⎯ ¿Te dijo algo el doctor Saldívar que te hizo actuar así? ⎯ le pregunto a Luz, mientras ambos caminamos por el pasillo hacia mi piso.
⎯ No, pero me cogió el trasero y eso a nadie se lo permito ⎯ responde, para luego verme con ojos de reto.
La tomo de la cintura antes de entrar a mi piso y la veo a los ojos. ⎯ Mi pasado te alcanzó de nuevo.
⎯ Y no lo hará una y otra vez, pero, yo confío en ti. Ahora entremos si no quieres amanecer con el rostro hinchado ⎯ me comenta, para luego pedirme las llaves de mi piso.
⎯ Como usted diga, señorita ⎯ hablo en broma.
Así, Luz abre mi piso y entra tan segura que lo hace suyo de inmediato. ⎯ Ve al sofá, siéntate ⎯ me pide, para después ir ella hacia la cocina y coger algo del congelador.
Me siento en el sofá de la sala, con un dolor en el rostro y sintiéndome fatal. Lo que debía ser una bonita velada, se había convertido en una pelea y un acoso hacia mi novia.
Luz llega y se sienta a horcajadas sobre mí para después pegarme una bolsa de chícharos congelados en el ojo. ⎯ ¡Ouch! ⎯ me quejo.
⎯ No te muevas.
⎯ Está muy frío ⎯ me quejo.
⎯ Lo sé, pero es para que no se te inflame. Te sentirás mejor, tú deberías de saberlo, eres doctor.
Sostengo la bolsa con mi mano, mientras veo que Luz busca algo en su bolsa de mano. Luego saca unas píldoras y me las ofrece.⎯ Luz.
⎯ Es ibuprofeno, te ayudará.
⎯ Lo sé…
⎯ Mantén la cabeza hacia atrás ⎯ me ordena, y yo sonrío.⎯ No puedo creer que seas médico y no tengas un botiquín de primeros auxilios en tu propio piso.
⎯ No me regañes ⎯ le pido, aunque esa actitud me está gustando.
⎯ Tómate la pastilla ⎯ me pide y me acerca un poco de agua de la cocina.
Lo hago de inmediato, mientras siento cómo se vuelve a acomodar sobre mí. ⎯ Déjame ver si el ojo tiene sangre ⎯ me pide.
Me quito la bolsa de hielos y veo sus hermosos ojos. Luz me analiza y me observa.⎯ ¿Cómo sabes todo esto?
⎯ Fui niña Scout, ¿recuerdas?
⎯ ¡Ah cierto! ⎯ admito, y luego bajo mi mano que sin querer roza su pierna descubierta. Por un momento me alejo de ella, pero al ver que no le molesta la rozo con tiento.
Luz, toma la bolsa de chícharos, y la vuelve a poner sobre mi rostro. No sé por qué, pero esto ha hecho que mi piel se erice y yo me excite un poco. Tal vez es porque el cuerpo de Luz está tan cerca del mío que nuestras pieles rozan.
⎯ Te dije que tenía todo bajo control ⎯ me murmura ⎯, ¿nunca te habías peleado, cierto?
⎯ No, ⎯ niego ⎯, pero veo que tú sí.
⎯ Tampoco, solo me defendí ⎯ responde, para volver a revisar mi rostro.
Luz quita la bolsa y yo acaricio su rostro.⎯ Lo siento.
⎯ No pasa nada ⎯ me responde, mientras siento el roce de sus piernas sobre mí.
⎯ Como te dije, mi pasado te alcanzó, pero, yo jamás acosé mujeres.
⎯ Lo sé, y te creo ⎯ me responde, con una sonrisa.
⎯ Creo que el doctor Saldívar no esperaba lo que hiciste.
⎯ ¡Claro que no!, nunca pensó que me defendería, y mejor que pudiera patear su trasero.
⎯ Así te llamaré ahora, Luz “patea traseros” de Con.
Ambos comenzamos a reírnos, y de pronto la velada mejora. Ella observa mi ojo y acaricia mi rostro.⎯ Creo que se ve mejor. Te traeré árnica después para que el ojo mejore.
