Théa

En el bullicioso aeropuerto de la Ciudad de México, entre el flujo interminable de pasajeros y el constante murmullo de las conversaciones, me encuentro sentada en una de las tantas cafeterías, sosteniendo una taza de café entre mis manos temblorosas. Mi mente está aturdida por las palabras de Pablo, que resonaron en mi cabeza como un eco doloroso desde que las pronunció.

Pensé que él era el hombre de mi vida, que nuestra conexión era especial y que estábamos destinados a estar juntos. Pero sus palabras me destrozaron por completo, haciéndome sentir herida y triste en lo más profundo de mi ser. ¿Cómo pudo ser tan cruel pensar que yo lo engañé?, para pensar que todo lo que le dije y lo que hicimos solo era un juego para alejarlo de Lila. Nunca imaginé que mi corazón pudiera romperse de esta manera, o más bien, nunca pensé que él lo hiciera. 

Me siento sorprendida, abrumada por la realidad que se ha revelado ante mí. Ahora sé que no tengo un futuro con él, que mis sueños de amor y felicidad se desvanecen ante mis ojos. Nunca pensé que mi vida podría ser más complicada, más llena de dolor y desilusión.

Pero a pesar de todo, estoy decidida a seguir adelante. Aunque el dolor me abrume y la tristeza me consuma, sé que debo seguir adelante. No puedo permitir que esta situación me detenga, que me impida vivir mi vida y buscar mi propia felicidad.

Tengo que aprovechar la libertad que Antonio me da. Ir a Madrid, empezar de nuevo, conseguir otro trabajo lejos de Pablo. Lo siento por Jaz, porque sé que él ha hecho todo lo posible por ayudarme.  Pero debo dejar atrás todo el drama y la angustia, encontrar la libertad que tanto anhelo.

Veo el reloj que se encuentra en la puerta de la cafetería y tomo la decisión de entrar a la sala de abordaje. Sé que todavía no es momento de abordar el vuelo, pero al menos adentro estoy segura y puedo ver los locales y hojear las revistas. 

Le pido la cuenta a la mesera y ella con un ademán me indica que la traerá pronto. Sin embargo, me percato que los pesos no me servirán para nada, así que simplemente pongo los billetes que cambié sobre la mesa y me levanto. 

Salgo del lugar arrastrando mi pequeña maleta detrás, y me dedico a recorrer el aeropuerto hasta llegar a la puerta para entrar y perderme entre los pasillos. Me da tristeza no poder haber visto México, no hablar con Lila y decirle que tienen mi apoyo, aunque creo que eso ya no tiene importancia. 

Pablo. Yo solo quería a Pablo para mí, y la vida de nuevo se ha reído en mi cara. Supongo que mis hermanas dicen la verdad: estoy destinada a ser una sombra. Por eso no me agrada mucho eso del destino. Me niego a creer que ellas tienen razón. 

Busco mi pasaporte en mi bolsa y me percato de que he dejado mi diario en el piso. 

—¡Mierda! —expreso, provocando que el joven que está en la entrada me vea raro—. Lo siento, es que me percaté que olvidé algo. 

Me alejo de la fila para buscar mi pasaporte, ya que se ha ido hacia el fondo de la bolsa. Me encuentro furiosa porque ese diario tiene todas mis intimidades, y ahora se quedó sobre la barra de una cocina a merced de que cualquier lo lea, ¿debería de regresar? 

—¿Théa? —Escucho que llaman mi nombre, a través de las bocinas del aeropuerto—. ¿Théa?

Veo hacia el techo del aeropuerto, como si pudiese ver a la persona que me llama. 

—Soy Pablo, Pablo Estévez. 

Al escuchar su nombre, un nudo se me hace en la garganta y me dan ganas de llorar. Trato de no hacer caso a la situación y continuó buscando mi pasaporte. Varias personas ya se han detenido a escuchar. 

—No sé en qué parte del aeropuerto estés. En realidad, no sé si te encuentras aquí y yo simplemente estoy haciendo el rídiculo. Pero, si aquí estás, y todavía no te has ido a Madrid, era la forma más fácil de hacerte saber que he venido por ti. 

