Pasé de no saber que era una cita, a tener mi tercera con Luz. Ahora, toca en esta hermosa playa que está cerca de su casa, está a la que tantas veces venimos a cuidar a nuestros hermanos y que hoy es el lugar más romántico sobre la tierra. Aquí, en este atardecer, donde más al rato las estrellas nos acompañarán junto con el sonido de las olas del mar, Luz y yo, estaremos solos, disfrutando de este amor que ambos tanto añorábamos.
Para esta cita, he improvisado más que planeado y, al último momento, se me ocurrió prender una fogata para pasar la noche tranquila, calentita, y besar mucho a Luz. Sin embargo, debo confieso que esta no es una de mis mejores habilidades y que esto no se me da nada bien.
⎯ ¿Necesitas ayuda, Canarias? ⎯ escucho la voz de Luz detrás de mí.
Al voltear, la veo tan hermosa, sonriente y de inmediato sonrío con ella. Se ve tan bonita, con esos ojos brillantes y esa ropa tan adecuada para la ocasión. En la mano derecha trae una guitarra.
⎯ Te diría que tengo todo bajo control, pero no es así ⎯ le informo.
Ella deja la guitarra a un lado y se acerca a mí. Toma una de las servilletas que hay en la canasta de pícnic y con una gran destreza se acerca para empezar a prender el fuego.
⎯ ¿Cómo sabes hacer esto? ⎯ le pregunto, bastante asombrado ante la seguridad que demuestra.
⎯ Girl Scout ⎯ responde.
⎯ ¿Cómo?
⎯ Mi papá, él nos metió a las Girls Scout cuando éramos pequeñas, ahí aprendí ⎯ me dice, y puedo ver en sus ojos cómo está recordando eso; luego ríe.
⎯ ¿De qué te ríes? ⎯ inquiero, porque me agradaría reír con ella.
⎯ Nada, solo que recordé una vez que nuestra graduación fue en un lugar llamado “Los Columpios”, allá en Cuernavaca, donde vivíamos. Se supone que teníamos que acampar y demostrar nuestras habilidades, pero, no contábamos con que la época de lluvias llegaría antes. Esa tarde cayó una tormenta superfuerte y el agua se metió a la casa de campaña. Fue un fracaso total. Regresamos a la casa a media noche, empapados y enlodados. Nos resfriamos por una semana.
⎯ ¡Qué horror! ⎯ digo, divertido.
⎯ Lo fue, pero un lindo recuerdo ⎯ finaliza.
En verdad, no me había dado cuenta lo mucho que extrañaba las anécdotas de los Ruiz de Con, al parecer, Tristán se encargó de que vivieran muchas y yo apenas me acuerdo de las pocas que tuve con mi familia, la mayoría fueron un poco trágicas.
⎯ Tal vez no aprendí a acampar, pero si a aprender una fogata ⎯ presume, y veo que el fuego ya está listo ⎯, ¿impresionado?
Entonces me acerco a ella y la tomo de la cintura. Luz se sonroja de inmediato, mientras me mira a los ojos.
⎯ Estoy muy impresionado ⎯ le murmuro y acerco mi boca a la suya. Ella se hace para atrás ⎯, ¿qué pasa?
Luz se muerde los labios, ⎯ ¿qué no me vas a preguntar? ⎯ me dice coqueta.
Entonces, acaricio sus bonitos y largos pendientes dorados, luego su mejilla y mientras preparo mis labios mojándolos un poco.
⎯¿Me das un beso? ⎯ le pregunto y ella sonríe.
Así, Luz se pone sobre las puntas de los, después, y junta sus labios con los míos, regalándome todas esas sensaciones a las que ahora soy adicto. Inmediatamente, la envuelvo entre mis brazos, la pongo cerquita de mi cuerpo y me dejo llevar solo por el placer que ella solo me da.
Nos besamos lento, sin prisa, regalándonos este momento único. Sus labios, con un toque a chocolate, me hacen sentir tan amado, seguro y confiado. No puedo creer que haya encontrado el amor en la chica que menos pensaba.
Nos separamos de a poco. Abro los ojos para ver la hermosa sonrisa que hace Luz cuando termina de besarme, esa que sueño todas las noches desde que volvió a estar a mi lado.
Los nervios pasan, las sensaciones se funden en el cuerpo y el corazón se libera. Una vez más volvemos a esa playa solitaria, donde parece que solo estamos ella y yo.
⎯ ¿Empezamos con el pícnic? ⎯ le comento.
