A Contracorriente ©

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Moríns 

En todos estos meses, Sila y yo, hemos pasado muchas cosas que nos han calado hondo, tanto que hasta estuve a punto de perderla junto con mi hermosa hija Fátima, en pocas palabras, estuve a nada de perderlo todo y si se hubiese cumplido, en este momento me encontraría solo, triste y posiblemente sin ganas de hacer nada. 

Sin embargo, ahora me encuentro en Ibiza, en una gran fiesta en este bello jardín, rodeada de la que ahora es mi familia y viendo a mi hija ser arrullada por su Tía Julie mientras su tío Robert le habla con cariños haciéndola sonreír. Sí, sé que tal vez dije que estar en esta familia era como entrar a una secta pero, no es así. Mi coraje y mi enojo me hicieron decir cosas que no debía cuando en realidad me sentía herido porque ya no formaría parte de ellos, los Ruíz de Con, Canarias, Carter… y mil apellidos más que solo se van sumando y al parecer todos para bien. 

Así que, después de todo eso que pasó y de saber que todo ya está en calma, he decidido volver a pedirle a Sila que se case conmigo, no importa si ella escoge una fecha para dentro de 14 años o dos meses, solo quiero que ella sea mi esposa para así poder pasar el resto de nuestra vida juntos y que mi nombre figure dentro de esos apellidos que se suman al árbol familiar. Por lo que, mientras estamos de vacaciones aquí he planeado una manera muy especial de pedirle que sea mi esposa, en frente de su familia y esperando que ella me diga que “Sí”, y sobre todo que esta vez no salga corriendo de la casa. 

Para esto, Luz me ha dado el anillo de compromiso de su abuela Ximena, el que ahora llevo con cuidado ya que no quiero perderlo y mucho menos arruinarlo ya que, según me dijo mi suegra, tiene una historia de amor atada a él que es casi un patrimonio intangible de la familia y que debe ser conservada y respetada por siempre; deseando que nuestra relación también sea así. 

⎯¿Estás seguro que todo está listo? ⎯ le pregunto a Cho en un murmuro, mientras veo como Sila se ríe con sus hermanas y prima. 

Cho se voltea y veo su boca batida de chocolate ⎯¿Cómo?

⎯¿Estás comiendo pastel de chocolate?, ¿tú?, ¿qué pasó con la dieta paleontóloga?

⎯Dieta Paleo, pero es que tío, tú no sabes lo que es pasar tanto tiempo así… 

⎯¿Así cómo? ⎯ pregunto. 

⎯Pues… ⎯ y me da esa mirada que insinúa tantas cosas. 

⎯¡Vaya!, sigues a dieta de carne….

⎯Sí, de tres meses pasamos ya casi a seis…y debo compensarlo con algo… digo, voy al gimnasio pero no es suficiente, en fin, ¿vas a querer o me puedo comer tu pedazo? Está bueno ⎯ pregunta ofreciéndome uno. 

⎯No gracias, parece que tú lo necesitas más… ⎯ le comento. 

⎯Como quieras ⎯ responde y le da una mordida al pastel. 

Veo cómo David Canarias carga a su nieta y le da un beso sobre la frente para luego recargarla sobre su hombro. Cuando los conocí jamás pensé que él haría eso con mi hija, para luego acariciar su espalda y comenzar a arrullarla. 

⎯Ya está todo listo tío pero, hay un pequeño problema… ⎯ me dice. 

⎯¿Cuál? ⎯Pregunto asustado. 

⎯Que aún no llegan las rosas para la playa, así que voy a tener que ir por ellas. 

⎯¡Qué! ⎯ le quito el pastel ⎯¡dijiste que estaba todo listo! ⎯ le regaño en un murmullo. 

Cho me arrebata el pastel ⎯¡Ey!, tranquilo que es el único pedazo que queda… no te preocupes, nos iremos temprano mi mujer y yo para ir por ellas y regresaremos a tiempo para acomodarlas…¡qué genio Moríns!, y pensar que pasé la noche contigo. 

Niego con la cabeza ⎯ Pues si hubieses hecho bien tu trabajo, tal vez estaría más contento. ⎯ contesto haciendo que Cho se ría.

