Sila 

  Hoy por la mañana me desperté con la noticia de que debo tomar mi lugar en la fundación para trabajar junto con Moríns en los proyectos y admito que me ha tomado por sorpresa. Sabía que él y yo lo haríamos, pero no pensé que en la misma oficina, en un mismo horario y en persona; así que supongo que deberemos hacer mas reglas, y acuerdos entre los dos. 

  Así, que después de cambiar mis horarios y de mover unos turnos, me encuentro entrando a la fundación al lado de Sabina, quién ahora trabajará conmigo porque su proyecto también fue escogido. Esto es genial, mi prima y yo solo habíamos vivido juntas, pero jamás trabajado ni estudiado, por lo que será una nueva experiencia para las dos. 

  ⎯¿Estás nerviosa? ⎯ me pregunta, tan solo atravesamos el área para ir hacia los elevadores. 

  ⎯Un poco. Siento que esta no es mi área. 

  ⎯¿Crees que es la mía?, ayer tenía mi mano en la boca de un elefante y hoy, vengo a trabajar en una oficina… incluso extraño mis ropas color caqui; aunque Cho dice que este conjunto se me ve bien. 

  ⎯Te ves hermosa… 

  ⎯Igual tú, sin esa bata… ⎯ me comenta y ambas sonreímos. 

  Las puertas del elevador se abren y en seguida sale Moríns y al vernos nos sonríe, atrás de él puedo ver a mi hermano David, que me cierra un ojo y me sonríe por igual. Al parecer, está empezando su primer trabajo formal en la sede, supongo que mi padre no lo dejó trabajar en el bar de Cho. 

  Moríns se acerca a nosotras y nos dice ⎯ bienvenidas, las estábamos esperando. 

  ⎯Gracias ⎯ responde Sabina. 

  ⎯Vamos, subamos a la oficina ⎯ invita Moríns, y todos subimos al elevador para dirigirnos al nivel donde ésta se en encuentra. 

  ⎯Veo que ya te decidiste a entrar a la empresa familiar ⎯ escucho que Sabina le dice a David. Mientras Moríns y yo vamos en silencio. 

  ⎯Sí, me dijo que si no pudo decidir una carrera, que al menos debo trabajar, así que le pedí trabajo a mi tío ayer y fue más rápido de lo que pensé. 

  ⎯¿Pediste trabajo?, ¿no te mandaron? ⎯ pregunta Moríns de pronto. 

  David voltea y lo ve, para después negar con la cabeza ⎯ no, yo lo pedí. A nosotros no nos obligan a trabajar en las empresas de la familia si no lo pedimos o nos lo ofrecen, podemos estudiar y trabajar dónde queramos. Yo lo pedí aquí porque soy más de humanidades y relaciones públicas, ¿me imaginas en la oficina del tío Robert?, llevaría todo a la ruina. 

  Los tres nos reímos al escuchar eso, menos Moríns, supongo que no entendió el chiste o en realidad no quiere reírse de lo que dijo mi hermano. Las puertas del elevador se abren y Sabina y David salen por delante, luego lo hacemos Moríns y yo al mismo tiempo, chocando entre sí. 

  ⎯Lo siento ⎯ me dice un poco confundido. 

  ⎯No, está bien… no te preocupes. 

  Él me deja salir primero, para luego unirse a mí en el corredor ⎯ ¿crees pueda hablar contigo? ⎯ me pregunta. 

  Asiento con la cabeza ⎯ sí, claro ⎯ respondo. 

  Moríns me invita a que pase a la sala y yo camino hacia allá. Cuando entramos él cierra la puerta, se quita el reloj y lo pone sobre la mesa ⎯¿Cuarto de paz? 

  ⎯Vale ⎯ respondo. 

  Veo como pone el cronómetro en cinco minutos y luego me ve a los ojos ⎯ creo que debemos hacer nuevas reglas ⎯ me propone ⎯ sé que dijimos que cada quién en lo suyo y que solo nos veríamos por el bebé pero, al parecer no será así. 

