-Días después – 

Entonces la vida me sonrió. Y esta sensación abrumadora de que todo saldría bien, llegó a mi vida. De pronto, todo es miel sobre hojuelas, todo es felicidad, y las palabras que Alegría me dijo hace tiempo atrás resuenan en mi mente todo el tiempo: “Algún día serás feliz, tanto, que olvidarás todo lo triste que viviste”. 

Todo se ha dado de una forma tan natural que he llegado a pensar que no puede ser posible tanta buena suerte. Luz es mi novia, su familia me quiere, mi padre ha cambiado su actitud hacia mí y es un poco más amoroso, y bueno, mi madre está más qué feliz, así que no hay nada de que quejarme; solo falta que gane la lotería para cerrar este ciclo. 

Definitivamente, soy otro David Canarias, un hombre lleno de ilusiones y sueños y, por fin, puedo decir que estoy satisfecho con mi vida, que ya no necesito salir a los bares a buscar eso que me hacías falta. Con Luz lo tengo todo, y no necesito más, con ella estoy pleno y feliz y planeo sentirme así el resto de mi vida. 

Así, después de la plática que tuve con mi madre, me he pasado con el anillo de compromiso de mi madre en el bolsillo de mi pantalón. No he podido dejarlo en mi piso porque la idea de pedirle matrimonio a Luz ha cruzado por mi cabeza una y otra vez. No sé si es muy pronto para eso, pero, en mi tiempo libre, me gusta sacar el anillo, observarlo e imaginarme como lo haría. En qué momento se lo diré, dónde y sobre todo las palabras que saldrán de mi boca. Después, lo guardo y de vez en cuando me gusta sentirlo cuando meto la mano en mi bolsillo. Me siento tentado a pedírselo cada vez que la veo, pero aún no me animo, tal vez porque aún no se me ocurre una manera extraordinaria de hacerlo. 

⎯ ¿Canarias? ⎯  escucho la voz de Lula, y yo guardo el anillo de inmediato en mi bolso y la veo. 

⎯  Dime. 

⎯  Te llaman en el nivel de arriba ⎯  y al decir eso, hace con su mano un ademán de que vea para arriba. 

⎯  ¿En el nivel, nivel? ⎯  pregunto, ya que no sé si estoy entendiendo bien. 

⎯  Sí, en el nivel. 

Abro los ojos, estoy algo asustado, cuando te llaman en el nivel de arriba solo puede significar dos cosas, o estás en problemas o te darán la noticia que cambiará tu vida. 

Suspiro, y camino hacia la puerta. Lula me arregla la bata y luego hace que uno de los mechones de mi cabello rizado se esconda detrás de mi oreja. 

⎯  ¿Crees que me despidan por el cabello largo?, lo traigo bien amarrado y peinado ⎯  pregunto asustado como niño pequeño. 

Lula sonríe.⎯  No será por eso, yo tengo el presentimiento de que te darán la noticia de tu vida. 

Sonrío. Lula siempre es tan maternal conmigo, creo que si no fuese por ella ya hubiese perdido la cabeza y la habría cagado mas veces de lo que ya lo hice. 

⎯ Voy, si me despiden manda mis cosas a mi piso. 

⎯  Déjate de negatividades y ve, que te están esperando.

Así, sin decir más, tomo el elevador y presiono el botón que me llevará a ese temido y tan anhelado nivel. La última vez que estuve aquí, fue cuando me pidieron que mi padre diera una fuerte donación para una nueva máquina de tomografía computarizada, así que posiblemente necesiten algo más. 

Las puertas se abren, y el silencio reina de inmediato. Acá no hay pitidos de monitores, ni quejas de pacientes, ni mucho menos gente corriendo, acá arriba todo es perfecto. Se siente el poder, el orden y sobre todo la tensión. 

⎯ ¿Doctor Canarias? ⎯  me habla un hombre que, al verme, se pone de pie y va hacia mí. 

⎯  Sí. 

⎯  Pase, por favor. 

Respiro profundo y luego sigo a este animado asistente por el largo pasillo que nos está llevando a una sala de juntas. Cuando él abre la puerta veo al directo del hospital, Alejandro Carrillo, y a otro hombre que se pone de pie. 

⎯ David, pasa ⎯  me invita Alejandro ⎯ ¿agua?, ¿café?, o más bien, ¿otro café? ⎯  y se ríe. 

⎯  No gracias ⎯  respondo. 

⎯  Te presento a Jordi Sánchez ⎯  me dice Alejandro, mientras el otro hombre sonríe ⎯, él vino desde L’Hospitalet de Llobregat ⎯  habla, y yo abro los ojos sorprendidos. 

⎯ ¿De tan lejos? 

⎯  Así es, pero era indispensable, ya que quería conocerte ⎯  contesta Jordi.⎯  No voy a mentirte, la fama que tienes es bastante singular, David. 

