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Moríns 

Admito que después de la última frase que me dijo Xóchitl, ella y yo no hablamos para nada, hasta que llegamos a la casa de Manuel, dónde ella me dijo que entraría primero sola a hablar unas cosas con él y luego tocaría mi turno, por lo que tuve que esperar abajo en la sala donde me entretuve viendo los libros y las fotos, ahora, de los Ruíz de Con Canarias. 

Al parecer, toda la familia ama las fotografías, e incluso, le han pasado a Sabina y a Sila la misma afición por lo que, al entrar a la casa de un Ruíz de Con o un Canarias puedes saber la historia de la familia solo con ver a los muros o a las repisas. 

En las de Manuel y Ainhoa, se puede ver una historia de amor que empezó desde la infancia, una que terminó en una gran boda en Ibiza al estilo México y que les dio dos hijos, Daniel y Héctor, que salen en cientos de fotos junto con sus primos y los primos postizos, es decir, los hijos de Xóchitl. 

Debo confesar que su historia me da un poco de envidia, ya que me recuerda un poco a la mía con Sila, por eso de que nos conocimos de jóvenes y por eso de la amistad y esas cosas. Solo que, en el caso de ellos, Ainhoa no dejó plantado a Manuel en el altar. 

—¿Moríns?— escucho la voz de Xóchitl y camino hacia donde están las escaleras.Cuando Xóchitl me ve, sonríe levemente—Manuel te verá ahora. 

—Gracias. 

—Yo iré a la cocina, ahí te espero. 

—Gracias— respondo, así de sencillo, porque para ser sincero no sé como hablarle ahora. A veces siento que está enojada, a veces que es mi amiga o, tal vez, mi perspectiva es así.

Con las carpetas en las manos, la agenda y el iPad, camino hacia la habitación de Manuel dónde, al entrar, lo veo recostado con la pierna enyesada, elevada y reposando sobre una especie de arnés. 

—¡Ey Moríns!, pasa… — me invita, y se acomoda un poco más. 

—Manuel, ¿cómo te sientes? 

—Te diría que genial, pero estoy más incómodo y frustrado que otra cosa. Eso si, no había dormido ni leído tanto como ahora— habla con ánimo.—Acércate esa mesa, ¿quieres? 

Voy hacia uno de los rincones de la habitación y cargo la mesa para llevarla cerca de la cama. Manuel se acomoda de una forma que puede tomar los archivos y también hablar conmigo de frente. 

—He escogido cinco proyectos viables que creo son muy buenas ideas— hablo con entusiasmo. Porque pueda que mi situación no sea la óptima pero el trabajo me gusta y en cierta manera me apasiona. 

—La vez pasada traías casi 10— dice, tomando la primera carpeta. Por un momento se queda en silencio y luego la baja para verme a los ojos — ¿Cuáles te gustan a ti?

—¿Disculpa? 

—Si, cuáles te gustan a ti. De los diez cuáles son los que me dirías que son los proyectos. 

Me quedo en silencio y sonrío —¿me confiarás la elección? 

—Mira Moríns, para hacer algo, hay que creértelo porque si no te la crees tú, nadie te lo creerá y en este mundo empresarial se necesita presencia. Me hubiese gustado que conocieras a mi suegro, ese hombre, entraba a un lugar y solo su actitud te decía que tenía todo bajo control, aunque no fuera cierto— se ríe—venga, dime…

Busco entra las carpetas y selecciono tres y las abro sobre la mesa — estás son ideas geniales. En primera, es una escuela comunitaria en San Gabriel para el desarrollo de las habilidades artísticas. Según el reporte hay muchos niños y niñas que tienen talento y que solo buscan desarrollarlo. También es para preservar la cultura y enseñarles una nueva habilidad. 

—Bien— responde Manuel. 

—Este es un programa de despensas, que se puede implementar aquí o en México… es ir a las tiendas departamentales, las más grandes, y recopilar la comida que no se vende como el pan y así… 

—Vale— me responde sin ver la carpeta, solo a mí. 

—Y el tercero es una escuela… en San Gabriel. Según dice el reporte hay un índice alto de analfabetismo, ya que la escuela más cercana queda a kilómetros. El gobierno de México no se ha atrevido a… 

—Aprobados, los tres— dice Manuel y cierra la carpeta. 

