A Contracorriente©

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Desde unos días atrás todo se ha vuelto un vil caos, todo. De pronto la fundación está siendo investigada y han detenido todas las actividades y proyectos, e incluso la sede en México se ha metido en esto, por lo que ha traspasado fronteras, así que esto ya comenzó a hacer eco en otros países. 

Por suerte, los Lafuente, están de nuestro lado y le han dicho a mi tía que no se preocupe por la alianza, que sigue fuerte y que más que socios, son familia y no solo por mi padre y mi tía, sino por todo lo que mi abuelo hizo por su familia durante tantos años. Eso, ha mantenido a la mayoría de los socios tranquilos, aunque hay otros que ya han comenzado a querer respuestas, unas que mi tía aún no se las puede dar; sin embargo esperamos que nosotros sí. 

La plática con mi madre, sin que ella lo hubiese sabido, fue de gran ayuda para mí ya que me puso a formular decenas de preguntas y probabilidades con respecto al origen de la persona que nos está tratando de hacer tanto daño. Así que, sin detener más las cosas, llamé a mis primos y les platiqué la idea; dicho origen o tiene que ver con el pasado o algo olvidado. Por lo que teníamos que recurrir a la persona que ha llevado notas de todo lo que hace la familia, mi tío Manuel. 

⎯¡Bien!⎯ escuchamos la voz de mi primo Daniel, quien entra con decenas de libretas y las pone sobre las lavadoras del cuarto de lavado de mi tía Julie⎯ estás son las notas. 

⎯¿Veinte libretas?⎯ pregunta Sabina ⎯pensé que serían más.

⎯De la Esposa de los ciento ochenta días⎯ agrega⎯ Cho y David viene con las otras. 

⎯¿Es en serio?⎯ pregunta Héctor, ⎯si ya leímos los libros, ¿ahora tenemos que leer las notas?, no es más fácil ir a YouTube y escuchar el audiolibro. 

⎯No Héctor, porque las notas tienen detalles que el libro no⎯ respondo tomando uno de los cuadernos que tiene un número uno. Mi tío es tan organizado que tiene todos numerados y en pasta de diferentes colores, según la historia. 

Cho en ese instante llega y pone otras veinte libretas, y David remata con otras diez. De pronto, creo que ir a lo básico es mala idea, pero, no puedo dejar de pensar que es ahí donde está el origen de todo. 

⎯Bien, Johannsen y Alegra están entreteniendo a los Canarias, Gus le está dando rehabilitación a mi papá y mi madre está con la abuela y los Carter no están, así que tenemos exactamente nada, para leer todo esto⎯ dice Daniel. 

Jon toma una de los cuadernos y al ver la letra de mi tío, lo deja⎯ mejor yo cuido la puerta, ¿vienes Jo? 

⎯No, yo si estoy interesada en saber la vida de mis tíos y padres, tendré como sobornarlos más adelante⎯ bromea. 

⎯Solo léanlos con cuidado, ¿sí?, mi padre me mata si sabe que los saqué de su estudio y los traje al cuarto de lavado de la tía Julie. 

⎯Al cuarto de la rata⎯ bromea Cho, y luego toma de la cintura a Sabina⎯ ¿qué dices?, ¿la atrapamos? 

⎯Sin rata por tres meses, te lo dijo el doctor…⎯ responde Sabina tomando una libreta con el número 1 de diferente pasta y color a la mía. 

⎯¿Tres meses sin rata?, pobre de ti, tío⎯ le contesta Daniel. 

⎯Cállate, que tú tampoco has tenido rata… ni David, Héctor menos, posiblemente Alegra y es evidente que Sila tuvo rata⎯ contesta Lila, quien había estado muy callada. 

⎯Tú no sabes nada de mi vida de roedor activo⎯ comenta David. 

⎯Sí, sé que después de tu última vista a la madriguera, no ha pasado nada. 

⎯¿Quieres que le diga a mamá sobre el ratón de la fiesta, Lila? ⎯ la amenaza Daniel defendiendo a su primo. 

De pronto, comenzamos a enfrascarnos en una de nuestras típicas pláticas sin sentido, hasta que pido que guarden silencio⎯¡Basta!, no estamos aquí para hablar de eso. 

⎯Sí, y ya dejen de decirle rata al sexo… ⎯ corrige Jo⎯ es asqueroso. 

⎯El sexo no⎯ responde David y Cho le da un zape para callarlo⎯¿qué?, tú empezaste⎯ se queja entre risas. 

⎯Bien, entonces, nos vamos a dividir los libros y sacaremos nombres de los posibles “enemigos” de la familia tanto de los Ruíz de Con, como Canarias… ¿estamos? 

Todos acceden con la cabeza y comenzamos a leer cada una de las notas de mi tío Manuel. A pesar de que son muchas libretas, lo disfrutamos, el volver a releer con tanta precisión y realismo cada una de las situaciones de la familia es como si estuviéramos viendo las fotos que toma mi mamá de nosotros. Leer nuestros nacimientos, primeros pasos, palabras, anécdotas y aventuras, ha hecho que toda esta investigación se vuelva más divertida. Horas después, tenemos ante nuestros ojos una lista de nombres de posibles enemigos de la familia y comenzamos a buscar sobre ellos en el iPad de Jo. 

