– 3 meses después – 

Un bebé se gesta en 40 semanas, y desde que me enteré de que iba a ser padre, esas tienen bastante significado. La señorita Manzanello, no me mantiene al tanto del bebé, pero si me pide dinero para la nueva revisión, o para las cosas del bebé, comentándome a través de su padre que el bebé lo necesita aunque sabe bien que no es mío. 

En todo este tiempo jamás he ido a una ecografía, jamás lo he visto, y si soy sincero no quiero hacerlo, aunque por dentro me carcome la consciencia, ¿qué tal si es mío y yo no estuve ahí para verle?, ¿será momento de cuestionarme qué tipo de padre seré? Tal vez uno frío o alejado, o tal vez lucharé para que me den media custodia y pueda pasar tiempo con él. 

No sé si seré un padre cariñoso, consentidor y presente, o de esos que se acuerdan del cumpleaños y mandan un regalo par no verse mal. Tal vez la señorita Manzanello no me lo deja ver jamás, pero llevará mi apellido, ¿qué tipo de hombre dejaría que pasara eso?, al parecer yo. 

Aun así, lo único que espero es que el bebé nazca para que yo pueda asegurarme de que no es mío, aunque los padres de la señorita Manzanello ya están cerrando tratos con mi padre. En pocas palabras, le daré mi apellido, una pensión a equivalencia con mi salario, esas fueron mis órdenes, y me encargaría de los gatos médicos y escolares; así que ella ganará mucho y yo perderé todo. 

Por eso me la llevo trabajando día y noche, tratando de ahorrar todo el dinero posible para lo que se venga, pero, principalmente para olvidarme de Luz, aunque no puedo, no me deja, es una cruz que cargo y que no quiero dejar de cargar. 

He tratado de saber de ella, ¿qué hace?, ¿dónde está?. No me quiero ver como acosador, pero, a veces, me gusta ir a ver cómo la luz de su piso está encendida y si tengo suerte la veo de lejos tomando fotos. Me escondo, no quiero que sepa que estoy ahí, no quiero incomodarla, aunque muchas veces quisiera subir y rogarle perdón. Aunque siento que si me lo diera, no sería suficiente. 

⎯ ¡Ey Canarias! ⎯ escucho la voz de Lula, mientras estoy en frente de la computadora llenando un historial ⎯, tu padre está aquí. 

⎯ ¡Dios!, lo que me faltaba ⎯ expreso. 

⎯ En urgencias ⎯ finaliza, y es el momento en que me pongo de pie y sin decir nada salgo de ahí. 

Corro por las escaleras de emergencia hasta que llego al nivel. Ahí, abro la puerta y en seguida voy hacia la estación de enfermeras. 

⎯ Cubículo 3 ⎯ me comenta una y yo voy hacia allá. 

Entro, abro la puerta y lo veo sentado sobre la camilla y con la manga subida por el brazo para que le tomen la presión. 

⎯ ¡Dios!, le dije que no te avisara ⎯ me responde. 

⎯ ¿Qué tiene? ⎯ le pregunto al doctor que ya ha comenzado a tomar signos vitales. 

⎯ Me dijo que comenzó a marearse, sospecho que es… 

⎯ Presión alta ⎯ decimos al unísono.

⎯ La padece desde hace muchos años, se supone que tiene medicación ⎯  hablo, y voy hacia su saco y busco las pastillas. Al sacar el frasco me percato que tiene de más. ⎯ Es una pastilla por día, aquí dice que te la dieron hace dos semanas y por lo que noto tienes días de no tomarla. 

⎯ David… ⎯ habla, y yo voy hacia él y reviso sus ojos y la presión final. 

⎯ Señor Canarias, no sé a qué se dedique, pero, necesita llevar una vida más sana. 

⎯ Hago ejercicio, llevo dieta especial y me cuido ⎯ decimos los dos al mismo tiempo, y mi padre me volea a ver con un rostro de pocos amigos. 

⎯ Pues, unas vacaciones no le harían mal. 

⎯ No hay tiempo para vacaciones ⎯ vuelvo a hablar con él, y el doctor se ríe. 

⎯ Creo que está en buenas manos, señor Canarias. Siga tomando su medicamento y relájese, ¿entiende? 

⎯ Lo entiendo ⎯ contesta mi papá. 

El doctor me da el historial, uno que me sé de memoria y luego sale del sitio dejándonos solos. Lo veo a los ojos y a mi mente viene la cantidad de veces que lo he visto así. Cuando era un chaval me asustaba mucho, después aprendí a perderle el miedo. 

⎯ ¿Quién te trajo? ⎯ pregunto. 

⎯ El chofer ⎯ contesta, para comenzar a arreglarse el traje. 

Mi padre es joven, pero su herencia genética es un desastre, desde que tengo memoria ha tenido que luchar con algo, la presión es una constante. Mi padre se pone de pie y veo cómo se tambalea, así que lo tomo y lo siento de nuevo. 

⎯ No te he dado de alta. 

⎯ Lo sé, pero me tengo que ir… ⎯ me comenta. 

⎯ No te irás hasta que yo no lo diga, o al menos la pastilla haga efecto. 

