*Dos semanas después* 

De nuevo la familia se reunió, pero esta vez no fue para verme a mí, sino para el nacimiento del bebé que sería justo en el hospital donde trabajo. 

Vinieron todos y se instalaron en la casa de Madrid, no el piso donde mi papá suele quedarse cuando viene solo. Incluso mi hermana Ainhoa trae un regalo, algo que se me hizo algo raro, pero, si es lo que ella desea, ¿quién soy yo para decirle que no? 

Se supone que el bebé nace en cualquier segundo y que solo debemos esperar el día y el anuncio. Mi padre pidió que tanto él como yo estuviésemos presentes en el parto, solo por seguridad.  Eso no lo pudieron negar porque prácticamente estábamos pagando por todo. 

Y sí que pagó dinero mi padre, ya que escogieron parte de las habitaciones V.I.P. del hospital, con todas las comodidades. Incluso, para verme involucrado en el parto, pedí ser yo el pediatra presente en el parto, y también lo tuvieron que aceptar. 

Así que, en cualquier momento, me convertiría en padre, o, no sé, simplemente estaría ahí, con mi mejor semblante, mientras por mi mente solo estaba Luz, la mujer que yo verdaderamente amaba y de la que no sabía absolutamente nada desde hace tiempo atrás. 

⎯ Si quieres yo puedo decirte algo ⎯ me comenta mi hermana, mientras comíamos en mi piso. 

⎯ Te invité a comer porque querías pasar tiempo a solas conmigo, no para que me contaras de Luz. 

⎯ ¿Entonces no quieres saber de Luz? ⎯ pregunta, y veo cómo da un pequeño bocado la tostada. 

Me quedo en silencio, ¡claro que muero por saber de ella!, pero no estoy seguro de que sea sano para mí. 

⎯ No. 

⎯ Venga… te diré una sola cosa, solo tienes que preguntar. 

Suspiro, tomo un sorbo de café y luego veo hacia la ventana. Quiero saber si sale con alguien, si está bien, dónde está… hay muchas cosas que quiero saber de Luz. 

⎯ Dime lo que quieras ⎯ comento, como si no me importara. 

⎯ Luz pasará el verano en Ibiza. 

⎯ ¡Ah!

⎯ Lo sé por buena fuente ⎯ bromea. 

⎯ ¡Vaya!

⎯ Y papá y mamá se irán de crucero con los Ruiz de Con unos días. Lo que significa que estará sola. 

⎯ Vale. 

⎯ ¿En verdad no te importa? ⎯ pregunta mi hermana, algo impactada. 

⎯ Ainhoa, y, ¿qué quieres que haga? ⎯ pregunto ⎯, no me quiere ver, y si el bebé que viene en camino es mío, ¿para qué? 

⎯ ¡Para luchar por ella! ⎯ me grita, y luego cruza los brazos, enojada ⎯¡Dios!, ¿qué no sabes lo que es luchar por alguien?, ¡ah no!, se me olvidaba que puedes ser muy inteligente, pero para esto eres un gilipollas. 

⎯ Ainhoa, soy tu hermano mayor, respétame. 

⎯ Te respeto, y te quiero, pero en este momento no te respeto tanto… 

⎯ ¿Por qué? 

⎯ ¡Por qué te estás rindiendo!, ¡por eso! ⎯ habla exaltada ⎯, pensé que enamorarte te iba a cambiar, pero, te volvió más lento. No solo le rompiste el corazón a Luz, sino que no tienes una estrategia para recuperarla. 

⎯ ¿Cómo voy a recuperar algo que nunca fue mío? ⎯ respondo, y mi hermana me ve con sus hermosos ojos miel, directo a los míos. 

Ella responde.⎯ Si dices eso, entonces en verdad no te la mereces. 

El tono de mi celular interrumpe la conversación y de inmediato respondo.⎯ ¿Diga? 

