Antonio

Nunca imaginé que la felicidad y el cansancio estuvieran tan entrelazados hasta que me convertí en padre. Tampoco pensé que el miedo sería una constante, palpable en cada uno de mis latidos, mientras velo por ella en medio de la noche, asegurándome de que sigue respirando tranquilamente. Jamás creí que una personita tan diminuta pudiera llenar mi corazón de amor hasta el punto de sentir que explotaba. Y mucho menos esperaba encontrar una paz absoluta en el simple acto de arrullarla en las noches.

Agradezco a la vida por regalarme a mi Menita y por concederme la oportunidad de experimentar un amor infinito. Mi instinto de protección está tan elevado que sé que puede tocar el cielo, y los músculos de la cara me duelen de tanto sonreír. Mis manos jamás habían tocado algo tan delicado, y mis ojos no habían visto algo tan hermoso. 

Mi Mena, mitad la mujer de mi vida y mitad yo. Con su cabello castaño oscuro, del que sospecho que será rizado. Su piel rosada, impregnada del suave aroma a lavanda, y una sonrisa tan hermosa como radiante. Aún no ha abierto los ojos, pero anhelo que tenga la mirada profunda de Lila, aunque ella desea que herede el color de mis ojos. Debo admitir que Menita se parece bastante a mí físicamente, pero en cuanto a personalidad, es todo un reflejo de Lila, o al menos eso deseamos.

Ambos estamos felices. Llenos de amor, de paz, de tranquilidad. En este pequeño mundo que hemos hecho dentro de este piso colorido, lejos de las tragedias, el drama y la realidad. Donde Lila y yo, a pesar de estar unidos por Mena, estamos separados por un fino velo, que estoy casado con Théa y ella tiene a Pablo a su lado. 

Sin embargo, Lila y yo estamos más enamorados que nunca. Seguros de lo que deseamos, y lo que necesitamos, y por eso hemos decidido enfrentar lo que viene juntos. Yo no tengo problemas con Théa, ella sabe la situación. Pero, Lila, tendrá que decirle a Pablo y romper las promesas hechas tiempo atrás. 

No conozco a Pablo, no sé cómo actuará, pero espero que sea sensato, que comprenda la situación y nosotros también estamos decididos a enfrentar las consecuencias; pero Lila y yo, no nos separaremos.

Ella está encontrando el momento correcto para hablar con él, pero simplemente no se da. Entre la niña, el sueño, el cansancio y las prisas, no hay dónde. Aunque sospecho que es más el miedo del cómo pueda reaccionar. Hacerse cargo de las consecuencias de nuestros actos, puede generar mucho miedo, pero, es algo que debe hacerse si uno quiere continuar con su vida. 

El momento llegará, pero, también, no debemos evitarlo, porque la agonía cada vez se hace más larga y puede llegar un punto en que se pueda malinterpretar la situación; si lo sabré yo. Lila estaba decidida a decírselo hoy por la mañana, pero Pablo no estaba. Incluso, todavía no llega y no sabemos dónde está. 

Incluso, tampoco sé qué pasó con Théa. Bajé al piso y no se encontraba, ni siquiera, una nota ni un mensaje. No sé qué está sucediendo, pero, necesito hacerme tiempo para averiguar, ya que su móvil aún no tiene un chip que pueda utilizar en México. Estoy preocupada por ella. 

—Bueno, Théa parece una mujer bastante inteligente. Seguro salió a explorar temprano y regresa por la tarde. 

—Tal vez… —murmuro, preocupado. 

—¿Hay algo que no sepa de Théa? —me pregunta Lila, mientras su hermano le ayuda a ponerse la venda alrededor del vientre. Lo observo, y parece que su padre le ha enseñado bastante bien todo lo que tenga que ver con curaciones o cuidados. Podría ser un gran doctor también. 

—Aprovecharé que estás con Tristán para salir a buscar a Théa. 

—Sí, ve —me responde. 

Mena se encuentra dormida sobre su colecho, así que simplemente le doy un beso sobre la frente y salgo de la habitación. Son las dos de la tarde, no sé cuánto tiempo Théa lleva afuera y no sé por dónde comenzar a investigar. ¿Habrá cámaras en el edificio?, pienso. 

Abro la puerta del piso y la figura de Robert se aparece delante de mí, Daniel viene detrás, con un aspecto bastante serio. Los dejo pasar. 

—Buenas tardes —saludo, con la intención después de irme. 

—Antonio, qué bueno que te veo. Necesitamos hablar urgentemente contigo. 

—¿Cómo? —inquiero. 

—¿Tienes tiempo? —pregunta Robert. 

Veo el reloj. Tengo el presentimiento de que Théa está bien, así que asiento con la cabeza. Los tres, nos vamos al pequeño comedor de la cocina. Daniel pone su Ipad sobre la mesa y abre un documento. 

—Antonio, me temo que no podremos dejar que te unas al conglomerado. 

—¿Cómo? —pregunto. 

—Sí, el estado financiero que enviaste. No muestra cifras óptimas. 

—¿Qué? —inquiero. 

Daniel me muestra el documento y me percato que el estado que he enviado no es el mío, sino el de los Karagiannis. 

—Lo siento. Fue un error. Ese no es mío. El contador de la empresa me lo envió por error y en lugar de colocar su correo, supongo que coloqué el suyo —me disculp. 

