choque eléctrico recorre mi cuerpo. El mar también responde, la ola que viene se pronuncia más fuerte, mojando más allá de donde estoy de pie, lo puedo tomar como un abrazo de ella. 

⎯Se llama Luz… y justo vive allá, donde se ve esa luz⎯ comento, viendo hacia lo lejos donde sé que está su casa⎯ no solo es hermosa, gentil y tierna, si no que es talentosa y maravillosa. Es muy necia⎯ y al decir eso me río⎯ pero encaja conmigo tan bien que disfruto hasta argumentar con ella. Cuando la veo, pierdo el habla, cuando la escucho me pongo nervioso y no sé como reaccionar y cuando me toca… me siento en el cielo. Supongo que así te sentías tú cuando conociste a mi papá. 

De nuevo el mar me responde y aunque a mis casi treinta años esto se vea de locura, a mi me reconforta. El mar siempre ha estado ahí para mí y sé que donde vaya, ella está conmigo. Tal vez, ahora que me fui a vivir a Madrid me sentí tan alejada de ella. 

⎯Me hubiese gustado que la conocieras, te hubiera agradado. Toma fotos preciosas y le gusta mucho la naturaleza, como a ti. Incluso, hay algo en ella, no sé que sea, que me recuerda a ti, supongo que es su calidez, que me hace sentir bien con solo estar a su lado. 

No puedo evitar llorar en este momento, no sé porqué lo hago. Hay algo de Ibiza que siempre me pone sentimental y que me desarma por completo o, tal vez es, que mi corazón ha sido expuesto por completo y que ahora todo me llega… adiós escudos, adiós muros… adiós indiferencia. 

⎯Bueno solo, quería venir a decirte esto… deséame suerte para cuando la tenga que volver a invitar a salir, ya que es bastante… necia⎯ y sonrío. Me quedo viendo a la luna, y por unos instantes regreso a ese niño pequeñito que buscaba tesoros, barcos, sirenas y piratas en el mar⎯ te extraño, aunque te conocí poco, tu huella se quedó en mi y, te extraño… espero te encuentres bien. No te prometo otra vista pero, si te pensaré, siempre lo hago… vives en mi mente y en mi corazón… allí mi padre no te puede borrar. 

Me quito las lágrimas, unas que han salido sin que yo pueda evitarlo y, aunque en otros momentos esto significaría un día de tristeza, hoy, significa uno de Alegría. Y si todo sale bien… espero que los siguientes sean aún más alegres, que este. 

[…] 

Escucho la voz de Ainhoa en la parte de abajo de la casa y de inmediato abro los ojos. Son las nueve de la mañana y supongo que la familia está terminado de desayunar ya que, aquí se desayuna a las ocho. 

Me levanto, arreglo mi cabello pasando mi mano por él para después dirigirme al baño y entrar a la ducha. Vuelvo a acordarme del beso de Luz, y sonrío, supongo que ahora soy todo un adolescente o al menos así me vuelvo a sentir. 

Cuando termino de ducharme, me visto, arreglo mi cabello y reviso mi barba, estoy a unos centímetros de que mi padre me diga que me la corte; solo la arreglaré. 

⎯¿Joven David? ⎯ escucho la voz de Esme, y al abrir la puerta la veo como una sonrisa⎯ su madre pregunta si bajará a desayunar. 

⎯¿Está mi padre? ⎯ inquiero, y Esme sonríe.

⎯No, salió a desayunar con un socio, está a salvo⎯ bromea, haciéndome sonreír. 

⎯Perfecto⎯ pronuncio, para luego salir junto con ella de mi habitación y bajar las escaleras para llegar al comedor. 

Tan solo entro, veo a Ainhoa hablado alegremente con mi madre y a ella prestándole perfectamente atención mientras unta una tostada. Yo llego y, como siempre, tomo el último pedazo de tostada del plato de Ainhoa y me lo como. 

⎯¡Oye!⎯ me reclama. 

⎯No te lo ibas a comer⎯ le comento, para luego darle un beso sobre el cabello. 

⎯Lo iba a hacer⎯ responde, para luego tomar otro y partirlo a la mitad. 

Me acerco a mi madre y le doy un beso sobre la frente y la abrazo⎯ buenos días. 

⎯Buenos días… ¿todo bien? Sueles ser muy madrugador. 

⎯Pues… tuve unos problemas para dormir… Ainhoa con sus ronquidos no me dejaba…

⎯¡Cállate!, yo no ronco⎯ se molesta, y me lanza una fresa que cae en mi plato 

⎯¡Ainhoa, por Dios!, esos modeles⎯ le regaña. 

⎯Que David no sea mentiroso, yo no ronco. 

