-Barcelona / tiempo después-
Algo que siempre me ha gustado de mi trabajo es la adrenalina que puedo sentir. El saber que en mis manos está la vida de una persona y que debo utilizar todo mi conocimiento y habilidades para curarla, me es fascinante, además del constante aprendizaje que obtengo día a día.
Además de lo mencionado, me gusta mi oficio porque trabajo con niños. Son divertidos, valientes, curiosos y lo mejor de todo es que no saben mentir. Si comieron algo que les hizo daño, lo dicen, si les duele algo, te muestran exactamente dónde, además de las analogías que emplean para poder describir el tipo de dolor.
Los adultos mienten. La mayoría te dice que no sabe cómo es que chocó en el auto, aunque trae el nivel de alcohol en la sangre por las nubes. Que el dolor que sienten apenas empezó tan solo entraron al hospital, aunque ya tenían semanas, o que no sabían que eran alérgicos a ese alimento, aunque ya lo habían probado y se habían aguantado los síntomas.
Por eso, odio ser adulto, por todo lo que conlleva. Recuerdo que de pequeño era tan honesto que mi madre, con cariño, me ponía un límite porque podía llegar a lastimar a las personas – o a mi papá. Después crecí, y comencé a mentir. A las mujeres con las que me acostaba, a Alexandra cuando le decía que me agradaba su presencia, a mi madre, a mi padre y finalmente, a mí mismo, tratando de convencerme de que quiero estar aquí.
Barcelona me recibió hace semanas atrás con los brazos abiertos. Con una oficina fenomenal, un personal bastante talentoso y con un piso que es mil veces mejor que el mío. Sin embargo, yo a Barcelona no lo vi de la misma manera. De pronto, sus hermosos edificios vestidos de Gaudí, sus paseos alegres y su mar, no iban conmigo, o en pocas palabras no quería estar aquí.
Desde que terminé con Luz, y vine a cumplir mi sueño acá, hago lo que todo Canarias hace cuando no tiene ni idea de qué hacer, ni control sobre su vida, trabajar. Con el pretexto de ser el nuevo jefe, me he puesto de nuevo horarios que solo un loco podría cumplir y de nuevo, he hecho del hospital mi casa y abandonado mi verdadero hogar.
Si me hicieran estudios determinarían que mi nivel de cafeína es en verdad alta, que mi cansancio se ha desbordado y que posiblemente en unos días pueda caer desmayado por el sueño que me cargo. O tal vez mi nuevo jefe, tome cartas en el asunto y me pida que vaya a descansar, y no pondré pretexto porque no he usado ni uno de mis fines de semana libres.
No soy idiota, sé que todo esto que hago es para evitar llegar a mi piso solitario y enfrentar la realidad de mi vida y las decisiones que he tomado. Pero, sobre todo, para no admitir que mis sueños han cambiado por completo y lo que antes pensaba era mi sueño de vida, hoy, no es lo que esperaba y que por dentro me siento decepcionado. No obstante, mi lado Canarias gana y los contratos están firmados, así que, según lo que me ha enseñado mi padre, no hay marcha atrás y debo continuar con lo que empecé, aunque no sea lo que yo quiero.
Entonces los días pasan, y en frente de mí un lunes se convierte rápidamente en un viernes, y cuando menos me doy cuenta, otro fin de semana está por comenzar y todos lo saben, mi equipo, la ciudad entera e incluso mi cuerpo cansado.
Y por más que quiero negarlo y sumerjo mi mirada en los expedientes que tengo sobre mi escritorio, para evitar sentirlo, este llega en una gran migraña que me recuerda que posiblemente no he comido nada desde el desayuno y que es hora de irme a mi piso.
⏤ ¿Doctor Canarias? ⏤ escucho la voz de una mujer y, al voltear, hacia la puerta, puedo ver a Sandy, la enfermera que es parte de mi equipo, con una gran sonrisa y ese cabello rubio brillante, suelto sobre sus hombros.
⏤ Dime, Sandy ⏤ contesto, frotándome los ojos. No sé por qué sospecho que necesitaré gafas para ver en algún punto de mi vida.
⏤ Pues, no sé si esto sea correcto, pero, los del equipo le queremos invitar una cerveza en un bar que está en el centro. Desde que llegó no hemos tenido tiempo de darle la bienvenida y creemos que ya es tiempo.
Sonrío. La verdad es que una cerveza no me caería mal y sé que tengo que hacer actividades con mi equipo para familiarizarme, pero, en este instante no tengo ganas, y posiblemente nunca las tenga.
⏤ Sandy, me encantaría pero…
⏤ ¿Nos dirá que no de nuevo? ⏤ pregunta, y al decirme eso sé que ya he puesto muchos pretextos ⏤, bueno, lo intentamos. Nos vemos el lunes, doctor.
⏤ Nos vemos el lunes ⏤ contesto, para después verla salir.
¿Qué demonios te pasa, David?, una cerveza no hiere a nadie, ni siquiera a ti, pienso, y ahora me siento como un verdadero ogro por haber dicho que no.
⏤ Supongo que no soy tan buen jefe como creí que sería ⏤ murmuro, para volver a hundir mi cabeza en esos archivos.
Entonces de nuevo me interrumpen, pero, esta vez, es con el sonido de una videollamada entrante. Al tomar mi móvil, veo el nombre de mi madre, y de inmediato una sonrisa se esboza en mi rostro.
