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Sila 

-Siguiente día- 

Por primera vez en todo este tiempo, me desperté con un mejor humor y optimismo, a pesar de las náuseas matutinas que me hicieron levantarme de la cama de golpe y correr al baño para volver el estómago. Por ahora odio las mañanas, pero espero que más adelante esto se vaya por completo y pueda disfrutar de ese umbral bonito del embarazo donde todo es bello, creo. 

La plática con Moríns ayer fue genial. En verdad, salió todo mejor de lo que esperaba y ahora no estaremos juntos pero, tendremos una crianza compartida. Debo admitir que sigo amando a Moríns con todo el alma y que me duele que no estemos juntos como pareja, sin embargo, amo más que lo estemos como padres. Ahora nuestro pequeño o nuestra pequeña tendrá a sus padres juntos y convivirá con los dos, no como le pasó a Sabina. 

—Bueno, al menos llegaron a un acuerdo— me dice Sabina mientras caminamos hacia el consultorio de Ben — no como Jaz y mi madre que tardaron diez años, al menos Moríns estará presente. 

—Lo sé, supongo que tendré que conformarme y no pedir más. 

—Por ahora— contesta y luego me sonríe. 

Me detengo y la veo a los ojos —¿qué insinúas? 

—Que Moríns está perdidamente enamorado de ti, no lo puede negar. 

—No, él me dijo que ya no sabía si me amaba o no… 

—¡Por eso mujer!— expresa ella haciendo que una enfermera se asuste—si te ama o no… porque en realidad te ama. 

—Mira Sabina, no empieces— le pido— las cosas quedaron bien y espero que así sigan. No me empieces a dar ideas de que si me ama o no… por ahora, estoy tranquila. 

—Pffff— hace, para luego seguir caminando— ya verás, que en lo que menos lo esperas, Moríns regresa a ti.

—Basta…se cierra el tema.—Finalizo 

Ambas llegamos al área de consultorios y al entrar a la sala de espera, vemos a Cho de pie — el padrino también quería venir…— me dice Sabina con una sonrisa, para luego correr hacia él y echarse a sus brazos. 

Cho la carga y comienza a depositar besos por todo su rostro hasta llegar a los labios— hoy tuve un día terrible, pero ya estoy mejor— le dice. 

—Luego me platicas, hoy vamos a ver a nuestro ahijado o ahijada. 

Me acerco a ellos y de inmediato, Sabina se baja y Cho me sonríe—¿lista?

—Supongo. Ya quiero verle, que me digan que todo estará bien y que viene sano. 

—Verás que sí .

Momentos después las puertas del elevador de abre y veo salir a Moríns, vestido con un traje color azul que le queda precioso y arriba una gabardina café que le hace juego. Trae la barba perfectamente arreglada y el cabello largo amarrado en un perfecto peinado que lo hace ver guapísimo. Mientras camina hacia mí, viene pegado al móvil y dando instrucciones. 

—Solo pasa esa entrevista mañana a las siete de la mañana, ¿sí?, tengo que hablarlo con Manuel antes de tomar una decisión— Moríns nos ve y sonríe — me tengo que ir Marie, te pido no me pases llamadas ya… gracias. 

Moríns termina la llamada, guarda el móvil en su gabardina y me sonríe — lo siento, pero dejar la oficina es una verdadera hazaña— me comenta. 

Lo observo y creo que, al igual que yo, ha pasado una mejor noche y se ha despertado de mejor humor que otros días.—No te preocupes, aún faltan diez minutos y mis papás aún faltan por llegar. 

—Ok— responde. 

Moríns va a saludar a Cho y a Sabina y después se acerca a mi, y saca de la bolsa de su abrigo un paquete de galletas— ten— y estira la mano para dármelo. 

—¿Qué es esto? 

—Sé que comes galletas cuando tienes náuseas así que te compré algunas, trataré de tener unas conmigo por cualquier cosa. 

—¡Ah!, gracias…— le agradezco, y el color rojo me sube por el rostro. 

Tomo las galletas y luego volteo a ver a Sabina que con sus labios me dice “ves, enamorado”, y vuelve a ver a Cho. 

«No le hagas caso, ya sabes como le gusta jugar con tu mente,» me digo a mi misma mientras guardo las galletas en mi bata de hospital. 

Las puertas del elevador se vuelven a abrir, y ahora sí veo a mis padres entrar y, portando una cálida sonrisa, se dirigen hacia nosotros para unirse al grupo— lo siento si llegamos tarde— se disculpa mi mamá, para luego abrazarme — no puedo creer que vaya a ver a mi primer nieto… ¡Dios!— me dice emocionada. 

Veo como mi padre saluda a Cho y a Sabina y luego se dirige a Moríns y a mí. Mi papá estira la mano y saluda a Moríns — qué gusto verte por aquí, ¿cómo va la fundación? 

—Bien, con mucho trabajo— habla Moríns tranquilo. 

Mi padre me abraza y me da un beso sobre la frente— te ves hermosa. 

—Claro que no— respondo, y lo digo porque soy un cúmulo de náuseas y ojeras. 

—Moríns, tu madre me pidió que te recordara que no olvides grabar… 

—¿Mi madre? 

—Sí, tu madre me habló hace unas horas atrás y me pidió que estuviera al pendiente de ti y de su nieto o nieta. 

—¡Vaya!— exclama. 