—¡AH! —expresa, Robert—. Nos habías asustado. No queríamos darte malas noticias después del nacimiento de tu hija. Pero era nuestro deber. En fin, esperamos el verdadero. 

Ambos se ponen de pie, pero, los detengo. 

—Esperen. Me podrían explicar ¿por qué las cifras no son óptimas? —pregunto, bastante interesado. 

—¿Tú llevas las cifras de esta empresa? 

—No, yo soy el director de Relaciones Corporativas. 

—Y, ¿por qué tienes este documento? —pregunta, Robert. 

—Me lo enviaron por error. Supongo que lo bajé para ver qué era y por las prisas se los envíe a ustedes —contesto—. Lo siento. 

—No, está bien. Bueno, al menos sabes que posiblemente en algún momento te quedarás sin trabajo. 

—¿Cómo? —inquiero—, ¿me pueden explicar? 

Daniel se acerca y me muestra el documento de nuevo. 

—Hay algo que no parece estar bien. He notado que los ingresos reportados en los últimos trimestres siempre son cantidades redondeadas, como 500,000, 600,000, 700,000, etc. Generalmente, se esperaría ver números más específicos y variados debido a la naturaleza de sus transacciones comerciales. Esto es bastante inusual, ¿no crees?

—¿Qué significa eso? —pregunto, ignorando todo. 

— Bueno, podría ser una señal de inflación de ingresos. Es decir, los números se están redondeando o ajustando para que parezcan más ordenados de lo que realmente son. En otras palabras, podría ser una forma de ocultar la verdadera situación financiera de la empresa —habla con honestidad—.  Si los ingresos están inflados artificialmente, podría significar que en realidad se esta perdiendo dinero o incluso enfrentando una posible bancarrota. Es como si estuvieran maquillando los números para que parezca que todo está bien, cuando en realidad están en problemas financieros.

¡LOS KARAGIANNIS ESTÁN EN BANCARROTA!, grito por dentro, pero me contengo. 

—¿En realidad están en bancarrota? —inquiero. 

—Probablemente. O tienen negocios turbios que tratan de ocultar. Cualquiera de los dos, lo que están haciendo está mal. Sobre todo porque están engañando a los socios. 

—¿Cómo supiste todo esto con un solo estado financiero? —inquiero. 

—Daniel se especializa en esto. Es auditor financiero. Su especialización es relevante para detectar anomalías en los estados financieros y evaluar la salud financiera de una empresa. —Presume Robert, mientras le da palmadas sobre la espalda—. Es talentoso este chico, nació en números y me mueve en ellos como pez en el agua. Pocos los pueden detectar a simple vista, pero él, lo hizo. Este chico puede detectar un fraude desde lejos. 

Daniel se sonroja y se ríe bajito. 

—Tampoco tío… 

—No seas humilde. Lo es. La misma Fátima Lafuente confía en él en otras cosas que no le confía a nadie más. No por eso es el albacea de su herencia. 

—¡Guau! —expreso. 

—Basta… además, eso era muy evidente. Cualquier persona lo hubiese notado. 

—Y, ¿crees que el contador de la empresa lo sepa? —inquiero. 

—Debería. Y si no, es pésimo contador. 

Estoy bastante interesado en el asunto, así que me acerco un poco más y como si estuviera confabulando, le digo. 

—¿Cómo podrías asegurarte de que en realidad están en bancarrota? 

—Pues, necesito investigar más a fondo. Tendría que revisar otros aspectos de los estados financieros para ver si hay más patrones inusuales. También considerar hablar con el equipo contable para obtener más información sobre cómo se están preparando estos informes.

—¿Cuántos estados financieros necesitas?, ¿qué tan actualizados? 

—No sé. Depende de la antigüedad de la empresa. Supongo que todos los que puedas —me dice, sin sospechar lo que le voy a pedir. 

—Si te los consigo, ¿podrías encontrar anomalías y asegurarme que están en bancarrota? 

—Eso sería ilegal —habla Robert. 

—Vale… —contesto. 

Sin embargo, noto en el rostro de Daniel, que él está dispuesto a hacerlo. Solo necesito cerrar el trato, pero sé que no será así. Me pongo de pie, y ellos hacen lo mismo. 

—Hoy por la noche les envío el verdadero. Una disculpa. 

—No te preocupes.  

—Me tengo que ir, debo buscar a Théa. 

Así, me alejo de ellos tratando de disimular mi asombro. No puedo creer que el contador de los Karagiannis haya sido tan idiota en enviarme el estado financiero, y yo también por enviarlo equivocadamente. 

Sin embargo, algo que no saben Daniel y Robert, es que me acaban de dar una de las alegrías más grandes de mi vida. Me acaban de dar la llave para mi libertad, las armas para luchar en contra de ellos y lo mejor, la forma de hundirlos más. Mi mena trajo “torta bajo el brazo”, tal y como lo dijo su abuela. 

8 Responses

  1. En bancarrota wiiii eso si es una tremenda noticia, q felicidad… y la nota q dejo Thea, sera q pablo tambn se la llevo? Que nervios con ese par 😱😱😱😱

  2. Que estén en bancarrota sería la mejor que podría pasar, y así Antonio recuperar su vida y felicidad… 🤩🤩🤩

  3. Pablo se llevo la nota para hablar con Thea y que no se vaya me imagino, woow lo de los karadecaca es la mejor noticia y como dice Antonio Menita llego con torta bajo el brazo para ayudar a liberar a su papá de esos seres malvados.

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