⎯ Sí, doctora, lo que usted indique ⎯ murmuro.
Luz se acerca a mí y me da un ligero beso sobre los labios. De pronto lo caliente se mezcla con lo frío y la temperatura se enciende. Entre más se intensifica el beso, más quiero tocarla, y acariciar su cuerpo, pero a mi mente viene lo que pasó en Ibiza, y mejor mantengo mis manos al borde.
Sin embargo, Luz se separa de mí, deja de besarme, pero, comienza a desabrochar mi camisa, haciendo que el roce de sus dedos me excite.⎯ ¿Qué haces? ⎯ pregunto, tratando de aguantar mi excitación.
⎯ ¿Crees que pueda ver algo? ⎯ me pregunta, para luego morderse los labios.
⎯ ¿Cómo qué? ⎯ respondo, bastante nervioso y despertando en mí todas las sensaciones del mundo.
⎯ Vi que tenías un tatuaje y tengo curiosidad, ¿crees que pueda verlo?
Asiento con la cabeza y con todos los nervios del mundo, me desfajo la camisa para mostrar mi pecho. De nuevo los dedos delicados de Luz, tocan mi torso y yo me siento en la gloria, excitado, emocionado…
Cuando ella llega a mi tatuaje lo toca y sonríe.⎯ ¿Cómo se llama?
⎯ Es el Caduceo de Mercurio o de Hermes ⎯ respondo, tratando de que la voz no se me corte y se note mi estado.
⎯ Te queda bien ⎯ responde, para luego moverse un poco y descubrir su pierna. ⎯ Yo también tengo un tatuaje, ¿sabes?
⎯ ¿Ah sí? ⎯ expreso, y de pronto solo quiero averiguar donde lo tiene.
⎯ Sí, ¿quieres que te lo enseñe? ⎯ me responde, mientras se muerde los labios de una forma muy diferente.
¿A caso Luz me está seduciendo?, o lo estoy entendiendo mal.
Así, ella se levanta la tela de la falda hasta arriba de su ingle y puedo ver un bonito tatuaje de un corazón justo arriba de su braga.
⎯ Es un corazón mexicano ⎯ me dice bajito, me lo hice cuando tenía dieciocho años.
⎯ Es muy bonito ⎯ me limito a decir, mientras mi mano es llevada por la de ella para que lo acaricie.
Poco a poco voy tomando confianza, acariciando su piel, dejándome llevar, mientras que ella comienza a hacer gestos que denotan excitación. Así, bajo mi mano, hacia el borde de su braga y acaricio, el borde, encendiéndome más.
⎯ Luz ⎯ digo con la poca prudencia que tengo ⎯, no quiero faltarte al respeto, pero si seguimos así yo…
Y para mi sorpresa, ella me hace guardar silencio, poniendo un dedo sobre mis labios. ⎯ Yo también lo quiero ⎯ confiesa ⎯, pero no sé cómo pedírtelo, ¿cómo te lo piden?
De pronto la pregunta me pone en jaque, ya que nadie me lo había pedido antes y por ende no sé cómo hacerlo. Un nudo en la garganta se forma en mí, y me percato que jamás le pedí a alguien que me hiciera el amor, simplemente tomaba el sexo como venían.
⎯ Nunca me lo piden, solo lo hacen ⎯ admito.
⎯ ¡Ah vale!⎯ expresa, y veo cómo su rostro denota nerviosísimo.
⎯ Pero, sería lindo que me lo pidieras ⎯ admito.
Luz sonríe, se moja los labios y después se acerca a mi oído. Siento su respiración en mi cuello excitándome aún más y provocando que yo cierre mis ojos disfrutando de la sensación.
⎯ David, ¿me haces el amor? ⎯ le pregunta.
Y yo simplemente dejo que ella me bese, dejándome llevar por el momento. Sus manos acarician mi rostro con cuidado mientras mis manos comienzan a acariciarla. La deseo, me desea y no hay marcha atrás… Hoy le haré el amor, hoy David Canarias tiene su primera vez con la mujer de sus sueños. No hay rey del sexo, solo David, desnudo frente a ella, sintiendo todo a flor de piel.