Después de las bienvenidas y de intercambiar un poco de información, nos dirigimos hacia el consultorio de Ben que, de inmediato, nos recibe y nos invita a pasar. Un poco nerviosa, entro a la sala del ultrasonido, me quito la bata para dársela a mi madre y paso al cambiador para quitarme la ropa y ponerme el ligero camisón. 

Al salir, veo a Moríns en la puerta, algo que me toma por sorpresa —¿qué pasa? 

—Bueno, estoy aquí por si necesitas ayuda— me ofrece. 

—¡Oh!, vaya… si… claro— hablo sin sentido, y debo admitir que toda esta situación me tiene bastante confundida— no te preocupes, todavía me muevo— bromeo. 

Los dos caminamos hacia la camilla y, con ayuda de Moríns, me subo para recostarme y sentir el aire acondicionado del lugar en mis piernas y brazos. Ben, cubre mi parte baja y le pide a Sabina que apague las luces para poder ver mejor la pantalla. 

—Bueno, pues… empecemos. Otro Canarias que llega a la familia.— Bromea. 

—Moríns— le corrige él,— un Moríns y otro Canarias. 

Sonrío levemente, esperando que no se note, pero siento como la mano de mi madre me aprieta levemente, insinuando que eso es algo que no se esperaba. 

—Veamos al bebé Moríns Canarias, entonces… 

Ben empieza a preparar todo en el monitor para, segundos después, poner el gel sobre mi vientre haciendo que mi piel se erice. Siento como mi corazón comienza a latir emocionado y cómo los nervios invaden mi cuerpo. 

Ben comienza a pasar el transductor por mi vientre buscando el corazón del bebé cuando, ahí, reflejado en la pantalla veo ese pequeño hueco que me hace sonreír de inmediato. Lo veo, claramente, a ese embrión qué semana con semana se irá convirtiendo en un bebé, y que desde ya, me hace la madre y mujer más feliz del mundo. 

—¿Ese es el bebé?— pregunta Moríns. 

—Así es y… aquí está su corazón— dice Ben, y en segundo escuchamos como el latido de un corazón fuerte y rápido comienza a hacer eco en la habitación. 

—Dios mío— murmura Moríns— ¿alguien podría grabarlo por mí?, no creo poder hacerlo yo…— confiesa. 

Cho, saca su móvil y comienza a grabarlo, mientras Moríns me toma de la otra mano. No sé si lo hizo por la emoción o porque pensó que debía hacerlo pero, sea cuál sea el pensamiento, me encanta la idea. 

Por mi parte, yo, no puedo despegar la vista del monitor, me siento emocionada, feliz, llena de emociones inexplicables. Sabía que el ser humano es capaz de crear vida, lo había leído en libros y en cientos de revistas. He visto como los bebés nacen, los he traído al mundo, pero, verlo desde su creación, desde ese conjunto de células que pronto serán manos, piernas, ojos y nariz, y que yacen dentro de mí, me hacen sentir como la mujer más afortunada.

Mi madre Yessenia, jamás tuvo la oportunidad de verme, ni de saber si venía bien o mal, y yo, ahora, tengo no solo eso, si no que mi familia y el padre de mi bebé están a mi lado y, sin embargo, no puedo dejar de llorar al acordarme de ella, simplemente no puedo. 

—¿Sila?, ¿estás bien?— me pregunta mi madre. 

Al voltear puedo ver qué todos están llorando emocionados al igual que yo, y por un momento río, lo hago de felicidad— solo estaba pensando en lo afortunada que soy— respondo. 

Mi papá me da un beso sobre la frente y luego uno a mi madre. Moríns voltea a verme y me sonríe con lágrimas en los ojos— espero tenga tus ojos— me confiesa. 

—Y yo espero se parezca a tí. 

—¡Ay no!, pobre bebé— bromea y ambos nos reímos. 

—Quiero uno— le dice a Sabina a Cho y le da un beso sobre los labios… 

El pediatra toma todas las capturas que necesita y después de explicarnos todo desde lo que vio hasta los cuidados, nos pide que programemos otra cita y cuando termina, voy hacia el cambiador para ponerme mi ropa y salir de ahí. 

Ya afuera, mis padres ven la foto del primer ultrasonido y Sabina y Cho bromean apostando a quien se parece. Veo que Moríns tiene la suya y sonríe mientras la admira y en un instante, sin que se percate que mi mirada está sobre él, la besa. 

—¿Oigan?, ¿qué les parece si vamos a casa del tío Manuel y le enseñamos el video? — comenta Sabina. 

—Me parece buena idea… ¿vienes? — me pregunta mi padre. 

—Sí, solo voy al vestidor y me quito el uniforme— respondo. 

—¡Ey, Moríns!, ¿vienes? — pregunta Cho. 

Moríns voltea y esboza una ligera sonrisa— lo siento, tengo cosas que hacer pero, diviértanse— responde. Luego viene hacia mí y me dice — cualquier cosa sobre el bebé me llamas, ¿Ok?, iremos por las vitaminas mañana temprano. 

—Está bien— respondo. 

—Bye, Sila… cuida bien a nuestro bebé— me pide, para después despedirse de todos y subirse al elevador. 

Volteo a ver a mis padres que me están mirando justo a los ojos y encojo los hombros — un trato es un trato— digo, aunque por dentro quiero ponerme a llorar.

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