Moríns 

-Unas semanas después- 

 Todo con Sila ha ido más que perfecto, todo, y ahora en la segunda revisión de su embarazo mejor. Nuestro bebé está sano, fuerte y crece cada día más en el vientre de su madre, quién lo trata con todo el amor y cariño del mundo. Tanto ella como yo hemos dejado atrás los reclamos y cosas del pasado, y ahora simplemente nos enfocamos en el presente como lo hemos platicado, por lo que el plantón en el altar y el intento de quitarse la vida, han quedado lejos de nuestra situación actual. 

Sila sigue yendo a terapia dos veces al mes, trabajando en el hospital y yo, sigo trabajando en la fundación, terminando los proyectos que Manuel dejó pendientes y haciendo espacio a los nuevos y cumpliendo con mis labores de presidente. También, he comenzado a unirme más a la familia, ahora voy con Cho todos los días a las seis de la mañana al gym, donde veo a los Davides, a Daniel y a Robert y los seis hacemos ejercicio. 

Por otro lado, también paso mis tardes, principalmente con Sila, Sabina y Cho, pero hay momentos en los que voy a casa de los Ruíz de Con y Canarias a alguna cena o comida familiar que, ya sé, pueden durar hasta altas horas de la noche y terminar en anécdotas graciosas de alguno de los miembros de la familia, apuestas de quien hace algo mejor que el otro y mi favorita, juego de lotería, donde me he llevado varios euros de las apuestas que hacemos; nadie me ha ganado aún, ni siquiera la señora Luz. 

Si unos meses atrás me hubiesen dicho que esto se arreglaría tan bien, no lo hubiese creído, es más, creo que lo hubiese negado por completo. Agradezco haber reflexionado sobre todo y no regresado a México a trabajar en cualquier trabajo que me ofrecieran. No cabe duda que por algo pasan las cosas y estoy feliz de que esto me haya pasado a mí, bienvenido todo lo que me pasa, y lo que me pasará. 

[…] 

-Sede Fundación Sila Canarias- 

David y yo nos encontramos en la oficina, leyendo los perfiles de los nuevos voluntarios que irán a San Gabriel cuando de pronto escuchamos que la puerta se abre y Xóchitl entra con los ojos abiertos y el rostro pálido. 

⏤¿Moríns? ⏤ pregunta y me pongo de pie al sentir este tipo de vibra que, por alguna razón, hace que el pecho me duela un poco. 

⏤Sí. 

⏤Te quieren urgentemente en el Conglomerado, David, ve con él. 

⏤Pero, tengo que hacer…. 

⏤¡Ve con él! ⏤ le pide ella en casi un grito. 

Tomo mi gabardina y me la pongo encima, David hace lo mismo con la suya ⏤¿qué pasó? 

⏤Solo ve… yo tengo que ver otras cosas aquí. 

Me acerco a ella y la veo a los ojos ⏤dímelo, por favor. 

Ella me sonríe levemente ⏤ eres un buen hombre Moríns… te aprecio y te quiero. Ahora ve que te están esperando. 

No tengo idea de lo que está pasando, pero, al ver la mirada de Xóchitl, sé que pronto me enteraré de todo e incluso que habrá más detalles. David se acerca a mí y me ve a los ojos para después encoger los hombros. 

⏤No tengo idea, nadie me ha dicho nada en mi casa ⏤ me responde, como si estuviera adivinando mi pregunta. 

Mientras salimos hacia el auto, tomo el celular y con la rapidez que puedo le mando un saludo a Sila. 

MORÍNS

¿ESTÁS BIEN?, ¿TODO BIEN CON EL BEBÉ? 

Le envío, porque en este momento lo único que quiero saber es si ella y el bebé Moríns están bien. Momentos después, ella me responde. 

SILA 

SÍ, TODO BIEN, VOY HACIA EL CONGLOMERADO MI TÍA ME LLAMÓ. 

MORÍNS

YO VOY HACIA ALLÁ TAMBIÉN, TE VEO EN UNOS MOMENTOS. 

Dejo de enviar el mensaje y luego entro al auto con esa sensación de estrés o de ansiedad en mi pecho. Ya han pasado varios días desde la última vez que lo volví a sentir, y ahora, no entiendo por qué está de nuevo presente, ¿qué pasa?, ¿qué es?, ¿por qué ese hilo de malos presentimientos han vuelto a mí? 