⎯Bien, al parecer Begonia ya ni siquiera está en este mundo y murió sin descendencia por lo que… descartada. 

⎯¿Qué dices del tal Iñaki? ⎯ me pregunta Sabina. 

⎯Nada… absolutamente nada. 

⎯Y, ¿Burgos?, del abuelo David… ⎯ pregunta Daniel. 

⎯Nada, al parecer soltero y tenía una pareja pero se fue después de que pasó de la tía Julie, aún así… no podría hacer nada. 

⎯¿Hay Lachevres?⎯ insiste David. 

⎯Nada. 

⎯¿Son todas las notas? ⎯ pregunta Cho a Daniel. 

⎯Sí, las de los otros libros están bajo llave en su estudio y yo no la tengo, así que… es todo. 

En ese momento, el móvil de Cho suena y al sacarlo nos dice⎯ es un mensaje de Moríns. 

Me acerco a él y veo el mensaje claro⎯ ¿Fenobarbital?, ¿qué demonios hace con eso? ⎯ pregunto en alto. 

Cho le escribe rápido y momentos después contesta⎯ dice que no tiene tiempo, que le digamos. 

⎯Bueno, dile que el Fenobarbital, es un barbitúrico que es recomendado para tratar la epilepsia en niños, o también en casos de ansiedad, problemas para dormir, síndrome de abstinencia y… 

⎯Vale⎯ me interrumpe⎯ le pondré es un fuerte sedante para casos extremos⎯ contesta. 

⎯Sabes que no es así, Cho, también estudiaste esto… 

⎯Lo sé⎯ responde con una sonrisa y luego recibe otro mensaje de Moríns ⎯ dice qué, qué pasa si se inyecta por un tiempo prolongado. 

⎯Bueno si se llega a usar frecuentemente y sin una dosis. 

⎯Sila…⎯ me pide Sabina. 

Suspiro⎯ Cierto. Hay de dos, una sobre dosis te mata, la otra es que el constante uso causa daños en órganos, pérdida de conciencia, dificultad para respirar… 

⎯Te hace el cuerpo y el cerebro como fideo de ramen…⎯ le escribe. 

⎯¿Por qué pregunta eso? ⎯ dice Héctor que está justo a su lado. 

⎯Porque creo que Lachevre es una víctima más, creo que Marie está matando a su padre⎯ lee Cho y todos hacen un sonido de sorpresa. 

⎯¿Entonces?, ¿Lachevre padre no es el que nos quiere joder?⎯ inquiere Daniel. 

Así, el celular de Cho comienza a vibrar, y vemos diez mensajes seguidos de Moríns; al abrirlos son fotos. 

MORÍNS

¿QUÉ NO ES ESTE EL SEÑOR CANARIAS? SE PARECE.

Comenzamos a ver las fotos y vemos a un hombre con las mismas facciones que el abuelo David, tantas que es sorprendente el parecido. 

⎯No es el abuelo⎯ dice Daniel. 

⎯Pero, si es igual al de las fotos⎯ habla Cho. 

⎯No, no es⎯ defiende David ⎯ el abuelo no tenía cicatrices y éste tiene una cicatriz en la ceja, y tampoco era gordo, mi abuelo tenía cuerpo atlético, debe ser alguien más. 

⎯Sí, como un tío o un primo⎯ comenta Héctor. 

MORÍNS 

ME VOY DE AQUÍ, NO PUEDO ESPERAR… ADIÓS. 

Llega el mensaje… 

Me quedo viendo hacia la nada y luego sonrío⎯ el árbol. 

Entonces sin pensarlo salgo del cuarto de lavado y comienzo a caminar hacia la casa de la tía Ainhoa. 

⎯¿Qué?⎯ pregunta Sabina siguiéndome, junto con los demás. 

⎯El árbol del abuelo, tenemos que ver el árbol original. 

⎯Ese está en casa de tus papás y ahora no podemos ir⎯ dice Daniel. 

Me detengo,⎯No, ese árbol, no… mi papá lo restauró y quitó a parte de la familia que no le interesaba y agregó a los Carter y a los Ruíz de Con, incluso a Cho… lo vi ayer. 

⎯¡Awwww de verdad! ⎯ dice Cho. 

⎯El árbol original está en casa del tío Manuel y la tía Ainhoa, si Lachevre tiene que ver con un Canarias debe de estar ahí. 

Así, tratando de hacer el menor ruido posible, entramos a casa de los tíos y nos vamos directo a la pequeña habitación que mi tía Ainhoa tiene como estudio. Momentos después, Héctor y Lila sacan el antiguo árbol de los Canarias y lo ponen sobre el escritorio. Vemos este sin fin de nombres que vienen desde generaciones pasadas y todos suspiramos. 

Con el dedo comienzo a buscar el nombre del abuelo mientras leo con atención⎯ ¿entonces?, ¿qué Canarias buscamos?⎯ me pregunta David. 

⎯No estamos buscando un Canarias… estamos buscando un Lachevre⎯ le comento deslizando mi dedo por los nombres hasta parar en uno⎯ o un Desplat, finalizo para, después señalarle el nombre⎯ te tenemos.

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