Para esta ocasión le pedí a mi madre que me ayudara a hacer su famoso strudel de manzana para acompañarlo con un sorbete de vainilla. Así, le doy a Luz una manta, la cubro para que esté calentita y saco todo de la canasta. Le sirvo un poco y cuando lo prueba, sonríe.
⎯ Hmmm, delicioso ⎯ expresa, mientras lo disfruta. Yo me acerco a ella y le doy un beso sobre los labios.
⎯ Veo que trajiste una guitarra ⎯ le comento ⎯ ¿tienes un talento escondido, Necedades?
⎯ Tal vez ⎯ responde, para luego seguir comiendo.⎯ Posiblemente necesite un poco de…
⎯¿Vino? ⎯ Interrumpo, sacando una botella que robé de la cava de mi papá y dos copas.
⎯ Agua… ⎯ termina su frase ⎯ Pero vino está bien.
Sirvo entonces el vino y le doy una copa. Cuando ambos tenemos una en nuestras manos me pregunta ⎯¿Por qué brindamos?
⎯ Pues, no tengo nada en mente.
⎯ ¿Traes vino y no razones para brindar?, muy mal ⎯ me reclama. ⎯ Bueno, ¿qué te parece si brindamos por los reencuentros?
⎯ Por los reencuentros ⎯ repito, y choco mi copa junto con la de ella.
Ambos tomamos un poco de vino, y luego me acerco a aún más a ella, dejando que mi cuerpo haga lo suyo.⎯ Me encantas, Luz Ruiz de Con, ¿ya te lo dije?
⎯ No lo suficiente ⎯ responde coqueta.
⎯ Entonces, te lo diré. Me encantas, me encantas y me encantas…⎯ En eso Luz sube la mano y me cubre los labios delicadamente mientras se ríe.
Tomo su mano y la beso tierno, para después tomar un poco de la vainilla y untarlo ligeramente sobre sus labios; la beso sintiendo ese sabor a vainilla frío en sus labios calientes.
⎯ ¿Eso es lo que haces para conquistar?⎯ me pregunta.
⎯ ¿Cómo? ⎯ inquiero.
⎯ Si, para hacer que las mujeres terminen en tu cama cuando quieras.
Sabía que el algún punto llegaríamos a esta plática, pero no pensé que tan pronto. Así que doy un suspiro y le explico.⎯ Terminaban, porque ya no hay ⎯ le aclaro. ⎯ Creas o no Luz, contigo la táctica es que no hay táctica. Ninguna de las que antes hacía serviría contigo, y en verdad, no me nace hacerlas contigo.
Ella me sonríe, para luego tomar un sorbo del delicioso vino.⎯ ¿Qué es lo que hace un Picaflor cómo tú?
⎯ ¿Hacer? ⎯ inquiero.
⎯ Sí, hacer. Tienes como reglas Picaflor o, ¿algo así? ⎯ me dice curiosa.
⎯ Luz, no creo que sea momento…
⎯ ¡Anda!, solo dime una… Te prometo que quedarán seguras en mí.
Me río bajito.⎯ Bueno, tengo algunas.
⎯ Dime una.
Aunque ustedes piensen que bromeo en realidad ahora no recuerdo ni una, supongo que se pierde la práctica y se olvidan. ⎯ Bueno, la primera regla es que nunca me quede hasta el amanecer, en caso de estar en un piso que no es mío. Si es que me quedo dormido y no me puedo ir, no debo quedarme antes del desayuno,
⎯ ¡Vaya! ⎯ expresa.
⎯ Debo borrar su número móvil por si me llama fingir que estoy sorprendido y no le conozco.
⎯ Y con eso ya fuiste cazada por el Picaflor.
⎯ Posiblemente ⎯ le respondo. Sin embargo, yo ya no quiero hablar más del asunto, así que tomo su rostro y viéndola a los ojos, le digo ⎯ Pero tú, Luz, nunca verás esas reglas ⎯ beso sus labios ⎯, eres diferente, no una chica que recoja en un bar. Eres el tipo de chica que vale la pena presentarle a tus padres.
⎯ La ventaja es que ya me conocen ⎯ bromea, nerviosa.
⎯ Pero tal vez tenga que volver a presentarte después de que me digas tu respuesta, ¿recuerdas lo que te pregunté ayer? ⎯ inquiero.
⎯ Vale, acepto ⎯ responde, si más.
⎯ ¿Sin llevarme la contraria?, ¿a caso he llegado a tu necio corazón? ⎯ bromeo.
