A Contracorriente ©
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Moríns
-Dos semanas después y Momentos antes-
Entro corriendo al hospital mientras siento mi cuerpo pesado y severamente cansado. Es la primera vez desde que sucedió lo de Sila que he tenido que separarme de ella y de mi bebé, ya que tenía que acudir a un evento que solo podía ser atendido por mí.
Tan solo abro la puerta, veo a Cho profundamente dormido sobre el la silla que se encuentra en unos de los pasillos del área de terapia intensiva. El pobre debe estar exhausto, se quedó por mí en la noche para que yo pudiese ir a descansar y estar al menos consciente hoy por la mañana.
Me acerco con cuidado y pongo la mano sobre su hombro ⎯¿Cho? ⎯ le murmuro ⎯¿Cho?
Él se levanta dando un salto y abriendo los ojos de inmediato ⎯ me asustaste.
⎯Lo siento, pero no encontré otra forma de levantarte.
⎯Unas caricias y un beso no estaría mal, mi vida ⎯ me contesta, y sonrío. Cho, desde que amanecimos juntos en la cama aquel día no deja de hacer bromas al respecto.
⎯¿Quién está con mi hija? ⎯ pregunto.
⎯Sabina, ella me cambió el turno hoy por la mañana, yo me quedé porque Daniel me pidió que estuviera al pendiente de Sila, él tuvo que irse a ver algo de su mamá, pero me ganó el cansancio, lo siento.
⎯Bien…no importa.
⎯La señora Luz ya está dada de alta, hoy por la mañana me dijo David. Es evidente que la señora no se quiere ir pero, debe descansar ⎯ explica.
Suspiro ⎯ bien, iré a ver a mi bebé y luego, ¿te invito un café?, creo que lo necesitas… ¿esperarás hasta que salga tu mujer?
⎯¡Ey! ¡Ey!, yo solo le puedo decir mujer a mi mujer… y sí, claro que la esperaré ⎯ contesta y me hace sonreír de nuevo.
Voy hacia donde se encuentran los cuneros de terapia intensiva y me sorprendo al ver a Lila y Alegra observando desde uno de los ventanales que hay al fondo. Ambas están pegadas al vidrio y mueven las manos como si estuvieran saludando. Al acercarme, veo que Sabina tiene a Fátima sobre su hombro, pegada a su cuello y con la manos cogiendo su dedo.
Mi hermosa sigue pequeñita pero poco a poco evoluciona bien. Según Ben su corazón late fuerte y firme y eso es una buena señal, sus pulmones van desarrollándose y va ganando peso.
⎯Moríns ⎯ me dice Lila al verme llegar y sonríe ⎯ mira, le hice a Fati una cobijita para el frío ⎯ y me la muestra con el dedo apuntando a la manta que ahora está sobre su pequeño cuerpo ⎯ está perfectamente apta para ella, mi papá me enseñó como debía hacerlo.
⎯Gracias, seguro será su favorita.
⎯Le tomé una foto ⎯ me dice Alegra ⎯ mi mamá quiere continuar con el proyecto pero, de otra forma. Mi abuela Fátima reza diario por ella, al igual que todos. Por cierto, tu mamá vino hace rato a ver a Sila y luego regresó a la casa para darle la bienvenida a mi mamá, hoy la dieron de alta pero no se quiere ir.
Me río ⎯ es tan necia como Sila.
Ambas voltean a verme y dicen al mismo tiempo ⎯es una Caballero.
⎯La necedad es hereditaria en la familia ⎯ bromea Lila.
⎯Fati también es necia, está aferrada a vivir, y eso es bueno ⎯ agrega Alegra.
⎯¿Así como tú eres necia con Johansson? ⎯ le pregunto ⎯ ese pobre hombre ya no sabe que hacer para que le des bola.
Alegra sonríe ⎯ el que quiera azul celeste que le cueste ⎯ responde coqueta.
De pronto escuchamos al fondo del pasillo un llamado de auxilio y como dos enfermeros corren. Cho se para de inmediato y después de revisar corre hacia mí.
⎯¡Es el cuarto de Sila! ⎯ me dice alarmado.
Tanto Alegra y Lila como yo, corremos hacia donde se encuentra Cho y, sin dudarlo dos veces entro a la habitación solo para ver a los dos enfermeros sobre el suelo, agachados y a una mujer parada junto a Sila. Por todo la habitación se escuchan las alarmas de los aparatos y las luces que parpadean en rojo; el respirador aún funciona pero una mujer tiene la mano en el switch, ella es Marie.
⎯¡Cierra la puerta! ⎯ me ordena con un arma en la mano, ⎯¡cierra ya!
Así, obedeciendo lo que me dice, voy hacia la puerta de la habitación y la cierro sin seguro. Los pobres enfermeros se encuentran asustados y yo más, pero no por mi, si no por Sila ya que todas las señales de alerta suenan tan fuerte que me aturden.
Entonces ante mí está Marie, la última pieza del rompecabezas que faltaba desde hace semanas. Alexandre ya se encontraba en prisión esperando a ser juzgado por los crímenes que había cometido pero, Marie nada, a ella parecía que se la había tragado la tierra y ahora aparecía.
El aspecto de Marie es completamente deplorable, descuidado y tiene la mirada perdida. Las ropas están cubiertas por una bata de doctor que seguro encontró por ahí y un cubre bocas cuelga de su cuello.
⎯Marie⎯ hablo.
⎯¡Él murió! ⎯ grita, haciendo que su voz hiele mi cuerpo⎯¡mi padre murió!, ¡él se murió!
⎯Lo sé, y lo siento mucho⎯ respondo viendo cómo el pulso de Sila va bajando.
