Moríns 

-Más tarde- 

Hoy por la mañana que me desperté, jamás me pasó por la mente que terminaría en una situación así. Ahora, me encuentro fuera de la fundación Sila Canarias, un trabajo que en verdad me gusta, David es presidente y me acusan de haber filtrado o vendido los proyectos de la fundación a no sé qué empresas de las cuáles no tengo la menor idea; al parecer hoy me desperté con el pie izquierdo, y lo metí hasta el fondo. 

Dentro de todo esto, creo que hay un poco de luz al final del túnel, no solo porque sé que tengo la confianza de los Canarias y Ruíz de Con de mi lado, y porque Sila ha armado una estrategia lo suficientemente firme para que yo pueda probar mi inocencia; el único problema ahora, es que no sé por donde empezar. 

Sin embargo, en este momento me encuentro desempleado, encerrado en mi departamento tratando de hacer memoria de cada uno de mis pasos en la oficina, y sin querer moverme de ahí. No es justo, no puede ser cierto, ¿quién habrá hecho esto?, y la pregunta más importante de todas, ¿por qué yo? 

Escucho el timbre de la puerta que me obliga a levantarme del sofá e ir a abrirla. Al ver por la mira, veo el rostro de Sila y de inmediato abro. 

⎯¿Puedo pasar, vecino? ⎯bromea y, a pesar del rato malo que estoy pasando, me hace sonreír. 

⎯Adelante. ⎯Le indico, para hacerme a un lado y permitir el paso a mi departamento. 

Veo que en la otra mano trae una bolsa con, lo que parece, unos paquetes de comida. ⎯ Sé que no has probado bocado, así que me tomé la libertad de pasar por algo ⎯confiesa. 

⎯Tienes razón, lo único que tengo en el estómago es el café de la mañana y no hay más. ⎯ Le respondo. 

Sila entra, deja su bolsa sobre el sofá y luego camina hacia la cocina para colocar las bolsas sobre la encimera cerca de la estufa. ⎯ Mi madre te hizo caldo de verduras con arroz y garbanzo. Te iba a enviar guacamole pero, como estás enojado y es aguacate, no te vaya a hacer daño, eso me dijo. 

⎯¿Tu madre? ⎯ pregunto para luego reír levemente por lo que me dijo del aguacate. 

⎯Sí, todos están preocupados por la situación pero, principalmente por ti. Sabina, Cho, mis hermanos y Daniel querían venir a verte pero, les dije que mejor otro día.

⎯¿Todos?, ¿hasta tu tía Julie que me quería matar hoy por la mañana? 

⎯Es la más preocupada ⎯ me dice, mientras busca entre las puertas de las repisas algo, momentos después encuentra una olla para poder calentar el caldo y lo pone sobre el fogón ⎯ ella está segura que fuiste más bien una pieza antes que el autor intelectual. 

Sila voltea a verme y por primera vez, en todo este tiempo, puedo ver como se asoma levemente su vientre abultado. Bebé Moríns se está haciendo presente, justo en este momento, y eso debe ser buena señal. 

Yo me acerco a ella y pongo la mano sobre su vientre ⎯hoy en la mañana no lo vi. 

⎯No estaba en la mañana… salió por la tarde y, ya no ha querido esconderse. Es su forma de demostrarle a su padre que lo quiere y lo apoya. Si bebé Moríns cree en tí, no necesitas más. 

Por unos segundos me quedo así, en silencio, acariciando a mi bebé que sé, al menos, está a salvo dentro del vientre de su madre. ⎯ No entiendo lo que pasó, le confieso a Sila. Es la primera vez que sentía que estaba haciendo bien un trabajo y, ahora resulta que cometí uno de los peores errores de la fundación, no entiendo porqué. 

Sila toma mi mano y me sonríe, viéndome a los ojos, para luego responder ⎯ lo hacías bien, lo haces bien y todos, absolutamente todos estamos seguros de que no fuiste tu Moríns, de verdad, créeme. 

Yo le sonríe y asiento con la cabeza ⎯ te creo pero, ahora no me ayuda mucho, ¿sabes? He estado pensando todo el día cada paso que he dado en la fundación, cada segundo que pasé ahí, el orden de los archivos, los correos, todo, absolutamente todo… y nada, no tengo nada y mi tiempo se está terminando. 

Sila suspira ⎯ dejemos de pensar por un segundo y mejor cenemos, ¿te parece?, tal vez si lo olvidamos por unos momentos nos ayude más que estar sobrecargando la mente de rutinas y recuerdos que solo cubren lo que verdaderamente importa.

⎯Tienes razón ⎯ accedo, para después sacar dos paltos hondos para que ella pueda servir el caldo. 

Mientras lo hace, me quedo observándola con detenimiento. No hace unas semanas atrás, Sila y yo apenas estábamos abriendo de nuevo el canal de comunicación, llevamos semanas hablando y tratando de que todo vaya más despacio y ahora ella se encuentra en mi departamento, tratando de animarme y sirviéndome lago de cenar. Sila voltea y me ve. 

⎯¿Qué pasa? ⎯ pregunta. 

⎯¿Esto qué significa, Sila? ⎯ le pregunto. 

Ella pone un rostro de total confusión ⎯¿qué quieres decir, Moríns? 

Me acerco a ella, tomo los platos que trae en las manos y los pongo sobre la repisa de nuevo. Después la veo directamente a los ojos y le sonrío. 

⎯Por semanas hemos estado relativamente cerca ⎯ le recito cerca del rostro ⎯ hemos conversado, ido a la cita de nuestro bebé y ahora… con esto que pasa, ¿las cosas han cambiado? 

Sila sonríe ⎯ Yo solo quiero mostrarte mi apoyo Moríns, nada más. La dirección donde vaya esto no sé si dependa solo de mí ⎯murmura. 

Acaricio su mejilla y beso su frente ⎯ si te soy honesto, Sila Canarias, creo que en este momento no estoy como para tomar decisiones, estoy algo perdido de nuevo y… la última vez que me sentía así y que estaba a punto de tomar una decisión, tu padre fue quién me detuvo. 

⎯Yo también me siento perdida… ⎯ confiesa ⎯ y, tal ves ese sea nuestro camino, perdernos juntos… porque, Moríns, me pregunta ahora es la siguiente, ¿quién está aquí ahora para detenerte? 

El escuchar sus palabras tan cerca de mis labios, me obliga instintivamente a darle un beso que de inmediato hace que todo el pesar y la rabia se vaya de mi pecho. Sila, no se resiste, ni se detiene a pensar lo que estamos haciendo. Ella se deja llevar por el momento al igual que yo, sin que haya voces que me detengan esta vez. 

No puedo negarlo y creo que nunca debí hacerlo, yo amo a Sila Canarias, la amo con toda mi alma y amar también es perdonar así que la perdono, me perdono, nos perdono. 

En ese instante, como si fuera arte de magia, mientras pienso esas palabras y beso los deliciosos labios de Sila, siento como un golpe de recuerdos llega a mí; haciendo que me separe rápidamente de ella. 

⎯Marie ⎯ digo en voz alta, mientras Sila me ve extrañada. 

⎯¿Qué? ⎯ pregunta ⎯¿Marie? 

Entonces todo está claro en mi mente, el departamento, la puerta azotando, a ella aquí, en este lugar, y esa conversación que tuvimos. 

⎯Creo que ya sé que pasó entre Marie y yo ⎯ le digo, alejando el romance del ambiente.

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