México – Cuernavaca
-Día de la boda-
Me encuentro frente al espejo moviendo las manos desperadas, ya que se está acercando la hora de bajar para casarme con Luz y no puedo ponerme el corbatín. Creo que estoy tan nervioso que he olvidado como hacerlo; y eso que visto corbata desde hace años.
⎯ No es cierto ⎯ murmuro, acercándome aún más al espejo para tratar de ver que estoy haciendo mal ⎯ ¡Carajo, justo ahora! ⎯ expreso.
Veo mi móvil y al ver la hora me preocupo más. Mi familia se hospedó en un hotel en el centro de Cuernavaca y aún no llega y en este momento la mano firme de mi padre me ayudaría bastante.
Trato de volver a hacerme el nudo y no puedo, así que tomo la decisión de ir con otro padre que pueda ayudarme. Así, tomo el corbatín y salgo de la habitación para caminar hacia la habitación de Tristán Ruiz de Con.
⎯ ¿Listo cuñado? ⎯ escucho la voz de Manuel, que va saliendo de uno de los tantos baños de enorme casa.
⎯ Casi ⎯ respondo, para luego tocar la puerta y al escuchar un “adelante”, abrir la puerta y ver a Tristán con una sonrisa ⎯ ¡Ah!, ¡David!, pasa.
⎯ Lo siento si interrumpo, pero, mi padre aún no llega y no sé cómo acomodarme el corbatín ⎯ le digo, tímido.
Tristán se acerca a mi ⎯. Ven, te ayudo ⎯ y comienza a acomodármelo con una facilidad que me sorprende ⎯. Es difícil, ¿cierto?, sobre todo cuando está nervioso.
⎯ Bastante, nunca pensé que fuera tan difícil, hasta que lo intenté como tres veces y ahora que veo cómo lo hace, me siento bastante tonto ⎯ le platico.
Tristán me ve a los ojos y me sonríe ⎯. No eres tonto. Me pasó igual cuando me casé con Ximena. Yo me encontraba solo en la habitación y al no lograrlo, preferí una corbata. Pero, tú no estás solo, si no está tu padre, estoy yo ⎯ me asegura.
Sonrío. Tristán siempre ha sido muy paternal. Aún no puedo creer todo lo que mi padre me contó de él, sobre su pasado, su vida, y lo que tuvo que hacer para poder casarse con Ximena. Supongo que la frase “todo por amor”, va perfectamente con él.
⎯ Lo sé, gracias ⎯ le agradezco.
Él termina de ponerme el corbatín y luego lo arregla ⎯ ¡Perfecta! ⎯ dice.
⎯ Muchas gracias, señor.
⎯ No me digas, señor, mejor Tristán o suegro. Digo, llevamos años de conocernos, ¿qué no? Además, ya eres parte de esta familia, hoy lo harás oficial ⎯ le comento.
Sonrío ⎯. Sabe, Luz, no me cree cuando se lo digo, pero, yo siempre quise formar parte de los Ruiz de Con Caballero. De pequeño, siempre que iba a su casa, veía a su esposa y a usted bailar en la sala, reír en el jardín y la forma en que quería a sus hijos y me encantaba. Así que me decía que sería genial pertenecer a su familia. Y bueno, ahora creo que lo haré
Él sonríe y dándome una palmada sobre el hombro me pide ⎯. Cuida mucho a mi hija, ¿quieres?
⎯ Con mi vida. Suegro, amo a su hija y ella será amada igual que usted la ama ⎯ le prometo.
⎯ No, la amarás más que yo. Porque a partir de hoy ella será tu hogar y el hogar…
⎯ Jamás cambia ⎯ termino la frase y él asiente con la cabeza.
La puerta de la habitación se abre y al ver a Ximena sé que es momento de irme de ahí. ⎯ Luz está lista y quiere hablar contigo ⎯ le dice a Tristán.
Y al escuchar eso me pongo nervioso. Solo de pensar como está, lo hermosa que sé que se verá, aumenta mi emoción.
⎯ Voy en un momento ⎯ responde. Después me da un abrazo paternal ⎯. Bienvenido a la familia Canarias, que ambos sean felices y tengan una vida llena de amor y prosperidad.
⎯ Gracias ⎯ le digo a Tristán ⎯, nos vemos dentro de unos minutos.