Me detengo un segundo. Volteo hacia el techo y espero a que continúe. Sé que lo hará porque se acaba de aclarar la garganta. Sonrío levemente. 

—No sé si estés a punto de tomar el avión, y tampoco te detendré si quieres tomarlo -no debí decir eso —expresa. 

Me río bajito. 

—Puedo entender si no quieres perdonarme, Théa —comienza Pablo con una sinceridad que resonaba en cada palabra—. No soy muy hábil con las palabras, lo admito. Soy mejor reparando cosas, construyendo una casa, escuchando y, sobre todo, tratando de enmendar mis errores.

Sus palabras están tan cargadas de una honestidad que me toma por sorpresa. Puedo escuchar su vulnerabilidad y su completa sinceridad. 

—Lo que te dije esta mañana… no era verdad —continua, su voz tiembla ligeramente—. Fue el lamento de un hombre confundido, sorprendido y, sobre todo, herido. Herido de saber que la mujer que amo está casada con el mismo hombre que me quitó a la mujer que yo creía amar. Aunque, en realidad, ella jamás me perteneció. Así que, Théa, si no me perdonas, lo entenderé —prosigue—, y viviré con eso el resto de mi vida. Como consecuencia de las palabras que te dije. 

Cada palabra que pronuncia va silenciando los pensamientos negativos que tengo en mi mente, resonando con una verdad que no puedo ignorar. ¿Podría perdonarlo? ¿Podría dejar de lado el dolor y la confusión que había causado en mí?

—Pero, si me perdonas —habla, con un tono de voz lleno de esperanza—. Si me das una oportunidad, te demostraré lo mucho que te quiero. No, lo mucho que te amo. Y que ya sea el destino o la casualidad, debemos estar juntos. Tú, Théa, eres esa mujer que esperaba en el piso meses atrás. Eres esa oportunidad que decido tomar. Eres la casualidad más bonita de mi vida, y el destino que estoy seguro debo aceptar. No te vayas. 

En ese momento, en medio del bullicio del aeropuerto y el murmullo de la gente que pasa a mi alrededor, todo parecía detenerse. Solo estamos él y yo, conectados por un vínculo que trascendía todo.

En ese instante, supe que había encontrado algo especial en Pablo. Algo que trascendía las palabras y las acciones, algo que iba más allá de lo que había experimentado antes.

—Te esperaré en la puerta dos —concluye. 

Las personas comienzan a caminar de nuevo y se preguntan entre sí quién sería la joven a la que le dieron esas palabras. Yo, en cambio, toco mi pasaporte al fondo de la bolsa y lo saco. Un poco dudosa, lo entrego al hombre que está revisando los documentos en la entrada y, al leer mi nombre, me dice con una sonrisa: 

—Creo que usted debería irse por la puerta dos. 

—¿Usted cree? 

—Lo creo. Porque además lo que hizo ese chico por usted es algo ilegal y que le puede causar muchos problemas. 

Me río. Así, tomo el pasaporte y suspiro. 

—Es por allá. La puerta dos. 

Entonces, tomo mi maleta y comienzo a caminar hacia la dirección que me han indicado. Lo hago a paso normal. Sé que no debo correr porque él me estará esperando ahí. Me tomo mi tiempo. Me siento nerviosa. Pienso en todo lo que pasará si algo sale mal, pero, en todo lo que bonito que me pasará, si todo sale bien. 

Me acerco a la puerta número dos del aeropuerto, con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho. Sé que en esa puerta se encuentra Pablo, el hombre que había transformado su mundo en tan solo unos momentos.

Al llegar, veo a Pablo con la mirada fija en el suelo, como si estuviera perdido en sus pensamientos. En una de sus manos sostiene mi diario, ese precioso cuaderno donde guardo mis pensamientos más íntimos y secretos. 

La otra mano descansa en su bolsa, como si estuviera nervioso o ansioso por algo. Pero, cuando voltea y sus ojos se encuentran con los míos, todo cambia. 