No sé si el viaje fue corto o rápido o si yo ya estoy acostumbrado a la distancia entre el Conglomerado y la Fundación, pero ni siquiera tuve tiempo de hablar o distraerme con David. Sé, que no tiene nada de idea, al igual que yo, porque viene serio y revisando el chat familiar; no sé si tomarlo como buena o como mala señal. 

Ambos bajamos del auto y veo que la asistente de María Julia nos está esperando al pie de las escaleras del edificio ⏤ síganme, está en la sala de juntas en la oficina de la señora Carter. 

⏤Está bien ⏤ contesto en voz seria, mientras mi mirada busca a Sila que, al parecer, no ha llegado. 

Tanto David como yo subimos al elevador con ella y mientras veo como los botones del elevador se iluminan empiezo a pensar cientos de cosas, miles, unas tan absurdas e imaginativas que en realidad no sé ni siquiera como me he atrevido a hacerlo. 

⏤Tú no sabes nada, ¿cierto David? ⏤ le pregunto. 

Él voltea y niega ⏤ no, si no nos lo hubieran dicho hoy por la mañana… pero, ¿por qué piensas que es algo malo?, eso es simplemente mala vibra. 

⏤No lo sé… no lo sé, espero estar equivocado. 

Las puertas del elevador se abren y la primera persona que veo es a David Canarias, vestido de traje y con la bata encima, al parecer a él también lo sacaron del trabajo. 

⏤Vamos ⏤ me dice, y me da una palmada sobre la espalda, como un gesto paternal. 

⏤Esperen, ¿qué está pasando? ⏤ pregunto. 

David no me contesta y simplemente pone la mano en la espalda de su hijo y le da una palmada con cariño, para después darle un beso sobre la frente. Momentos después, las puertas del elevador se abren y Sila y Sabina entran, cada una con un rostro de confusión que no pueden esconder. 

⏤¿Papá? ⏤ pregunta Sila. 

⏤¿Qué pasa tío? ⏤ le dice Sabina. 

⏤Solo vamos, tu madre explicará adentro… ⏤ nos dice, y luego de saludar a su hija y darle un abrazo, camina hacia la oficina. 

Sila y yo nos vemos por unos segundos y después seguimos a David que ya ha abierto las puertas de la oficina. Al entrar, nos dirigimos a la sala de juntas y de inmediato vemos a María Julia, a Manuel y a Sánchez, uno de los chicos de relaciones públicas. 

⏤¿Sánchez? ⏤ pregunto. 

⏤Moríns, ¿qué fue lo qué pasó? ⏤ pregunta María Julia, y de pronto todas las miradas están sobre mí. 

⏤¿Qué pasó?, no tengo idea ⏤ respondo. 

Entonces Manuel, apoyado en las muletas, le pide a Sánchez que me pase varias hojas y yo las tomo para comenzar a leer. Mis ojos no pueden creer lo que veo y mucho menos como es que llegó ahí. Subo mi mirada y veo de nuevo a María Julia, Manuel y David y niego con la cabeza. 

⏤No sé qué pasó. ⏤ le digo. 

⏤Te escogí como presidente de la fundación porque sé que eres un hombre capaz, con ideas frescas y nuevas, pero, sobre todo, por tu honestidad y fidelidad… y ¡mira lo qué pasó! 

⏤Yo no lo hice ⏤ me defiendo. 

Sila toma los papeles y al comenzar a leer voltea a verme y con los ojos brillantes y un gesto pálido me dice ⏤¿Vendiste los proyectos de la fundación a otras empresas? 

Puedo ver los rostros de sorpresa de Sabina y David hijo al escuchar esas palabras y de inmediato van con Sila para comenzar a leer. 

⏤Yo no lo hice ⏤ digo firme. 

⏤¿Entonces?, ¡por qué todos los proyectos, todos están aquí! ⏤ habla María Julia en un tono de mando que jamás había escuchado ⏤¡qué fue lo que sucedió Moríns!, ¡quiero explicaciones ahora! ⏤ expresa y de pronto la sensación en el pecho no me deja respirar. ⏤Quiero respuestas Moríns, porque si no sabes cómo responderme, estás en problemas. ⏤ Finaliza ella, y yo simplemente no sé qué decir. 

Creo que estoy en problemas…

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *