MORÍNS 

Debo admitir que la familia de Sila me dio una bienvenida que no esperaba una que me hace pensar ¿habrá alguien que no ame a los Ruíz de Con, Canarias y Carter?, no lo creo y si los hay supongo que no los conoce en realidad. 

Después de la junta, donde conocí a mis pares de otro sitios donde el Conglomerado tiene sedes, me tocó ir, de nuevo a la casa, esta vez de David Canarias, para la comida familiar que, al parecer, hacen todos los fines de semana. 

Las casas de los Ruíz de Con y compañía son en verdad increíbles. Ellos se dieron a la tarea de comprar casas juntas, una al lado de la otra, y quitaron parte del muro que las divide para que todos puedan moverse dentro de las propiedades y estar al tanto de lo que pasa. 

Cuando David me abrió la puerta inmediatamente noté el patrón entre el departamento en el que vivo, su casa de Puerto Vallarta, la  de los abuelos, la de Sabina y ésta; los colores, mucho colores, como si fuera su marca personal y el sello de las casas de la familia. 

—¡Bienvenido Moríns!— me dice con una sonrisa. 

—Señor David, pensé que lo vería en la junta de la mañana. 

—No, no es lo mío. Yo me encargo de la Torre médica y de la clínica, ahí es mi lugar. Pero pasa, te estamos esperando. La comida será en casa de mi cuñado Manuel, es su turno— me comenta. 

—¿Se turnan las casas para hacer las fiestas? 

—Claro, recoger la casa después de una comida de la familia es bastante pesado, hay que turnarnos— responde simpático. 

Así entro y sonrío. Esta casa de los Canarias es más grande, mucho más, de la que tenían en Puerto Vallarta, pero a diferencia de la de Sabina, ellos no tienen piscina, pero sí un estudio de fotografía que Luz Ruíz de Con usa para trabajar junto con su hija Alegra. 

Como siempre, las paredes están llenas de marcos con fotografías increíbles que relatan la vida de esta familia en imágenes. Si uno quiere conocer a la familia, solo tiene que ver las fotos y lo entenderá todo, aunque si quieren saber lo detalles posiblemente sería mejor leer a Manuel Ruíz de Con, ya que él es quién escribe sobre ellos. 

—¡Moríns!— escucho a lo lejos y veo entrar a la señora Luz con una sonrisa. Dedo admitir que me sorprende lo mucho que se parece al señor Tristán así como María Julia se parece a la señora Ximena. Luz Ruíz de Con no envejece, se ve igual de joven que cuando la conocí e igual de hermosa; supongo que por eso David Canarias no la dejó ir jamás—¡bienvenido!— me dice.

—Gracias. Me da mucho gusto volver a verla. 

—A nosotros más. Lo siento por la broma que te hicieron mis hijos, ya hablamos con ellos al respecto, pero cuando se junta con los primos… 

—No se preocupe, ¿pretender que debemos esconder un cuerpo?, fue sobre actuado, mejor me hubieran echado huevos podridos o algo así, hubiese sido mejor novatada. 

Luz se ríe — no cambias Moríns, sigues igual de gracioso y lindo como cuando te conocí; positivo. 

—¿Por qué no habría de serlo? Si todo indica que me está yendo bien. 

 Luz sonríe — Ven, vamos a la casa de mi hermano, ya están todos allá. Amor, ¿puedes llevar la ensalada?— le pide a David. Luego me toma del brazo y salimos por el jardín. 

—Esta casa no tiene nada que ver con la que vi en Puerto Vallarta— le comento. 

— No voy a mentirte, siempre hemos sido privilegiados, pero mi padre nos crió como si todo esto se fuera a terminar y lo sabemos; sin embargo, una casa cómoda no es un pecado. 

Sonrío— supongo que no. 

Antes de pasar al jardín del tío de Sila, Luz se detiene y me ve a los ojos— no tienes idea el gusto que me da verte aquí, Moríns. Sé que la pasaste mal lo últimos años, me contó mi marido. 

—No fue tan malo, además, el propósito era bueno, así que todo lo que sucedió valió la pena— respondo. 

Luz me abraza — no sé si decirte esto pero, para mí eres un joven muy especial. Por muchos años estuviste junto a mí Sila, fuiste su amigo y le enseñaste muchas cosas que le hicieron la joven independiente que es ahora.

—Siempre ha sido independiente y muy inteligente— agrego. 

Luz me ve a los ojos — pero, déjame preguntarte algo, ¿la amas? 

Debo admitir que la pregunta de Luz me confunde un poco, «¿la amo?, ¿qué si la amo? ¿Qué tipo de pregunta es esa?»

—¿Duda usted que la ame?— inquiero— digo, vea todo lo que estoy haciendo. Trato todos los días de ser un mejor hombre para ella, trabajo en esta empresa a pesar de lo pesado y difícil que puede llegar a ser, y, ¿aún lo dudan? 