Una sonrisa ilumina su rostro, y sus ojos brillan con una mezcla de ilusión y alivio al verme allí parada frente a él. En ese momento, siento que todo el peso de mis preocupaciones se desvanece, que las palabras que me dijo no eran verdad y que me cree, que, definitivamente, me cree.

Sin decir una palabra, Pablo extiende su mano hacia mí, ofreciéndole el diario con un gesto gentil. 

—Toma, se te olvidaba esto —me murmura. 

Yo tomo el diario con cuidado. 

—Supongo que ya puedo tachar algo más de mi lista, ¿no? —comento, y él sonríe—. Una declaración de amor pública. 

Pablo asiente. 

—Creo que debería comprarte otro diario. Porque te van a hacer falta páginas para escribir todos los sueños que cumplirás. Que cumpliremos juntos. 

Me sonrojo. Pablo me toma de la cintura y roza su nariz con la mía. 

—Perdóname. Soy un idiota. En la primera oportunidad que tuve, te ofrecí todo y en un arrebato de confusión te lo quité. Perdóname, Théa. Te juro que jamás volverá a pasar. 

Suspiro. 

—Te creo, Pablo. Si me dices que me quieres, te creo —admito. 

—No, no te quiero. Te amo —aclara.  

—Pero, no te será fácil, ¿eh? —le advierto—. Lo digo por lo que pasó en el piso y literal. Tú sabes mejor que nadie mi situación y todo lo que me rodea. 

Entonces, Pablo me abraza y me da un beso sobre la frente. 

—Lo sé, y estoy dispuesto a enfrentarlos. Estoy dispuesto a todo —contesta. 

Y mientras nos miramos el uno al otro, supe que estábamos listos para enfrentar cualquier desafío que la vida les pusiera por delante. Juntos, caminaremos hacia lo que sea que el futuro nos depare y yo nunca jamás volvería a estar o sentirme sola. 

18 Responses

  1. Que hermoso es una declaración a la vida que por más oscuro que este, siempre hay un rayo de luz que ilumina el camino. Thea y Pablo tiene un camino difícil que recorrer pero serán muy felices!

  2. Ufffff ya me ganó de nuevo Pablo con esa declaración de amor asi, jajajaja, ❤️ Valiente y arriesgado asi se necesita para lo que se les viene. Que emocióny que susto. Ahora me imagino la cara de Lila y Antonio y los demas cuando se enteren jejejejeje

  3. Siii..muy bien Pablo👏👏 te reivindicaste con Thea…..Ahora juntos a a ser felices y vencer cualquier obstáculo que se les presente!!…..Dios ya quiero ver la reacción de Lila , Antonio y todos cuando sepan la verdad..que pequeño es el mundo ..jiji el destino o casualidad jugó con todos😅 y puso todo en su lugar…..

  4. Mi emoción al máximo ❤️😍 ahora juntos para enfrentar todo y poder ser completamente felices! 💖💖💖

  5. Me encanta 🥰💕 cada que dicen “te creo” ponen su total confianza en el otro y eso es maravilloso 💕 Pablo además de reparar cosas también repara corazones rotos

  6. Así sí. Mente fría y corazón cálido Pablito. Ahora este par merecen disfrutar ser amados como se debe.

  7. Que bonito Thea y Pablo se merecen aunque su camino sea difícil
    Imagino que Jo contó que conoció a Thea y sabina habló con Pilar comenzaran las apuestas

  8. 👏🏼👏🏼👏🏼 me en-can-tó, un discurso muy bonito y sincero, cargado de mucho amor y prisa por saber si Thea aún estaba en el aeropuerto 🤭.
    Me siento feliz de saber que ya están juntos 🤗… Ahora a ver cómo reaccionan Antonio y Lila cuando todo se sepa 😅 no imagino su asombro.

  9. Guau!! Que declaración!! Ya quisiera una así…me encanta Pablo!!💕💕💕💕💕 Ana te felicito….como escribes hija…🫡😁

  10. Ese Pablo vio su suerte jajaja y el diario le ayudo tantito para saber que hacer pero sus palabras son únicas y con mucho amor =) y Thea es lo que necesita mucho amor =)

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