⎯ ¿De qué forma? ⎯  inquiero, porque últimamente mi fama ha variado. 

⎯  De que eres un talentoso pediatra, dedicado y con mucho potencial. El mismo Alejandro me ha dicho las hazañas que has hecho aquí, y sobre todo lo preparado que estás. 

⎯ Bueno, solo hago mi trabajo ⎯  respondo. 

⎯ No seas tan humilde. No solo eres un pediatra talentoso, sino que fuiste de los más jóvenes. Además, tus especializaciones son amplias, Neonatólogo y Alergólogo, y con un amplio conocimiento en reanimación neonatal. 

⎯  Bueno… ⎯  trato de hablar y él me pide que pare. 

⎯  No te haré mucho de cuento David, pero tu curriculum, y tus habilidades nos interesan para nuestro hospital. Tengo entendido que te habías postulado para jefe del área de pediatría en este hospital, pero que el puesto ya fue tomado. 

⎯  Así es… 

⎯  Por lo que vemos la posibilidad de contratarte en nuestro hospital con ese puesto, con un salario acorde y por supuesto con el placer de recibirte. 

Me quedo en silencio al escuchar la propuesta. De todas las cosas que me pasaron por la mente al subir acá, jamás pensé que sería esto; un puesto en Barcelona con el trabajo de mis sueños y bien remunerado. 

⎯ Bueno, hombre, David, ¿qué no dirás nada? ⎯  me pregunta Carrillo. 

⎯ Lo siento, es que esperaba todo menos esto ⎯ contesto. 

⎯ ¿Qué esperabas?, ¿un regaño por tu cabello largo? ⎯ bromea Alejandro, para después acercarse a mí y poner su mano sobre mi espalda. ⎯ En lo que mi concierne, David, tiene todas las credenciales y recomendaciones para poder cumplir con ese puesto, y sobre todo, mi bendición, ¿qué dices? 

En realidad no sé qué decir, me he quedado sin palabras y sobre todo sin entender qué pasa, ¿será que Alejandro se quiere deshacer de mí?, o, ¿en verdad mi talento me ha dado esto? 

⎯  Pues, ¿tengo que decidirlo hoy? ⎯ sale esa pregunta de mi boca y Jordi sonríe. 

⎯ Claro que sí, pero, nunca pensé que esa sería tu respuesta. Creo que cualquier persona diría que sí. 

⎯ Lo sé, solo que es un cambio radical, de residencia, de personal, de planes…⎯ Y al decir esto meto la mano al pantalón para sentir el anillo de compromiso de mi madre. ⎯ Solo necesito estar descasado y con la mente clara para tomar la decisión, llevo una guardia de cuarenta y ocho horas. 

⎯ Eso sí. David es increíblemente trabajador y se queda en guardias que sorprenden. Yo digo que le des tiempo ⎯ me defiende Carrillo. 

⎯ Cinco días, no más 

⎯ ¿Cinco? ⎯ inquiero, y me percato que apenas podré discutirlo con Luz, ya que se fue a México a visitar a su hermano. 

⎯ No más, no menos… cinco ⎯ sentencia Jordi, para después tomar sus cosas ⎯, espero que la respuesta sea positiva, porque me arriesgue mucho a venir hasta acá. 

Como si no necesitara más peso en la conciencia y presión, pienso. 

⎯ Prometo que tendré una respuesta ⎯ hablo. 

⎯ Bien ⎯ responde. 

Así, los tres salimos de la oficina y nos dirigimos hacia el elevador. Las puertas se abrieron y Jordi me invitó a que subiese solo. 

⎯ Espero tu respuesta, David Canarias ⎯ finaliza, para después ver cómo las puertas se cierran dejándome solo. 

Sigo sin poder creer lo que me acaba de pasar. De pronto, mi sueño se había hecho realidad, uno por el que había luchado desde que era adolescente y una promesa que en secreto le había hecho a mi madre, porque ella deseaba ser la mejor pediatra pero, sobre todo, tener un puesto destacable. 

Así, mientras el elevador baja hacia el nivel que seleccioné, no dejo de pensar en Luz, en mi nueva relación y en todo lo que conllevaría, ahora, aceptar este puesto. Saco el anillo de compromiso de la bolsa, lo veo y por mi mente ronda la idea con la que vengo jugando desde hace tiempo, solo que ahora debe ser tomada en serio. 

¿Será que Luz se quiere casar conmigo?, ¿estará dispuesta a irse conmigo a Barcelona?, ¿afectará esto lo que hay entre nosotros? 

Entonces, una noticia tan esperada por mí, se convierte ahora en una tortura, porque ahora no sé si los sueños y los deseos de Luz podrán ir a la par de los míos. 

Cuando las puertas del elevador se abren solo hay un pensamiento que tengo en mente. No quiero que nuestros sueños no separen, no quiero perder a Luz, no quiero tomar decisiones drásticas, y solo tengo cinco días para hacer lo correcto. 

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