—¿Cómo?, no verás los reportes, los resúmenes… 

—Creo en ti Moríns, y si te gustaron los tres es porque te apasiona. Trabaja en ellos, haz el cronograma, la presentación el presupuesto y… 

—Espera, espera…— le detengo,—¿yo dirigiré los proyectos? 

—¿Qué pensabas?, ¿que los ibas a escoger y ya? 

—Espera Manuel, un proyecto se hace en un año como mínimo si no es que más… aquí tenemos tres. 

—Lo sé, pero hay dos escuelas que se hacen una, empieza por ese y ve haciendo el de las despensas, Moríns… piensa en grande, no te limites. 

Suspiro —Ok, si tú lo dices— respondo, y comienzo a puntar algunas cosas en la agenda— recibí un correo de Carlos y… 

—Sí, Xóchitl me dijo, ella también lo leyó… no te preocupes, se resolverá, mejor dime… ¿cómo va tu relación con Sila?, ayer vino emocionada a informarme todo lo del bebé. 

—Creo que estamos mejor. Hablamos, y acordamos que tendremos una crianza compartida y que estaría junto a ella en cualquier asunto del bebé pero, cada quién aparte en lo que concierne a otras cosas de la vida. Ella se queda en su piso, yo en el mío, ella en su trabajo y yo en el mío y listo. 

—Bien, muy bien… un acuerdo muy pacífico.— Me responde, aunque creo que su tono es de incredibilidad.

—Así es…— respondo y le entrego la pluma para que firme la aprobación de los proyectos. Sin embargo, Manuel no la toma —¿qué pasa? 

—Yo, no apruebo los proyectos… 

—¿Cómo?

—Los aprueba Sila y mi hermana María Julia. 

—¿Disculpa?

—Jamás los probé, yo dirigía y mi opinión se tomaba en cuenta pero, los aprobaban David padre e hijo, el primero por ser el presidente y el segundo en nombre de Sila, ya que era menor. Ahora que Sila regresó y terminó sus estudios, pues ella los tiene que aprobar. 

«No puedo creerlo»

—¿En serio?— pregunto aún sin creerlo. 

—Sí, está estipulado por su abuelo, en papel y testamento, y bueno, es algo lógico ya que se llama “fundación Sila Canarias”, ¿no?

Suspiro— bien, iré a hablar con ella y le pediré que lo firme. 

—Gracias y también encárgate de contactar a la persona que tuvo la idea de los proyectos, deberás trabajar palmo a palmo con ella, ya que debe darte detalles. 

—Ok— respondo— y ¿dónde veo eso? 

—¡Oh!, Fácil… — y toma el iPad de la oficina y busca en los archivos de la compañía donde Xóchitl los sacó. Él, voltea para que vea la pantalla y me muestra, al ver el nombre comienzo a reír… 

—No, no, no… 

—¿No qué?, ¿no sabes leer? 

—No puedo creerlo… 

—Es lo que es, Moríns. Tú lo escogiste. 

Tomo el Ipad y leo claramente que los tres proyectos fueron propuestos por S.Canarias y S. Carter. No puedo creer que esto este pasando, no sé si lo veo como una señal o como una maldición. 

—Al parecer… ambos tienen una gran conexión, ya que ella mandó estos proyectos antes de que se reencontraran… así que… tú dime. 

Niego con la cabeza — digo que esto debe ser… 

—¿Destino? — añade Manuel. 

—Una gran, gran… coincidencia. 

—No querido Moríns, una coincidencia es cuando te encuentras a tu vecino paseando por la acera en el centro de México. Esto, es destino… y créeme, los Ruiz de Con somos expertos en esa temática… así que, a trabajar.

—Bien— digo en un suspiro y me pongo de pie— haré todo lo que pueda pero… 

—No me lo cuentes, hazlo… no te limites y, por cierto, tu le darás la noticia a Sila y a Sabina formal y personalmente… nada de excusas o “ella en lo suyo y yo en lo mío”— me advierte y ahora sé que nuestro acuerdo le parece una tontería.  

—Sí, Manuel… con permiso. 

—Propio… Xóchitl te contará de algunos cambios… hasta luego. 

Así, salgo de la habitación con las carpetas en las manos y sin podérmela creer. Se supone que cada quién iba estar en el lado que le correspondía y ahora sea coincidencia o destino… debo trabajar con Sila Canarias.

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