Pablo 

Me encuentro en un estado de confusión desde la noche anterior. La reacción de Théa en la piscina me dejó perplejo y desconcertado. Estábamos compartiendo un momento relajado, disfrutando de la compañía del otro, cuando de repente, algo cambió en su expresión. Un gesto de miedo y rechazo se apoderó de su rostro, y antes de que pudiera comprender lo que estaba sucediendo, ella se alejó rápidamente, dejándome atrás con más preguntas que respuestas.

Esa contundente negativa de Théa resuena en mi mente una y otra vez. Por un lado, siento una profunda atracción hacia ella, una conexión que va más allá de lo físico. Pero, por otro lado, esa misma reacción me lleva a pensar que tal vez no quiera estar conmigo, que algo en su pasado o en su presente le impide permitirse siquiera considerar la posibilidad de una relación.

Sé que la situación es complicada, que ella está casada y lo comprendo. Sin embargo, hay algo más detrás de esa barrera que Théa ha levantado entre nosotros. ¿Acaso había sufrido algún tipo de trauma en el pasado que la lleva a rechazar cualquier posibilidad de intimidad? ¿O tal vez hay algo en su presente que la mantiene alejada, algo que yo desconozco, pero que está afectando su vida?

Me encuentro en un limbo emocional, debatiéndome entre mis propios sentimientos y la comprensión de la situación de Théa. No estoy enojado con ella, ni mucho menos. Sé que su reacción no fue intencionada, sino que es producto de algo más profundo que yo aún no entiendo completamente. Pero eso no quita el hecho de que me sienta confundido y desorientado ante lo sucedido.

Al siguiente día, me levanté como si nada hubiera pasado. Saludé a Théa con naturalidad mientras desayunábamos juntos, pero no mencionamos nada sobre lo ocurrido en la piscina. Durante todo el día, nuestra comunicación se limitó a asuntos de negocios, evitando tocar el tema que nos había dejado tan desconcertados la noche anterior.

Al regresar a la casa, cada uno tomó caminos separados. Théa se dirigió hacia el mar, buscando quizás un poco de tranquilidad, mientras que yo decidí quedarme en casa y mantener una videollamada con Lila. Admito que escuchar sobre su día me relajó bastante y me alegró mucho. Mena está por llegar, y la emoción se apodera de todos. Ella tiene casa llena, todos están allá, y me muero por llegar. Las reuniones de los Canarias/ Ruíz de Con son en verdad divertidas. 

Mientras hablaba con Lila, escuché el sonido de la puerta de Théa cerrarse con fuerza. Supuse que ella había regresado a la casa, y que había decidido descansar y dormir un rato. Supongo que no tiene nada que decir aún. En cambio, yo opté por cenar algo ligero y luego refugiarme en mi habitación, sumergiéndome en la lectura en un intento de calmar mi mente inquieta.

Horas más tarde, el ruido de la puerta me saca de mi letargo. Me quedo en silencio. Puedo ver la sombra de Théa por debajo de la ranura de la puerta, pero no vuelve a tocar. Volteo a ver el móvil, son las dos de la mañana, y me he quedado dormido con el libro encima de mi pecho. Dos toques en la puerta resuenan en la oscura habitación. 

—¿Pablo? —Escucho la voz de Théa—. ¿Estás despierto? 

Dejo el libro sobre la mesita de noche, y me pongo de pie. Voy hacia la silla de la esquina, tomo mis bóxers y un pantalón para ponérmelos. Comienza a hacer calor, así que aprovechando que estoy solo en el cuarto, duermo desnudo. 

Me acerco a la puerta con determinación, y la veo a ella de pie. Con el cabello largo y rizado peinado en una trenza y un camisón de algodón un poco arriba de la rodilla. Su rostro refleja vergüenza y tristeza. Viene sudada, al parecer tuvo otra pesadilla vívida como las que escuché la noche anterior. 

—Sé que es muy tarde, pero, quería saber si… —Théa no puedo ni siquiera hacer una frase, pero, no lo necesita. Comprendo lo que quiere decir y con un ademán hago que pase. 

Ella entra con timidez, y espera a que vaya del otro lado de la cama. 

—¿Quieres que me ponga la camisa? —pregunto. Porque no la quiero incomodar. 

—No, está bien. Hace mucho calor —contesta. 

Me acuesto en la cama, casi pegado a la orilla. Siento cómo su cuerpo se acomoda en el lado contrario, y cuando deja de moverse, apago la luz. 

—¿Pablo? —Escucho mi nombre en un murmullo. 

—Dime. 

—¿Puedes abrir un poco las cortinas para que entre la luz del faro?, no me gusta la oscuridad. 

Me pongo de pie, me dirijo hacia la ventana y abro las cortinas gruesas, dejo que por las delgadas entre la luz. La habitación se ilumina un poco, y noto que se encuentra sentada a la orilla de la cama. 

