Moríns
Había dirigido la sede de México y pensé que tenía idea de como se creaban los grandes proyectos, pero esto es diferente, muy diferente. En este lugar se crean más que proyectos, se crea ayuda e incluso esperanza. Es increíble lo que la fundación de Sila hace y, debo admitir, que los Canarias y Ruíz de con han hecho un buen trabajo durante tantos años, se merecen todos los premios merecidos.
Admito que por más que haya aceptado este trabajo por un favor a Manuel, a mí me encanta, me apasiona y me mantiene entretenido, por lo que no tengo quejas al respecto. Incluso viendo la exposición de Sila frente a mí, no puedo dejar de pensar que si todo sale bien, podré decir que yo fui el iniciador de este proyecto y que pude ver como salió de la mente de esta única mujer que, a pesar de todo, no puedo negar que es brillante y que esa siempre ha sido una de las razones que me atrajo de ella; su hermosa mente, esa que nunca me dejará de sorprender.
⎯Creo que lo que hiciste, Moríns, fue genial. Tal vez el cronograma varíe pero, todo lo de más está bien ⎯ me comenta Sila, mientras me da la carpeta con la propuesta.
⎯Bien, trabajaré sobre eso ⎯ le respondo y ella me sonríe.
⎯Yo le diré a mi amigo sobre la propuesta de las despensas ⎯ habla Sabina, ⎯ traeré lo que me pidieron en dos días, ¿les parece bien?
⎯Muy bien ⎯ respondo ⎯ David, ¿puedes darle a Sabina el contacto que le investigamos ayer?
⎯Sí, en seguida ⎯ responde.
Sabina se pone de pie, junto con David y ambos salen de la sala de juntas, dejándonos solos a Sila y a mí. Ella voltea a verme y me pregunta ⎯¿tienes un poco más de tiempo?, te juro que será rápido.
⎯Sí, mi junta es en diez minutos ⎯ le digo.
Ella toma uno de los blogs de apuntes, la pluma y se sienta junto a mí. ⎯ Sé que harás el diseño de la escuela para la presentación a la junta dentro de unos meses, y quisiera darte unas ideas para que no te hagan repetirlo.
⎯¿Cómo sabes que lo harán? ⎯ pregunto un poco sorprendido.
Ella sonríe, ⎯ porque mi padre se equivocó tantas veces que le costó años arreglarlo. Tú puedes hacerlo correcto a la primera e impresionar. Mi abuelo siempre decía que solo bastaba una buena impresión para echarse a todos a la bolsa y que jamás dudaran de ti ⎯ me comenta.
⎯¿Qué abuelo?, el Canarias o el Ruíz de Con.
⎯El Canarias, el Ruíz de Con nos hubiera dicho… deja que el Canarias lo haga ⎯ y se ríe; yo sonrío por igual porque su risa es contagiosa. ⎯ Como sea, cuando mi padre construyó la clínica lo hizo casi a ciegas, porque solo estuvo unas cuantas veces ahí y por ende se equivocó mucho. Pero eso no te pasará a ti porque, me tienes a mí ⎯ habla segura.
Sila, comienza a hacer un dibujo sobre el blog de notas qué rápidamente se convierten en montañas, una calle y varias casitas. Puedo ver como juega con el relicario que le regalé, ese que siempre trae en el cuello y me pregunto si aún sigue con las mismas fotos o ya las cambió. Veo su rostro concentrando, el movimiento de sus labios que siguen cada trazo que da y el ritmo de su muñeca. Recuerdo cuando la veía dibujar en la cafetería mientras me esperaba en una de las tantas mesas; aún conservo todos esos dibujos que hacía sobre las servilletas.
⎯San Gabriel es un pueblo algo engañoso ⎯ me habla viéndome a los ojos y sacándome de mis pensamientos,⎯ pareciera que está en terreno plano pero, en realidad está arriba, en la montaña. Mi padre cuando construyó la clínica lo hizo como si estuviera en la ciudad, con muchos pisos pero no tomó en cuenta tres cosas: los temblores, los aguaceros y el clima ⎯ explica, y lo hace de esa manera que me hipnotiza, justo como cuando me explicaba la tarea del maestro Minor.
⎯Continúa ⎯ le pido.
⎯San Gabriel, está en el cerro, por lo que el clima varía. En el verano es húmedo y en invierno es frío, muy frío, por lo que tienes que ver como se hará para que los niños puedan tener un salón cómodo en el invierno y que sea fresco a la vez en el verano… ya se encontrará cómo.
