Inicio – Parte III

Alegra

Han sido siete meses bastante largos y desafiantes. Unos que pensé que no sobreviviría. Pensé que eternamente pasaría mis noches llorando por no saber qué hacer, y el cansancio me sobrepasa como nunca en la vida lo había hecho. Sin embargo, estoy feliz. Somos felices.

Desde el primer día que Maël y Davide llegaron a nuestras vidas, Karl y yo abrazamos el caos. Sabíamos que no volvería a ser lo mismo, pero, nos quedamos cortos en muchos aspectos.

A pesar de que mi hermano David se quedó todo el verano a ayudarnos, y al igual que mi padre, cuidar a dos humanitos es algo retador y no solo hablo físicamente, sino mentalmente. De pronto, debes ser paz cuando por dentro eres un torbellino. Debes dejar atrás la ansiedad, cuando por dentro no sabes si lo estás haciendo bien. Quieres dormir, pero cada vez que cierras los ojos sabes que te estás perdiendo algo, y prefieres abrirlos y verlos respirar.

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Después de su nacimiento, Maël y Davide se quedaron internados en el hospital unos días, para revisar que todo estuviera bien con ellos. Nosotros tratamos de descansar lo más posible, sin embargo, los dolores de la cesárea fueron insoportables, afectando mis horas de sueño y mi movilidad. Además, así tuve que atender a los niños, por lo que me fue difícil recuperarme, a pesar de que estaba medicada para no sentir tanto dolor.

Para mi fortuna, me dieron de alta primero y no tuve que regresar a cuidados. La ventaja de tener un padre y esposo doctores, es que ellos te pueden hacer la curación en la comodidad de tu casa, sin tener que regresar al hospital. Una semana después de nacidos, Maël y Davide llegaron a casa, y todos los recibieron con alegría. Abrimos algunos regalos, comimos comida deliciosa y todos me ayudaron a atenderlos. Sin embargo, cuando se fueron todos y solo quedamos cuatro, vino la verdadera maternidad.

Llantos y más llantos se apoderaron de la habitación. Después el caos se expandió por toda la casa. La cocina jamás volvió a estar limpia a pesar de los esfuerzos de mi hermano por dejarla así. Karl y yo nos desvelamos por los cólicos de Davide y el apego que Maël necesitaba.

Mi madre se fue, junto con Sila y los demás. Mi padre se quedó con nosotros para ayudarnos y ellas se fueron con Lila. Ese fue el trato. Cada una con su pediatra, cada una con un padre. Mi hermano fue la estrella en verdad.

David, así como ayudó a Sila y a Lila, me ayudó a mí. Sin que yo le dijera nada, limpiaba la cocina, barría, trapeaba, lavaba la ropa de los gemelos y la nuestra. Cocinaba, sacaba a pasear a Arqui y cumplía sus funciones de tío.

Mi padre jamás pensé conocerlo en esta etapa y juro que no he parado de sonreír desde que lo vi como abuelo. Ahora entiendo completamente a Sila cuando me dijo que es otro. Él, me ayudó a cuidar a los bebés cuando Karl salía a trabajar, me ayudó a cambiarles de pañal, a bañarlos y a arrullarlos. Me acompañó a las primeras revisiones, cuidó a Maël cuando le dio fiebre debido a las vacunas, y sobre todo, me dejó dormir.

Cada vez que los bebés lloraban, él se acercaba a mí y me murmuraba:

—Yo los atiendo, duerme. —Y salía a la sala para comenzar a arrullarlos.

Extraño quedarme dormida con sus canciones de cuna. ‘Este niño tiene sueño, tiene ganas de dormir, tiene un ojito cerrado y el otro no lo puede abrir’. Cuando mi madre se llevó a mi padre de regreso a Ibiza, lloré desconsoladamente. 

