A Contracorriente ©

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Sila 

Marie trató de matarme en venganza de lo que según Moríns le había hecho a su padre, y por un momento lo consiguió. Gracias a ella viajé al mundo de los recuerdos donde encontré las respuestas que buscaba y pude saber como era. Sin embargo, ella tiene razón. Estamos conectados por esta lazo del amor pero nuestros destinos jamás estuvieron juntos, su camino terminó cuando el mío comenzó y estuve a punto de vivir lo mismo, pero mi familia me salvó, tanto en este plano, como en el siguiente. 

Regresé, estoy tan feliz de que regresé y que seré capaz de estar con mi hija. Lo que para mí fue un momento corto visitando a mi madre y escuchando a mis abuelos, para mis padres y Moríns fueron los minutos más largos de toda su vida, los más angustiantes y que sé, jamás olvidarán, al igual que yo. La única consecuencia que resultó de todo esto, es que gestar un bebé ya no es opción para mí, o al menos es lo que me han dicho por ahora. 

Solo de pensar en dejar a mi Fátima, a mis hermanos, a mis tío y primos, ahora me eriza la piel y me hace quebrarme en llanto. La Sila que era antes ha quedado en ese mundo tan desconocido y bonito, la que regresó, es diferente, una más fuerte, más sensible y sobre todo con unas ganas inmensas de vivir y cuidado a su bebé. 

Así, mientras los preciosos ojos marrón de mi padre se clavan en los míos verdes, veo la luz de la linterna que ilumina mis pupilas mientras él y el doctor Montenegro me examinan. Sé que no es el área de mi padre pero, en este momento funge como ayudante no como el experto. 

⎯¿Cómo te sientes? ⎯ me pregunta el doctor. 

⎯Bien pero, lenta… no sé como explicarlo. 

⎯Es normal, regresar de la muerte no es algo que se debe tomar a la ligera ⎯ voltea a ver a mi padre ⎯ los estudios salieron bien, no hubo daño cerebral pero, aún debe quedarse en observación hasta que esté cien por ciento seguro de que ya la puedo dar de alta. 

⎯¿Puedo ir con mi bebé? ⎯ inquiero ⎯ quiero verla, necesito abrazarla. 

⎯Claro que sí, le diré a las enfermeras que ya tienes permiso para salir de la habitación ⎯ habla Montenegro ⎯ Sila, te conozco desde que eres pequeña y sé que eres dedicada a tu trabajo y una gran pediatra pero, tendrás que descansar unos meses, es indispensable para la recuperación. 

⎯Lo haré, juro que lo haré… me dedicaré solo a mi hija ⎯ le juro, y es verdad, no pienso separarme de Fátima hasta que no esté sana y salva. 

⎯¿Lo prometes? ⎯ me insiste. 

Asiento con la cabeza ⎯ lo prometo. 

⎯Bien, entonces, te dejo por hoy. Iré con el doctor Benjamín para agregar esto a tu historial médico, con permiso… ⎯ luego voltea a ver a mi padre y le da una palmada sobre el hombre de mi padre ⎯ buen trabajo Canarias, tan talentoso como siempre. 

⎯Gracias doctor ⎯ responde mi papá. 

Vemos como el doctor Montenegro sale de la habitación y mi padre cruza sus brazos a la altura del pecho y me ve al rostro ⎯ Te ves cansado ⎯ le comento. Él asiente con la cabeza. 

⎯En estos días he dormido poco, muy poco…pero no es reclamo, jamás es reclamo. ⎯Mi padre se siente sobre la cama y me sonríe ⎯¿en serio viste a tu madre? ⎯ me pregunta. 

Asiento con la cabeza ⎯ lo hice. Fue una experiencia de verdad mágica, jamás pensé que la viviría, yo que no creía en esas cosas y mira. 

Mi padre acaricia mi cabello y luego me da un beso sobre la frente ⎯ pensé que te perdía mi Sila, no tienes idea el miedo que me dio. 