—Lo siento. A mi me gusta dormir a oscuras, si no, no duermo nada. 

—Lo siento. 

—No te preocupes. 

Entonces, me recuesto una vez más sobre el colchón, y antes de poder darme la vuelta, Théa se recuesta también y de inmediato se pega a mi cuerpo. La reacción es natural, abro mis brazos y ella se acomoda sobre mi pecho. Todo su cuerpo huele a una mezcla entre rosas y coco, como si fuese una mezcla entre su jabón y el protector solar. 

Nos quedamos así por un momento, escuchando nuestras respiraciones, mientras yo ligeramente acaricio su brazo, sintiendo la suavidad de su piel. De nuevo, me siento confundido. Estoy excitado y a la vez, sé que debo ser precavido. 

—¿Tuviste otra pesadilla? —rompo el silencio con esa pregunta. 

—¿Cómo lo sabes? 

—Te escuché la noche anterior. Me acerqué a tu puerta porque gritabas muy fuerte y pensé que te pasaba algo. Después te escuché llorar. 

Théa pasa saliva y asiente con la cabeza. 

—Son vívidas. He pensado en tomar pastillas para dormir, pero temo que se me pase la dosis y sea algo peor —advierte. 

—Tal vez, deberías ir con un profesional. Al psicólogo. 

—Tal vez. Pero me da miedo enfrentar los demonios. 

—A todos nos da miedo enfrentarlos pero, sirve. Yo fui por muchos años a terapia… 

—Yo no hablo de los internos, hablo de los que caminan sobre la tierra. Si mi familia se entera de que fui al psicólogo y conté cosas, podría estar en peligro. Yo no quiero que nadie salga lastimado por mi culpa. 

Cuando Théa habla así de su familia, pienso que son las peores personas del universo, y que no deberían estar libres; que son monstruos. Sin embargo, para un ratón, un gato puede ser un monstruo, así que todo puede ser proporcional. Aunque le creo. Le creo todo lo que me ha dicho. 

—Necesitaba un abrazo —murmura. 

Sonrío en la oscuridad. 

—Llevo toda la mañana queriendo hablar contigo y pedirte perdón por lo que sucedió en la piscina. Pero, no encontraba las palabras para hacerlo, aún sigo sin poder encontrarlas. 

—Está bien. 

—No, no lo está. Porque me gustas mucho, y no quiero que pienses que te rechazo porque no quiera estar contigo. Al contrario, cuando te alejas, solo cuento las horas para volver a verte. Sin embargo, ahora has de pensar que estoy loca. 

—No, no… claro que no. Admito que estoy confundido, pero, no pienso que estés loca. 

Théa respira profundo. 

—Antes no era así. Me hubiese gusto que me conocieras antes. Cuando era una mujer llena de sueños e ilusiones. No esto que soy: una combinación de miedo y desesperanza. 

Volteo a verla, y nuestras miradas coinciden. Veo como sus ojos brillan, como si quisiera romper en llanto. 

—Théa —murmuro su nombre, mientras acaricio su mejilla. 

—Pablo, es que… no puedo más. Ya no puedo vivir así. Es que… —De pronto las lágrimas comienza a correr por sus mejillas. 

—Tranquila, todo estará bien… —le murmuro. 

—Es que… necesito sacarme algo del pecho. Porque ya no me deja vivir, y ahora, ni siquiera dormir. Pero me da miedo que si te lo digo, dejarás de mirarme como lo haces. 

Me levanto un poco. Veo que lo que me contará es serio, y que el momento cumbre de intimidad entre los dos ha comenzado. 

—Puedes contarme. No creo que pueda dejar de mirarte cómo lo hago. En realidad, no tengo ni idea de cómo te miro. 

—Me miras. Me ves. Me haces sentir presente —confiesa—, no como un fantasma o un mueble en la habitación, o como la pantalla que protege un amor inconcluso. Me ves y existo.

—Cómo no te voy a ver, si eres la mujer más increíble que he conocido. Tan inteligente, tan capaz, tan graciosa; además, hermosa. 

Théa se muerde el labio y hace una mueca que se parece a una sonrisa. Acaricio su mejilla y siento las lágrimas sobre ella. 

—Si quieres contarme, te escucharé. Si no, aquí estoy. Simplemente, para abrazarte o para hacerte compañía. 

Théa cierra los ojos. Veo cómo se prepara para decir las siguientes frases. A mí se me hace un nudo en el estómago sin razón aparente, es como si mi cuerpo se preparara para lo peor. 

—¿Recuerdas el día que me salvaste del metro? 

—Sí.  

—Ahí comenzó todo. Bueno, no. Fue años atrás. 

—¿Comenzó qué? 

