Moríns
-Francia-
Llevo apenas unas horas en este lugar y ya no quiero estar aquí. Mientras veo la Torre Eiffel a lo lejos, no puedo dejar de pensar en todo lo que está sucediendo y, como un simple movimiento del destino, pudo llevarme a lugares como París. Hace unos meses atrás, yo estuve aquí, tratando de disfrutar con mi familia de las maravillas de esta ciudad y ,de Europa en sí, aunque para ser honesto me la pase triste, fingiendo que le viaje me estaba ayudando a recuperarme, cuando en realidad me sentía miserable.
Ahora, estoy de regreso pero, con una misión diferente, mucho en verdad, y con un deseo enorme de poder regresar al lado de Sila, cuidar a nuestro bebé y sobre todo intentarlo de nuevo ya que el amor que hay entre los dos es demasiado fuerte y grande, además de que no me quiero perder ni un minuto de su embarazo. Muero por saber si bebé Moríns es niña o niño, muero por tenerlo entre mis brazos.
Sin embargo, antes de poder averiguar eso, necesito resolver lo que Marie ha provocado y la razón por lo que lo hizo, no solo para limpiar mi nombre, si no para ayudarle a la señora María Julia que, tiene una corazonada de que algo no está bien y, como siempre coincido con ella.
Así, sin descansar ni siquiera un momento. Me he vestido con mi mejor traje, arreglado lo mejor que he podido, y respirado una y otra vez frente al espejo, antes de ir a las empresas del padre de Marie y comenzar mi plan que, espero salga de maravilla.
Solo necesitas seguridad, mucha seguridad Moríns… Me repito una y otra vez mientras entro al recibidor del antiguo edificio donde se encuentran las oficinas principales. Es tan extraño escuchar otras voces, otro idioma, otros pasos y, sobre todo, que nadie me salude al entrar y me diga “buenos días, señor Moríns”, con una sonrisa.
Me acerco al recibidor y una mujer, rubia, perfectamente peinada con un moño, un collar de perlas en el cuello y un traje sastre negro, termina la llamada y colgado el teléfono se dirige a mí ⎯ Bonsoir, Je peux vous aider? ⎯ me pregunta.
⎯ ¿English?, ¿Español? ⎯ pregunto.
⎯ ¡Ah!, Oui, Oui, español, podemos hablag en español… ¿en que puedo ayudarle? ⎯ le pregunta en mi idioma con un acento muy marcado que denota que no es su idioma materno.
⎯ Mi nombre es Francisco Moríns, y vengo a ver al presidente de las empresas ⎯ hablo seguro.
⎯ ¿Tiene citá? ⎯ me pregunta, mientras ve el iPad con el calendario.
⎯ No, pero, estoy seguro de que él me recibirá… ⎯ le comento y, aunque yo tampoco estoy seguro de si esto funcionará, finjo que tengo el toro por los cuernos.
La señorita me sonríe ⎯ Veré que puedo hacer, señor Mogins ⎯ me indica ⎯ si quieré puede tomag asientó.
⎯Merci ⎯ pronuncio, mostrando la única palabra en francés que sé además del Bonjour y la frase que me aprendí de memoria en la preparatoria “Je peux aller aux toilettes?” (¿Puedo ir al baño?).
Me siento en uno de los sofás de la sala mientras observo atento, todo lo que está alrededor de mí. No cabe duda que, según el lugar cambia la facha pero, el movimiento es el mismo gente de arriba para abajo, teléfonos sonando y personas con las miradas clavadas en las pantallas de la computadora o en los archivos, nadie, absolutamente nadie, pone atención a lo que está alrededor.
⎯¿Señor Mogíns? ⎯ escucho la voz de la recepcionista.
Me pongo de pie de inmediato y me arreglo eso saco⎯ el presidente lo recibigá.
⎯Gracias⎯ le agradezco.
Así, después de pasar la seguridad y todos los filtros, me dan mi gafete de visitante y subo al elevador donde, después de subir unos niveles, las puertas se abren dejándome ver a una joven, malencarada y visiblemente cansada, sentada en uno de los escritorios.
Inmediatamente, antes de que yo pueda preguntar por el señor Lachevre, un hombre joven, más o menos de la edad de María Julia, sale de su oficina y me ve⎯¿Francisco Moríns? ⎯ pregunta en un perfecto español.
⎯Sí, soy yo.⎯Le doy un fuerte apretón de manos, tal como me enseñó David Canarias, y le sonrío.
⎯Pasa… ⎯ me pide.
Ambos entramos a la oficina y el cierra la puerta detrás de mí. Yo entro respirando profundo para que los nervios se vayan y pueda decir todo lo que he planeado. Él se sienta en su silla y me invita a que haga lo mismo. No puedo creer que Lachevre sea tan joven o, al menos no me imaginé así al padre de Marie.
⎯¿A qué debo su visita, Francisco Moríns? ⎯ me pregunta y se recarga sobre el respaldo posicionando su manos en triángulo.
⎯Sé que sabe quién soy señor Lachevre⎯ hablo seguro y él sonríe.
⎯No soy el señor Lachevre, él por este momento se siente indispuesto. Mi nombre es Alexandre Desplat, soy su ahijado. El señor Lachrevre se encuentra indispuesto.
