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Moríns 

-Al día siguiente- 

Hoy me desperté con una sensación diferente e indescriptible, algo que jamás había sentido y que no entiendo pero, me gusta. Ver a mi bebé, a ese ser humano que se está formando dentro de Sila, que es mitad ella y mitad yo fue… insuperable. No hay palabras que en este momento puedan comunicar mis pensamientos. 

Ayer, pasé horas recostado sobre mi cama viendo la foto del ultrasonido, imaginándome si sería niño o niña, sí tendría el cabello lacio como el de Sila, o mis rizos, como serían sus manos, sus dedos, sus brazos y recordando el latido rápido de su corazón. No me importa si es niño o niña, solo quiero que llegue sano y fuerte y que pronto pueda ver sus hermosos ojos color esmeralda, porque sé que así serán. 

Voy a ser padre, solo pensarlo me hace sonreír, supongo que sí ahora me siento así y apenas se está formando, no me puedo imaginar cuando ya lo o la tenga entre mis brazos, solo de pensarlo me dan muchas ganas de llorar y no sé porqué, ¿será que el embarazo me está afectando a mi también?. Sea lo que sea, me encanta y sobre todo amo presumirlo y decirles a todos que un nuevo Moríns está por llegar, uno tan deseado desde hace años. 

—¡Ey Moríns!— escucho la voz de Xóchitl al llegar a la fundación. De inmediato detengo el elevador y espero a que ella suba.—Gracias. 

—De nada— respondo. 

—Ayer vi a tu bebé en casa de Manuel— me informa. 

—Sí, supe que todos fueron para allá, yo iré en unos minutos, solo vengo por los proyectos— hablo, tratando de evitar más detalles. 

—Y, ¿puedo verlo de nuevo? — le pregunta. 

Entonces, saco mi cartera y después la foto y se la muestro — aquí está. 

—Es bello. Me recordó mucho cuándo Ben y yo adoptamos a María del Mar. Cuando su madre nos la dio en adopción, íbamos a cada mes a México para sus ultrasonidos y chequeos, y solíamos traer sus fotografías, tengo todos desde las primeras semanas hasta la última. Me encantaba verlos porque me emocionaba saber que pronto llegaría. Luego tomé la idea de Luz de ponerlos todos en un marco muy bonito, ella tiene así los de las gemelas y David. Deberías de enmarcar los tuyos para que no se maltrate; dile a Sila que lo hagan seguro… 

—Seguro que su madre ya se lo dirá— termino la conversación y ella guarda silencio. 

Las puertas del elevador se abren y ambos salimos de él. Xóchitl me da la foto y me sonríe tímidamente— te puedo dar un consejo que no me pediste. 

—Supongo…— respondo quitándome la gabardina ya que me ha dado calor. 

—Trata de distinguir entre las decisiones que se deben tomar con la mente y las que se deben de tomar con el corazón.

—¿Qué quiere decir eso? — pregunto sin entender. 

—Solo recuérdalo. Te veo en veinte minutos para que el chofer nos lleve a casa de Manuel. 

—Ok— respondo, y me doy la vuelta para caminar hacia mi oficina, aún sin saber por qué Xóchitl me ha hecho ese consejo. 

Al abrir la puerta veo que sobre la mesa ya están listos las carpetas con los proyectos y al lado una vaso de café humeante con una nota escrita sobre el vaso que reza: “Buenos días, espero tengas un bonito día”. Lo tomo y le doy un sorbo y siento como mi cuerpo reacciona y me hace sentir mejor. 

—Muy atinado, Marie— murmuro. 

—Buenos días, Señor Moríns— escucho su voz atrás de mí y al voltear la veo con un vestido más pegado que el de ayer, solo que esta vez es de color negro. Trae sobre el cuello un collar de perlas, bastante largas, engarzadas en una cadena de oro y esas botas negras con tacón rojo que le gustan tanto. 

—Marie— pronuncio— gracias por todo. 

—De rien, señor Moríns, pensé que quería tener todo listo. 

—Sí, gracias. 

Entonces saco la fotografía y la voy a meter a mi cartera cuando ella la toma literal de las manos —¡Guau!, este bebé de quién es. 

—Mío, Marie— digo con una sonrisa que no puedo evitar. 