Théa me toma de las manos. 

—Te pido Pablo, que después de lo que te diga no me rechazarás, ni cambiarás conmigo. Te lo pido. 

—Claro que no lo haré —insisto—. Confía en mí. 

Théa cierra los ojos y relata: 

—El hombre que me persigue, del que me has salvado dos veces, se llama Chez Galant. Bueno, es su apodo, porque en realidad no se llama así. Es amigo de mi padre, o más bien, es el encargado de su seguridad, por eso es intocable. Dicen que toda su familia está metida en el contrabando y en los malos tratos, y él, tiene muchos conocidos en la policía y en los altos mandos que le permiten hacer lo que le da la gana; por eso siempre me encuentra. 

—Vale… —respondo, intuyendo por dónde va todo. 

—Mi familia le debe mucho a Chez, no sé por qué, pero tiene muchísimo poder sobre mi familia. Se hacen favores, y uno de los que él le pidió fue que mi padre lo casara con una de sus hijas. Yo fui la seleccionada. 

—¿Cómo? —pregunto, pero ella me pide que la deje continuar. 

—Como sabes, yo soy adoptada y para mi padre soy desechable. Él sabe qué tipo de hombre es Chez, y no se atrevió a darle a alguien de sus hijas legítimas. Chez, se casó con la idea de que sería suya. Siempre me ha acosado, y ha hecho insinuaciones terribles. Pero no me tocaba antes porque, según sus ideales, tenía que llegar virgen al matrimonio y por muchos años eso me salvó. Yo era muy chica para casarme con un hombre así de grande. Él tiene casi cincuenta años.

—Dios… 

—Sin embargo, las cosas salieron mal para él. Mi esposo, sabía de mi situación y en un acto de rebeldía contra mi familia, me pidió a mí en matrimonio. Mi padre tuvo que aceptar. Así que me casé y Chez no pudo tenerme como quería. Así que… 

De pronto, a Théa se le quiebra la voz. Toma un respiro profundo pero, noto que sus manos tiemblan y que está a punto de caer en un ataque de ansiedad. 

—Si quieres, Théa. No me cuentes. 

—No, sí, sí te tengo que contar por qué… —Théa no termina la frase. Rompe en un llanto fuerte, lleno de rabia y tristeza. 

Yo la tomo entre mis brazos y la abrazo fuerte. Como si quisiera absorber todo lo que siente. 

—Es tonto, Pablo, pero, yo no poseo nada en esta vida. Mi virginidad era lo último que tenía. Era una joven ilusionada, crecí pensando que un príncipe azul me rescataría del tormento que vivía en mi casa y por un segundo pensé que era mi esposo. No lo amaba, pero al menos me había sacado de ahí, me había salvado del terrible destino que me tocaba. Pero no fue así. En la boda de mi hermana mayor, Chez me puso algo en la copa y… 

—¡Dios! —murmuro. 

—Y abusó de mí en un baño. Me paralicé por completo debido a la droga y no pude, no pude defenderme. Todas las noches tengo pesadillas con ese suceso, todo el tiempo me acuerdo de que fue ese hombre el que me quitó todo. El que rompió mis ilusiones, el que mató mi sueño. Y ahora no me deja vivir en paz. Está obsesionado conmigo y me persigue por todos lados. El día del metro, él iba atrás mío, y pensé que la única opción de escapar era… 

—¡Dios mío! —expreso, para tomarla fuerte entre mis brazos. 

—No quiero vivir así, Pablo. No puedo vivir así. Pero es imposible que algo le suceda. Chez, tiene la libertad de ir y venir, de hacer lo que quiera. Por eso no me quedo sola en mi casa. 

—Y, ¿tu marido no hizo nada? 

—No. Porque yo se lo pedí. Es complicado, porque si él hace algo, podría ser contraproducente también para él. No le echo la culpa. Pero si odio que me deje sola. 

En ese instante comprendo todo. El porqué corre al metro cuando sale del bar. El porqué vive en un hotel, el porqué no quiso que la tocara la noche anterior. 

—Estoy atrapada. Solo quiero ser libre. No sabes cuántas veces se me ha ocurrido quitarme la vida, porque siento que solo en la muerte podré alejarme de Chez. Pero también, no sabes cuántas veces he soñado con vengarme. Con matarlo con mis propias manos. Él me quitó todo lo que era mío, lo único que podía poseer y me lo arrancó en segundo. Aún siento su aliento alcohólico en mi rostro… me siento sucia, podrida… me siento. 

Théa no termina la frase. El llanto puede más, y no lo puede controlar. Ella me abraza con fuerza, con tanta que deja marcas sobre mi piel. Como si estuviera al borde del abismo y solo dependiera de mí si cae o no. 

—Soy una mujer sumamente lastimada, Pablo. Y comprendería por completo si quisieras huir de mí. 

