A Contracorriente ©

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-Madrid-

Sila y yo estamos comprometidos de nuevo, pero esta vez lo haríamos bien, mejor. Creo que nuestro anterior compromiso salió mal, porque lo hicimos de prisa, a escondidas pero, ahora, tenemos la bendición de ambas familias y la bendición más grande, la de nuestra pequeña. Que cada día crece más fuerte y sana, y ya ha abierto por completo los ojos. 

Ese verde esmeralda que sale de su mirar me encanta, me enamora, hace que mi instinto de protección crezca tanto que sin dudarlo le daría mi vida; es un amor incondicional que creció en mi antes incluso de que ella llegara.

Todo es felicidad y una absuelta. De nuevo los planes comienzan a surgir, ya no hay pesar ni nada que nos detenga. Sila y yo podemos continuar lo que dejamos pausado pero, que en lugar de alejarnos, nos ha ayudado a conocernos, a apreciarnos y sobre todo, probar que cuando el amor es sincero y verdadero los obstáculos pasan de largo.

Así, mientras ella me besa apasionadamente, a horcajadas sobre mí, y yo presiono mis manos sobre su espalda baja. No puedo evitar sentir que soy el hombre más afortunado porque, no solo llegué a encontrarla de nuevo, sino que también, ella regresó a mi, del otro plano, y amándome más que nunca.

⎯¿Estás bien?⎯ le pregunto, mientras mis manos no dejan de acariciarla. 

Hace unos días el doctor nos dijo que podíamos regresar a nuestra vida normal, y ahora, le hago el amor por primera vez después de los sucedido; aprovechando que los abuelos se llevaron a Fátima de paseo.

Sila asiente con la cabeza, luego me mira a los ojos y me sonríe ⎯Lo estoy disfrutando como nunca ⎯confiesa ⎯no sé si ha sido la ausencia o el hecho de que todo me sabe mejor. 

⎯Ambos⎯ respondo, haciéndole sonreír. 

Ella sigue moviéndose sobre mí. El roce de sus pechos contra el mio, me provocan miles se sensaciones, y sus besos me llevan al cielo. 

Ella, continúa provocando su propio placer, hasta que concluye en una ola intensa que hace que todo a nuestro alrededor tiemble. Sila muerde ligeramente mi hombro y despues recarga su frente sobre él. 

⎯Eso fue intenso⎯ admite. 

⎯Ni que lo digas⎯ respondo. 

Ella continúa, lo hace esta vez más rápido, ayudándome a mí a llegar a ese merecido placer que hemos provocado durante mucho tiempo. Esta vez soy yo quien se muerde los labios, entierra levemente las uñas sobre su piel y finalmente suelta su cuerpo. 

⎯Te amo, mi amor⎯ Confiesa. 

Beso su frente y, con ella aún pegada a mi cuerpo, me recuesto sobre la cama para que ambos caigamos acostados y aún abrazados. Sila se acomoda y ambos nos quedamos viendo a los ojos por un instante. 

La habitación se encuentra levemente obscura, ya que hemos cerrado las cortinas para que la luz de la tarde no entre por completo, además de que no queremos que nadie nos vea por el jardín. Ya que la habitación de visitas, la nuestra, tiene un ventanal que lleva a una pequeña terraza y da directo hacía allá. 

Sila levanta su mano y en seguida veo cómo tiembla sin que ella la pueda controlar. Así que entrelazo mis dedos con ella y la beso. 

⎯Odio esto…⎯ murmura.

⎯No tiene sentido que la odies. Yo te amo así. 

⎯¿Sabes que perdí un leve porcentaje de mis recuerdos y conocimientos? ⎯ me pregunta.⎯ Sin embargo, no sé cuáles, porque no les recuerdo⎯ habla, para luego reír levemente. 

No sé si Sila me está diciendo esto con humor o en realidad es un punto al que debería poner atención. 

La abrazo más a mi cuerpo, le doy un beso y suspiro.⎯¿No tienes ni una pista? 

Ella niega ⎯no, si hay algún conocimiento perdido lo sabré cuando me lo digan. Por ejemplo, la otra vez no sabía como cortar un pepino, mi hermana Alegra me enseñó de nuevo. Lo que más me dolió fue su rostro de sorpresa, ese que no pudo contener al saber que su hermana no sabía como hacerlo, cuando yo le enseñé. 

Escuchar que ella me diga eso y pensar que hace años atrás era considerada una de las mejores de su clase y con el mayor coeficiente, me pone demasiado triste. Esto son las secuelas de todo lo que Marie y Alexandre hicieron, una venganza estúpida que afectó a largo plazo a la mujer de mi vida, y eso no sé si lo pueda perdonar y olvidar tan rápido. 

⎯En dos semanas termina mi tiempo de descanso ⎯ continúa hablando ⎯ y me da miedo. No le he dicho a mi padre porque odio decepcionarlo pero, no me siento lista. Temo que haya olvidado lo básico, lo esencial, lo que me hace una pediatra competente; ya ni siquiera una brillante. 

⎯Sigues siendo brillante ⎯ le informo. 