⏤ Mamá ⏤ respondo, y veo el rostro tan bonito de mi madre con una sonrisa más grande que la mía.
⏤ Me alegra que me respondieras. Creo que si yo no te llamo, tú jamás lo haces.
⏤ Lo siento, es que he tenido mucho trabajo y apenas he tenido mente para pensar en otras cosas ⏤ le informo.
⏤ Como comer o dormir, ¿no es así? ⏤ me dice, y ahora sé que esta llamada no es para saludarme, sino para regañarme.
Suspiro, y de pronto recuerdo que tengo migraña, que no he comido ni descansado, y que no estoy para sermones ⏤. Tengo casi treinta años, mamá.
⏤ Podrás tener cincuenta y jamás dejaré de preocuparme por tí, y mucho menos regañarte. Dime, ¿qué te pasa?
⏤ ¿Cómo sabes que…?
⏤ ¿Qué no has comido ni descansado?, la comida es fácil, se nota que has bajado de peso y la segunda, porque he hablado al portero de tu piso y me ha dicho que no te has aparecido en días ⏤ suspira ⏤. De todas las cosas que quería que heredadas de tu padre, tomaste justo las más dañinas y eso significa que las cosas no están bien. Hace semanas, que viniste a Ibiza a despedirte de nosotros, supe que algo estaba mal, pero no me atreví a preguntarte; hoy, al verte así, me arrepiento.
⏤ No es tu culpa, madre.
⏤ Lo sé. Pero debí preguntarte y no dejarlo pasar como siempre lo hago. Trato de recordarme que eres todo un hombre y que ya no me necesitas tanto como antes, pero la intuición de una madre nunca falla, debí haberle hecho caso.
Me quedo en silencio, porque no tengo más que decir. Me siento como cuando mi madre me descubría una travesura y ya no había pretextos para zafarme. Ahora sé que tengo que decirle lo que pasa, porque jamás me atrevería a mentirle y no puedo hacerlo.
⏤ ¿Puedo confiar en ti? ⏤ empiezo la conversación, la pregunta que siempre le hacía. Era una manera de pedirle que no le contara nada a nadie, ni siquiera a mi padre.
⏤ Sabes que sí, soy la mujer de los mil secretos, ¿no recuerdas?
Sonrío ⏤. Creo que no estoy en el lugar donde debo estar.
⏤ Lo sé ⏤ admite.
⏤ Es tonto, porque, toda la vida soñé con esto. Me preparé día a día, incluso fui en contra de lo que mi padre quería y, ahora que lo tengo, no lo quiero. Deseo estar en otro lado, con otra persona, haciendo otra cosa. No es que ya no quiera ser pediatra, amo serlo pero, no así.
Mi madre sonríe ⏤. Y, ¿entonces?, ¿qué haces allá?
⏤ Porque es lo correcto ⏤ contesto de forma automática y mi madre arquea ambas cejas.
⏤ ¿Correcto para quién?, ¿para ti? ⏤ Me quedo en silencio, porque de pronto esa pregunta resuena en mi cabeza y no sé cómo responderla ⏤. Hijo, yo sé que toda la vida has tratado de demostrar que eres el mejor, y que no importa lo que pase, lograrás lo que te propones y cumplirás lo que prometiste. Pero, ¿de qué te sirve eso si al final no eres feliz? Estoy consciente de que la mayoría de las promesas que hiciste fueron para demostrarle a tu padre que eras mejor que él, pero, quedándote en un trabajo que no te gusta, y extrañando a la mujer que amas, estás haciendo justo lo que tu padre haría.
⏤ A mi padre le encanta su trabajo ⏤ respondo, tratando de no hacerle saber que me ha ganado con ese diálogo.
⏤ Sí, le gusta porque hizo que le gustara, pero hay algo que Ainhoa y tú tienen que él y yo no tuvimos… Una opción. A tu padre y a mí no nos dieron la oportunidad de soñar, de elegir algo que quisiéramos. Siempre se nos dijo que tenía que ser así porque no habría de otra manera. Sin embargo, no es tu caso. Mi consejo, David, es que si quieres demostrarle a tu padre que eres mejor que él, no lo hagas siendo como él, hazlo a tu manera.
⏤ A mi manera.
⏤ Como siempre lo has hecho, y no me digas que no, porque soy tu madre y nadie te conoce mejor que yo… Por ahora.
Sonrío ⏤. Gracias mamá.
⏤ No solo me agradezcas, hazlo… ⏤ me ordena, para luego sonreír ⏤ Solo quiero verte feliz, David Canarias, y hoy no lo estás. Haz lo que te haga feliz. Nos vemos luego, te amo hijo ⏤ finaliza, para luego desaparecer de la pantalla.
Sin poder contestar nada, me quedo en medio de mi elegante oficina, con el móvil en la mano y las palabras de mi madre en la cabeza. Entonces, como si fuera magia, la migraña se va y me despeja la mente.
Ojalá te fueras conmigo, ojalá me siguieras, escucho la voz de Luz.
Y sin dudarlo mucho, marco su número para momentos después ver su rostro en la pantalla.
⏤ Alma.
⏤ ¡Amor!, pensé que no me llamarías. Te extraño.
⏤ Yo también te extraño y no sabes cuánto ⏤ respondo, y me pierdo en su mirada mientras la escucho contarme su día.
Que bueno que no se fue con la enfermera cusca esa