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SILA
Entonces, después de que Moríns se fue, me quedo en la sala de juntas sola, acariciando mi vientre que aún no está abultado pero me gusta hacerlo como consuelo. Debo confesar que la reacción de Moríns no me sorprendió tanto y, que incluso, fue mejor de lo que yo pensaba, por un momento pensé que me gritaría y me diría algo más pero, al parecer, se quedó sin palabras.
Mientras estoy aquí, acariciando mi vientre, por alguna razón pienso en mi madre Yessenia y no sé porque siento que ambas estamos viviendo la misma situación. No sé si ella estaba enamorada de la persona de la que se embarazó pero, por lo que averigüé en San Gabriel, ella un día llegó sola, conmigo en su vientre y con la idea de que seríamos solo ella y yo.
—No te preocupes, mi amor— le hablo a mi bebé — todo va a estar bien, te aseguro de que todo estará bien.
—¿Sila? — escucho la voz de mi tía Julie y, al voltear, la veo en la puerta de la sala de juntas —¿lo lograste?
Asiento con la cabeza— Sí. Gracias tía Julie, era la única forma que él iba a escucharme sin tratar de evitarme.
—Agradécele a Sabina que se le ocurrió la idea— complementa— ¿cómo supiste que vendría?
—Porque, aunque Moríns crea que no, lo conozco mejor de lo que él cree. Además, ambos somos necios, muy necios, y no damos nuestro brazo a torcer tan fácil.
Sin decir más me recargo para descansar un rato. No he comido nada en todo este tiempo y por una razón me siento cansada, supongo que la tristeza te hace sentir así. Mi tía se sienta a mi lado y toma mi mano—¿le dijiste del bebé?
—Sí— admito.
—Y, ¿cómo lo tomó? — inquiere.
—¿Cómo crees que lo tomó? — pregunto— ¿qué esperabas?, que me abrazara y me dijera que todo va a estar bien. Le rompí el corazón tía Julie, nadie toma una noticia bien después de eso, tú eres una prueba de esa situación, ¿qué no?
Mi tía sonríe— Verás que todo se comprenderá… Moríns es un buen hombre.
—Lo sé, y ahora él necesita tiempo para procesarlo, así como yo tuve mi tiempo, a pesar de que todo va tan rápido.
—La vida no nos da tiempo para procesar muchas cosas, es un eterno caer y levantarse, hasta que uno aprende a no caer más o levantarse cada vez mejor.
Así, mientras estoy sentada con ella recuerdo la vez que salí corriendo por la ventana de la casa de mi abuela, con esa ansiedad en mi pecho y el corazón desbocado; suspiro— ¿sabes?, me duele por el vestido de la abuela.
—¿Qué con él?
—El vestido de la abuela, me hubiese matado al saber que lo rompí. Era parte de una historia tan bonita de amor y yo… lo arruiné. Ahora estaría furiosa, me hubiese dicho algo y con mucha razón— volteó a verla— sabes, pensé que sí lo vestía el día de mi boda tendría una historia de amor tan bonita como ella.
Mi tía acaricia mi rostro y al verme a los ojos, me sonríe— no era tu vestido. Tu abuela te lo dejó porque te gustaba mucho pero, ella te hubiese dicho que no era tu vestido— suspira— tu abuela era muy sabia y al diseñar vestidos de novia ella conoció muchas facetas del amor. Por su tienda pasaron miles de novias que le pedían el vestido ideal para ese gran día y de ahí sacó la siguiente idea. Que ninguna mujer debía repetir el vestido de boda de otra, porque cada uno está diseñado para ser parte del inicio de una preciosa historia de amor. Tu madre y yo le pedimos el suyo antes, pero, ella se negó, nos dijo que nosotros tendríamos el nuestro para que al verlo, recordáramos nuestro día, no el día en que ella se casó con mi papá.
—Aún así, lo arruiné, así como arruiné mi historia de amor… esa que soñaba tan perfecta de pequeña. Supongo que las nuevas generaciones de los Canarias y Ruíz de Con no están destinados a tener historias como las suyas.
—Eso es lo bonito del amor, Sila, que no todo es igual. El amor te puede llegar en un intercambio de miradas, en una coincidencia en otro país, desde la infancia o… en segundas oportunidades. El amor no tiene patrón, simplemente fluye, se va dando, Sila, así que no pienses que lo arruinaste, mejor piensa que está tomando otro rumbo.