Ximena, antes de que abandone la habitación, también me abraza y después me deja ir para que siga arreglándome. Por un momento tengo la curiosidad de ir a la habitación de Luz, pero, la voz de mi hermana hace que vaya hacia la mía; ahí veo a mis padres al entrar.
⎯ ¡Tan guapo! ⎯ expresa mi madre, para ir hacia mí y darme un abrazo ⎯ ¡Soy tan afortunada de ver este momento!
⎯ Ma, no llores ⎯ le pido, cuando escucho cómo solloza.
⎯ Lo siento, es que no sabes la felicidad que me da ⎯ mi madre se aleja de mí y voltea a ver a mi padre ⎯. Ves, te dije que tú también lo lograrías.
⎯ Basta Fátima, que me harás llorar a mí también ⎯ responde mi padre.
⎯ Por fin te ves decente ⎯ interrumpe mi hermana, para luego refugiarse entre mis brazos ⎯. La verdad te ves guapísimo.
⎯ Viniendo de ti, lo tomaré como un cumplido ⎯ le respondo y Ainhoa me da un beso en la mejilla ⎯. Jamás pensé que estaría en una boda tuya.
⎯ ¿En una boda?, ¿estás insinuando que piensa que me casaré más de una vez? ⎯ pregunto, entre risas.
⎯ Bueno… Con tu historial.
⎯ Solo me casaré una vez y será para siempre, así que cambia tu discurso ⎯ le advierto con ternura.
⎯ ¿Creen que pueda hablar con mi hijo a solas? ⎯ les pide mi padre.
Mi mamá me da otro beso en la mejilla, me abraza y me murmura al oído ⎯ Alegra está feliz. Lo sé.
⎯ Espero ⎯ respondo.
⎯ Vamos Ainhoa, dejemos a los David solos ⎯ habla mi madre, y tomando de la mano a mi hermana, sale de ahí.
Cuando mi madre cierra la puerta, mi padre y yo nos encontramos solos en la habitación. Comúnmente, cuando sucede esto, terminamos enojados, gritándonos verdades e hiriéndonos. Todo termina cuando yo azoto la puerta y me largo del sitio. Sin embargo, esta vez, mi padre me da un abrazo fuerte, tan fuerte que no sé cómo interpretarlo.
Me quedo quieto, sintiendo la fuerza de sus brazos, su respiración agitada y su corazón latiendo algo acelerado ⎯ ¿Todo bien? ⎯ pregunto, en un murmullo.
⎯ Todo bien ⎯ contesta mi padre ⎯. Perdóname.
⎯ ¿Por qué? ⎯ pregunto, sin entender nada. Desde hace meses no entiendo nada de lo que mi padre me dice o hace.
⎯ Por no ser el padre que necesitabas, ni que querías… Por eso.
⎯ Papá, no pasa nada, ya te dije.
⎯ Si pasa ⎯ responde ⎯. Prometo no meterme en tu nueva vida, ni con tus hijos o tu familia.
Me río. Ni siquiera he pensado en eso y mi padre ya quiere nietos. Lo vuelvo a abrazar y esta vez soy yo el que se sincera ⎯. ¿Bromeas?, te quiero en esta y en todas las vidas. Si tengo hijos quiero que estés en cada aspecto de su vida, ¿entendido? Que estés ahí para aconsejarme, para regañarme pero, sobre todo, porque aunque no lo creas, te necesito.
Mi papá se ríe, para luego limpiarse las lágrimas ⎯. Te prometo que estaré ahí, tanto que te cansarás de mí.
⎯ Si no lo hice hace años atrás… ⎯ le comento.
El momento es interrumpido cuando alguien toca la puerta y al abrirla, veo a Manuel con una sonrisa.
⎯ ¿Listo?, Luz está por salir.
⎯ Listo ⎯ digo seguro.
Mi padre suspira, y se arregla la corbata mientras se aclara la garganta. A él le cuesta tanto sincerarse y ser vulnerable, que cuando lo hace es en verdad un momento único en la vida.
⎯ Vamos a casarte, Hijo. Vamos, que tengo que entregarte a la mujer de tu vida.
⎯ Vamos ⎯ contesto, para abrazarlo y salir de ahí.