  Quiero hablar y decirle que tiene razón, pero está en sus cinco minutos y no quiero interrumpirlo, reglas, son reglas, así que solo asiento, accediendo a todo lo que él quiere. 

  ⎯Sé que los proyectos son tuyos y que debemos trabajarlo, lo comprendo pero, este es mi terreno y quiero hacerlo a mi manera, no sé si entiendas ⎯ me quedo en silencio y asiento ⎯¿por qué…? ⎯ luego ve el minutero y recuerda las reglas ⎯ te regalo los minutos que me quedan ⎯ me dice. 

  ⎯Creo que tienes razón, está es tu área de trabajo y es tu lugar y supongo que si quieres nuevas reglas, estoy dispuesta a acatarlas, Moríns. Lo menos que quiero es interrumpir con tu rutina y tu tiempo libre ⎯ respondo. 

  Él me ve y levanta la ceja ⎯¿es todo? 

  ⎯Sí. 

  ⎯¿No habrá un pero…? ⎯ me pregunta y yo sonrío, porque recuerdo que cuando estábamos juntos estudiando siempre había un “pero de por medio”; está vez no. 

  ⎯Sí, no hay “pero” ⎯ suspiro ⎯ mira Moríns, sé que piensas que esto es una locura, yo lo pienso también y lo único que quiero es que tú y yo la llevemos bien y en paz, sin problemas.

  ⎯Bien, entonces quiero proponerte trabajemos aquí, en la sala de juntas, los cuatro juntos, no en mi oficina. Quiero que este sea nuestra área de trabajo en conjunto, como nuestro terreno medio. Así cuando terminemos y salgamos de aquí todo sea según lo acordado. 

  Asiento con la cabeza ⎯ bien, perfecto, trabajaremos en esta sala de juntas y tendrás tu oficina, será tu privacidad, lo entiendo. 

  ⎯Bien ⎯ me responde y sonríe ⎯ me alegra que quede claro. 

  ⎯Entonces, ¿sería todo?

  ⎯Sí, sería todo… quería poner eso en claro antes de embarcarnos en esta aventura ⎯ me comenta. 

  Tomo su reloj y se lo doy ⎯ todo acordado, no te preocupes por nada, me parece genialmente de tu parte que quieras poner tus límites, lo acepto ⎯ Moríns sonríe ⎯ ahora, si me disculpas tengo que ir al baño. 

  ⎯¿Sientes náuseas? ⎯ me pregunta preocupado. 

  ⎯Sí, últimamente los olores dulces me caen de patada en el hígado y me dan muchas náuseas…adiós miel de Maple. 

  En eso abro la puerta y frente a mí, veo a una rubia, perfectamente bien arreglada y emanando un perfume tan dulce que no puedo soportar. Nos vemos y ella me sonríe. 

  ⎯¡Marie! ⎯ expresa Moríns. 

  ⎯Señor Moríns, estaba preocupada por usted, lo están esperando en su oficina… 

  ⎯Lo siento, estaba hablando con Sila… ⎯ responde nervioso ⎯ cierto, Sila, ella es Marie Lachevre, la asistente de Xóchitl. 

  ⎯Un gusto en conocerte ⎯ comento y me cubro la boca para no vomitar frente a ella, o tal vez debería. 

  ⎯El gusto es mío, es un honor trabajar en tu fundación y con un presidente tan eficaz… ⎯ y le sonríe a Moríns ⎯pero, ya no les interrumpo, solo venía a preguntarle a Moríns a ¿qué hora nos veíamos por la tarde?

  Siento como él tensa su cuerpo y ahora entiendo eso de la privacidad y muchas cosas. No es su culpa, prácticamente es el soltero mas codiciado de la fundación gracias a mí. Así que volteo a verle y le sonrío ⎯ voy al tocador, regreso en unos momentos ⎯ volteo a ver a Marie ⎯ gusto en conocerte, Marie y bienvenida. 

  ⎯Igual ⎯ responde. 

  Así, me alejo de ambos y camino hacia el baño lo más rápido que puedo para entrar a volver el estómago sobre la taza, al parecer esto esta genialmente jodido.

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