—Otro que me alejó de él… yo lo amo tía, ¿por qué fui tan tonta?, ahora estaría casada y con un bebé en camino.
—Y tal vez dentro de unos meses divorciada y pidiendo la custodia…— suspira— mira mi amor, confía en ti, a veces la intuición es la mejor aliada, y si tu pensaste que esto era lo correcto, debe ser por algo… confía más en ti y confía más en Moríns.. si lo conoces tan bien sabes lo que pasará, ¿no?
—Espero, porque siento que me eché al mundo encima.
—Sí, eso pasa con las mujeres fuertes y que toman decisiones que cambian vidas, ¿crees que no lo sé?, tomo una decisión y todos piensan que lo hago de acuerdo a mis días de periodo menstrual, nunca ven lo que analicé detrás
Me río y abrazo a mi tía, en verdad es una mujer fuerte — mañana tengo cita con Ben para ver al bebé, quiero saber si está bien y cómo debo cuidarme. Iré con Sabina.
—Sé que irá él también.
—Y ¿si no va…?
—Entonces es su decisión, no tuya— me da un beso sobre la mejilla— ahora, ve a descansar… lo necesitas.
Me pongo de pie y tomo mis cosas para luego sonreírle— cuando Jon y Jo se ponían de acuerdo, ¿qué hacías para que no se volvieran a pelear por lo mismo?
—Les ponía tiempos… dale tiempo, porque el tiempo lo cura todo— me dice y yo salgo de ahí sintiéndome un poco mejor.
[…]
Decidí que este día no iría a trabajar, llamé al hospital y les dije que me sentía mal. La verdad no me sorprendió que me dijeran que estaba bien, ya que por todos los turnos extras que hago, tengo tiempo extra como si fueran vacaciones y ahora las puedo utilizar para poder descansar por mi embarazo.
No sé cuánto tiempo vaya a descansar o si mañana regrese a mi turno completo, pero al menos hoy, aprovecharé el día para darme un largo baño en la bañera de mi casa, tratar de comer al menos algo y que se quede en mi estómago y posiblemente comenzar a leer algunos textos de actualización en mi área.
Tengo que mantener mi mente ocupada, dejar de pensar en Moríns, en lo que sucedió, en toda la situación y, de nuevo tratar de enfocarme. Sé que en algún momento tendré su respuesta y debo prepararme para ella. Me siento afortunada de que al menos logró escucharme y que yo no mantuve a nuestro bebé en secreto. Me hubiese dolido que se fuera con la idea de que, incluso en eso, le había engañado. Ahora sabe que va a ser padre y las decisiones que él tome, son suyas y de nadie más.
—¿No quieres que vaya para tu piso?— me pregunta mi prima — salí temprano del trabajo y Cho ya hizo la cena, puedo decirle que la llevemos al piso y…
—No Sabi, está bien, estoy bien. La verdad es que ya estoy en pijama y a punto de meterme a la cama.
—¿¡Qué!?, pero si son las siete de la noche— habla sorprendida.
—Lo sé, pero, estoy rendida, solo quiero envolverme en las sábanas y dormir. Te prometo que mañana después del médico vamos a comer a donde desees, ¿vale?
—¿Segura?, Anda, Cho hizo lasaña.
—Segura— respondo.
—Vale, que duermas rico— me dice mi prima con ternura.
—Salúdame a Cho— me despido, para después bloquear el móvil y dejarlo sobre la mesita de noche.
Así apago la lámpara, me acomodo en la cama y veo las luces de la ciudad que entran por mí ventana y que alumbran tenuemente mi habitación. El otoño se acerca, pronto hará frío y las hojas color marrón caerán por todas partes. Adoro el otoño, no puedo esperar a que mi bebé lo conozca.
Siento como los ojos me van pesando y mi cuerpo va cogiendo calor, cuando de pronto dos golpes en la puerta me despiertan.
—¡Ay no Sabi!, de verdad… nada de sorpresas— reclamo.
Otros dos golpes suenan en la puerta.
—¡Voy!— grito, mientras me pongo de pie y camino hacia la puerta.
Me pongo de puntillas para ver sobre la mira y al ver a la persona que está afuera abro de inmediato. Tan solo nuestros rostros se ven frente a frente, la mirada de Moríns se clava en la mía y sin más me dice.
—Creo que me faltaron mis quince minutos, ¿crees que podemos hablar? — me comenta, haciendo que sin querer esboce una ligera sonrisa de felicidad.