Cuando vi a mi papá ayudarme con mis hijos, entendí el porqué mi madre lo ama tanto. Entendí muchas cosas que me decía sobre el amor, y sobre todo, amé más a Karl. Porque no solo es un buen compañero de vida, es un gran compañero de equipo.

Karl, a pesar de que no tuvo tanto tiempo de vacaciones para estar con nosotros, estuvo y sigue, al pie del cañón, velando por sus hijos. Sé que recibimos mucha ayuda, pero él ejerce su paternidad como debe ser. Sin tapujos, sin quejas, sin estereotipos. Gracias a él pude regresar a trabajar con tranquilidad, y también, no caí en la locura o en una depresión.

Mi madre tenía razón. Si se escoge bien al compañero de equipo, se gana en la vida. Así que cuando lo veo, sé que ya gané, y cuando veo a mis hijos, sé que soy la mujer más afortunada del mundo y que estoy segura de que nacieron en la familia más amorosa del mundo.

Maël y Davide son gemelos idénticos, como Lila y yo. Mis padres me dieron el consejo de ponerles una pulsera con sus nombres para no confundirlos y darles doble vez de comer. Ambos son rubios, ojos azules como su padre, y cabello rizado. Sin embargo, a pesar de que son como dos gotas de agua, sus personalidades los separan.

Maël es un niño sensible, tierno y apegado a mí. Cuando fui a trabajar, él fue quien sufrió más con la separación, y lloraba a mares hasta que se cansaba. Karl lo tranquiliza envolviéndolo en una de mis playeras y ahora que van a la guardería, se lleva una de mis mascadas como manta de apego.

Davide, él es más independiente. Desde que llegó supimos que sería un niño que no daría tantos problemas, y así fue. Él, dormía cuando tenía que dormir, se despertaba puntualmente a las tomas de cada tres horas, y mientras crecía demostró que él es observador.

Ambos son hermosos; sé que serán guapísimos y altos, de grandes. A Maël le gustan los animales de la granja, a Davide los dinosaurios. Ambos tienen sonrisas encantadoras y se llevan muy bien con Arqui.

Los dos me vuelven loca de amor. Ahora que ya han comenzado a moverse más, he convertido mi sala en su lugar de juego, y hay veces que no puedo prestar atención a ambos y esto se vuelve una locura. Jamás pensé que el caos me haría tan feliz. Y mientras los veo crecer, no puedo dejar de pensar en lo que esa adivina me dijo hace tiempo: ‘El caos y la abundancia entrarán a tu vida’, y ahora, se lo agradezco.

Han sido meses de mucho aprendizaje, de mucho amor y cuidados. Meses en los que he llorado y sentido más que en toda la vida, y en donde vi que la familia, y los que quieren estar presentes, simplemente lo están. Y ahora, es momento de reencontrarme con mi gemela. Por fin, conoceré a Mena, al fin, abrazaré a Lila.

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Sin embargo, mi regreso a Madrid tiene tintes de tristeza, porque mi abuela Fátima ya se encuentra en cama y con una enfermera que la atiende las veinticuatro horas del día. Mi padre no nos ha querido confirmar o decir nada, pero su tono de voz lo expresa todo. No le queda mucho tiempo. 

Los rumores dicen que simplemente está esperando a conocer a sus nuevos bisnietos, tal como lo prometió, para después partir. Así que el encuentro con ella será del todo emocional. No sé si me dé tiempo de estar con ella hasta al final o me enteraré de su partida cuando esté lejos, y si soy honesta, no sé qué es mejor. 

Mi abuela, no puedo imaginar mi vida sin ella. Así como en un punto no pude imaginarla sin mi abuela Mena. Fátima es el pilar de esta familia, la que por años nos ha dirigido y que mantuvo fuerte el conglomerado y sus intereses cuando mi abuelo partió. 

En diciembre pasado, yo todavía la veía fuerte, con muchas ganas de vivir 100 años más, pero, al parecer, el tiempo no perdona. Ahora, venimos a despedirnos y ella a cumplir su última promesa, el conocer a mis hijos; creo que para David, mi hermano, es un poco injusto. 