—¡Guau!, no sabía que eras casado. 

—No lo soy… 

—¿Novia, tal vez? 

—Hmmm, no— respondo. 

—¿Gay? 

—Marie… es mi bebé y es lo que importa, ¿me la puedes dar por favor?, tengo que apresurarme para ir con Xóchitl. 

—Cierto, cierto…— me dice y me regresa la fotografía. 

La tomo y como puedo la meto en mi cartera para luego cerrarla. Voy hacia el otro lado de mi escritorio, tomo la agenda y el iPad para comenzar a revisar mi día y los correos que me han llegado durante la noche. 

—Entonces, ¿quién es la madre del bebé? — me pregunta, arreglando los Folders. 

Levanto la vista y suspiro— mi ex prometida. 

—Veo… — contesta. 

Vuelvo a concentrarme en los correos y abro uno de Carlos Caballero y comienzo a leerlo. 

—¿Es por la que te sentías triste la otra vez? — me pregunta. Levanto la vista y cuando nuestras miradas se juntan, cambia su rostro borrando la sonrisa— lo siento señor Moríns, no fue mi lugar. 

—¿Tanta curiosidad tienes por saber quién fue? — pregunto. 

—Bueno, es que… no me gusta verle afligido. 

—Ya no estoy tan afligido, voy a ser padre, así que ahora me siento mucho mejor. 

Marie sonríe — eso es bueno, señor Moríns. Aunque, si puedo decirle una cosa, yo, si tuviera a una persona como usted no lo hubiese engañado, ¿cómo sabe que el bebé es suyo? 

—¿Disculpa? — pregunto y luego comienzo a reírme y no sé por qué. 

—Bueno, es que, si está embarazada y lo engañó, supongo que existe esa posibilidad. 

—No me engañaron, me dejaron plantado en el altar, por situaciones que sigo muy bien sin entender pero que sé que con el tiempo lo haré. Además, estoy cien por ciento seguro de que el bebé es mío, de eso no hay duda— respondo, y vuelvo a concentrarme en los últimos correos para segundos después, recibir un mensaje de Xóchitl en mi celular. 

XÓCHITL

YA ESTOY ABAJO, ¿DÓNDE ESTÁS? 

—Me tengo que ir, Marie. 

—Si, sí, por supuesto— responde. 

Ella toma las carpetas, mi agenda y el iPad para que yo tome solo el café y mi gabardina. Ambos caminamos hacia el elevador y cuando las puertas de este se cierran, Marie voltea a verme. 

—¿Tu eres el hombre que Sila Canarias dejó en el altar, cierto? — escucho y la volteo a ver. 

—Sí, ¿cómo supiste? 

—Antes de que llegaras el rumor estaba por todas partes pero, jamás mencionaron tu nombre. 

—¿Ahora me hablas de tú? — pregunto, para luego reírme bajito. 

—Es que esto te lo digo como amiga, no como asistente. Creo que te hace falta una amiga Francisco y yo puedo serla. Digo, ambos estamos solos aquí y necesitamos hablar con alguien y pues… no es mala idea, ¿no crees? 

Sonrío— gracias, pero ya tengo un amigo. 

Las puertas se abren y ambos caminamos hacia la puerta donde Xóchitl espera impaciente—pero, no tienes una amiga… a veces la perspectiva es diferente y podría ayudarte, ¿no crees? 

Tomo las cosas entre mis manos y suspiro — lo voy a pensar. 

—Bien, ya sabes donde encontrarme… Francisco Moríns— pronuncia mi nombre y me sonríe. 

Sonrío de vuelta y salgo del edificio para encontrarme con una Xóchitl bastante molesta—¡Veinte minutos Moríns! — me dice. 

—Lo sé, lo siento, estaba hablando con Mari…

—Lo que hagas con ella fuera de la empresa no me importa, lo que pase acá adentro sí…El puesto que tienes es importante Moríns, mucho muy importante… no juegues con tu suerte. 

—¿Me dices que tengo este trabajo por suerte? — contesto molesto. 

—Sí, porque eso lo dices tú, no porque nosotros lo creamos. Recuerda, uno obtiene lo que cree merecer… también acepta ese consejo que no me pediste—habla para después, subir al auto y guardar silencio por el resto del viaje.

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