Los nervios me invaden mientras viajo en la camioneta para ir a casa de Luz a recogerla. No sé si leyó el correo que le envíe con la invitación, no sé si estará lista, si quiera ir, pero mi madre se esmeró mucho en mi arreglo, me hizo llevar un esmoquin color azul marino que según ella me hace ver gallardo y le creo. 

En cuanto el carro se estaciona en frente de la casa, los nervios pasan a un nivel más alto, al grado que siento que me sudan las manos y el corazón me late agitado. No sé si estoy a punto de tener un ataque de pánico o, en verdad, me emociona el hecho de que la veré. 

⎯¿Lo espero, señor? ⎯ me preguntan. 

⎯No, no… gracias. Su padre dijo que Mateu nos llevará, así que tienes la noche libre ⎯ le digo, y él sonríe. 

⎯Suerte con la señorita… ⎯ me comenta. 

La necesitaré, pienso, mientras abro la puerta y bajo del vehículo. 

Así, arreglándome el saco y comprobando que tanto el cabello como la barba estuvieran impecables, lo único que quiero es impresionarla. Toco la puerta y en seguida me abre Alicia y me regala una sonrisa. 

⎯Joven Canarias… siempre limpio, siempre guapo ⎯ habla, para luego reír. 

⎯Muchas gracias…¿estás haciendo todo esto porque la señorita Ruíz de Con me dejó plantado? ⎯ inquiero. Alicia niega con la cabeza y luego con la mano me invita a pasar a la sala, cerca de las escaleras que dan hacia las habitaciones. ⎯¿Eso es un sí? ⎯ insisto. Ella sonríe para luego alejarse de mí e irse a la cocina. 

Me quedo en medio de la sala, con un silencio tan extraño que no escuché jamás en la casa de los Ruíz de Con. No sé si entretenerme viendo las cientos de fotos que cuelgan de los muros, o quedarme de pie viendo a las escaleras; opto por la segunda. 

De reojo, veo el reloj de pared que marca las 7:30 pm y luego volteo hacia las escaleras. No sé si Alicia ya le avisó que estoy aquí o si esto es otra broma de Luz para darme una lección. Cambio de opinión cuando a las 7: 45 pm, ella baja las escaleras vistiendo una preciosa falda dorada un top azul eléctrico que me deja sin habla. 

Luz baja paso a paso por las escaleras seguida todo el tiempo por mi mirada y una sonrisa que me delata pero, no puedo evitarlo. ⎯ Te ves hermosa ⎯ se escapa de mis labios y ella se sonroja de inmediato. 

⎯Gracias ⎯ responde tímida. 

Me acerco a ella y le tomo de la mano. Esa corriente eléctrica que siento cuando la tomo recorre mi cuerpo y mi anuncia que estoy vivo y que esto es verdad. Nuestras miradas se cruzan y sé que el tema del beso no fue algo que la asustó sino que la alentó a estar aquí… lo puedo notar en esa mirada tan penetrante que tiene. 

⎯Pensé que no habías recibido mi correo ⎯ hablo, para poder comenzar una conversación con ella. 

⎯Te dije que era lo mejor. No soporto ver un correo nuevo sin leer ⎯ me asegura, y me alegro de que esto sea cierto. 

Me río bajito y mi mano acaricia la suya y eso me reconforta. ⎯ Tu padre me llamó, me dijo que no podía llevarte y por eso vine yo. 

Luz no me cree y no debería porque en realidad fui yo junto con mi madre quienes planeamos este encuentro. Ella levanta la ceja, en señal de incredibilidad. ⎯ ¿Te llamó?, o, ¿lo llamaste a él? 

⎯Bueno, el caso de todo es que ya estoy aquí, ¿qué no?, y podremos llegar juntos a los dos ⎯ trato de salvar la situación. 

⎯Bien… ⎯ responde, para comenzar a caminar conmigo hacia la puerta. 

⎯Prometo que regresarás a tiempo, antes de que se rompa el hechizo ⎯ le digo. 

⎯¿Me estás diciendo que a la media noche me convertiré en calabaza? ⎯ bromea. 

Y yo niego ⎯ no, antes de que yo me convierta en una… 

Y así, tomados de la mano, salimos de su casa para ir a nuestra próxima cita. 

[…] 

Las miradas estuvieron sobre nosotros cuando entramos al lugar del evento. Sé que Luz se sintió incómoda pero yo, me sentí orgulloso. Era la primera vez que entraba con una mujer del brazo, con una sonrisa y sintiéndome tan bien que no lo podía esconder. 

