A Contracorriente ©
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Sila
-Ibiza-
De nuevo estaba de regreso en este bello lugar. Era otra estación del año, otro mes, otro propósito y evidentemente otra situación. La última vez que estuve aquí había pasado una de las peores situaciones de mi vida, ahora, regresaba con mi preciosa niña quién dormía entre mis brazos calientita mientras nos acercábamos a la casa de mi abuela Fátima, quién nos había invitado a una fiesta de celebración por la recuperación de mi niña.
Así, mientras entramos a esta preciosa casa dónde pasé parte de mi infancia y tengo los recuerdos más bonitos con mi abuelo Canarias, al que me hubiese gustado que Fátima conociese, no puedo evitar sentirme algo sentimental, porque no puedo creer que esté aquí, viva y que mi hija logre conocer a su bisabuela.
Debo confesar que después de esa experiencia que tuve, ese momento donde estuve en el otro plano, he estado más sentimental de lo normal. Siento como si millones de sentimientos que tuviese enterrados desde siempre, florecieron en mi cuerpo y mi corazón. Ahora, lloro por cualquier cosa, y más al recordar la voz de mis abuelos, la imagen de mi madre sobre el suelo sin moverse y los ojos de mi padre al verlo llorar desconsoladamente. Lloro por que mi hija llora, lloro porque Moríns me ama y lloro, lloro y lloro de felicidad, ¿todo esto es normal?
Yo antes no creía en el mundo de los recuerdos, siempre pensé que cuando se moría era solo como en los libros lo planteaban. Sin embargo, ahora sé que existe otro plano, donde ellos nos aman como nosotros acá y ahora sé que mi abuelo tenía razón, mucha razón.
⎯Me encanta la casa de tus abuelos ⎯ murmura Moríns bajando la bolsa con las cosas de Fati sobre el sofá ⎯ lo único que me da melancolía es que ella viva tan sola aquí.
⎯No estoy sola ⎯ escuchamos una voz y al voltear hacia atrás vemos a mi abuela Fátima en sus silla de ruedas y con una sonrisa que me alegra el día ⎯ mis recuerdos me acompañan, y las fotos ⎯ agrega, para señalar la foto que tiene de mi abuelo y ella el día de su boda.
⎯No era mi intención ⎯ habla Moríns.
⎯Lo sé, pero esta casa tiene tanto eco que se escucha por todas partes ⎯ mi abuela contesta para después clavar sus ojos sobre Fátima y sonreír ⎯¿es ella? ⎯ inquiere.
Asiento con la cabeza y me acerco hacia mi abuela paso a paso. Moríns y yo decidimos venirnos antes a Ibiza para que mi abuela pudiese estar con Fátima sola antes de que llegaran sus otros nietos.
⎯¿Le ayudo a pasarla al sofá? ⎯ pregunta Moríns.
⎯Si me haces el favor ⎯ habla mi abuela y Moríns la pone de pie para que dé unos pasos hacia el sofá y se siente.
Momentos después me siento a su lado y le pongo entre sus brazos a Fátima, que de inmediato se acomoda en su regazo. Mi abuela acaricia sus mejillas y luego acaricia la mía viéndome a los ojos ⎯ es hermosa, como tú. Se parece tanto a ti cuando eras bebé.
⎯Cierto, mi madre igual me lo dijo ⎯ le respondo.
⎯Y tiene el cabello rizado del guapo Moríns y su naríz ⎯ pronuncia ⎯ pero es una Canarias, hecha y derecha.
Sonrío ante lo que acaba de decir ⎯ ¿Alguna vez pensaste en tener una bisnieta? ⎯ le pregunto.
Ella niega con la cabeza ⎯ jamás, esto es tan surreal, tu abuelo hubiese estado feliz de conocerla, para él, sus nietos eran todo, decía que eran su segunda oportunidad para ser mejor padre. Si a ti te amó imagínate a Fátima, la hubiese adorado, sobre todo porque se parece tanto, tanto, tanto a ti. ⎯ Mi abuela voltea a ver a Moríns ⎯sin ofender.
⎯No es una ofensa, es un cumplido… ⎯ contesta simpático.
Nos quedamos las dos viendo a mi hija que sigue dormida profundamente sobre los brazos de su bisabuela. De pronto, me viene a la mente todo lo que Yessi me dijo, sobre la vida que me regaló. Gracias a ella yo soy feliz y ahora mi hija, tiene no solo abuelos, sino tíos, primos, una bisabuela y lo más importante a sus padres.
Mi abuela voltea a ver a Moríns⎯ ¿Quieres saber por qué es una Canarias?⎯ le pregunta.
⎯¿Por qué?
⎯Porque la vida le dio una segunda oportunidad. Muchos piensan que el apellido Canarias tiene peso por todo lo que hay detrás, legados, herencias, poder y dinero pero, no es así. Tu abuelo le dio un mejor significado con el paso de los años; este apellido está cargado de una segunda oportunidad para hacerlo bien, para hacerlo mejor. Tu mismo abuelo tuvo una segunda oportunidad conmigo, David, tu padre, tuvo una segunda, incluso una tercera para poder rehacer su vida y encontrar respuestas, incluso tu abuela Alegra tuvo una segunda oportunidad para resarcir su nombre aunque no esté viva. Todos los Canarias tenemos una segunda oportunidad atada a nuestro apellido, tú la tienes y ahora Fátima, deben enseñarla a que la aproveche⎯ mi abuela pasa saliva y veo como en sus ojos se acumulan las lágrimas⎯ este es el verdadero legado de tu abuelo, algo que ni Alexandre le podía quitar.
Abrazo a mi abuela y le doy un beso sobre la frente⎯ ¿Quieres saber por qué mi hija lleva tu nombre? ⎯ le inquiero y ella asiente⎯ porque tú eres la persona más fuerte, sabia y amorosa que conozco. Tú llegaste a una familia rota y la enmendaste con tu amor y tu paciencia. Si no fuera por ti, los Canarias no existieran como lo hacen ahora… y por eso, mi hija lleva tu nombre.
⎯¡Ay mi Sila!, si que cambiaste⎯ me dice entre sonrisas y me da un beso, para luego hacerlo con Fátima⎯ bienvenida a la familia Fátima Moríns Canarias, a esta familia que no solo acumula apellidos, si no también es un hogar, y el hogar… nunca cambia, está donde estemos todos juntos, siempre recuérdalo⎯ finaliza.
Entonces sonrío, veo a Moríns que no puede dejar de sonreír al ver a nuestra hija y comprendo todo. El ser una Canarias no fue coincidencia en mi vida, si no un destino, porque llegue a la familia de las segundas oportunidades, a una familia donde la sangre no es importante si no los lazos que nos unen. Una familia que dejó el dolor y el pesar detrás y lo convirtió en una inmensa felicidad, a la familia que me dio una segunda oportunidad que necesito para hacerlo bien y está vez juro que no me equivocaré. Ahora sé quién soy y le haré honor al apellido que llevo… soy una Canarias.