Me separo de ella, y tomo su rostro húmedo entre mis manos. 

—No, eres una mujer valiente y fuerte, Théa. Y sería un tonto si huyera de ti. Al contrario, me quedaré contigo. Juntos enfrentaremos a ese tal Chez, juntos veremos la forma de que pague por todo lo que ha hecho—. Le doy un ligero beso sobre los labios—. No sé si fue la casualidad o el destino, lo que nos hizo encontrarnos ese día en la estación, pero lo que sí sé es que desde entonces, mi vida ha tomado un rumbo que nunca imaginé, y todo ha sido gracias a ti. No sabía lo que era estar enamorado, hasta que te vi. 

Théa me sonríe y en un movimiento se lanza a mis brazos nuevamente para refugiarse en ellos. El aroma a rosas jamás me había gustado tanto como ahora. Ella y yo no somos tontos, sabemos que nuestras circunstancias no son óptimas en este momento para tener una relación. Pero, esto se siente tan correcto, tan libre, tan natural. Ahora me doy cuenta de que lo que sentía por Lila no era tan fuerte como lo que siento por Théa, y que estoy seguro ella siente por mi. 

—Tranquila… todo va a estar bien. No me iré —le murmuro al oído. 

Théa me abraza aún más fuerte. 

***

7 am. 

Abro los ojos al escuchar el tono de mi móvil. Volteo a mi lado izquierdo, y noto a Théa profundamente dormido. Alcanzó el dispositivo con mi mano, y veo que es el número de David Canarias. 

—¿Diga? —contesto en un murmullo. 

—Pablo. Solo te aviso que Lila ya está en trabajo de parto. 

—¿De verdad? —pregunto, sorprendido. 

—Sí. Me pidió que te avisara. 

—Gracias… Salgo para allá de inmediato. 

La llamada se corta y el silencio vuelve a la habitación. El momento cumbre había llegado. Mena estaba por nacer. Y de nuevo, la culpa llega a mí al ver a Théa dormida, plácidamente a mi lado. No puedo prometerle amor a Théa sin decirle a Lila. Y aunque las circunstancias no sean las adecuadas, debo hacerlo. 

Debo hacer lo que debí desde el primer momento en que vi a Théa: decirle a Lila que mi corazón y mi mente, ya le pertenecían a otra persona. Aunque eso, cambie por completo mi papel en su vida, y también me enseñe el verdadero significado de luchar por amor.

11 Responses

  1. 😱😱😱😱😱😱😱😱😱😱😱😱😱❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️🥳🥳🥳🥳🥳🥳🥳🥳🥳🥳🥳 por finnnnn y ahora preparense 😅😅😅😅😅 me encantaaaaaaaaaaa ❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️. Triste recordar ese suceso de Thea 💔😭 pero ya llego tu principe azul.

  2. Yuju! Amar es sanar junto a quien valora quien eres.
    Mi corazón se emociona con la posibilidad de que finalmente Thea encuentre gente que la cuide como se lo merece.

  3. Ay mi Thea no sabes cuánto sufro contigo, pero ya Pablo está en tu vida es perfecto para ti. ❤️❤️

  4. Wao 😳 al fin Thea pudo expresarse y qué bueno que fue con Pablo, el que haya hablado de lo que siente le ayudará a superar todas las cosas malas que le han pasado y lo mejor, es que Pablo estará ahí apoyándola 🙏🏻🙏🏻🙏🏻❤️

  5. Que bueno que le haya contado todo a Pablo y que bien que el si sienta cosas reales por ella y puedan tener un futuro luego

  6. Thea, eres una mujer muy fuerte. No.dudes de eso. El peso que llevas se ha vuelto un poco más ligero al exteriorizarlo y qué mejor que con Pablo. Juntos, como dice él, hallarán la forma de arruinar a Chez. Solo espero que sea un plan que lo destruya de forma lenta y eficaz….

    Por ahora será difícil que puedan disfrutar del amor que nace entre ustedes, pero todo se.tiene que ordenar. Pablo debe hablar con Lila y Antonio te tiene que ayudar, te lo debe. 🫶🏼🫶🏼

  7. Ya, ahora siii Pablito debes comenzar tu a ser honesto y sacar lo que sientes, tu eres valiente y enfrentas todo con mucha madurez, para que puedas luchar por lo que de verdad es tuyo

  8. Que bueno que Thea pudo contarle su mayor dolor, porque con el Amor de Pablo se sentirá más protegida… 💞💞💞

  9. Si por fin Thea le dijo y ya el sabe lo que siente por ella =) no esperaba menos de Pablo quedarse, lucha y ayudarla =)
    Ahora seria posible que Antonio le llame a Thea para que ella se vaya de una con Pablo a México jijiji.

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