⎯¡Vaya!⎯ exclamo⎯ qué mal escuchar eso.
⎯Sí, a veces las cosas pasan, en fin… continúa.
⎯Bueno, como le decía, sabe a lo que vine y es mi deseo incorporarme como parte de su empresa.
Alexandre sonríe y me ve extrañado⎯¿incorporarse?
⎯Sí, incorporarme. Fue una promesa que se me hizo cuando liberé los proyectos para Marie Lachevre , ella me dijo que me daría trabajo…⎯ aseguro, como si en realidad lo hubiese hecho.
Sé que claramente es algo que no se esperaba porque, por más que trata de verse seguro, su mirada se pierde un poco tratando de recordar si eso fue parte del plan o lo estoy inventando. Él niega con la cabeza ⎯ y, ¿qué puesto es? ⎯ pregunta.
⎯Director de proyectos.
⎯Yo, ya tengo un director de proyectos⎯ me responde.
⎯Pues, uno muy malo, porque lanzar los proyectos a la prensa sin ni siquiera haberlos revisado, es un error.
⎯Yo no sé de qué…
Me río ⎯¿De qué hablo?⎯ pregunto interrumpiéndolo⎯ venga, no puede ser que no estés enterado de lo que dice tu padrino. Sabes muy bien lo que está pasando y a mi Marie me lo dijo todo. Somos grandes amigos, unidos por la venganza de ver a los Ruíz de Con y Canarias en la ruina⎯ le digo.⎯ El odio abre caminos y este es el mío. Se me prometió trabajo si estoy dispuesto a llevarnos a la ruina, es momento de que tengan una cucharada de su propio chocolate, ¿no? ⎯ digo las mismas palabras que Marie me dijo a mí.
Él se queda en silencio, sabe que todo lo que le digo es verdad y que, él no puede escaparse⎯Cómo sé que no eres un espía de ellos.
Lanzo la carcajada, una que me sirve para que los nervios se alejen de mí y para hacerme ver cínico⎯ ¿Espía?, ¿qué es esto?, ¿una película? ⎯ me pongo de pie⎯ pensé que los Lachevre hablaban en serio, pensé que tenían el valor de hacer las cosas pero, por lo visto, se hacen tontos cuando ya se les ha dado todo⎯ le digo en un tono firme y seguro.⎯ Me jugué el pellejo por ustedes, les doy los proyectos y ¿ahora no saben qué sucede?, son igual que los Ruíz de Con y Canarias, nefastos, pero al menos ellos cumplen sus promesas y no les da miedo el riesgo… y, a mi tampoco.
Me doy la vuelta para salir de la oficina y la voz de Alexandre me detiene⎯ ¡Espera!⎯ respirando profundo, me doy la vuelta y lo veo a los ojos⎯ ya tenemos todo sobre eso de los proyectos, ¿por qué te necesito? ⎯ me pregunta interesado.
⎯Porque Marie pudo haber sacado los proyectos, que por cierto no fueron los originales pero, yo tengo el password para abrir las carpetas escondidas donde vienen los números, los nombres de los socios y sobre todo, que todos, absolutamente todos los proyectos los tengo aquí ⎯ y muestro mi celular.
⎯Es mentira.
⎯Además de todas las pruebas de Marie robando los proyectos ⎯ me río ⎯ ¿qué pensaron?, que yo haría todo esto sin ver por mí. Así que, una de dos o, me dan el trabajo que se me prometió o nos vamos todos a la cárcel, solo debo hacer clic en este botón y enviar el video a las personas encargadas de hacer esto un infierno.
Alexandre se ríe, y, saliendo detrás de su escritorio va hacia mí⎯ ¿tanto odias a los Canarias y Ruíz de Con? ⎯ me pregunta.
⎯Me quitaron todo… me usaron como pieza y luego, me olvidaron… ¿quién ama a unas personas así?, además, ya es tiempo de que alguien los pare… no pueden tener el mundo a sus pies…
Él me da una palmada sobre los hombros⎯ quiero que borres ese video que nos incrimina y te juro que te daré el trabajo.
⎯No, primero me lo das, y luego, lo borro… no soy idiota, ¿sabes?
Él suspira ⎯ bien, Francisco Moríns, te daré el trabajo… pero, abrirás cada una de las carpetas y me mostrarán lo que tienen… ¿Está claro?
⎯Como el agua…Ahora, me retiro, espero que cuando nos volvamos a ver sea en mi oficina… ⎯ le digo, para luego salir de ahí.
Cuando entro al elevador, respiro. No puedo creer lo que dije y lo que prometí, todo es falso, no tengo nada, pero mi seguridad me ayudó. Ahora tendré que ver como puedo contactar a María Julia para que me ayude con las promesas hechas antes de que me pidan abrir esas carpetas que no tengo.
⎯Creo que te pasaste Moríns⎯ me regaño en voz baja, mientras salgo al recibidor del edificio. Inmediatamente voy con la señorita de la recepción y le pregunto⎯¿Marie Lachrevre está aquí?, me gustaría saludarla.
⎯No, la señorita solo viene cuando la llaman⎯ me indica.
⎯Bien gracias⎯ respondo.
Y salgo del edificio para esperarla… que empiece la segunda parte del plan.