Así, Karl y yo hicimos las maletas y preparamos todo para llevar por primera vez a Madrid a nuestros bebés. Para nuestra fortuna, mi tía Julie ha enviado el avión privado, así que no tenemos que preocuparnos por si los gemelos lloran a mitad del vuelo y todas las miradas de los pasajeros se vuelven a nosotros. 

Ahora que soy madre, me he vuelto consciente de lo intolerantes que pueden ser los adultos con respecto a los bebés. Incluso, uno como madre se siente apenada, cuando entra a un lugar y su hijo comienza a llorar. He pedido perdón muchas veces como si fuese un pecado, pero Karl, me dice que no lo haga: los niños son niños y todos fuimos niños alguna vez. Dice que es más penoso ver a un adulto haciendo berrinche. 

En fin, después de unas horas de vuelo, aterrizamos en Ibiza. Siendo recibidos por una fabulosa ventisca que nos hizo cubrir a los niños con todas las cobijas del mundo, y luchar contra ellos, ya que querían quitármelas de la cabeza, además del gorro. Odian los gorros. Nos subimos a la camioneta que ya nos estaba esperando, y después de acomodar a los bebés, tomamos rumbo hacia la nueva casa de mis padres, que es, la casa de su infancia. 

Al parecer, el dueño que había comprado la casa había muerto y sus hijos decidieron ponerla en venta, y mi padre la compró. Esta casa, es la única que no está dentro del conglomerado, por lo que es solo de mi padre y de nadie más y apenas vamos a conocerla. Nosotros nos quedaremos aquí, con ellos. Sila y Moríns en casa de mi madre – donde vivió mi abuelo Tristán. David se está quedando en casa de mi abuela para ayudarla con todo. Al igual que mi tía Ainhoa y Manuel con mis primos. 

Mis tíos “Los Carter”, por segunda vez consecutiva, volaron a Hawái a pasar las fiestas con Sabina. Sin embargo, regresarán para Año Nuevo.  Mi hermana Lila es otro caso. Antonio, para su comodidad, ha rentado todo una casa, donde se quedarán los tres. Al parecer, las cosas van muy bien entre los dos, me alegro por ellos, aunque no entiendo en dónde encaja su esposa. Supongo que cada familia tiene sus acuerdos, así como Karl y yo tenemos los nuestros. 

—¿Emocionada? —me pregunta Karl, mientras vemos que el chofer toma otro camino. 

—Mucho. Ya quiero ver a toda mi familia. Siento que tengo años de no verlos y a penas estuvieron en la casa. 

—En realidad nunca se van, Alegra. Entre tantas videollamadas es como si estuvieran ahí —comenta. Y sé que dice la verdad porque Karl no puede mentir. 

—Aun así. Estoy en realidad emocionada pero, a la vez, triste. Si esta es la última Navidad de mi abuela, no sé cómo voy a tomarlo. 

Karl toma mi mano con algo de esfuerzo, ya que él va adelante en el auto y yo atrás con los niños, quienes vienen en silencio en sus sillas de viaje. La besa con ternura y me sonríe. 

—La vida es un viaje que atraviesa diversos mundos. Tu abuela ha recorrido muchos años este mundo, y ahora es tiempo de que explore un nuevo lugar. Solo es otra etapa del viaje. Recuerda esto cuando ya no esté contigo.

—Lo recordaré —murmuro. Con un nudo en la garganta. 

Después de unos minutos el auto se detiene delante de una reja negra, que después de tocar un botón, se abre mostrando la fachada colonial y blanca de la casa. La entrada es en verdad grande, con mucho espacio para varios autos, y veo varios aquí. Al parecer, la familia ya llegó, por lo que mi emoción escala al máximo. 

—Van a ver a sus primos y tíos —les anuncio a mis hijos, que no tienen ni idea de lo que está pasando—. Y a su prima, Mena. ¿Quieren conocer a Mena? 