⎯Lo sé, yo también tenía miedo. Te confieso que pensé que moriría en la operación. No dejaba de pensar que tal vez mi destino era morir ahí, como mi madre lo hizo al darme a luz en San Gabriel. Pensé que estas eran las consecuencias de mis acciones. 

Mi padre niega con la cabeza ⎯ Sila, debes dejar de castigarte por eso, quiero que lo sepas. No le des tanto peso porque no debes cargarlo tú, no es tu carga. 

Suspiro, tomo su brazo y él se siente a mi lado para acariciar mi mano ⎯Pa, ¿te puedo preguntar algo? 

⎯Lo que quieras. 

⎯Cuando fuiste a Gran Canaria a destruir la casa de mi abuela Alegra, ¿te hizo sentir mejor?, ¿te quitó ese peso que traías?, ¿te hizo olvidar todo? ⎯ inquiero. 

Mi papá niega con la cabeza ⎯ no, no me hizo sentir mejor, lo que me hizo sentir mejor fue el ir a enfrentarlo ⎯ confiesa. ⎯No debería de estar orgulloso de como lo hice, y sé que mi padre se sentiría muy avergonzado porque él me crió para ser mejor pero, necesitaba, deseaba que se fuera así, angustiado, temeroso, infeliz. Siempre nos dicen que la muerte debería ser en paz pero, hay gente que no se la merece así. 

Acaricio la barbilla de mi padre ⎯ sabes que te comprendo. 

⎯Lo sé, pero, ¿por qué la pregunta? 

⎯Porque, quisiera hacer algo, algo para quitarme este peso de encima que aún cargo ⎯ confieso. 

Mi padre me ve serio⎯¿quieres ir a la penitenciaría a ver a tu papá? 

⎯No, él no es mi papá… tú, David Canarias Lafuente, lo eres y siempre lo has sido y serás. 

⎯¿Entonces? 

⎯Antes de que pasara todo esto, hice una averiguación más profunda sobre el origen de mi padre y de mi madre. 

⎯¿Tú o tu tío Manuel? ⎯ inquiere. 

⎯En realidad fue Xóchitl la que me ayudó ⎯ le confieso ⎯ en fin, descubrí que mi padre estaba en la cárcel cuando yo nací, y luego salió y se reformó. Después, volvió a lo mismo al quedarse sin dinero para mantener a sus hijos, son cinco. 

Mi padre sonríe ⎯ Sila Canarias, eres una buena mujer. 

⎯Quiero que la ayuda sea anónima papá. No quiero que jamás sepan de mí solo quiero ayudarles… eso me haría muy feliz a mí, me ayudaría a sentirme mejor. Quiero compartirles un poco de mi suerte. 

Mi padre asiente con la cabeza ⎯ bien, veré que puede hacer tu tío Carlos en México. 

⎯También, hablando de otra cosa, quisiera bautizar a Fátima ⎯ confieso y mi padre me ve a los ojos. 

⎯¿Bautizarla? 

⎯Sí, sé que se está recuperando pero, mi roce con el otro plano me hizo pensar muchas cosas y, me gustaría hacerlo, ¿crees que se pueda? 

⎯Claro que sí. Podemos traer un sacerdote y hacerlo, si eso deseas. 

Mi padre me da un beso sobre la frente y luego se pone de pie ⎯ iré a ver a tu madre, trataré de convencerla de que ya se vaya a casa, de que estás fuera de peligro ⎯ él se queda un momento en silencio y luego sonríe ⎯ creo que haré lo que tu abuelo hizo. 

⎯¿Cuál de los dos? 

⎯Tristán… ⎯ dice con una sonrisa ⎯ reanudaré los votos con tu madre, y esta vez nos casaremos junto al mar… ¿qué dices? 

⎯Con que no la dejes en el altar ⎯ bromeo y él sonríe. 

⎯Me alegra que ya lo tomes con humor. Le diré a las enfermeras que vengan por ti, es momento de que conozcas a tu bella bebé… averiguaré lo que me pediste. Eres una gran mujer Sila Canarias… 

⎯Soy una mujer con mucha suerte… ⎯ le digo, para después verlo salir de ahí.

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