Ella se levanta y me ve al rostro, ⎯ no mientas, tú nunca has sabido mentir. Aceptémoslo, ya no soy la mujer brillante que se perfilaba a ser la mejor pediatra, ahora soy… Sila. Supongo que hace años atrás, en las asesorías del maestro Minor te hubiese encantado. 

Acaricio su rostro ⎯ no, si yo no me enamoré de toda la información que tenías en tu cerebro, me enamoré de ti porque, eres hermosa del corazón Sila. 

⎯Pero sabes⎯ continúa⎯ si perder parte de mis recuerdos y mis habilidades, me regresó a ti y le dio vida a nuestra pequeña, no me arrepiento. Prefiero que me enseñen a cortar pepinos, a que te hayas quedado solo con Fátima, o peor aún, solo. 

Acaricio sus labios con la huella de mis dedos, el filo dorado del anillo que me dio brilla a la luz de las farolas del jardín, las cuales se han prendido automáticamente cuando el sol se metió en el horizonte; ella los besa. Veo como su mano vuelve a temblar levemente y ella la cierra en forma de puño para que deje de hacerlo. 

⎯Moríns, hay otra cosa de la que no hemos hablado⎯ me comenta. 

⎯¿Sobre qué? 

⎯Sobre, nuestro futuro como pareja. No sé si mi padre te lo ha dicho pero, ¿si sabes que yo no podré tener más hijos?, ¿verdad?, que embarazarme es un gran riesgo para mí, por lo que Fátima no podrá tener hermanos⎯ comenta. 

Asiento con la cabeza ⎯ lo sé, y créeme que lo pensé. 

⎯¿Y qué piensas? ⎯ inquiere⎯ la verdad es que no quiero que en un futuro te arrepientas por ese detalle.

⎯Yo, no me arrepentiré, jamás⎯ contesto.⎯Pero, creo que encontraremos la manera, siempre hay una manera⎯ la invito a que se acomode entre mis brazos y cuando ella se recuesta beso su cabello olor a lavanda⎯ podemos adoptar un niño, o, no sé… tal vez robarle uno a Sabina y Cho porque estoy seguro de que tendrán como cinco ⎯ bromeo, haciéndola reír. 

⎯Moríns, amor….

⎯Solo trato de hacerte reír; ya sabes que para mí la risa es la mejor medicina. 

⎯Lo sé⎯ comenta⎯ pero es serio. Si vamos a hacer esto debemos ser honestos. Yo si quiero tener más hijos, incluso me encantaría una familia grande. 

⎯¿Qué tan grande? ⎯ inquiero. 

⎯Cuatro, como mis hermanos y yo. Quiero que Fátima tenga una hermana y tener dos niños para que jueguen entre ellos pero, creo que no será así⎯ comenta desilusionada. 

Me quedo en silencio pensando en lo que me está diciendo. Para ser honesto, no le había dado mucha mente hasta ahora que ella me lo cuenta. Yo, me conformaba con nuestra pequeña familia pero, ¿qué pasará si más adelante queremos más hijos?

⎯No pensemos en eso ahora, mi Sila. Primero, asegurémonos que Fátima esté bien crezca sana. Planeemos nuestra boda y, por supuesto, amémonos mucho, muchísimo. Que la vida nos ha dado otra oportunidad. 

⎯Tienes razón. Puede que se me hayan borrado algunos recuerdos y ya no sé hacer algunas cosas pero, la prisa no se me ha ido…⎯ bromea y ahora yo me río. 

⎯Mejor, ¿qué te pareces si volvemos a hacer el amor?⎯ le prepongo, mientras mi mano baja hacia su intimidad y la toco empezándola a excitar. 

⎯Moríns…⎯ me dice entre risas nerviosas. 

⎯Debemos aprovechar que los abuelos están hipnotizados por su nieta y que se la llevan largas horas… tal vez, sin querer… resolvamos eso de los cuatro hijos⎯ cometo y ella se ríe. ⎯Además, pronto estaremos los dos tan ocupados que no podremos ni siquiera tener un respiro, así que… ⎯ entonces me levanto y pongo mi cuerpo encima de ella para quedar cara a cara, beso su nariz ⎯ no te preocupes, Sila Canarias, verás como todo nos sale bien. Después de tanta tragedia, ya nada nos puede salir mal, ¿cierto? ⎯Ella asiente y se levanta para besar mis labios⎯sabes, creo que perdiste una habilidad muy importante. 

⎯¿Ah sí?, y ¿cual es?⎯ inquiere un poco preocupada. 

⎯Tu habilidad para besar. He notado que no es como antes así que ni modo… tendrás clases para aprender a besar con Moríns. Son personalizadas, incluyen palabras bonitas o si te llevas el paquete “Moríns y más”, puedes acceder a las palabras candentes y una foto mía en bóxers… 

Sila ríe, lo hace con gusto y con fuerza, y agradezco al infinito volver a escuchar su risa tan sincera⎯ ¡Ay mi amor!, estas loco ⎯ me comenta ⎯ pero así te amo, te amo como no tienes idea⎯ me expresa. 

⎯Y yo te amo más… mi Sila⎯ ahora, ¿empezamos las clases? ⎯ le propongo para luego, atarme a sus labios y comenzar a besarla hasta que los cuerpo se encienden y los corazones laten más rápido.

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