Ella comienza a dibujar otra cosa y veo que es un edificio que va a lo largo, con ventanas y lo que parece una entrada. Luego me muestra el blog y con la pluma me señala ⎯ debes pedirle a los arquitectos que te hagan un diseño de un solo nivel, máximo dos, no más. En el centro puede estar el patio de juegos y a los alrededores los salones, así, si hay un temblor podrán evacuar al centro de inmediato. Te lo digo porque, me tocó un temblor pequeñito y el caos fue grande en la clínica.
Nuestras miradas se cruzan y ella se sonroja ⎯ al parecer, lo tenías todo planeado.
⎯Te mentiría si te digo que no. Quiero a San Gabriel, es el lugar donde nací, que no viva allá no quiere decir que no pueda mejorarlo, ¿no crees? ⎯ me pregunta.
Así como no estar conmigo, no quiere decir que no me ayudes, pienso.
Asiento con la cabeza ⎯ No veo porque no. ⎯ Vuelvo a ver el dibujo y sonrío, no conozco San Gabriel pero con solo verlo dibujado siento que ya estoy allá, ⎯ debiste ser arquitecta Sila, siempre me ha gustado como dibujas.
⎯No, solo es un pasatiempo pero, uno bien hecho ⎯ me responde.
Sila siempre siendo Sila.
⎯Aún así, tomaré tu diseño y le diré al departamento que se encarga de esto que lo haga bien.
⎯Sería genial, cualquier cosa me dices y yo te ayudo ⎯ responde. Sila deja la pluma, cierra el blog y me sonríe ⎯ sería todo, en la próxima reunión te traigo lo demás que pediste, ¿vale?
La potente mirada color esmeralda de Sila se posa en la mía y juro que siento como todo mi cuerpo reacciona ante ella. Su mirada es expresiva, no guarda nada y en este momento puedo notar que está triste, aunque ella trata de fingir que no es así. Odio que estemos en esta situación, lo odio con el alma pero, por ahora es lo que hay y supongo que debemos darle tiempo al tiempo.
⎯¿Te sientes mejor? ⎯ le pregunto y ella entrecierra los ojos tratando de entender, ⎯de las náuseas, ¿te sientes mejor?, ya sabes por el olor a dulce.
⎯¡Ah, sí!, la verdad es que pasé una mala mañana y ese perfume me regresó los malestares. Pero hay de días a días. Hay unos en los que no siento nada y otros en los que no puedo hacer nada a menos de 100 metros del baño. Hoy por ejemplo fue uno de los últimos, así que el desayuno se fue.
⎯Entonces, ¿no has desayunado?
⎯Lo hago pero, no dura mucho, así que siempre trato de traer snacks conmigo… supongo que cuando empiecen los antojos, todo será mejor.
⎯Supongo… ⎯ respondo.
⎯¿Te tomaste las vitaminas? ⎯ insisto y ella asiente.
⎯Todas, no te preocupes por eso, Moríns ⎯ me comenta y pone su mano sobre el vientre. Yo, en un impulso, hago lo mismo, y la pongo sobre la de ella, sintiendo al que sé, es mi bebé ⎯ es fuerte, verás que todo sale bien.
⎯Lo sé, eso espero ⎯ respondo y la miro.
Sila sonríe. De pronto, me siento como en esos momentos cuando estudiábamos en casa de su abuelo, donde éramos solo ella y yo, y nos quedábamos horas platicando de todo y nada a la vez. Por un instante desearía que fuera así, que todo lo que pasó entre los dos haya sido un mal sueño y que ahora nos encontramos en esa preciosa habitación, riéndonos como los dos niños que éramos. En eso, el tono de mi celular interrumpe el momento, dejo de tocar su vientre y puedo ver un mensaje de David que dice:
DAVID
TE ESPERAN EN LA OTRA SALA DE JUNTAS. YA SE CONECTÓ MÉXICO, ¿QUIERES QUE LES AVISE QUE TE ESPEREN?.
MORÍNS
NO, VOY PARA ALLÁ
⎯Tengo que irme ⎯ le anuncio.
⎯Sí, yo igual, debo ir a la clínica primero a revisar unas cosas, pero, mañana nos vemos a las ocho de la mañana… ¿sí?
Sila se pone de pie, y comienza a guardar lo que apuntó en la reunión, junto con los papeles que hay sobre la mesa. Yo hago lo mismo y camino hacia la puerta para abrirle. Ella al pasar bajo el umbral me da una última mirada y una sonrisa.
⎯Nos vemos mañana ⎯ me dice.
⎯Hasta mañana ⎯ respondo.
Sila se va hacia el lado contrario del corredor y yo voy hacia el otro lado, caminando hacia mi oficina. Después de unos momentos de cercanía vienen los momentos separados, según el acuerdo, según el trato. Pero, con lo que ambos no contamos es que la conexión sigue ahí, y esa, no hay acuerdo que la pueda desconectar.