Abro la puerta y le pido a la enfermera un vaso con agua para que se pueda tomar el medicamento. Mi padre suspira, y cuando me acerco a él para dársela la toma y me esboza una sonrisa. 

⎯ Gracias. 

⎯ No entiendo de que sirve que tengas los mejores doctores si no les haces caso ⎯ le regaño. 

⎯ Te hago caso a ti. 

⎯ No soy de tus mejores doctores ⎯ contesto. 

⎯ En eso estás equivocado. Eres el mejor de todos. Desde los 12 años me cuidas David, estás más pendiente de mi historial médico que nadie. 

⎯ Lo hice porque mamá me pedía que le ayudara, entre Ainhoa y lo que tenías, necesitaba a alguien que le ayudara… ⎯ hablo. 

Mi padre por un momento asiente con la cabeza, pero, sin que yo me percate, acaricia mi rostro como si fuera un niño pequeño. Después las lágrimas corren por sus mejillas. 

⎯ ¿Qué tienes?, ¿te sientes mal? 

Mi padre niega con la cabeza.⎯ No, claro que no. Me siento bien. 

⎯ ¿Entonces? ⎯ inquiero. 

⎯ David… ⎯ pronuncia mi nombre, para luego quebrarse en un llanto que no comprendo.⎯ Perdóname. 

⎯ ¿Por qué padre? ⎯ pregunto. 

⎯ Perdóname por no ser el padre que merecieras, perdóname de verdad. Cuando tu madre murió no supe qué hacer me sentía perdido y muy abandonado. Fui cruel, muy cruel, y no debió ser así. 

⎯ Papá, ya eso pasó. 

⎯ No, eso no pasó ⎯ me interrumpe ⎯ eras solo un niño y yo… ⎯ llora más ⎯ sé que es muy tarde para pedirte perdón, después de todo lo que hice, pero lo hago con la esperanza de que algún día me perdones de corazón. Te prometo que ya no seré un obstáculo en tu vida, que a partir de este momento jamás volveré a meterme en tus decisiones. 

⎯ Papá ⎯ contesto, completamente conmovido por lo que me está diciendo. Él nunca ha sido bueno para hablar de esta manera, así que ahora que lo hace sé que es un gran esfuerzo. ⎯ No digas eso, jamás has sido un obstáculo. Al contrario, si soy el hombre que soy es por ti. 

⎯ ¡Ay David! ⎯ expresa, para volver a llorar.⎯ Eres mejor hombre que yo desde el momento en que llegaste a este mundo. Tienes el temperamento de tu madre y sus ojos honestos, tienes todo lo bueno de ella y mucho más y yo… 

Lo abrazo, jamás lo había hecho, así que hasta yo me sorprendo.⎯ Tranquilo, papá. No quiero que te enfermes. 

⎯ Si lo hago, me volverías a salvar, como lo has hecho tantas veces. 

⎯ Jamás te he salvado. 

⎯ Te equivocas… me salvaste desde el momento en que te tomé entre mis brazos, por ti sobreviví dos años sin tu madre, tú fuiste mi motor para construir todo lo que tengo… por ti, soy quién soy y tengo lo que tengo… y jamás te lo he agradecido. Te mereces todo lo bueno de este mundo, toda la felicidad que pueda haber.

Las palabras de mi padre me conmueven, no entiendo por qué me las dice ahora, pero en verdad me llegan. Nos separamos y lo veo a los ojos, y por primera vez en toda mi vida me reflejo en ellos. No sé si es que está sensible, no sé lo que le pasa, pero todo lo que me dijo, le creo. 

⎯ Qué sentimental te has vuelto, Canarias ⎯ respondo y él se ríe. 

⎯ Un día llegarás a mi edad, y también lo serás… ⎯ Mi padre suspira.⎯ Me voy, no quiero quitarte tiempo. Aun así, regresaré en dos semanas para el nacimiento del bebé. 

⎯ El nacimiento ⎯ murmuro, para después firmar su alta. 

⎯ Te pido que me des tiempo para llegar a la casa, antes de llamarle a mamá. 

⎯ No te preocupes, sé cómo funciona esto ⎯ le pongo las pastillas en el saco ⎯ ¡Tómatelas Canarias!, no quiero que el siguiente susto termine mal. 

⎯ Lo prometo ⎯ me contesta. 

Ambos salimos del consultorio, le acompaño a pagar y llenar los papeles y luego a la puerta, donde el chofer lo está esperando. 

⎯ Debe esperar al menos un día antes de volar ⎯ le indico ⎯ si se siente mal por la noche, me llaman de inmediato. 

⎯ Si, joven Canarias ⎯ contesta. 

Mi padre estira la mano para despedirse, pero, yo le abrazo ⎯ cuídate, que todavía tienes que ver a tu nieto ⎯ le bromeo. 

⎯ Te prometo que cuando los tenga seré mejor abuelo, que padre ⎯ me responde, para luego darme unas caricias sobre el rostro.⎯ Te quiero hijo ⎯ y luego se sube a la camioneta dejándome solo. 

Supongo que esto pasa cuando envejeces… Entonces a nosotros nos está haciendo bien envejecer. 

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