⎯¡Tú lo mataste!, ¡lo desconectaste y lo llevaste a morir lejos de mí!
⎯No, yo no lo hice… te lo pido Marie…
⎯¡Qué me pides!⎯ grita⎯¿qué no lo apague?
Niego con la cabeza ⎯ te lo pido, no lo apagues, te lo ruego… Sila…
⎯¡Quiero que sientas lo que yo sentí cuando mi padre murió!
Entonces Marie, baja el swtich de la máquina y, enseguida, escucho como el ventilador comienza a apagarse.
⎯¡No!⎯ se escucha un grito detrás mío y al voltear veo que David Canarias acaba de abrir la puerta⎯¡no, Marie!, ¿qué haces?
Ella llora como loca mientras el arma tiembla en su mano⎯ tú lo sacaste de la casa, él, él murió solo, solo… yo lo maté, no pude verlo morir, no pude, no…⎯ repite, mientras con la otra mano comienza a jalar su cabello. Sus palabras no tiene coherencia pero es evidente que está muy perturbada.
⎯¡Te lo pido Marie!⎯ le ruega David⎯ todavía hay tiempo, todavía puedo salvarla. Si me permites entrar te juro que no pasará nada.
⎯¡No!, ustedes mataron a mi papá. Yo no lo maté, yo… Alex⎯ empieza a balbucear.
Volteo a ver a David ⎯ no tengo tiempo para esto⎯ le digo.
Doy dos pasos para adelante y Marie me apunta ⎯¡No te me acerques!
⎯Marie, si quieres puedes matarme⎯ le digo con firmeza⎯ pero eso jamás te regresará a tu papá, ni borrará el hecho de que lo envenenaste por meses al grado de que no se pudo recuperar y murió, si alguien debe pagar por la muerte de tu padre eres tú.
⎯¡Cállate!⎯ grita.
⎯No, no me callaré. Alexandre ya han hecho más daño de lo necesario y no permitiré que continúes.
⎯¡Ellos me quitaron todo!, ¡todo!⎯ exclama ⎯ y yo les quitaré algo, ellos te dan todo y luego te quitan.
⎯A ti no te quitamos nada⎯ habla David⎯ sin embargo, Alexandre te quitó todo. Si alguien debe de pagar es él.
⎯¡No!, ¡no es cierto!, ¡no!⎯ grita.
Entonces corro hacia ella y me aviento sobre su cuerpo para poder lidiarla. David corre hacia Sila para comenzar a darle reanimación. Los enfermeros se ponen de pie y uno me ayuda mientras el otro va con Canarias.
⎯¡Déjame!, ¡suéltame!⎯ me grita como loca.
Por la puerta entran Luz y Cho y ella al ver lo que está sucediendo corre hacia su hija. De pronto, se escucha un golpe y momentos después Marie cae sobre el suelo desmayada. Veo hacia arriba y Cho tiene uno de los botes de basura metálicos en sus manos.
⎯¡Sila, mi amor… despierta… no te vayas!⎯ escucho el grito de Luz.
Voy hacia donde están y David Canarias se encuentra dándole reanimación con todas sus fuerzas, mientras el enfermero le ayuda ⎯ ¡venga mi vida!, ¡venga!, no me hagas esto, no me hagas esto⎯ le pide.
De pronto todo se vuelve un caos en la habitación. Lila y Alegra se toman de las manos y lloran angustiadas, mientras Cho ayuda a uno de los enfermeros a sacar a Marie de la habitación. Ben, entra corriendo y mueve el equipo de reanimación que está a su lado.
⎯¡Sila!, ¡Sila!, amor… despierta, despierta mi amor⎯ le repito.
⎯Para atrás⎯ nos ordena Ben y Luz me toma de las manos para luego abrazarme y pega su cabeza sobre mi hombro.
⎯¡Mi pequeña no!, ¡mi pequeña,!⎯ repite entre lágrimas.
⎯¡Sila!, ¡Sila!⎯ le habla su padre.
Esta es la primera vez que veo a la señora Luz quebrándose así después de todo lo que pasó por culpa de Alexandre. Abren sus ropas a la altura del pecho, y momentos después comienza la parte de la reanimación, espero que no sea muy tarde.
El cuerpo de Sila da un salto pero vemos que el pulso no regresa, ni los latidos.⎯¡Sila!, ¡Sila! ⎯ habla su padre que empieza a llorar de la desesperación.
⎯David, mejor vete⎯ le dice Ben.
⎯No me iré, hazlo de nuevo, hazlo de nuevo ⎯ le exige.
⎯¡Hija!, ¡mi sila, mi sila! ⎯ le dice Luz.
Ben vuelve a poner las paletas y segundos después el cuerpo salta, no hay latidos, no hay pulso, pienso.
Así me acerco a ella y me hinco a su lado ⎯ ¡Sila!, ¡te lo ruego no me dejes!, ¡no te vayas!, ¡no me dejes! ⎯ exclamo entre lágrimas.
Ben vuelve a poner las paletas, el cuerpo salta y yo con todo mis fuerzas le digo⎯ ¡Sila mi amor!, ¡Sila, no te mueras Sila!, ¡no por favor!
⎯¡Encontré pulso!, ¡encontré pulso! ⎯ exclama el enfermero y de inmediato los latidos de su corazón se reflejan.
⎯¡Pulso aumentando!⎯ dice David ⎯ abre los ojos, mi amor, abre los ojos…
Y así, después de momentos angustiantes, después de que pensé que este día Sila perdía la vida en manos de la locura de Marie… ella abre los ojos y me ve ⎯¡estás viva!, ¡estás viva!⎯ expreso, para después romper en llanto.