⎯Si lo haces, tu tabique quedó medio dislocado y eso hace que ronques… ⎯ justifico y ella me hace cara de pocos amigos. Me sirvo la comida que sobra en los platos y comienzo a comer. Minutos después siento la mirada de ambas y las veo por igual ⎯¿Qué?

⎯Nada⎯ dice Ainhoa, para luego comer otra fresa. 

⎯¿Nada qué?⎯ volteo a ver a mi madre y ella sonríe⎯no leo mentes… 

⎯Será por algo… ⎯ responde mi hermana. 

⎯Ainhoa, ¿me dejas hablar con tu hermano?⎯ le pide mi madre, y yo sonrió. 

⎯Nunca me dejan estar en estas pláticas… 

⎯Será por algo⎯ respondo ahora yo, y ella me vuelve a echar la fresa al plato. 

⎯¡Dios, niña!⎯ le reprende mi madre, y ella se levanta, y se va del comedor. 

⎯Para tener su edad es muy infantil… ⎯ le comento a mi madre. 

⎯Tú igual, para tener casi treinta⎯ me responde⎯ ahora dime, ¿todo bien?, te vi salir a las tres de la mañana… ¿no trajiste a nadie, verdad? 

⎯Claro que no, jamás lo haría. Sabes que respeto mi casa y a mi familia y no, solo salí a caminar por ahí… quería estar solo⎯ hablo como si nada. 

⎯Hmmm… ¿no tienes algo que contarme?

⎯No.⎯ Niego. 

⎯¿Nada?⎯ insiste. 

⎯No…⎯ continúo, pero sé que mi madre es el FBI y que pronto saldrá a la luz todo. 

⎯Ximena me dijo que fuiste a ver a Luz y que… luego se fueron juntos⎯ me comenta coqueta. 

⎯¡Dios!, esos Ruiz de Con no son para nada discretos… recuérdame jamás darles el password de mi ordenador. 

⎯Venga, no me hagas sacarte la información… ¿qué pasó?, ¿todo bien?

Suspiro. Me limpio los labios con la fina servilleta de tela y me paso a la silla que está cerca de su lugar. Acerco mi rostro y le digo⎯ besé a Luz. 

⎯¡Ay Dios mío!⎯ se emociona, y me acaricia el rostro con ambas manos⎯¡qué felicidad!, ¿ya son novios? 

⎯No…⎯ digo entre risas, yo creo que mi madre piensa que esto es muy fácil o tal vez, si lo es⎯ solo fue un beso. 

⎯No fue solo un beso, mi corazón ⎯ me dice con ternura⎯ fue EL BESO, es donde sientes que hay fuegos artificiales a tu alrededor y que sientes como que te sacaste la lotería. 

⎯Algo así⎯ respondo. 

⎯Estas enamorado, ¿verdad mi cielo?⎯ me pregunta y yo simplemente asiento⎯ ¡te lo mereces!, ¡te mereces eso y más!

⎯Ahora, el problema, es como hacer que Luz se enamore de mi. No tengo idea de como hacerlo… 

⎯Pues… primero, invítala a salir, hazla sentir como la princesa que es… ¿por qué no la invitas a la cena de beneficencia? ⎯ sugiere. 

⎯¿Del Conglomerado?, no creo⎯ digo reacio. 

⎯Es perfecto, es un evento donde no será raro verlos juntos, y, además, es elegante… se sentirá cómoda y tú igual. Puedes llevar un elegante traje y ella un hermoso vestido, de esos que hace Mena. Invítala… no pierdes nada. 

⎯Madre, no voy a invitar a Luz a una cena donde estarán todos…

⎯No, Tristán no irá, ni Ximena… y tú déjame a tu padre que yo hago que no vaya pero… te mande a ti. Venga… hazme caso, tengo el presentimiento de que esto va a salir bien, anda⎯ insiste. 

⎯¿Segura?⎯ pregunto, y ella me acaricia la mejilla. 

⎯Segurísima… venga, soy tu madre… ¿qué no confías en mí?, hasta tu madre lo hacía que confío en mí y te dejó conmigo⎯ comenta, y yo sonrío. 

⎯Vale, la invitaré pero, si mañana regresó con un ojo morado o morados por todas partes… sabrás que no fue tan buena idea. 

⎯¡Qué exagerado! ⎯ me dice entre risas, para darme un beso sobre la mejilla⎯ tu eres mi niño, y siempre has sido bueno… es hora de que Luz lo conozca. Basta del otro David… basta de las máscaras… es hora de que saques lo mejor de ti⎯ me alecciona. 

Así que supongo, que si todo sale bien iré con Luz Ruíz de Con a otra cita… espero que todo salga bien. 

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