Luz se ríe bajito ⎯ Basta, ya te dije lo que querías escuchar, ¿no?
Beso, su frente.⎯ Luz, tú eres una mujer que se merece que le hagan café por las mañanas, el amor por las noches y le cocinen el desayuno al despertar. Con la que te quedas envuelto bajo las sábanas sin querer dejar la cama.
⎯ ¿Lo dices en serio? ⎯ inquiere, ilusionada.
⎯ Muy en serio… ⎯ le respondo, para volver a besarla.
Nos quedamos un momento así, disfrutándonos, abrazando este recuerdo que sé jamás olvidaré, no solo por lo que significa sino porque al fin, ella y yo estamos juntos.
Podría quedarme el resto de la noche besando sus labios, disfrutándolos, dándole a mi cuerpo el millón de sensaciones que ella me contagia, pero sé que es imposible, y que con todas las hormonas que hay en el aire, esto termine muy mal.
⎯ ¿Me cantas? ⎯ le pido, al recordar la guitarra. Así Luz, se voltea, toma la guitarra y después de afinarla comienza a cantarme su canción favorita, una que sé se volverá la mía también.
Un alma como la mía, quisiera encontrarla, alguien que al besarme sintiera lo que siento, es lo que canta la canción, una bonita declaración de amor de su parte que a mí me llega al alma.
Luz no está buscando a un Picaflor, sino a una persona que la ame, que diga cosas lindas, y la abrace, en pocas palabras, alguien que esté a su lado para caminar juntos.
Cuando termina la canción con la frase” si yo encontrara un alma, como la mía”, ella me ve a los ojos y me pregunta ⎯ ¿Entonces?
⎯ Te amo ⎯ murmuro, y esa frase me sale de lo más profundo del alma, y por ende es verdad.
Luz se queda en silencio, tratando de sobrellevar lo que le acabo de decir ⎯ David… ⎯ murmura. Después, toma su guitarra y sin que yo lo espere, se pone de pie para irse de ahí.
Estoy confundido, pienso mientras la veo partir de ahí.
No sé lo que pasó, si fui muy apresurado o si fui directo, pero, lo que le dije es verdad. La amo, estoy enamorado y quiero pasar el resto de mi vida con ella.
⎯ Buenas noches, Luz ⎯ murmuro, mientras veo cómo se aleja ⎯ dormiré soñando con tu voz.
***
Horas después
¿Se puede soñar despierto?, no lo sé, pero creo que así me siento y no me importa si estoy con cara de idiota. Estoy tan feliz que me quedé un momento más en aquella fogata, hablando con mi madre y diciéndole que por fin, después de mucho tiempo, la había encontrado, estaba enamorado.
⎯ ¿Esto sentiste al ver a mi padre? ⎯ le pregunté, y esperé a que las olas del mar me contestaran.
No sé si mi padre sintió lo mismo que yo al ver a mi madre, pero, yo estoy seguro de lo que siento y es amor… me casaré con Luz Ruiz de Con.
Así, entro a la casa, abro la puerta y veo la luz de la sala encendida. Doy unos pasos más adelante y me percato que están mis padres sentados. Se me hace raro porque ellos no suelen estar despiertos a esta ahora, o al menos en la sala.
⎯ ¿David? ⎯ pregunta mi papá.
Me acerco a ellos y veo que mi madre está en realidad nerviosa, ya que juega con un papel en las manos.
⎯ ¿Qué pasa?, ¿está bien Ainhoa? ⎯ inquiero.
⎯ No, hijo…
⎯ Esto lo digo yo, Fátima ⎯ interrumpe mi padre con fuerza y de pronto las nubes desaparecen.
⎯ ¿Decirme qué? ⎯ inquiero, algo nervioso.
Él se acerca a mí y mirándome a los ojos me dice.⎯ Por fin tus aventuras dieron como resultado algo de lo que no podrás escaparte.
⎯ ¿De qué hablas?
⎯ Nos hablaron de Madrid, el padre de una chica, muy molesto y nos dijo que su hija está embarazada, y el padre eres tú ⎯ finaliza, para después mostrarme en el móvil un video donde salgo yo de un piso y, pero no recuerdo la situación.
⎯ ¿Qué tienes que decir a esto?, ¿eh? ⎯ insiste mi padre enojado. ⎯ Ahora si, David, la cagaste y esto tiene consecuencias ⎯ me amenaza y me quedo sin saber qué decir.