¿Qué es estar enamorado?, esto, lo que estoy sintiendo, es estar enamorado. Sonará cursi, pero de pronto todo tuvo sentido, las canciones, los amaneceres, los atardeceres, los fines de semana y las horas de espera para volverla a ver. Nunca me había sentido así y ya no quiero sentirme de otra manera. El estar sonriendo todo el tiempo a un móvil esperando su mensaje, planear mis guardias para pasar más tiempo con Luz, el llegar a casa y saber que ella llegaría después a compartir una pizza, a besarme con esa hambre que tiene de mis labios, o, simplemente el contarme su día. 

Luz es la mujer de mis sueños. Puede que sí, sea casi todo lo contrario a mí, un poco tímida y reservada, y todo lo que tanto me ha repetido. Sin embargo, es perfecta para mí porque hay muchas cosas en las que somos parecidos. En su pasión por hacer las cosas, su calma, esa inteligencia con la que responde. Ella me contagia su alegría, su ternura, su curiosidad. Porque cuando me ve a los ojos me desarma por completo, me entiende, y abraza y ama a mi verdadero yo, no al que por años quise que la gente conociera. 

Yo también la voy conociendo a ella. Ahora, en esta faceta la veo más segura, confiada y sobre todo coqueta. Ambos disfrutamos de esto, de estar juntos, y de besarnos casi toda la tarde completa sobre el sofá mientras nos acariciamos. 

Lula tenía razón, el sexo de antes no era sexo, porque con Luz tengo más del que hubiese deseado. Guiar a Luz, enseñarle, descubrir junto con ella, nos ha llevado a noches enteras haciendo el amor, tocando y acariciando de maneras que jamás hubiese imaginado e incluso descubriendo sensaciones en mí que no sabía podía tener. Solo quiero estar con ella, y por fin comprendo lo que me decía mi hermana Ainhoa cuando Manuel se fue a vivir lejos: tu corazón se va con esa persona y estás feliz porque sabes que lo cuidará bien, pero tú también te quedas con su corazón y te corresponde cuidarlo. Eso es lo que quiero, cuidarla, y estar con ella el resto de mi vida. 

***

(Días después) 

⎯ Lula, Lula, Lula, Lulita ⎯ hablo, mientras llego hacia la isla de enfermeras con la ficha del último paciente que vi. 

⎯ ¿Cuatro veces?, alguien está de buen humor como ayer, y anteayer ⎯ lo nota y yo sonrío ⎯, me da gusto. 

⎯ Gracias. Al menos a ti te gusta, no que Ulises. 

⎯ No le hagas caso, lo que te dijo la otra vez es pura envidia ⎯ contesta. 

Y sí, tal vez tiene razón, las palabras que me dijo fueron hirientes, sobre todo cuando insinuó que yo no podía ser hombre de familia, pero, ¿qué sabe él de eso?, yo al menos tengo el ejemplo con mi padre. 

Sonrío, después pongo sobre la ficha las indicaciones para el paciente, desde medicinas y estudios y lo firmo. Escucho un trueno al fondo lo que me hace saber que la lluvia caerá pronto. Dejo la ficha y suspiro, saco mi móvil y veo que tengo dos horas para llegar a mi piso, ducharme y pasar por Luz. 

⎯ Me voy. Cualquier cosa, no estoy disponible por las siguientes cuarenta y ocho horas. 

⎯ No sé cómo le haces para jugar con tu tiempo y conseguir un permiso tan largo. 

⎯ Ahora más que nunca mi tiempo vale oro. Además, así como tengo 48 horas libres, pasé muchos días sin ver a mi novia, o medio verla, entonces, hoy le toca. 

⎯ Pues más vale que te apures, si no serás un Canarias mojado ⎯ comenta. 

Yo me río y luego voy hacia donde está ella y abro mis brazos ⎯ ¿me das un abrazo? 

⎯ ¡Qué pesado! ⎯ me reclama, mientras la abrazo fuerte. 

⎯ Lo siento Lula, tu hija era buena candidata. 

⎯ Mejor vete, Canarias, antes de que pase algo ⎯ responde, tratando de no reír. 

Me separo de ella y le doy un beso sobre la mejilla.⎯ Nos vemos en unos días, deséame suerte para que no me llamen ⎯ le pido. Ya que suele pasar que me voy a mi descanso y me mandan traer cuando un paciente se pone grave o hay una urgencia. 

Así, camino hacia el cuarto de descanso, abro mi casillero y me cambio de ropa. Veo mi móvil y me percato que no hay aún un mensaje de Luz, supongo que sigue trabajando como me dijo que lo haría. 

Entonces, tomo mis cosas y sin dudarlo un segundo salgo de ahí. El doctor Canarias se queda aquí y David el enamorado va por su novia, para llevarla a cenar y posiblemente a bailar. 

Sin embargo, la lluvia no me dejó llegar a mi piso y cuando abrí la puerta estaba empapado de pies a cabeza. Como pude cerré las ventanas y limpié el agua que había entrado. Dejé mi mochila sobre el suelo y me quité la camiseta para llevarla al cuarto de lavado. 

Veo la hora, y me percato que solo tengo una hora para ir por Luz y para que esta lluvia se termine. Comienzo a desnudarme para ir a darme una ducha, y me envuelvo la toalla en la cintura para empezar a asearme; de pronto escucho que tocan el timbre. 

⎯ ¿Sí? ⎯ pregunto desde la puerta de mi habitación, pero solo responde de nuevo el sonido.⎯ ¡Voy! ⎯ Entonces, camino hasta donde está la puerta, veo por la mira y abro de inmediato al ver que es Luz la que está afuera. ⎯ ¿Alma? ⎯ pregunto, al verla completamente empapada. 