Luz niega con la cabeza — no me lo tomes a mal, Moríns, soy su madre, sólo quiero estar segura de que estará bien. Mira, Sila es muy independiente y suele desprenderse muy fácil de situaciones, incluso de las personas pero, cuando quiere, cuando algo le gusta, y le apasiona y llega la desilusión, le pega mucho. 

—¿Desilusión?, ¿cómo se ha desilusionado? — pregunto. 

Luz acaricia mi espalda — será mejor que ella te lo platique. 

—¿Tiene que ver conmigo? — insisto. 

—No, claro que no. Incluso, no sé si te lo ha dicho pero, te extrañó mucho. No dejaba de hablar de ti cuando se vino a Madrid, e incluso le dolió mucho esa regla que se pusieron de no hablarse hasta que estuvieran listos. 

—Era por su bien, señora Luz, yo tampoco la pasé muy bien que digamos en Estados Unidos. No tenía los medios para comunicarme, y tal vez no hubiese tenido tiempo para prestarle atención. Eso la hubiese herido, y lo menos que quiero que es ella salga herida. 

Luz sonríe — David tenía razón. Merecías todas las oportunidades que él te pudiese dar. 

—¿Eso le dijo para darme el trabajo? 

—No. Me lo dijo después de que descubrió que te gustaba Sila, justo después de esa comida en la casa. Me dijo que eras un hombre que merecías todas las oportunidades que él te pudiese dar,y aquí estás. 

—Espero nunca desilusionarla. 

Luz niega— no es que me desilusiones a mí, si no a ella. 

—Pues de ella estoy hablando— respondo — por lo que vi ya la tengo más que ganada— me atrevo a presumir.

Luz se ríe — por cierto, ¿me dijo Sila que pasarán Navidad juntos? — me pregunta. 

—Ese es el plan. 

—Pues, espero que la pasen bien. Solo te pido una cosa, no me hagan abuela tan pronto, ¿si?, apenas siento que he terminado de criar a David y ya va a cumplir dieciséis años. 

—Señora Luz, no lo creo— hablo seguro. 

—Espero, porque, con esas citas en el piso de México. 

De pronto me sonrojo por completo y  no sé como reaccionar. Sé que soy un hombre de veintiséis años y que debía saber cómo manejar estas situaciones pero, creo que no lo logré. 

—Señora Luz, ella, yo… 

Luz niega con la cabeza y sonríe —Sila me cuenta todo y a Sabina también, somos prácticamente sus mejores amigas así que…pero no te preocupes queda entre nosotras nada más.  

—¿El señor David lo sabe? —Pregunto en un murmullo. 

—¿Saber qué? — pregunta detrás de mí. Luego lo veo acercarse con una sonrisa y la ensalada en la mano. 

—Que Sila y Moríns pasarán Navidad juntos— habla Luz. 

—No, no lo sabía, pero me alegro, así no la pasará sola en México. 

Sonrío aliviado. Luz toma la ensalada —vamos, todos nos están esperando — dice y comienza a caminar adelante de nosotros. 

Yo me quedo caminando atrás con el señor David y luego él se voltea y me dice — pensé que hablaban de su última visita el piso de la Ciudad de México—de pronto me pongo pálido y sé que él lo nota— no te vayas a desmayar otra vez ¿eh? 

—Señor, David… yo, ¿también se lo dijo Sila? — pregunto impactado, al ver el grado de comunicación que tienen en la familia. 

David sonríe — Luz platica con ella por el alta voz del móvil, justo entré cuando se lo estaba contando, no era mi intención enterarme. 

—Mierda. 

—Creo que te la debo, así que haré como que no escuché nada— y me pone la mano sobre el hombro; siento como lo aprieta levemente para luego subir la intensidad. 

—Supongo que no lo va a olvidar, ¿cierto? 

—No— contesta con una sonrisa — claro que no— para luego abrazarme fuerte y pegarme al costado de su cuerpo — me agradas Moríns, tienes la suerte de que le caes bien a tu suegro. 

—Por la forma en que me aprieta, creo que más bien quiere asfixiarme. 

—Es que me agradas mucho. Pero me agradarías más si no la cagaras con Sila, ¿estamos? 

—Estamos— respondo de inmediato. 

David deja de apretarme y luego me sonríe — ves, mientras ambos estemos de acuerdo, todo saldrá de maravilla. 

Él se adelanta y yo me quedo atrás recuperándome de la vergüenza. No cabe duda que entrar a otra familia es todo un reto y sobre todo cuando se trata de los Canarias y Ruíz de Con que son tan unidos que no se les escapa una, sin embargo, es un honor formar parte de ellos. 

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