A Contracorriente ©
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-Dos semanas después-
Sila
Hoy es el día de regreso al hospital. Después de estar bastante tiempo de descanso debido a todo lo que pasó, es momento de volver a mi oficio al lado de mi padre, quien aún continua como jefe del área del pediatría mientras Ben Estévez es el presidente. Mi padre siempre se ha sentido mejor en piso que en las juntas con los proveedores y de la mesa directiva, supongo que en definitiva eso de los negocios no es para él.
Así, tan solo entro al hospital, mi amiga Cindy corre a recibirme y me da un abrazo ⎯¡Regresaste! ⎯ grita.
Sonrío, la verdad no pensé que, además de mi padre, alguien se pusiera feliz de verme o me abrazaría con tanto cariño. ⎯ Sí, ya extrañaba estar aquí ⎯ le respondo, mientras la abrazo por igual. Confieso que ahora lo hago yo con más fuerza, antes no me gustaba, ahora lo hago con todo el amor del mundo.
⎯Verás que todo estará bien, sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? ⎯ se ofrece, y yo asiento.
⎯Claro que sí.
En eso, veo que mi padre va saliendo de una habitación seguido de cuatro internistas. Les viene dando instrucciones, usando ese tono firme de siempre. Mi padre, aquí es otro, no solo su actitud cambia sino la manera en como camina y se expresa. Ahora lo veo más erguido, mas alto y serio. No como en la casa que se la pasa muerto de risa con mi madre y completamente relajado.
Me ve, y sonríe. Para luego voltear y decirle a una joven rubia algo que la hace cambiar de dirección. ⎯Ya saben qué hacer, ahora vayan ⎯ les indica.
⎯Sí, doctor Canarias ⎯ escucho. Mi padre se acerca a mí y me abraza ⎯ ¿qué se siente dejar a Fátima con tu madre? ⎯ me pregunta.
⎯Estoy feliz de que se queda con ella y mi tía Ainhoa pero, siento horrible ⎯ le comento. Ya que por un tiempo mi madre me ayudará a cuidar a mi hija porque no quiere que se quede con niñeras.
Mi papá se ríe bajito ⎯ cuando regresamos tú y yo de México, tus abuelos se quedaban contigo. Me venía a trabajar tan triste que solo quería terminar mi turno para poder ir a verte. Sentía que cada vez que te volvía a ver por las tardes ya me había perdido diez años de tu vida ⎯ confiesa.
⎯Lo sé. Al menos yo la pasé bien, Moríns fue todo un caso, le dio más instrucciones a mi madre como si ella no hubiese criado cuatro hijos ⎯ contesto y luego nos reímos.
Él suspira ⎯ necesito hablar contigo, ¿tienes tiempo? ⎯ me pide.
Encojo los hombros ⎯ bueno, tú eres mi jefe así que…¿tengo tiempo doctor Canarias? ⎯ inquiero.
Mi padre asiente ⎯ vamos, iremos a la oficina.
Ambos nos damos la vuelta y comenzamos a caminar por el pasillo hasta llegar a la puerta de su oficina. Al abrirla, lo primero que veo es una foto de él con Fátima al lado de la nuestra.
⎯Mismos meses ⎯ me dice ⎯ tu madre si qué sabe capturar lo extraordinario, ¿no es cierto?
⎯Cierto. A veces no sé si estás enamorado de mi madre o de lo que te transmite al ver sus fotos ⎯ le comento.
Mi padre voltea a verme y alza la ceja ⎯ mi Sila ahora es poeta.
⎯No, pero, ahora soy un poco más sensible. Regresé diferente y mucho. No solo hablo de mi actitud, si no de… ⎯ y le muestro mi mano.
⎯De eso te quiero hablar ⎯ me dice mi padre, para luego ofrecerme la silla que está en frente de su escritorio. Me siento, y él lo hace en la silla de al lado. Suspira y al ver sus ojos sé que me dirá la noticia que he temido ⎯ Sila.
