A Contracorriente ©
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Moríns
Mujer embarazada de aproximadamente 24 a 26 semanas, sufrió un desmayo después de una altercado, aún no responde…
Escucho a los sanitarios entrar por la puerta de urgencias mientras llevaban a Sila en la camilla hacia dentro del hospital. Yo voy tomando su mano, corriendo a su lado y tratando de que me escuche.
⎯¡Sila, amor!, tienes que despertar, tienes que despertar⎯ le ruego.
Detrás de mí entra Luz en otra camilla, rodeada de dos enfermeras y dos doctores incluyendo David. Él viene más tranquilo y dando órdenes con un tono de mando que no sé como le hace. Yo siento que las piernas me tiemblan y que estoy a punto de desmayarme con todo lo que está sucediendo.
⎯Después de revisarla, llévenla abajo para sacarle radiografías y una tomografía, me preocupa ese golpe en la cabeza⎯ David voltea a verme y juro que su rostro es muy diferente al tipo de voz que está usando. Su tez es blanca, pálida, y sus ojos simplemente expresan miedo y mucho.⎯Moríns, ve por favor a la sala a esperar con Cho.
⎯No señor, necesito saber como está Sila⎯ le comento.
David me toma del hombro y me ve a los ojos⎯ ya no puedes hacer más aquí. Mi hija y mi esposa están allá adentro y necesito mantener la calma, te lo pido, hazme caso y ve.
⎯Pero Sila es mi esposa⎯ admito con lágrimas en los ojos⎯ es la madre de mi bebé, como sé si mi bebé está bien.
David me abraza y luego siento como alguien me jala, de nuevo siento a Cho evitando que yo desobedezca ⎯¡solo ve, Moríns!, yo te avisaré cualquier cosa, solo vete⎯ me indica para luego mirar hacia el frente y señalar con la mano ⎯ por acá, traigan a la paciente para acá⎯ y al voltear veo a la señora Ainhoa entrando en otra camilla y llorando desconsoladamente tomando la mano de Daniel y Héctor.
⎯No le dejen morir, ella nos defendió, no la dejen morir ⎯ grita, al parecer está en un ataque de pánico.
⎯Tranquila madre, tranquila, ya estás a salvo, ya estás aquí ⎯ le consuela Daniel con cariño.
⎯Cuida a tu hermano, cuida a Héctor, no te separes de él, no te separes ⎯ le ruega para después desaparecer junto con David Canarias detrás de la puerta.
Nos quedamos viendo como ellas desaparecen, mientras un sentimiento de profundo pesar y también de incertidumbre se queda a nuestro alrededor. Siento la mano de Cho sobre mi hombro y al voltear me sonríe levemente.
⎯Vamos con los demás, seguro están igual de angustiados⎯ me dice.
Sin poder hacer nada más, camino hacia la sala de espera donde los demás se encuentran viendo hacia la puerta, otros hacia la ventana y algunos abrazados. Veo a Alegra y a Lila sentadas sobre el sofá, Alegra consolándola, a David ayudando a Manuel y a Robert y Julie con los mellizos.
⎯¿Cómo están?⎯ pregunta María Julia en cuánto nos ven.
⎯No lo sabemos⎯ contesto con melancolía⎯ nadie sabe, David entró con ellas y la única consiente era Ainhoa, las demás están muy heridas y Sila no reacciona. Solo sabemos que ella reanimó a su madre antes de caer desmayada.
María Julia se lleva las manos hacia el rostro y lo cubre⎯ ¡Ay Dios!, ¡ay Dios!, esto está mal, esto es un desastre.
Robert la abraza con fuerza consolándola, mientras los mellizos se ponen de pie y van hacia Cho. Él igual los abraza y les dice con cariño si necesitan algo. Sabina se acerca a mí y me da un abrazo.
⎯Todo estará bien, Moríns, ya verás⎯ me dice.
Asiento con la cabeza y no sé si lo hago convencido o tratándome de convencer de nuevo que todo estará bien, que habrá un poco de tranquilidad en todo lo que está sucediendo. Me separo de Sabina y le sonrío.
⎯Espero que sí⎯ murmuro. Me aclaro la garganta⎯ le llamaré a mi mamá, le haré saber todo lo que está sucediendo⎯ anuncio.