Después de saludar a los socios clave, como los llama mi padre, ella y yo nos fuimos a nuestro lugar y después de recorrer la silla para que ella se sentara, lo hice a su lado para comenzar a cenar. 

⎯¿De qué se supone que es este evento de beneficencia? ⎯ me pregunta interesada. 

⎯La empresa escoge una asociación para donar dinero… se hace subastas y cosas así para que se recolecte otro poco más. Solo que, no te pongas tan cómoda ⎯ le advierto, haciendo que sus ojos se fijen en los míos. 

⎯¿Por qué? ⎯ inquiere, sospechosa. 

⎯ Porque después iremos a otro lugar ⎯ murmuro, y juro que si fuera por mí la besaría de nuevo. 

⎯¿Otro lugar?, entonces, ¿la cita no será aquí? ⎯ me pregunta interesada. 

Niego con la cabeza ⎯ Soy David Canarias, no te daría una cita así jamás. Solo quería que te sintieras cómoda antes de estar a solas conmigo. 

⎯Y, ¿esto se te ocurrió? ⎯ pregunta, para luego sonrojarse. 

⎯Estamos juntos, esto es lo que importa… ¿qué dices?, ¿confías en mí? ⎯ pregunto. 

Luz sonríe y asiente, haciendo que mi corazón se acelere. La tomo de la mano y le doy un beso, siento la suavidad sobre mis labios, y el aroma a Lavanda que siempre expide su piel y me tranquiliza. Ella me mira, pero, no como antes. Atrás quedó la Luz indecisa y desconfiada, ahora los ojos le brillan y sé que se siente segura. 

Cenamos, nos divertimos y entre que hablamos con los socios de nuestros padre o entre nosotros, comentando el evento, escucho una melodía que me gusta y en un impulso me levanto, y la invito a bailar. Luz se pone de pie para caminar conmigo al centro de la pista y cuando estamos juntos, la tomo de la cintura y la pego a mi cuerpo. Mi mano siente su tibia y cálida piel, ya que su espalda baja está completamente descubierta. Puedo sentir como tiembla un poco para luego controlarse y seguirme el ritmo. 

Yo no sé bailar, jamás me interesó pero ahora, con ella, siento que puedo hacer todo, que puedo moverme y sentir esa alegría que pensé se había extinguido hace mucho y que ya no volvería a sentir. 

⎯¿Te la estás pasando bien? ⎯ le murmuro al oído, y a la vez respiro el aroma de su cuello. Un suave perfume que combina perfecto con ese jabón lavanda. 

⎯Sí, gracias… ⎯ responde tímida. 

⎯Ves como puedo ser prácticamente un caballero ⎯ le bromeo. 

⎯Yo nunca dije que no lo fueras ⎯ me responde ⎯ solo dije que eras… 

⎯Sí, lo sé… no lo repitas, ya me quedó claro ⎯ le pido y ella sonríe. 

⎯Bueno, solo quiero aclarar que nunca he pensado que fueses una mala persona, o un patán… es todo ⎯ justifica su respuesta. 

⎯¿Eso es bueno o es malo? ⎯ pregunto, y ella se ríe bajito. 

⎯¿Cómo puede ser eso malo? ⎯ replica Luz, para luego morderse el labio. 

Aún moviéndonos al ritmo de la música, acaricio su rostro tocando con la paloma de mi mano su frente, sus mejillas y luego su barbilla ⎯ es que no lo sé. En realidad, contigo no sé lo que me pasa ⎯ confieso, sin quitar mi vista de la suya. 

Comienzo, entonces, a acercarme más a sus labios. Las ganas de besarla me consumen, de volver a sentir todo lo que no me dejó dormir ayer, lo que me hizo revivir, esos sentimientos que afloraron con solo un beso. 

Luz, pasa saliva y cuando siente mis labios tan cerca se hace para atrás levemente y sonrojada me dice ⎯ ¿qué te parece si nos vamos? 

Me separo de ella y sorprendido le respondo ⎯¿es en serio?

⎯Claro que es en serio… o qué, ¿ya no quieres? ⎯ pregunta coqueta. 

⎯Yo pensé que era una prueba y por eso preferí callar ⎯ le digo. 

Luz toma mi mano ⎯solo vamos Canarias, antes de que me arrepienta ⎯ sentencia. 

⎯Bueno, vamos… ⎯ comento, para después seguirla sin decir nada más.

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