Luz entra al piso, y ambos nos vemos mutuamente. Ella trae un vestido color blanco, bastante ligero, con un suéter encima. Sin embargo, aún puedo ver su ropa interior por debajo de la tela y juro que es la imagen más sensual que he visto en toda mi vida. 

Si supiera Luz que así empieza una de mis fantasías con ella, me viene a la mente. 

⎯ ¿Qué haces aquí?, ¿no se supone que iba a pasar por ti? ⎯ pregunta. Pero, yo siento la mirada de Luz sobre mí y sé que algo va a pasar ⎯ ¿Qué? ⎯ le digo. 

Y así, como si todo estuviera preparado, las luces del piso se van y ella y yo nos quedamos a oscuras envueltos en ese momento de pura tensión sexual. 

Luz se quita la bolsa, el suéter y sorprendentemente el vestido también, quedando en pura ropa interior. Sonrío, no sé lo que pasa, pero me gusta.⎯ Pasé casi cuatro días sin verte, ¿crees que iba a esperar más? ⎯ comenta, para luego lanzarse a mi cuerpo. 

Yo la cargo entre mis brazos y empiezo a recibir los cientos de besos que me da en los labios. No es igual a mi fantasía pero, esto sirve. 

⎯  Luz, estoy empapado ⎯  le digo cómo puedo. 

⎯  Yo también ⎯  comenta mientras siento cómo trata desesperadamente de quitarme la toalla. 

No puedo caminar hacia la cama, así que voy hacia el primer lugar que puedo y la siento sobre el comedor. Ella se quita el sostén y me deja ver sus hermosos y jóvenes pechos. 

⎯  ¿No se supone que íbamos a ir a cenar? ⎯  pregunto, mientras sus manos, ya con más confianza, juegan con mi bulto. 

⎯  Pues, me vas a cenar a mí, Picaflor ⎯  comenta. 

⎯  Vale ⎯  es todo lo que respondo y sin que ella lo espere tomo la orilla de su braga y la rompo. Luz mira para abajo y luego me ve a los ojos. ⎯ Luego te compró otra ⎯ le contesto, para acercarla a mi cuerpo y comenzar a besarla en los pechos. 

Los gemidos de Luz se escuchan por toda la habitación, incluso no les ganan a los truenos que están cayendo en este momento afuera. Ella se aferra a la mesa y de pronto se escucha cómo el centro de mesa cae sobre el suelo y se rompe. 

⎯  Luego te compro otro ⎯  me promete, excitada. 

Recuesto a Luz sobre la mesa y comienzo a pasar mi boca por su cuello, por sus pechos, su abdomen, hasta que por fin llego a su intimidad y comienzo a jugar con ella. Sus manos se van directamente a mi cabello y ella empieza a jugarlo conforme yo voy aumentando la velocidad. 

⎯  Me harás… ⎯  trata de decirme, pero es demasiado tarde, su cuerpo se tensa, sus caderas se suben y luego lanza un gemido que levanta mi ego hasta el cielo. En seguida, esa risita y sonrisa a las que ya me estoy acostumbrando. ⎯ ¡Dios!, extrañaba tanto que me hicieras eso ⎯ confiesa. 

⎯  ¿Quieres que lo haga de nuevo? ⎯  le pregunto, porque lo haría. 

⎯  No, quiero sentirte… ⎯  me pide y enredando sus piernas en mi cintura me jala hacia ella. 

⎯  Espera, espera… ⎯  le pido, buscando el preservativo. 

⎯ No te preocupes, tomo píldoras y confío en ti ⎯  me confiesa. 

Así, tomo sus caderas, las jalo hacia mí y en un movimiento entro en ella, sintiendo todo el placer que solo con ella puedo tener. Luz se acaricia los pechos, mientras yo me muevo dentro de ella disfrutando del momento. 

La lluvia cae incesante afuera, y el frío comienza a formarse, ya que la neblina está baja. Pero el calor en la cocina es cada vez más alto, sofocante y nos está haciendo sudar. 

⎯  Sigue, sigue ⎯  me ruega, mientras sus manos se sujetan de donde pueden. 

Yo sigo, viendo su hermoso cuerpo, como las gotas de sudor caen por sus pechos, y ese rostro de placer que ahora ya no es parte de mis fantasías sino una realidad. ⎯ Sigue, sigue. 

Y de pronto siento cómo vuelve a sentir ese orgasmo que me contagia a mí y me hace acabar como nunca lo ha había hecho, al grado de que lanzo yo también un gemido tan fuerte que hace mis piernas temblar. 

⎯  ¡Dios! ⎯  imploro, para luego sujetarme de la mesa como puedo, y ahora soy yo el que sonrío. 

Luz se levanta, para sentarse sobre la mesa, y tomar mi rostro.⎯ ¿Qué?, ¿fue demasiado para el picaflor? ⎯ pregunta coqueta, para volver a besarme. 

La acerco a mí de nuevo, y tomándola de los glúteos acerco a mí. ⎯ Apenas voy empezando ⎯ le murmuro, y la vuelvo a besar. 

⎯  ¿Qué te parece si vamos a la habitación y me haces reír de nuevo? ⎯  me pregunta. 

⎯  Lo que desees, todo lo que tú desees ⎯  contesto, para después cargarla y llevarla hacia allá. Tal vez cumpla otra de mis tantas fantasías que he tenido con ella.

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