Así, me alejo un poco de la familia para tomar mi celular y marcar el número de mi madre cuando escucho la voz de David atrás de mí⎯¡Moríns! ⎯Volteo de inmediato y literal corro hacia él. Todos en la familia se acercan⎯ ven conmigo, el bebé nacerá.
⎯¡Qué!, ¡no!⎯ exclamo asustado.
⎯No hay de otra, si no hacemos la cesaría Sila y la bebé morirán⎯ habla.
⎯¡Es niña!⎯ expresa Alegra de inmediato.
⎯Sí, no hay tiempo que perder, vamos…⎯ me anima.
Volteo a ver a todos y ellos me sonríen ⎯ rezaremos por ella⎯ me dice Manuel⎯ solo ve.
Asiento con la cabeza y me doy la vuelta para seguir a David por todo el hospital. Él va concentrado, demasiado para ser verdad, pero sé que por dentro está que se lo lleva la chingada.
⎯Ahora entiendo porqué murió la mamá de Sila⎯ me habla y yo volteo a verlo ⎯ seguro tenía preeclamsia y nunca lo supo, por eso nació tan pequeñita… Sila lo heredó.
Tomo a David del brazo antes de entrar al área donde me tengo que cambiar de ropa y lo veo a los ojos ⎯ no me mienta señor Canarias, se lo pido, no me mienta… ¿tengo que decidir entre la vida de Sila o de Fátima?⎯ pregunto y la piel se me eriza al pronunciar por primera vez el nombre de mi hija⎯¿Sila va a morir?, solo dígamelo… no me mienta.
David suspira⎯ te juro Moríns, que haré todo, absolutamente todo lo que está en mis manos para que las dos vivan, todo, ¿me crees?
Asiento con la cabeza⎯ te creo.
⎯ Bien, ahora vamos, que se nos hace tarde.
Entonces, en menos de tres minutos, me aseo y me pongo la ropa que tengo que usar para entrar al quirófano. De inmediato paso, y veo a Sila recostada sobre la plancha, a las enfermeras y enfermos listos para atenderla y para recibir a nuestra bebé. Yo llego al lado de Sila que, al tomar su mano, abre los ojos y me ve.
⎯¡Amor!⎯ murmuro y toco su frente⎯ es niña, vamos a tener una niña.
⎯Cuídala mucho, cuídala mucho⎯ repite⎯ no la vayas a dejar sola, te lo pido.
⎯Sila⎯ recito su nombre mientras las lágrimas salen por mis mejillas.
⎯Prométemelo Moríns, te lo pido… no la vayas a dejar sola, no la vayas a dejar sola.
⎯Lo prometo, lo prometo⎯ hablo.
Escucho como los doctores dan indicaciones y el ambiente tenso alrededor. Escucho a Ben dar las indicaciones y cómo David habla con él en un tono serio. Momentos después el todos prestan mayor atención y yo tomo la mano de Sila con fuerza.
⎯Te amo, Moríns⎯ me dice⎯ perdóname.
⎯No hay nada que perdonar⎯ le respondo⎯ te amo, te amo mucho.
⎯No te vayas a separar de ella sí, no quiero que se quede solita⎯ me repite.
⎯Sila…⎯ murmuro.
⎯¡Llegó!⎯ escucho a Ben y de inmediato las enfermeras se acercan al bebé y comienzan a moverse al rededor de ella.⎯ A terapia intensiva, ¡rápido!
⎯Ya nació, bebé Moríns es una niña ⎯ le indico.
⎯Recuerda cómo los bañaba⎯ me dice Sila⎯ recuérdalo bien.
De pronto, comienza a mi alrededor decenas de sonidos que me aturden. Sila cierra los ojos y siento como en ese instante me separan de ella.⎯Ve a ver a tu hija Moríns ⎯ escucho la voz de David.
⎯No, pero Sila.
Presión bajando muy rápido doctor…
⎯¡Sila!⎯ vuelvo a pronunciar.
David me ve a los ojos y con un tono tranquilo me dice⎯ Sila va a estar bien, te lo juro. Es mi hija y haré todo lo posible por que esté bien… ahora ve con la tuya, te va a necesitar, solo ve.
⎯Señor…
⎯Ve Moríns… solo ve… te juro que todo estará bien.
Así, mientras veo como Sila se encuentra de nuevo en ese quirófano, no puedo dejar de pensar en todo lo que ha sucedido. No puedo perderla, no puedo pero ahora soy padre y debo proteger a mi hija, debo estar con ella… solo espero que todo esto termine bien.