⎯No seré jefa de pediatría ⎯ complemento.
Mi padre me ve a los ojos y niega ⎯ El conglomerado y la fundación acaban de pasar por un gran escándalo que casi nos quita todo. Tu caso se hizo muy público y si yo te pongo de jefa de pediatría y pasa algo, el hospital se verá afectado. Es una decisión muy difícil de tomar porque, nada me hacía mas ilusión que esto ⎯ finaliza.
Los ojos de mi padre brillan. Sé que esta noticia la toma como jefe no como padre, pero no puede evitar que le duela. Asiento con la cabeza ⎯ lo comprendo, no pasa nada.
⎯Hija, no sabes cuánto lo siento pero…
⎯No te preocupes ⎯ le interrumpo, y en verdad lo comprendo, como pediatra lo hago.
⎯Pero, quiero pedirte que seas mi mano derecha ⎯ continúa ⎯ quiero tener de consejera a la pediatra más brillante que he conocido. Eres y siempre serás la mejor para mí y, así como mi padre le pedía consejos a tu abuelo Tristán, quiero que seas tú quién me aconseje a mí. De verdad, es extraordinario que mi hija haya seguido mis pasos y ahora tengamos el placer de convivir, ¿qué te parece?
⎯¿Seguro?, Alegra hace meses atrás me enseñó a cortar un pepino ⎯ destaco ⎯ no sé si mi conocimiento está intacto. Me da miedo cometer un error fatal.
⎯Pues, para eso estaré yo. Si no sabes algo, me llamas y te apoyo. Nos apoyamos mutuamente, como siempre lo hemos hecho ⎯ toma mi mano ⎯ siempre hemos sido tú y yo Sila contra el mundo. Nuestras historias empezaron similares y han tenido experiencias similares. Cualquier persona que haya aguantado una enorme cantidad de dolor y vivir para contarlo es digna de apoyo, ¿no crees? ⎯ me pregunta.
Al decirme eso, me viene a la mente esa tarde en Vallarta donde lanzó un grito de dolor tan grande en el jardín que me asustó. Recuerdo a mi madre salir corriendo y quebrarse junto con él. Años después, cuando me dijo lo que pasó, comprendí todo.
⎯Si confías en mí, entonces, lo acepto ⎯ hablo.
⎯No quiero que pienses que hago esto para lastimarte, mi corazón. Pero debo protegerte, protegernos.
⎯No te preocupes, sé que jamás harías algo que me hiriera. No cuando me has salvado la vida dos veces.
⎯ Y lo haría mil veces más ⎯ me dice, acariciando mi mejilla.⎯Te prometo que si más adelante considero que eres apta, te doy el puesto ⎯ trata de justificarse, y sé que lo hace porque le cuesta decirme esto.
Tomo su mano y la beso. Amo las manos de mi padre, siempre tan varoniles, grandes y de dedos largos ⎯Doctor Canarias, siga el consejo de su padre.
⎯¿Evita corbatas con diseños graciosos? ⎯ me dice, y ambos ríenos al recordar los consejos de moda de mi abuelo David.
⎯Eso y que si la decisión es correcta, no tiene porque justificarse. Te entiendo y si lo veo del lado bueno, yo aprenderé de ti, serás mi maestro, el que me ayude a recordar y a re- aprender las cosas. Nada me hace más feliz que pasar tiempo a tu lado, en este lugar que tanto amamos, haciendo lo que estamos destinados a hacer… salvar vidas.
Mi padre me abraza ⎯ te amo, hija. Te amo mucho ⎯ murmura.
⎯Y yo mas papá.
Doctor Canarias se le solicita en terapia intensiva.
Escuchamos y nos separamos ⎯¿qué doctor Canarias será? ⎯ inquiero.
⎯No sé, porque no vamos juntos⎯ me dice, mientras se pone de pie y abre la puerta ⎯después de usted, Doctora Canarias.
Yo le regalo una sonrisa y salgo por la puerta, es momento de hacer lo que más amo y que mejor que al lado de mi padre.