⎯¡Atención! ⎯ escucho la voz de Manuel, quien se pone de pie para hacer que todos volteemos a verlo ⎯¡Vamos a hacer un brindis especial!, ¡Moríns acercarte!, ¡Cho!

Los dos nos acercamos hacia la mesa donde todos ya están poniendo atención. De pronto un chica del personal se acerca a la mesa con una botella de mezcal y varios vasos. Manuel comienza a repartirlos para que después, Robert, los comience a llenar. Cuando llega a nosotros nos lo llena hasta el borde. 

⎯Para tí doble, es la tradición ⎯ comenta. 

⎯¡O.K! ⎯ respondo. 

Cuando todos los vasos están llenos y los menores de edad tiene esa deliciosa agua de jamaica que solía hacer Ximena y que ahora hace Luz, Manuel respira ⎯ hoy, estamos aquí reunidos para festejar no solo que estamos unidos, si no que le damos la bienvenida a nuestra guerrera, a la niña más valiente, aguerrida y la tercera generación de esta familia, a la pequeña Fátima Luz, que ahora está aquí con nosotros. 

⎯Salud por Fatima, para que crezca sana, salva y llena de mucho, mucho amor. Fátima, tu familia te ama y jamás te dejará sola ⎯ dice David, su abuelo. 

⎯También, un brindis por Sila ⎯ se le corta la voz ⎯ por no dejarnos solos y seguir regalándonos su presencia, sus sonrisas y esa mirada esmeralda que nos encanta. Te amo sobrina, estamos felices de que estés aquí, sana y salva. 

Sila sonríe y se pone de pie para darle un abrazo a su tío, quién le da un beso sobre la frente. 

De pronto, Fátima Lafuente de pone de pie con ayuda de Manuel y ella levanta su copa ⎯Y finalmente, para el hombre que de manera desinteresada salvo el legado de mi David, y que si él estuviera aquí te estaría agradecido eternamente. Para el héroe de todos nosotros, brindamos por Francisco Moríns, porque es un honor que esté en esta familia y que esperamos sea un honor para él unirse a nosotros. 

⎯Porque recuerden lo que decía mi suegro, podrán quitarnos todo nuestro dinero pero jamás nos quitarán lo que de verdad vale, nuestra familia ⎯ dice Manuel. 

⎯¡Salud! ⎯ brinda Fátima. 

⎯¡Salud! ⎯ brindan todos para luego tomar el sorbo de inmediato. 

⎯¿Y por mí señora Fátima? ⎯ reclama Cho ⎯recuerde que yo le ayudo a sacar a basura desde hace años atrás… 

⎯Sabes que te amo Cho, pero no podré brindar hasta que no le pidas matrimonio a mi nieta adoptiva ⎯ contesta y todos se ríen. 

⎯Bueno ⎯ dice Cho. 

Entonces deja el vaso al lado y mete la mano a su pantalón para sacar una caja de terciopelo negro, mis ojos se abren de la sorpresa que me he llevado ⎯ ¿estás seguro que no te importa? ⎯ me pregunta. 

Niego con la cabeza ⎯ ve, ahorraste casi diez años, será genial compartir esto y muchas cosas más contigo. 

Cho se va acercando a la mesa y en eso Sabina se pone de pie y corre hacia él ⎯¡Sí!, ¡sí! ⎯ grita emocionada. 

⎯¡Espera mujer que tengo un discurso practicado!

⎯¡Lo sé pero, acepto! ⎯ le dice, para luego darle un beso sobre los labios. 

Cho le dice unas cosas tan hermosas que juro que hasta yo me estoy enamorando de él. Después, todos rompen en aplausos y él la carga entre sus brazos para darle un beso sobre los labios. Él, me pidió que fuera esa día porque ese era uno especial para ellos y no me podía negar. 

Volteo a ver a Sila que, junto con sus hermanas y prima se acercan a ella para ver el anillo y yo sonrío. Si mañana todo sale bien, mañana veré a Sila como siempre he querido, rodeada de inmensa felicidad. 

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