Mis hijos sonríen. Maël abraza mi mascada, que es su cobija de apego, y le doy un beso sobre la frente. 

—No puedo esperar a tener fiestas de cumpleaños junto con Lila —le comento a Karl—. ¿Puedes imaginarlo? Nuestros bebés siempre cumplirán los mismos años, aunque meses después. Podremos hacer sus fiestas en los veranos. Juntar a todos. A tus hermanos y a los míos, a mis tíos. Incluso, podríamos decirle a tu padre y a su nueva esposa. 

—Cierto —expresa Karl, al recordar que su padre nos invitó a su boda y tendremos que viajar a Francia en unos días. Al parecer, es la boda de ensueño de la nueva señora de Johansson y se lo cumplirán. 

Tan solo nos estacionamos, la puerta de la casa se abre y veo a Fátima, a Lolo, Lucho y Eva que salen para saludar. Mi madre está detrás de ellos, dándonos la bienvenida con una sonrisa. 

—Mira Davide, es tu abuela… Saluda a la abuela —le digo a mi hijo, que trata de ver por la ventana. 

—¡Tío Karlangas! —gritan mis sobrinos, cuando Karl abre la puerta y baja del auto. 

Al parecer, Moríns hizo de nuevo de las suyas, y oficialmente Karl es el Tío Karlangas. Supongo que tendré que vengarme y encontrar un nombre para Moríns y que así le digan mis hijos. 

—¡Hola! —expresa él, mientras se arrodilla sobre el suelo, para estar a su altura, y abrazarlos—. ¿Cómo se han portado? 

—Bien… ¿Traes a los duplicados? —pregunta Fátima. 

—¿Cómo? —pregunta Karl. 

—Que sí traes a los gemelos. Moríns en la casa, los llama los duplicados —explica mi madre, justo cuando voy abriendo la puerta. 

—¡Moríns! —le grito desde el auto, y el hombre sale riéndose por la puerta—. ¿Por qué los llamaste así? 

—¡Lo siento!, se me salió. Aunque, bueno, a ti y a Lila las llamaba “Doble Impacto”, ¿por qué no “los duplicados”? —se justifica. 

Me río bajito. A mi mente llegan todas las travesuras que le hacíamos a Moríns cuando éramos pequeñas. Supongo que en cierta forma me lo merezco. 

Mi madre me da un fuerte abrazo, y sentir su calor y oler su aroma a lavanda me emociona mucho. Jamás pensé que la extrañaría tanto y eso que la veo seguido y también hablo todos los días por videollamada con ella. 

—¡Cómo están mis nietos! —expresa, al verlos sentados en las sillas. 

Con mucho cuidado los sacamos a los dos y de inmediato la alegría nos envuelve. Mis sobrinos quieren jugar ya con ellos, pero les explicamos con cariño que aún son pequeños y solo pueden jugar algunas cosas. 

Fátima, con ese amor maternal que tiene por sus hermanitos, les explica cómo deben saludarlos, haciendo sonreír a mis hijos. La escena es del todo conmovedora, y se vuelve aún más, cuando mi hermana Lila sale por la puerta de la entrada, con la pequeña Mena en sus brazos. 

—¡Lils! —expreso, emocionada, y camino hacia ella para abrazarla con cariño. 

Mi hermana se emociona hasta las lágrimas, mientras me abraza con fuerza. Es la primera vez en nuestra vida que estuvimos separadas, y en momentos clave de nuestras vidas. Sin embargo, nunca dejamos de estar la una para la otra. 

—Me siento sumamente mal de no haber estado contigo cuando nació Menita —me disculpo. 

—Igual. Me hubiese gustado ir, pero, creo que me entiendes. 

—Lo hago. 

Me separo de ella y los ojos de mi sobrina se posan en mí. Se ve algo confundida, supongo que al ver que soy igual a su madre ocasiona eso. 