La voz de Lula me hace reaccionar, al parecer el momento ha llegado y es tiempo de conocer a mi supuesto hijo. 

⎯ Voy para allá ⎯ le anuncio, para luego mandarle un mensaje a mi papá. 

⎯ ¿Ya viene el sobrino? ⎯ pregunta Ainhoa, y como lo dice no sé si es en modo de chiste o en realidad se la cree. 

⎯ Vamos… ⎯ le animo, para luego ponerme de pie. 

⎯ ¡Espera!, mi regalo ⎯ expresa mi hermana, para luego correr hacia la sala y tomar la bolsa con un peluche azul impresa. 

***

Los problemas comenzaron desde el momento en que entré por la puerta del hospital, cuando el padre de la señorita Manzanello no quería dejarme entrar, y ella gritó entre contracciones que deseaba que yo no estuviese ahí. Yo les dije que por órdenes del hospital se necesitaba un pediatra y ese era yo y por el trato con mi padre, ambos estaríamos presentes. 

El señor no pudo hacer mucho, y menos cuando mi padre entró decido y lo puso en su lugar con dos frases y una mirada que recuerdo de pequeño me daba miedo. 

Mi hermana, mi madre y la madre de la señorita Manzanello esperaron afuera, y aunque mi madre trató de ser amable con ella desde el principio, creo que no logró hacer una buena relación con ella. 

⎯ Su dilatación es de 8 cm, así que pronto tendrá que comenzar a pujar ⎯ me anuncia el ginecólogo, y ahora sé que estoy a dos centímetros de saber si soy padre o no. 

Mi propio padre me ve a los ojos y suspira.⎯ Este debería ser el día más importante de tu vida. 

⎯ Uno de los más importantes, aunque, lo dudo ⎯ hablo con certeza. 

El padre de la señorita Manzanello se acerca. ⎯ Es niño, así que le pondremos el nombre de David para que continúe con la tradición del nombre. 

⎯ Le pido, no le ponga David ⎯ imploro, porque en verdad no quiero que mi nombre vaya en un bebé que no es mío. 

⎯ Se llamará así, está decidido ⎯ habla el papá. 

⎯ ¡Sáqueme esto de aquí! ⎯ grita ella, y sé que debe estar en mucho dolor  ⎯ el doctor se acerca y cuando da la señal de que es hora comienza el parto. 

Se supone que en este momento debería estar muriéndome de nervios, tomando su mano y diciéndole que todo estará bien, que no se preocupe. Pero en vez de eso, veo a lo lejos, concentrado en lo que va a pasar, y tomándome mi papel de pediatra muy en serio. 

⎯ Uno más, uno más ⎯ escucho, y cierro los ojos, porque por un momento no quiero ver cómo mi vida cambia para bien o para mal. 

El llanto del niño se escucha, y reacciono de inmediato para ir hacia donde está y atenderle. De pronto, lo ponen en mis manos y una amplia sonrisa se forma, una de felicidad total. 

Llevo al niño a revisión y después de cerciorarme de que sus signos vitales estén bien y que haya nacido en perfectas condiciones, lo dejo con la enfermera para que lo arropen. 

Camino hacia mi padre y hacia la señorita Manzanello y comunico.⎯ El bebé nació sano, de peso 3 kilos 800 gr, de 59 cm y en excelentes condiciones. 

⎯ ¿Lo puedo ver? ⎯ me pregunta. 

⎯ Claro, solo que tengo que decirte una cosa. 

⎯ ¿Qué? ⎯ me apresura el padre. 

⎯ El bebé no es mío. 

⎯ ¿Cómo? ⎯ pregunta. 

⎯ Así es… 

Espero a que la señorita lo traiga a los brazos de la mamá y cuando lo ve, sabe que no hay escapatoria. 

⎯ Es de piel negra ⎯ reacciona el padre y luego la ve a ella. 

Y vuelvo a sonreír como idiota. Yo no soy el padre. 

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