—Mi amor, ¿qué no recuerdas a tu Tía Alegra? —le pregunta. 

La niña solo me mira. 

—Bueno, tal vez no estuvimos juntas en ese momento clave, pero, nuestros hijos crecerán juntos, Lils. ¡Qué maravilloso es eso! —comento. 

—Serán como David y Daniel. Saldrán juntos a bailar, a fiestas, serán los mejores primos hermanos. 

Lila sonríe.

—Nunca pensé que compartiría esto contigo —me confiesa. 

—Ni yo. Al parecer, el plan de la tía buena onda y soltera, no se hizo. 

—¿Cómo decía la abuela Mena? —me pregunta. 

—Uno propone y Dios dispone —recitamos ambas al mismo tiempo, para luego reírnos. 

Karl se acerca a nosotros cargando a Maël y mi madre cargando a Davide. 

—Mira Menita, tus primos —le indico a la niña—. Davide, Moël, ella es su prima Mena.  

Mena los observa, después nos ve a nosotros y se hace un puchero. 

—¿Qué pasa? —pregunto. 

Mis hijos también lo hacen y al parecer, es demasiado para ellos ver que Lila y yo somos parecidas y para Mena, que tiene dos primos parecidos y que hay una mujer más parecida a su mamá. 

—Creo que es demasiado para Mena —explica Karl. 

En ese momento, Maël se suelta a llorar, y como si fuese una canción, Davide y Mena le hacen coro. Al parecer, la presentación no fue como nosotros esperábamos. 

—¡Ay no!, no… —le digo a Maël, quien de inmediato busca mis brazos. 

De pronto, tenemos a los tres niños llorando a todo pulmón en la entrada de la casa, y a mi madre tratando de distraerlos. El resto de la familia sale a darnos la bienvenida y nos vemos envueltas de abrazos, risas y anécdotas. 

Esta familia comenzó con mis abuelos y después con mis tíos y mis padres, para dar paso a otra generación, a esta que yo con orgullo pertenezco. ¡Qué afortunada debe sentirse mi abuela de haber conocido a la siguiente! Ojalá mis abuelos Tristán, David y Mena, los hubiesen conocido. Estoy segura de que mi abuela Fátima les contará de ellos, cuando su hora de ir a explorar otro mundo llegue.  

11 Responses

  1. Jajajajaja Karlangas jajajaja. Doble impacto jajajaja, los duplicados jajajajajaja. Morins cada vez se supera mas jajajajaja. Me encanta… 🤣me imagino el impacto para los bebes ver a su mamá repetida jajajaj ay q pecadito😅. Ay Fatima ya esta finalizando su ciclo😓😭, que edad tiene Fatima?

  2. Que bonita familia.. leer cuando todos se reúnen me emociona.. 🤩🤩

    Los duplicados jajaja se pasa el morins jajajaja

  3. Me encanto el ingenio de Morins jajajajajajajajaja hermoso momento de las gemelas y me gusta ver siempre la unidad en era familia, aunque estoy con el nudo en la garganta al saber que llegó el momento de Fátima Lafuente, la última de la primera generación 🥺😢

  4. Que capitulo tan bello y lleno de mil emociones 🥰🥺

    Saber que Fátima ya le queda poco para partir hace un nudo en la garganta 🥺🥺

    Igualmente ese reencuentro maravilloso de Alegra y Lila y ese show de los primitos al ver toda esa confusión 🤭🤭🥰😁

  5. Jajajajaja este Morins no da más de ocioso. Buenísimos los apodos.
    Ahora a despedir a la gran Fátima Lafuente viuda de Canarias con los honores que merece.

  6. Morins esta tremendo jajajajajajajajaja el ingenio que hay en la familia es lo mas =) por fin están juntas las doble impacto =) con sus retoños =) y vaya momento para ellos ver doble mami los asusto a los tres cositas bonitas =) por otro lado la nostalgia por doña Fatima =(

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